¿Qué libro te gustaría leer como si fuera la primera vez?

El equipo de Comunicación de Penguin Random House se une a esta tendencia de TikTok y confiesa cuáles son los libros por los que vendería su alma para leer de nuevo con la incertidumbre y la emoción de aquella (a veces lejana) primera vez. 

13 junio,2023
Crédito: Getty Images.

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Hay algo en las primeras veces —un cóctel de ilusión y miedo, un latido a ritmo de expectativas, un horizonte disponible— que solo encontramos en las ocasiones inaugurales. La ilusión por lo desconocido, abrazando la inseguridad de raíz compartida, nos aboca a la delicia de la incertidumbre (que, si a veces se agarrota en el estómago, otras se columpia en algún lugar del pecho suplicando más y más). Es el ansia de descubrimiento, el viaje gratuito hacia escenarios y emociones apenas sospechadas, el contacto primerísimo con un mundo en el que ya nunca podremos entrar como aquella vez; pero lo deseamos… Tanto que algunos estarían incluso dispuestos a vender su alma a cambio de volver atrás, no ya desde el recuerdo o la mirada nostálgica, sino tal y como ocurrió. Magia, y seguramente de esa oscura e ilícita que pone a temblar la moralidad. No hay otra forma de conseguirlo, ni siquiera un viaje en el tiempo bastaría: nunca sería igual; porque nosotros no somos lo que fuimos, porque es probable que no quede rastro de las circunstancias que hicieron de aquella experiencia algo memorable. 

Hasta aquí, un discurso extensible a varios capítulos dentro de una vida, allá donde la imaginación y experiencias de cada cual decida trasladarle. Pero aterricemos por fin en el campo que propicia este encuentro: los libros. Corre por la red social del momento, en el micro (cada vez más macro) universo de BookTok, una tendencia a la que el equipo de Comunicación de Penguin Random House Grupo Editorial ha querido unirse: elegir cuál sería el libro (en plural para los más indecisos) por el que venderías tu alma para leer de nuevo como si fuera la primera vez. La nostalgia irreparable por volver atrás y conectar con las historias cuya huella sigue aún fresca en algún rincón de nuestra memoria.

Las siguientes líneas son un recorrido por los títulos sugeridos, una guía de ruta hacia los imprescindibles elaborada con las respuestas de personas que dedican sus horas de trabajo, y gran parte de las de su ocio, a un mismo asunto: la literatura. Si todavía no has leído alguno de estos libros, eres la envidia de quienes solo pueden ya negociar con el diablo para estar en tu posición. Aprovecha tu suerte.

Un nombre se repite: «Creo que no puedo decir otro que no sea Harry Potter». El niño del rayo en la frente marcó —también en presente y futuro— infancias y adolescencias de varias generaciones. Algunos recuerdan la expectación ante la última entrega de la saga: «Recogí el libro al salir del instituto y me fui a casa. Mis padres no estaban, y yo lo que hice fue sentarme en el sofá y leer. Ni siquiera comí». 24 horas más tarde, ayuno incluido, la lectura compulsiva llegó a su fin: «Me acabé el libro envuelta en un mar de lágrimas, sabiendo que todo había terminado para siempre, pero que yo había vivido la historia más mágica que jamás se pudiera contar». Inmersos todavía en la fantasía británica, resuena el nombre del «grandísimo Terry Pratchett», autor de la saga Mundodisco. El color de la magia, puerta de entrada a este mundo plano sostenido por cuatro elefantes, presenta todos los tópicos y situaciones del género desde una visión estrafalaria y cómica que pone a temblar los límites de la imaginación. 

Imposible seguir de largo sin decir su nombre. Es el gran autor de fantasía épica del siglo presente, el escritor más prolífico del mundo, creador de un fascinante universo en continuo crecimiento: el Cosmere. Efectivamente, Brandon Sanderson. Elantris, nombre de la ciudad antaño de los dioses y después caída en desgracia, fue la combinación perfecta de novela debut que lo lanzó al éxito. Cambiando de autor, pero no de registro, aterrizamos en otro fulgurante debut: El nombre del viento, de Patrick Rothfuss. Una novela de historias dentro de otras historias, de misterio, aventuras, amor y todos los ingredientes que han logrado convertir a su autor en un auténtico fenómeno editorial.

A nadie sorprendería saber que quienes se decantan por estos títulos mencionan también, en su breve listado de renuncias, otros que acordaremos catalogar bajo la etiqueta de distopías de ciencia ficción: Dune, de Frank Herbert, considerada por muchos la mayor epopeya de todos los tiempos, o 1984, la novela de George Orwell para repensar las nociones de poder, hipervigilancia y posverdad. Con una mirada siempre política y crítica, el autor de origen indio figura en esta lista también con otra de sus grandes obras: Rebelión en la granja, una sátira de la Revolución rusa convertida en un clásico de la literatura del siglo XX.

