Poesía medieval

Varios autores

Fragmento

cap

INTRODUCCIÓN

1. PERFILES DE LA ÉPOCA

Si exceptuamos la literatura hispanolatina y las jarchas mozárabes, el resto de la poesía que aquí recogemos pertenece a los siglos XIII, XIV y XV, es decir, a la época conocida como Baja Edad Media, los tres siglos finales de la Edad Media, que se extiende a lo largo de mil años. Pero nada se puede entender sin tener presentes las líneas maestras de la historia anterior.

La caída del Imperio Romano de Occidente, ya cristianizado, en el siglo V (suele citarse la fecha de 476, cuando Teodorico entra victorioso en Roma), trajo consigo en los dominios de la Romania la irrupción de pueblos germánicos más o menos militarizados. A la península Ibérica llegaron a comienzos del siglo V suevos, alanos y vándalos con un notable espíritu guerrero. Pronto llegó procedente del sur de Francia el pueblo visigodo, latinizado y cohesionado por su creencia en el arrianismo, una modalidad del cristianismo. Aunque no impusieron su lengua, dejaron cierto influjo en las variedades del latín vulgar que se hablaban en la Península y también en la práctica del derecho. Una figura importante de este período fue San Isidoro de Sevilla, autor de las Etimologías, obra muy influyente en el Occidente cristiano durante toda la Edad Media. La invasión árabe a principios del siglo VIII (711) y el inicio a los pocos años de la resistencia en el norte (batalla de Covadonga, año 721) incrementó con el tiempo la cohesión de los hispanovisigodos frente al enemigo musulmán. Entretanto en la España musulmana se asentó una sociedad militarmente poderosa, de brillante cultura y tolerante con las costumbres y la lengua de los vencidos. Además, la situación de relativa tolerancia en la península Ibérica propició el establecimiento de prósperas comunidades judías. Así, durante ochocientos años (siglos VIII al XV) España fue frontera cambiante y lugar de asiento de tres culturas, la musulmana, la cristiana y la judía, permeables a muchos intercambios culturales. Baste señalar los ejemplos de las jarchas mozárabes, la incorporación a Occidente de la medicina o la cuentística oriental, el conocimiento de Aristóteles a través de Averroes, los logros de la Escuela de Traductores de Toledo, la obra alfonsí o la originalidad de obras como el Libro de Buen Amor o la Celestina en un contexto europeo.

Al reino cristiano de Asturias le sucedió el reino de León, que dominó durante mucho tiempo a Galicia, relativamente autónoma, y a Castilla, un condado al principio y luego reino independiente. La importancia política de Galicia viene dada por la independencia en el sur del condado de Portugal, que a mediados del siglo XII se convirtió en reino independiente. Tras varios intentos fallidos, la unificación definitiva de los reinos de Castilla y León con Fernando III el Santo iba a suponer el avance final de la Reconquista. En el este peninsular Cataluña estuvo durante largo tiempo dominada por los francos mediante la llamada Marca Hispánica y vinculada a Provenza por lazos matrimoniales y políticos. El reino de Navarra llevó una existencia independiente hasta que en 1512 Fernando el Católico la anexiona a los reinos de Castilla y de Aragón.

La frontera entre cristianos y musulmanes se modifica de forma muy discontinua; y a episodios de guerra relativamente breves siguen largos períodos de treguas y de paz relativa. En torno al año mil ya había sido reconquistado por los reinos cristianos el valle del Duero. Las incursiones de Almanzor en los dominios cristianos hasta su definitiva derrota en Calatañazor (1002) no constituyeron una seria amenaza para los reinos del norte. El valle del Tajo se ganaría casi cien años después con la reconquista de Madrid y de Toledo por parte de Alfonso VI, en 1085. Los avances más significativos de la Reconquista tendrían lugar en la primera mitad del siglo XIII: victoria sobre los almohades en las Navas de Tolosa (1212), conquista del bajo Guadalquivir por Fernando III el Santo (con quien se unen definitivamente Castilla y León desde 1230), expansión portuguesa por el Alentejo y el Algarve, y ocupación catalano-aragonesa de Valencia y Mallorca. Sólo quedaba en poder musulmán el reino de Granada y con este vecino del sur los reinos cristianos pudieron vivir más de dos siglos en relativa paz.

La expulsión de los musulmanes del reino de Granada en 1492 marca el final de la Edad Media en el mundo hispánico.

Estas circunstancias políticas van a tener implicaciones lingüísticas decisivas. En torno al año mil el latín vulgar hablado en la España heredera de los visigodos ya ha cristalizado en cinco dialectos románicos que nos ofrecen sus primeros textos escritos; de oeste a este son los siguientes: el gallego-portugués, el leonés, el castellano, el aragonés y el catalán. Durante la Edad Media sólo el gallego-portugués, el castellano y el catalán ofrecieron obras literarias con reconocida autonomía; con todo, los rasgos dialectales leoneses y aragoneses han sido señalados por la crítica en muchas obras literarias castellanas. Bajo el dominio musulmán, los hispanovisigodos de Al-Andalus se expresan en dialecto mozárabe, variedad del latín vulgar contaminada por las lenguas árabe y hebrea; las jarchas son el único testimonio de esa lengua mozárabe. La lengua vasca, carente de escritura propia y poco permeable a la romanización, recurriría también en los siglos medievales a los caracteres latinos para ofrecer sus primeros textos escritos.

Los orígenes de cada una de las literaturas se pierden en la noche de los tiempos; se acepta como verdad incuestionable que antes de haber una literatura escrita ha existido una tradición oral, especialmente en los géneros populares y tradicionales. Y de los testimonios escritos, seguramente hayamos perdido los más antiguos. Es habitual observar que muchas obras literarias del siglo XIII o del XIV se han conservado en manuscritos del XV y que de algunos géneros, como la épica, se ha perdido la gran mayoría de los textos. El libro de Alan Deyermond, La literatura perdida de la Edad Media castellana. Catálogo y estudio, I. Épica y romances (Salamanca, Universidad, 1995) nos permite apreciar hasta qué punto es cierto que conservamos de la Edad Media sólo una exigua parte de lo que se escribió y, dado que unos textos pudieron sobrevivir con más facilidad que otros –compárese la pervivencia de textos históricos frente a la poesía popular–, debemos pensar que posiblemente la imagen que tenemos de algunos géneros resulta distorsionada por este motivo.

Hay razones poderosas para que a partir del siglo XIII se experimente en la Península un florecimiento literario. El renacimiento cultural que en Europa se desarrolla en el siglo XII se vive en España con cierto retraso, quizá por hallarse sumida en la Reconquista. La Escuela de Traductores de Toledo, fundada en la segunda mitad del siglo XII, habría tenido en este renacimiento un papel meramente transmisor de la cultura clásica y árabe hacia Europa. Recordemos que su principal función fue la de traducir textos árabes o hebreos al latín para divulgarlos por las nacientes universidades y centros de cultura europeos. En España resultan determinantes ciertos acontecimientos que se produjeron a principios del siglo XIII. En primer lugar la victoria de las Navas de Tolosa (1212), para la que fue necesaria la concurrencia de todos los reinos cristianos, el ambiente de euforia y estabilidad conseguida

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