Hache Hax 1 - El búnker

Hache Haack

Fragmento

cap1

CAPÍTULO 1:

LA NADA

Chavales, creo que estoy perdiendo la cabeza por completo. ¡Os lo prometo! ¿Qué día es hoy? Pero si ni siquiera sé en qué mes estamos ni si es de día o de noche… Este polvo gris en el ambiente lo cubre absolutamente todo y me tiene desconcertadísimo. La polvareda es tan espesa que apenas deja pasar la luz del sol, tan solo lo justo para ver un poco y orientarme sin tropezar. Me temo que mi espectacular bronceado malagueño ha pasado a la historia.

¡Bye, bye, siestas interminables al lado
de mi piscina tomando el sol!

Pero lo peor de todo es que llevo un montón de tiempo sin respirar aire puro. Y no digo «puro» como el aire inmaculado de Tasmania, Islandia o Canadá, sino, simplemente, aire «no contaminado». Cada vez que me quito la máscara de gas, ¡me pongo a toser como cuando Daniela se atragantó mientras grabábamos el reto de las cookies cantando «Despacito»! Con esta máscara, a veces me siento como un perro al que se han olvidado de quitar el bozal. Ay, cuánto echo de menos a Chop y a Suey… Si al menos estuvieran aquí para hacerme compañía…

Chavales, os aseguro que las cosas en 2050 no son como seguramente habéis imaginado: coches voladores, mascotas robóticas, comida sintética y microchips corporales con toda la información del mundo para no tener que ir al cole…. ¡Qué va! Las cosas en 2050 son tan distintas que ni son. ¡Estoy solo! No hay absolutamente nada ni nadie, rien de rien, cero patatero. Creo que soy la única persona que queda en el planeta. El único ser vivo en realidad…

He buscado por todas partes, incluso en los sótanos de las casas abandonadas, los almacenes de las tiendas… ¡y hasta en las cloacas! Pero nada. No hay señales de vida. Aun así, no puedo rendirme. Tengo que seguir buscando porque tiene que haber alguien en alguna parte que pueda ayudarme a solucionar esta catástrofe. ¿O acaso tengo que salvaros a todos yo solo evitando este apocalipsis antes de que suceda?

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¡Esas son mis tripas! Si hay algo peor que no tener compañía, es no tener comida, ¡os lo aseguro! No puedo alimentarme de plantas ni de frutos ni de insectos, y ni siquiera puedo cazar o pescar. La polución no permite ningún tipo de vida a mi alrededor, así que lo único que puedo hacer para alimentarme es confiar en mi suerte buscando latas de comida en algún supermercado abandonado.

Sí, sé lo que estáis pensando: es un ASCO. Yo también preferiría millones, billones y trillones de veces zamparme antes una buena hamburguesa de tres pisos o una pizza con doble de pepperoni… o, mucho mejor, ¡una pizzurguesa! Mi gran invento culinario del futuro mezclando las dos cosas, pero… ni eso encuentro. No existe. Ni la pizzurguesa ni el futuro. Tengo pocas esperanzas de sobrevivir, pero por ahora voy a intentar mantenerme vivo comiendo aunque sea sardinas, que es lo que hay en las latas que llevo en la mochila. ¡PUAJ! Tengo tanta hambre que hasta me comería algo cocinado por mi madre.

¿Sabéis qué más llevo en mi mochila para sobrevivir? Los indispensables:

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Hoy tengo planeado ir a callejear un poco, investigar los rincones que aún me quedan por ver de la ciudad, para encontrar alguna pista o más comida. Si puede no ser pescado, mejor. Me ajusto bien la máscara y me adentro en un callejón en el que no me había fijado hasta ahora. No está tan destartalado como el resto, así que quizá aquí pueda encontrar cosas de utilidad y en buen estado. En un rincón veo juguetes rotos, un teclado gamer al que le faltan la mayoría de las teclas, ropa de verano desgastada y unos periódicos viejos muy sucios. ¡Nada de todo esto me sirve! ¡Vaya fail!

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Ese titular se quedaba corto… ¡Si tan solo supieran lo que estaba por venir! Aunque, en realidad, ¿quién lo habría imaginado? Ni en mis peores pesadillas habría imaginado un futuro así para la humanidad. Pero ¡si se suponía que yo iba a ser un cocinero de éxito! Y ahora sobrevivo con latas de conserva. No están mis hermanos ni mi madre ni mis perros ni mis gatos ni mis amigos ni mi consola ni mi ordenador…

Mejor no pensar en eso. Parece que al otro lado del callejón hay una entrada, así que voy a investigar. Está medio oculta por unas chapas de hierro, pero consigo apartarlas con mi superfuerza (ya sabéis que estoy petao). Ahora puedo ver unas escaleras que bajan a no sé dónde. Lo que sí sé es que está SUPEROSCURO y a mí eso nunca me ha gustado. Además de la falta de compañía y comida, otra de las cosas que echo de menos es la electricidad. Las noches aquí dan mucho miedo.

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