No es el único título merecedor de formar parte de esta categoría. Varios miembros del equipo venderían su alma a cambio de entrar, como aquella primera vez, en algunos de los consagrados como grandes títulos de la literatura universal. Es el caso de Rayuela, la obra con la que Julio Cortázar se propuso (y consiguió) revolucionar la narrativa en lengua castellana y conmocionar el panorama cultural de su tiempo. También El nombre de la rosa —un thriller histórico apasionante que ahora también puedes conocer en una reciente adaptación gráfica— o El amor en los tiempos del cólera, medio siglo de espera para la consumación de una historia inspirada en la relación de los padres del autor, un Gabriel García Márquez exquisito (¿cuándo no?).

Y de un Nobel a otros. Se publicaba en 1995 uno de los libros más conocidos del escritor portugués José Saramago, Ensayo sobre la ceguera, una novela para alertar sobre «la responsabilidad de tener ojos cuando otros los perdieron», en palabras de su propio autor. Cuatro años más tarde, Desgracia, la novela del también Nobel Coetzee, ambientada en la Sudáfrica del apartheid, conseguía hacerse con el Premio Booker. De su pluma elogió Javier Marías la capacidad para generar el efecto más loable al que, según su sabio criterio, podía aspirar un escritor: «Cada frase de las novelas de Coetzee tiene la extrañísima virtud de impeler fuertemente a pasar a la próxima, y también, a la vez, de hacer que uno desee demorarse en ella y lamente siempre abandonarla o dejarla atrás». Pero no basta aquí su mención como mero crítico literario. Él, por supuesto, también está. Corazón tan blanco es la novela elegida, aunque todas ellas —dieciséis en total— serían dignas merecedoras de este pequeño reconocimiento: «Mi envidia infinita a quien no lo haya leído». 

Siguiendo con los galardones más prestigiosos, un título premiado con el Booker en 1978: El mar, el mar, de Iris Murdoch. «Lo leí con apenas 16 años. Lo recuerdo porque coincidió con mi primer viaje de estudios a Reino Unido y para mí leer ese libro allí fue reafirmarme en mi amor por la lectura y adentrarme en la adultez». Una obra maestra condenada a la reincidencia: «Hace un par de años volví a sumergirme en sus páginas y me siguió fascinando». 

Entre los Pulitzer, tres nombres contundentes: El jilguero de Donna Tartt, Pastoral americana de Philip Roth —una crónica lúcida y despiadada de las ilusiones perdidas de toda una generación— y La carretera de Cormac McCarthy. «El jilguero es el libro que más he disfrutado en los últimos diez años. Cada mañana antes de ir a la oficina leía al menos 20 páginas, no podía parar, y estaba todo el día deseando llegar de nuevo a casa para seguir». La carretera, puerta de entrada al universo de McCarthy, es «un libro para leer del tirón y en el que se intuye más de lo que se lee». Aunque nominada por sus conmovedoras líneas sobre el duelo a raíz de la muerte de su marido (El año del pensamiento mágico), Joan Didion, una de las autoras más reputadas de finales del siglo XX, murió sin Pulitzer. Su inclusión en esta lista llega de la mano de Noches azules, un relato autobiográfico lleno de dolor sobre el fallecimiento de su hija, un libro «profundo, duro, que deja huella honda». 

Entre las propuestas más dulces: Charlie y la fábrica de chocolate. «Desde entonces soy adicta al chocolate», confiesan entre bastidores. Roald Dahl, autor de esta historia tan golosa, es el rey absoluto de la literatura infantil. Matilda, la historia de una niña adicta a la lectura que bien podría participar en este trend, y Las brujas, un divertidísimo y espeluznante cuento sobre el propósito de las brujas de aniquilar a todos los niños, también disfrutan de un merecido puesto en este catálogo de nostalgias y reencuentros. Compartiendo época y público, resuena el nombre alemán de Michael Ende, autor de La historia interminable, un relato de fantasía que nos recuerda siempre la magia de la lectura, y Momo, «un libro que debería ser obligatorio en las escuelas y que te ayuda a querer ser mejor persona». 

