Nicola Lagioia: «"La ciudad de los vivos" podría llamarse "La ferocidad"... y viceversa»
Bari, Italia, circa año 2000. En una noche de primavera, una joven camina por la carretera desnuda y cubierta de sangre. Horas más tarde, el hallazgo de su cuerpo sin vida revelará su identidad: se trata de Clara Salvemini, la primogénita de la familia más poderosa de la zona. Se habla de suicidio, pero... ¿qué ocurrió realmente? Esta es la pregunta que detona «La ferocidad», la novela que le valió el Premio Strega 2015 a Nicola Lagioia y que ahora (junio de 2024) se publica en español bajo edición de Random House. Al hilo de este lanzamiento, la periodista y escritora Lilian Neuman ha hablado con el autor de la imponente novela de no ficción «La ciudad de los vivos» sobre la periferia cultural, política y legal y criminal de nuestra sociedad y sobre las tensiones de una familia al borde de la desgracia, un relato íntimo que define nuestra despiadada contemporaneidad.
Por Lilian Neuman
Nicola Lagioia en el Hay Festival Segovia de 2022. Crédito: Getty Images.
Michele fue adoptado por la familia de un poderoso constructor. Pero a él no han hecho más que exponerlo a la helada intemperie sentimental. Sólo su preciosa hermana mayor lo ha protegido y, a lo largo de la historia, el Michele niño y adolescente emana un grado de indefensión difícil de olvidar. Da la impresión de que parte de su alma -la del autor- está allí. Porque La ferocidad es una novela con muchas almas. Se nutre de la gente que el autor bien conoció: «A todos los he conocido. Durante mi adolescencia y mi juventud los he vivido... aunque luego los he nombrado como Clara o Vittorio». Y hay algo más que no debe olvidarse, y lo admite él mismo: «Tengo muchas curiosidades; me interesan todo tipo de personas, de distintas clases sociales».
Nicola Lagioia (Bari, 1973) es periodista y un reconocido escritor que vive en Roma. La primera obra suya traducida al español fue la más reciente, La ciudad de los vivos (Random House, 2022), un reportaje a fondo, un libro al que él se refiere como novela y en el que se dejó la piel. Se trataba de un crimen real, especialmente duro, ocurrido en la ciudad de Roma. Era el año 2016 y Lagioia se encontró delante del televisor con un suceso arbitrario y cruel: dos jóvenes romanos se ensañaron de forma bestial con un tercero en un apartamento al que lo habían llevado había drogas duras, alcohol... ¿Y qué más? Y, sobre todo, ¿por qué? El crimen de Luca Varani se convirtió en una monstruosidad manipulada por los medios. Y Lagioia se propuso entender qué fue todo eso en realidad. La obra, como en un goteo persistente y helado, sigue sobrecogiendo a lectores en español.
Tal vez La ciudad de los vivos podría llamarse La ferocidad, le digo. Y él no sólo lo admite; también sostiene la posibilidad inversa: «Cierto, y La ferocidad podría llamarse La ciudad de los vivos». Suena sorprendente, pero no lo es tanto: «Porque, efectivamente, son dos novelas muy distintas, ambientadas en ciudades muy distintas, estilísticamente también. Pero, en realidad, mantienen un profundo diálogo entre sí. Son novelas oscuras las dos; intentan averiguar qué es ese misterio del mal. Están cada una en un extremo, los dos extremos de una misma investigación. Lo más sorprendente es que La ferocidad es una novela inventada, la otra es un hecho real; pero en los dos casos tuve que explorar ambientes muy parecidos, sin duda ambientes que me interesan especialmente».
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LENGUA: La ferocidad cuenta una historia familiar.
Nicola Lagioia: En verdad, todas las historias que juntan familia y poder suelen ser historias muy interesantes. Por un lado, porque las familias son comunidades donde pueden sucederse sentimientos opuestos. Se demuestra amor, pero también hay celos, odio y rencores. Y todo esto puede pasarle a la misma persona. Por otro, y esto es algo que me mí importa mucho, están los secretos.
LENGUA: Hay ambientes sociales por los que muestras especial interés...
Nicola Lagioia: Lo interesante de esta familia es que no representan el boom de una familia rica desde hace generaciones, sino que Vittorio Salvemini nace pobre y en poco tiempo deviene rico. Por lo cual no son burgueses sino simplemente pobres que acaban siendo ricos. Y cruzando esa línea entre lo lícito y lo ilícito, que quizás para él era la única manera de ser rico en poco tiempo... Estas realidades siempre me han fascinado.
LENGUA: ¿Y qué ocurre con la ciudad?
Nicola Lagioia: Bari en los 70 y en los 80 era una ciudad que no se parecía en nada a la que hoy podemos visitar, cuya verdadera amenaza es el turismo de masas. Lejos de la imagen de la bucólica y perezosa ciudad del sur, existía una con gran efervescencia cultural: literatura, post punk, movimientos contraculturales... Y había otra Bari, el ilegal y el de la criminalidad organizada. Lo interesante de haber crecido ahí era que en una misma tarde podrías pasar por tres mundos distintos; me parecía fascinante.
«Todas las historias que juntan familia y poder suelen ser historias muy interesantes: las familias son comunidades en las que pueden sucederse sentimientos opuestos. Se demuestra amor, pero también hay celos, odio y rencores. Y todo esto puede pasarle a la misma persona».
