FLUIR
Lo no amado fue.
Nos manda un volver
al sí, no,
contraluz
de acampar
en tiempos sin linde.
Lo vivido
pertenece ya
a gesto de mundo
que en unidad
se acompasa.
Alta.
Sola.
Alejada
tal vez
de los propios ojos
que esto escriben.
Humus regalado
a una vida
¿quién lo recuerda?
Aire que estuvo
¿por dónde ahora?
Eterno regreso
también pierde.
¿Acabarán
los cielos?
Fluir insiste
en volver a la contienda.
¿Para qué otra vez
él, abridor de sufrimiento
si lo no amado regresa?
Ay de la mirada
que vuelve
a doblar cintura
hasta esfumarse.
O el ser humano
que la claridad envilece.
Lo no amado fue
y de ello
nacieron ramas
unas deformes
todas inocentes
en la complejidad
de un tiempo recorrido
en el universo.
También un poemario
pasará
en el devenir
de su estancia
que será mortal.
Menos que eso:
fluido imparable
entre sospechas
múltiples.
No dio tiempo a amar.
DEPURACIÓN
Alguien
va a pasear los ojos
por estos versos.
No sabe de mí
habrá padecimiento
confusión
destierro
porque eso es crear.
Crear a dos.
Ciegos,
sin saberse tumulto.
Pero no tengo fe
en esos ojos
si no me arranca tela
y nace lo sin límite.
Vértice más vértice
de territorio
imperfecto
mi ofrecimiento
en vilo.
Alguien
pasea sus ojos
por estos versos.
En aproximación
a la materia
de lo vivo.
Nunca se sabe
qué hacer
ni cuál es la oculta
depuración
que ilumine
el lugar inacabado
de la compañía.
En su conflicto
de conjugación
el poeta duda si acoger
a quien le lee
por haberse atrevido
a descifrar
algún acoplamiento
de conciencias.
RAMA AL AMANECER
El territorio despierta
de ese brazo alto
que acorta distancia
al entrevisto cielo.
¿Qué punto
de humano cuerpo
tendría ese don
que elige un instante
de universo
para su comparecencia?
¿O qué ambición creadora
de entre todo lo nacido
podrá alzarse en rama
absoluta de amanecer?
El conjunto de presencias
hace frontera de sí
en lo que ilimitado proyecta.
De ese ahogo
venimos y vamos
recortados e inútiles
en la sabiduría.
El aire no se serena
nunca.
Quien dijo lo contrario
trazaba afirmación
tal vez perplejo
de todo confín.
En la certeza
soberana
del engaño.
Rama perfila
amanecer.
De color rojizo
tiñe nuestra mirada
y sigue acotando cielo
también desvaneciéndose
en el transcurso
indecible
de la luz que ya viene
a desbaratarlo todo.