En esta línea educativa, son muchos los libros que últimamente abordan la problemática del acoso escolar. Un lobo dentro, de Pedro Mañas, nos regala la doble mirada de la víctima que se convierte en monstruo, porque huyendo del miedo todos podemos ser aquello que despreciamos. Siguiendo con títulos del reino animal, pero en este caso para los más pequeños de la casa: La ovejita que vino a cenar, un cuento repleto de valores como la amistad, la generosidad y la aceptación de las diferencias; y si preferimos los astros, la dulce historia de La estrella de Laura, un fugaz encuentro que nos enseña que a veces tenemos que separarnos de   las cosas que queremos. En último lugar antes de abandonar esta sección, un libro que, al puro estilo de El Principito del siglo XXI, es un cuento universal: El niño, el topo, el zorro y el caballo, una historia sobre la bondad y la esperanza que cobró vida en la pantalla y consiguió hacerse con el Óscar 2023 a mejor corto de animación. 

Crecemos. Las moralejas y aventuras de aquellas líneas palpitan aún tibias en los cimientos de quienes somos, pero surgen ahora nuevas pasiones, se desbocan las ganas de romance y adrenalina, la vida se impone y queremos beberla a borbotones. ¿Recuerdas a la adolescente del principio, aquella que con sus lágrimas por el final de Harry Potter contribuyó a elevar el nivel del mar? «Con la saga Crepúsculo tuve una adicción muy similar», confiesa de nuevo. La segunda entrega, Luna Nueva, le costó un suspenso en historia (suerte que existen las recuperaciones): «Tenía que estudiar y me decía a mí misma “venga, dos capítulos y me pongo”. No pasó. Hacía trampas y, a la vez que leía, me adelantaba unas cincuenta páginas y leía en diagonal para saber si…», ¡cortamos aquí! ¡riesgo de spoiler! Resumen: «a las diez de la noche asumí que no iba a aprobar el examen, dejé de estudiar y terminé el libro». Para los más románticos, Te esperaré, la historia de Cam y Avery: «Te enamoras del protagonista y quieres vivir para siempre en el sofá en el que comparten charlas». 

En el limbo entre ficción y realidad, muchos autores construyen sus historias a partir de sus procesos y experiencias vitales. Ordesa, el libro más personal de Manuel Vilas, nos enfrenta a la vulnerabilidad y la pérdida; en Lo que hay, Sara Torres confiesa que mientras su madre moría de cáncer en una ciudad del norte de España, ella hacía el amor con una mujer en Barcelona; y Una educación, de Tara Westover, nos presenta la extraordinaria historia de su autora, una epopeya sobre la posibilidad de ver la vida a través de otros ojos y empezar de cero, con todos los golpes y faltas inevitables a lo largo del camino. Unas memorias tan extraordinarias como las que Alison Bechdel presenta en Fun Home, el relato gráfico de una familia tragicómica. 

Junto a estos, varios nombres se han ganado un puesto inamovible en la lista de los que ya nunca faltan. Es el caso de Pierre Lemaitre, consagrado como uno de los autores más populares del momento. Su novela Vestido de novia, un thriller escalofriante para leer del tirón, persiste clavada en la memoria de muchos de sus lectores. En territorio nacional, dos mujeres y tres hombres. Empezamos por La señora Potter no es exactamente Santa Claus, de Laura Fernández, una historia para dejarse sorprender a cada página: «Literalmente me dejó alucinada, y más conociendo a la autora y sabiendo cuánto de ella está en la novela». Seguimos con La buena suerte de Rosa Montero, Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes 2022, una obra cargada de misterio y esperanza. Y en contraposición a un título tan optimista: Lo peor de todo, de Ray Loriga, un libro que defiende el amor como la única tabla de salvación ante el hundimiento definitivo. Por último, dos firmas que comparten más que el nombre. En El desorden de tu nombre, de Juan José Millás, el protagonista cree reconocer en su nueva amante los rasgos de otra mujer a la que amó. Se llamaba Teresa, como la universitaria rebelde que titula la novela que consolidó a Juan Marsé como uno de los escritores más representativos de las modernas literaturas europeas: Últimas tardes con Teresa

Sería un delito concluir estas líneas sin celebrar la novela que más éxito ha cosechado en redes sociales, un libro que ha sido —y continúa en gerundio infinito—un auténtico fenómeno en TikTok. Es, por supuesto, Tan poca vida, la obra de Hanya Yanagihara que narra la historia de amistad entre cuatro hombres a lo largo de tres décadas. Broche de oro para este recorrido por distintos universos, por relatos tan íntimos como universales, por páginas que comparten, en su diversidad, un punto de unión clave: muchos desearían volver a sumergirse en ellas como la primera vez, cuando todavía no podían saber que el libro que sostenían en sus manos estaba a punto de colarse para siempre en sus vidas.

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