En Basketville estaba a punto de comenzar el Festival Truquitos de Ilusos, en el que cada año magas y magos llegados de los lugares más remotos se reunían para poner en práctica sus últimos trucos.
Durante esos días el Ayuntamiento aprovechaba para sacar a la calle uno de sus mayores tesoros, ¡la increíble Gran Corona de oro y esmeraldas!, que habían descubierto unos obreros mientras preparaban los cimientos para la construcción de la escuela de la ciudad. ¡La misma a la que Pepa Pistas y Maxi Casos acudían cada día!
Con tantos acontecimientos, no era de extrañar que los niños y las niñas de la clase de la señorita Ling estuvieran alborotados y miraran constantemente el reloj con ganas de salir a la calle.
—¡Lee! —dijo Pepa a Maxi mientras la señorita Ling estaba concentrada en la pizarra.
El excelentísimo Ayuntamiento de Basketville tiene el honor de anunciarles que su hijo Palomo Pistas —uno de los ciudadanos más jóvenes de la ciudad— ha sido EL ELEGIDO para pasear la Gran Corona durante el Festival Truquitos de Ilusos.
Este mismo viernes por la tarde tendrá lugar la coronación en la plaza de la Biblioteca.
Como compensación por el esfuerzo, el pequeño Pistas tendrá derecho a montarse en cualquiera de las atracciones de forma gratuita.
La alcaldesa
—¡Hoy es viernes! —Pepa estaba emocionadísima.
—Pero ¿quién es Palomo? —preguntó Maxi, extrañado.
—¡Mi hermano! —susurró Pepa.
—¿Sois tres? —Maxi se rascó la cabeza, pensativo. Conocía a Pepa desde la guardería, ¿cómo es que jamás había visto a Palomo?
—¡Solo Palomo y yo! —Pepa habló demasiado alto.
La señorita Ling se volvió hacia ellos:
Sé que estáis impacientes por salir, pero de aquí no se mueve nadie hasta que suene el timbre.
Volvió a darse la vuelta y siguió escribiendo. Sin embargo, algunos de sus alumnos, como Luci Crespas, Cristina Lio y Dani Dado, estaban más interesados en la conversación de sus dos amigos que en la pizarra.
—Pepa tiene un hermano secreto llamado Palomo —explicó Maxi, sorprendido.
—¡Tiene nombre de...! —Dani agitó los brazos como si fueran alas, pero desistió al ver la mirada ofendida de Pepa.
—Mi hermano Bebito —dijo Pepa, y luego tomó aire— en realidad se llama...
—Palomo, lo hemos oído. —Luci y Cristina cantaron el nombre a coro.
—¡Un nombre un tanto extraño para un bebé! —Maxi continuaba estupefacto.
—Mi madre es veterinaria... —se justificó Pepa.
—¡Menos mal que a ti no te pusieron Cotorra! —exclamó Maxi.
—O Golondrina, ¡ja, ja, ja! —rio Cristina.
—¡O Periquita! —Dani se añadió a la conversación.
Pepa pensó que aquella lista podía volverse infinita. Cuando vio que Luci también quería intervenir, decidió desviar el tema.
—De hecho, nadie lo llama por su nombre. Creo que mamá se dio cuenta del error. Pero lo que quería deciros es que Bebito es El Elegido y me gustaría que me acompañarais a ver como lo coronan.
Maxi, Luci, Cristina y Dani asintieron entusiasmados y, aunque les hubiese gustado hablar un poco más del nombre de pila del pequeño de los Pistas....
Al sonar el timbre de la escuela, se apresuraron a recoger sus cosas y a agolparse frente a la puerta.
—¡Nada de salir en desbandada! —dijo la señorita Ling al verlos amontonados en la puerta de la clase—. Contaré hasta tres y, cuando abra, saldréis en orden.
Asintieron con la cabeza. Entonces, la señorita Ling agarró el pomo, respiró hondo y comenzó a contar sin quitarles ojo.
Maxi apretó los dientes y se preparó. Quería ser de los primeros en llegar a la plaza de la Biblioteca para estar en primera fila.
Al abrir la puerta, se lanzó a la carrera, pero tuvo la mala suerte de tropezar con los cordones de sus zapatillas. Desfiló por el pasillo dando tumbos e intentando no perder el equilibrio hasta que encontró un tope al que agarrarse...
—¡Uy, perdón! —Maxi rodeaba con los brazos a la señora Rodeo.