La historia de Abimael Guzmán y Sendero Luminoso
La muerte de Abimael Guzmán por Roncagliolo: «El Estado peruano le tiene más miedo a un muerto que a cualquier persona viva»
La muerte de Abimael Guzmán no solo ha removido el violento pasado en que hundió a Perú como líder de Sendero Luminoso, sino que puso al país ante una tensión y un debate político inesperado que parecía impensable hace poco tiempo —en el que hasta el Congreso debió resolver qué hacer con el cuerpo—. Santiago Roncagliolo, autor de «La cuarta espada», la gran biografía sobre el movimiento guerrillero y su líder, y Premio Alfaguara 2006 con «Abril rojo», habla con su editor, Miguel Aguilar, para echar luz sobre un hecho y una figura que vuelve a conmover a Perú y reverbera en toda América Latina.
Por Miguel Aguilar

El líder de Sendero Luminoso, Abimael Guzmán, agotó su última apelación el 15 de octubre de 1992 en Lima, luego de que un tribunal militar no revocara su cadena perpetua. Crédito: Héctor Mata / Getty Images.
Por MIGUEL AGUILAR
Miguel Aguilar: En medio de una considerable crisis política, ¿la muerte de Abimael Guzmán supone algo para el Perú o era una rémora de un pasado ya remoto?
Santiago Roncagliolo: Creo que hace un año no habría sido un hecho tan sensible. Pero Guzmán ha fallecido justo cuando, por primera vez en la historia, hay un gobierno con ministros simpatizantes de Sendero Luminoso. De modo que su muerte se convierte en una prueba para un gobierno, que debe modular sus reacciones, ante una oposición ansiosa de verlo meter la pata. Se ha votado qué hacer con el cadáver en el gabinete ministerial y luego en el congreso. Incluso se ha aprobado una ley con nombre propio para desaparecer el cuerpo, emitiendo el extraño mensaje de que el Estado peruano le tiene más miedo a un muerto que a cualquier persona viva.
Miguel Aguilar: ¿Qué es Abimael Guzmán y Sendero Luminoso para los jóvenes peruanos?
Santiago Roncagliolo: No creo que tanto como parecería por el nivel de ruido político. Más de la mitad de la población ya no tiene recuerdos directos de Sendero Luminoso. Pero esa guerra interna, como la guerra civil española, determinó los conflictos esenciales de la política de las siguientes décadas. Contra esa izquierda, tan extrema que consideraba a Cuba un estado burgués, la reacción fueron tres décadas de liberalismo sin matices. En consecuencia, cuando la pandemia desnudó los límites de la cobertura del Estado, la mitad de la población estuvo dispuesta por primera vez a votar por un partido cuyos miembros reivindicaban algunas banderas de Sendero. No es que la población sea marxista. Es que vive mal. Y un partido que se reclama marxista capitaliza ese descontento.
En primera persona
«Se ha aprobado una ley con nombre propio para desaparecer el cuerpo, emitiendo el extraño mensaje de que el Estado peruano le tiene más miedo a un muerto que a cualquier persona viva».
Miguel Aguilar: Sendero Luminoso es quizá la manifestación más radical de un fenómeno regional, los grupos guerrilleros/terroristas latinoamericanos. ¿Cuánto se debió a la personalidad de Guzmán y a la especificidad de Perú y cuánto a causas transversales?
Santiago Roncagliolo: Guzmán entendió que la estrategia del Che Guevara no funcionaría en la geografía peruana. De hecho, el Che cayó en Bolivia, cerca del Perú. Los ejércitos guerrilleros uniformados y armados como el suyo eran muy vulnerables en los cerros secos del sur andino y carecían de arraigo popular entre los campesinos. Así que Guzmán optó por la estrategia de la revolución china: confundirse con la población civil y evitar la compra de armas. Eso hizo que los militares disparasen contra la población civil, y que la población se arrojase en brazos de Sendero. A la vez, la falta de armas obligaba a sus huestes a matar cuerpo a cuerpo, con cuchillos o piedras, volviéndolos increíblemente crueles. Pero lo más particular de Guzmán y los principales dirigentes es que eran maestros. Formaban profesores en la facultad de educación, y luego los enviaban a toda la zona más pobre del país. Para cuando comenzaron la lucha armada, habían adoctrinado desde la cuna a toda una generación, que estaba dispuesta a todo por su revolución.
«Contra esa izquierda, tan extrema que consideraba a Cuba un estado burgués, la reacción fueron tres décadas de liberalismo sin matices. En consecuencia, cuando la pandemia desnudó los límites de la cobertura del Estado, la mitad de la población estuvo dispuesta por primera vez a votar por un partido cuyos miembros reivindicaban algunas banderas de Sendero. No es que la población sea marxista. Es que vive mal».
Miguel Aguilar: Si tuvieras que escribir ahora La cuarta espada, ¿sería un libro muy distinto?
Santiago Roncagliolo: No. Aunque quizá sería más difícil investigarlo y publicarlo. Cuando trabajé en él se había publicado el informe de una comisión de investigación del estado para estudiar la violencia del pasado. La opinión pública tenía ganas de conocer la historia. Hoy, el Perú está mucho más polarizado. Todos los países lo están. Y los discursos extremos complican la búsqueda de una historia que desafíe los panfletos. Los radicales no quieren la verdad, sino la propaganda.
Miguel Aguilar: ¿Cabe imaginar una figura como Guzmán en la Latinoamérica actual?
Santiago Roncagliolo: Lo dudo, porque en la América Latina de hoy, casi todos han ido al colegio. Esa es la gran diferencia. La idea de comunidad y nación se forja ahí. Si el Estado no la ofrece, alguien más lo hará. Guzmán demostró que la educación puede convertirse en un arma letal.
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