La escala de Mohs

Gata Cattana
Don Iwana

Fragmento

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Escribiendo…

Hola, Ana.

Qué ilusión me hace escribirte. Es la primera vez que lo hago en muchísimo tiempo. Tengo tanto que contarte que el universo se me antoja un pétalo de azahar.

Es 4 de enero, otro año ha venido. ¿Te lo puedes creer? Sólo cuatro días y ya tres víctimas. Estamos luchando, Ana, compañera. Qué bien que estés con nosotras.

Este año todas nos fuimos pa’ la mani contigo. En las camisetas, en las pancartas, en la voz, en el alma. Te llevábamos agarraíta en el pecho aunque pienso que fuiste tú la que nos llevaste a nosotras.

Hicimos miles de kilómetros, cantamos muy alto, muy alto. Desde Andalucía del norte a Aragón, desde Madrid a Portugal. En algún paso de cebra bajamos la ventanilla y en el coche de al lado también estabas.

Si es que, Gata guerrera, tú estás en todas partes. En los tejados, en las paredes. Estás dejando el mundo muy bonito, Ana.

Con lo feo que está, tú lo sabes. Nosotras lo sabemos; qué zarpazos más precisos a la injusticia para que la sociedad explote en colores.

Qué bien tú, Ana.

Qué revolución tú, Gata.

Mujeres teníamos que ser, ¿eh? Menos mal.

Tendrías que ver mi cara cuando María me enseñaba fotos tuyas de chiquita, ahí ya eras animalita de ojos salvajes. Ahí ya eras campo, barro, trigo, centeno, olivo y libertá.

Las bitchies nos compinchamos, Ana. Ay, cómo lo sabías... La batalla está en pie, pero contigo... Contigo esta lucha es la pasión de ser mujer, selva y limoneros. Y si nos caemos, gata tierna, tu voz valkiria nos recoge suavemente del cuello, má.

Nos devolviste a la lucha.

Nos ganamos un premio, Ana. Escribimos un libro para las chicas. Escribimos un libro para no olvidar el dolor y nos ganamos un premio todas.

Siempre estuviste ahí, en cada letra que escribía, en cada vez que abandonaba.

Menos mal que estuviste conmigo, Ana.

Menos mal que viniste conmigo de provincia en provincia a gritar poesía; hicimos mucho ruido. Sé que estabas ahí porque yo pude estar ahí.

De ti la fuerza, de ti el alimento, las entrañas; la idea de que hay que sacudir de una vez por todas los bolsillos del mundo.

De ti un solo grito que ensordezca por fin el miedo de ser lo que somos: hijas sembradas en la tierra.

Y antes de volver a ella haremos crecer la esperanza que plantaste, Ana. La haremos crecer contigo, por ti, en tu nombre, para todas.

De ti he aprendido a volver a la calle, a la queja, a nosotras, a mi cuerpo. Contigo me he mirado a los ojos. Contigo he llorado la emoción de mi condición. Contigo soy hembra fuerte que alimenta crías que vendrán. Contigo me hice fuerte.

Y a la depresión garras. A la ansiedad garras. Al miedo garras. Al patriarcado garras.

A este sistema: Gata.

A los cañones que nos bombardean de una belleza irreal hasta matarnos: Cattana.

Y «hasta el final», Ana.

«Nunca me sentí sola porque estábamos juntas».

Enviar.

IRENE X

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PRÓLOGO A LA ANTERIOR EDICIÓN

ANTONIO DÍEZ FERNÁNDEZ

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Si has llegado hasta este libro puede que sea porque conoces a la autora, o porque te gusta cómo canta, cómo se lo monta. Te mola. En ese caso no necesitas prólogo, ¿qué haces aquí? Ve directamente al primer poema, lee, disfruta, relee...

En realidad los prólogos sirven para poco hoy en día: si pones el nombre de cualquiera en Google obtendrás más información de la que puedas necesitar para hacerte una idea de lo que va a suceder entre tus manos unas páginas más para allá. Si lo buscas en Youtube podrás hasta apreciar cómo habla, cómo pronuncia, cómo se mueve. Y si te acepta en Facebook ya podrás seguir su vida en directo, sus triunfos, sus bajones y sus diatribas contra el mundo, sus opiniones políticas, las fotos de sus viajes...

Con este libro, sin embargo, vas a poder ir mucho más allá: vas a leer los primeros poemas de una chica atractiva y espigada, de ojos claros y profundos y sonrisa casi permanente a la que el talento se le salía por los poros. Me cuesta imaginar —porque no la conocía entonces— a esa chica sentada en un soportal, en el banco de un parque, tal vez sentada sobre la cama de su habitación; escribiendo estos poemas como quien afila un cuchillo. Lo que sí veo son los trazos de vida, un deseo, un mundo y una verdad que contar. Cada palabra de este poemario ha brotado como una fuente.

Y es que nacer y crecer en España es estar a punto de descubrir una mentira. Y luego descubrir una mentira mayor que tapa la anterior. Por eso crecemos descreídos. La poesía que nos queda por hacer, y que Ana supongo ya intuía sería su oficio y su vocación, es la de desenterrar, desenmascarar, desacralizar, desintoxicar, desamortizar, desinsectizar y desinfectar. Y desde luego que lo hace bien: en cada verso una kata, en cada poema una katana, en cada imagen una gata. Mujer guerrera, la necesitamos.

Sobre un escenario, micro en mano, Ana brilla. Dos veces últimamente me han preguntado por poetas de hoy y mi respuesta ha sido ella. Una, un amigo que me pide el nombre de algún poeta joven que venga pegando fuerte, que no sea ridículo ni ñoño, porque está montando un recital al que va gente de nivel y quiere mostrar que la poesía que viene es potente. Otra, no sé quién, me pregunta una vez quién puede ser el futuro del poetry slam en este país, quién tiene una propuesta artística de poesía oral que mantenga la atención y el equilibrio necesario para este juego poético. Ya sabes mi respuesta para ambas preguntas. Pero qué más da, del futuro poco o nada sabemos. Lo cierto es que cuando Ana me pidió que le escribiera este prólogo le pregunté: «¿Por qué quieres publicar estos poemas?» Me contestó: «Para cerrar un ciclo». Así que ciclo cerrado, cierra las páginas del libro y cierras una vida, ábrela y volvemos al pasado. Incluso yo, que ya te digo que no la conocí entonces, regreso a esa época de clases universitarias, ensayos para conciertos, amistades profundas que ahí siguen y amores que, joder, parecían eternos y dónde andarán. Mientras estos poemas se escribían sucedía todo lo que nos ha llevado hasta hoy.

Porque un poema también es eso: una llave. Y la puerta que abre esa llave. Puede ser las dos cosas. O ninguna. Ahora yo tengo la llave que abre la puerta de este libro, pero el libro ya lo has abierto y no te hace falta llave. Adelante, lee.

ANTONIO DÍEZ FERNÁNDEZ,
(Fuenlabrada, mayo 2016)

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