Aquel mundo poderoso es el lugar de origen del señor Salvemini, de allí viene él, y ya entrado el año 2000 (la novela se publicó en italiano en 2014), su apellido está en la piscina municipal, en las galerías del distrito comercial, en gran parte del paseo marítimo, en infinidad de apartamentos... Mientras, su esposa nueva rica sigue sin entender dónde está. Hace mucho que todos han emprendido la marcha lenta hacia la oscuridad y la desintegración. Tal vez iniciada una tarde, con la hija mayor, la niñita que lloraba sin parar hasta sacar lo peor de su madre. La misma que abre esta historia andando por una carretera por la noche, con terribles heridas en el cuerpo. La chica que contiene en sí mismo lo más amoroso y lo más autodestructivo.
Nicola Lagioia no se reconoce en la etiqueta negra, ni la desprecia. «Creo que no existen los géneros, en el fondo. Pero sí que la obra tiene un detective, que no es otro que el mismo Michele». Le digo que, en verdad, de todos, Michele es quien más me emociona; y Lagioia sonríe. «Es mi preferido. De entrada porque nace con ciertas desventajas, como hijo adoptivo. Es el que la familia tendría que proteger más, pero queda en el lugar en donde menos lo protegen y que más lo expone a la violencia. Por otro lado, es el detective, el investigador de esta historia, el que intenta saber qué ha pasado realmente con la hermana. Es un investigador que tiene muchos menos elementos que uno profesional. Michele ha tenido problemas mentales, y esto podría ser una desventaja en una investigación normal, pero acaba siendo su mejor recurso. La invisibilidad de Michele le permitirá resolver el misterio. Y quizás lo consiga...hasta cierto punto».
LENGUA: Todos los caminos conducen a Clara. ¿Qué ocurre con ella? ¿Es víctima? ¿Es ejecutora?
Nicola Lagioia: A Clara la hieren. Profundamente.
LENGUA: Y luego qué ocurre. Qué o quién la empuja a una boda (tremenda escena) a la que llega colocada y con aliento alcohol, soltando provocaciones delante del cura. ¿Refleja todas las ferocidades ejercidas o sufridas por ella?
Nicola Lagioia: (el autor se detiene, piensa y, de un modo en absoluto deliberado, deja en el aire una parte de la respuesta): Hasta cierto punto.
Nicola Lagioia en el Hay Festival Segovia de 2022. Crédito: Getty Images.
Pero, no olvidarlo, esta obra se sustenta en lo mucho que sabe. Lo mucho que investigó para ambientar la novela. Tanto que, durante una presentación de este libro, luego de ganar el Premio Strega, un hombre se le acercó. Era un importante constructor de Lapuria. Estaba admirado, porque la ficción reflejaba ese mundo de obras, permisos, trucos y negociaciones de forma más que verosímil. De hecho, pensaba que en la familia de Lagioia había algún constructor.
El cuadro de poderes y relaciones empresariales y políticas al que se refiere Lagioia está compuesto por un forense, un periodista, un abogado, el hijo médico del constructor... Y de muchos de ellos se verá su lado doméstico, íntimo y espeluznante. Por ejemplo, en sus conversaciones privadas hablando de mujeres, y de Clara en particular. Y aquí vamos a otras de las ferocidades de la historia. «Clara se mueve en un mundo de hombres bastante despiadados. Machistas. De hecho, los puestos de poder los ocupan los hombres, y las mujeres tienen que tratar de sobrevivir como hace la mujer de Vittorio, adaptándose, o como hace Clara, descolgándose de alguna manera. Es un mundo muy masculino, el del Bari de la novela, quizás ahora lo es un poco menos que antes».
LENGUA: En este marco de ferocidad organizada, ¿qué ocurre con el hijo mayor de Vittorio, el que primero acepta la sombra del padre y luego la desprecia? ¿Qué lo deshumaniza?
Nicola Lagioia: No creo que el autor sepa mucho más de sus personajes que el lector, pero yo lanzo algunas hipótesis: este hijo ha intentado emanciparse del poder del padre, pero no lo ha conseguido.
«Lejos de la imagen de la bucólica y perezosa ciudad del sur, existía una Bari con gran efervescencia cultural. Y había otra más, la de la criminalidad organizada. Lo interesante de haber crecido ahí era que en una misma tarde podrías pasar por tres mundos distintos; me parecía fascinante».
Y hay una pregunta más. O hay miles de preguntas, las que un lector se formula cuando ve a Clara en el pasado haciendo lo que hace, cuando observa a un periodista acorralado o a un forense colocado hasta las cejas. Y volvemos al principio, a la chica que camina en la noche: ¿Clara ha olvidado a Michele? Es la pregunta que este personaje-detective formula a quien puede una y otra vez: «¿Hablaba de mí?»
Nicola Lagioia medita la respuesta: «La primera posibilidad es que su hermana se olvidó de él. Ya no había lugar para Michele en el corazón de Clara».
Es la más triste de las posibilidades.
«La segunda interpretación es que, para Clara, Michele era tan importante, tan central, que la única manera de superar lo ocurrido fue no hablar de él con nadie».
No es un consuelo, pero Lagioia es benévolo: «Y yo soy más favorable a esta segunda hipótesis».
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