INTRODUCCIÓN
1. PERFILES DE LA ÉPOCA
El Romanticismo
Romanticismo y Clasicismo son eternos estilos del espíritu humano. Eugenio D’Ors los juzga como los extremos del movimiento de un péndulo, a un movimiento romántico le sigue, y contrapone, otro clásico. Son, pues, tendencias opuestas y universales.
Mientras el Clasicismo es razonador y suele superponer el arte a la sensibilidad y a la inspiración, el Romanticismo exalta la libertad del sentimiento, de la imaginación y de la creación.
El Romanticismo es, para Victor Hugo, el liberalismo en Literatura. Goethe contrapone: Clasicismo, enérgico y sano; Romanticismo, endeble y enfermizo; para otros es una extravagancia, pero para los españoles es la continuación de su historia literaria, brevemente interrumpida por un movimiento importado, el Neoclasicismo del siglo XVIII. Es, pues, el Romanticismo en España, tradicional y debería llamarse Superromanticismo, frente al Romanticismo que significa el movimiento llamado Barroco.
Tiene sus raíces en el ideario de la Enciclopedia y la Revolución francesa, pero no surge potente hasta que el ansia de libertad de los pueblos europeos, dominados por Napoleón, no se plasma en guerra feroz. Su estandarte es la libertad. “Libertad en literatura, como en las artes, como en la industria, como en el comercio, como en la conciencia. He aquí la divisa de la época” (Larra). Hasta los poetas más neoclásicos, en España J. N. Gallego —Al dos de mayo—; Quintana —A España—, se sienten atraídos por estos sucesos y lo expresan en sus poemas de una forma muy diferente a su costumbre. Y no digamos de la libertad personal —airear las propias pasiones— en que resaltan Larra y Espronceda.
El renacimiento romántico del siglo XIX exalta, en primer lugar, el Patriotismo y su triple derivación hispana, el Cristianismo que se opone —por tanto— a paganismo-clásico, frecuente por influencia francesa en el siglo XVIII; además el cristianismo —o mejor, catolicismo— es aspecto primario del alma hispana. El mismo patriotismo lleva a los románticos a buscar en el Medievalismo temas, tipos, artes —en especial, el gótico—, caracteres que sustituyan con ventaja a los clásicos y que —aún en el neoclasicismo— han estado perennes en España. Correlativo con este sentimiento está la inquietud, el amor extraordinario por lo exótico, por la tierra lejana, que será el Oriente, pero España tiene su propio Orientalismo y no necesita ir a buscarlo al Oriente Próximo nada más que esporádicamente.
El filósofo alemán Fichte ensalzó el Yo a extremos insospechados que adoptó la lírica romántica, si bien en España estuvo fuertemente matizado excepto en dos de los grandes románticos: Larra y Espronceda. Este aspecto subjetivo nos lleva de la mano a otros temas: sentimentalismo humanitario, exaltador de los tipos más bajos de la sociedad: el verdugo, el pirata, el apóstata; o los más débiles: el anciano, la huérfana, el peregrino; todo ello suele llevarles a una melancolía o saudade que, a veces, es ligero pesimismo y está mezclada con feroz ironía, sarcasmo, depresión anímica, desilusión o rebelión, que expresan generalmente a la hora en que la luna con tenue velo cubre de vaguedad y misterio las formas que se llenan de fantasmas, almas en pena e imágenes de horror.
Otro aspecto que no debemos olvidar es el fragmentarismo, frecuente entre los románticos.
La mujer es un ángel en quien se encuentran todas las perfecciones y a ella se someten vasalláticamente: podríamos decir que la devoción mariana medieval se ha laicizado encarnándola en el eterno femenino.
El hombre natural de indudable origen rusoniano, con toda su bondad, candor y sencillez, al llegar a España lo que realiza es un reencuentro de “un tema creado por ella misma, después de su viaje de ida y vuelta por Europa”.
En 1765 un viajero inglés, Borwell, describe “the romantic aspect” de Córcega. Al aparecer en Europa la nueva moda literaria, la palabra va adquiriendo un sentido propio aunque con vacilaciones: romanesque, romantique. En España en 1805 se utiliza romancista y hasta 1818 se usan los vocablos romantesco, romántico, romanesco y aun románico, pero a partir de este momento ya se utiliza siempre romántico.
2. CRONOLOGÍA
AÑO |
AUTOR-OBRA |
HECHOS HISTÓRICOS |
HECHOS CULTURALES |
1808 |
Nace en Almendralejo (25 de marzo). |
Batalla de Bailén. |
Nace A. Ros de Olano. Goethe: Fausto. |
1809 |
Ocupación francesa de Madrid. El Duque de Rivas herido en la batalla de Ocaña. |
Nace M. José de Larra. Beethoven: Quinta Sinfonía. Chateaubriand: Los Mártires. |
1813 |
Nacen R. Wagner, G. Verdi y Antonio García Gutiérrez. |
1814 |
Regresa Fernando VII como Rey Absoluto. Destierro de los afrancesados. |
1815 |
Batalla de Waterloo. Derrota de Napoléon. |
Nace Pascal. Marino: Adone. |
1816 |
Argentina se declara independiente. |
1817 |
Sublevación de Riego. |
Nacen José Zorrilla y Ramón de Campoamor. Muere Meléndez Valdés. |
1821 |
Espronceda, cadete en Segovia. Estudia en el Colegio de San Mateo, de Madrid. Se forma la sociedad secreta Los Numantinos. A ella pertenecen Espronceda, P. de la Escosura, Ventura de la Vega. |
1820 |
Trienio Liberal. Entran en España los cien mil hijos de San Luis, como consecuencia de la Santa Alianza. Venta de Florida a los Estados Unidos de América. |
1823 |
Muerte de Riego en la plaza de la Cebada, presenciada por Los Numantinos desde la Catedral de San Isidro. |
1824 |
Recluido en un convento en Guadalajara. |
Independencia de Perú y Méjico. |
Beethoven: Novena Sinfonía. |
1825 |
Estudia en Madrid con Alberto Lista. |
1826 |
Intenta sin éxito su ingreso como guardiamarina. |
1827 |
Se exilia, primero a Gibraltar, luego a Lisboa y luego a Londres. Conoce a Teresa Mancha. |
Manzoni: Los novios. |
1828 |
Mueren Goya y L. Fernández de Moratín. Bretón de los Herreros: A Madrid me vuelvo. |
1829 |