«Get Back» por Foenkinos: The Beatles, solos en la cima (y nosotros con ellos)
Mucho se dijo sobre «Get Back», el documental montado por Peter «Señor de los Anillos» Jackson a partir de las 60 horas de video y 150 de audio de los Beatles a comienzos de 1969, cuando se propusieron componer un disco contrarreloj para tocarlo en su regreso a los escenarios. David Foenkinos, autor de la delicada y celebrada biografía «Lennon» (Alfaguara), se entrega con regocijo a las ocho horas de documental para explicar por qué es tan excitante verlos juntos de nuevo, ascendiendo mientras se derrumban, de una manera hasta ahora imposible.
Por David Foenkinos

Savile Row, Londres, Inglaterra. 30 de enero de 1969. The Beatles tocan sobre la azotea el edificio Apple durante el rodaje del documental «Let It Be». A la postre, ésta sería la última actuación pública de la banda. A la izquierda de la imagen, Ringo Starr. Frente a él, Paul McCartney, John Lennon y George Harrison. Detrás de ellos, al fondo, Yoko Ono. Crédito: Getty Images.
Los fans de los Beatles están en shock. Por fin han llegado, en un montaje de ocho horas dirigido por Peter Jackson, las imágenes que tanto tiempo llevábamos esperando. Sabíamos ya que la banda aceptó que la filmaran las 24 horas del día durante un mes entero en los estudios de Twickenham, en una especie de Gran Hermano musical. Corrían los primeros días de 1969 y los Beatles no compartían gran cosa desde su regreso de la India, pero había que reavivar la llama. ¿Cómo renunciar, pese a lo evidente, a algo tan hermoso? Esta película, de nombre Get Back, es un crepúsculo tan dulce como violento. Como si se tratara de una pareja que intenta salvar su relación visitando por última vez Venecia. De hecho, John Lennon deja caer esta metáfora de la unión cuando dice que «Yoko Ono le ha permitido romper su matrimonio con los Beatles»
Pero por encima de todo, esta película es una deflagración porque vemos al genio en acción. Cierto es que está cansado prácticamente en todos los sentidos. Lennon no puede evitar hacer el payaso o imitar a otros. Esa ha sido siempre su forma de enfrentarse al malestar, siguiendo la fórmula que tan bien le funcionó: «El humor es la cara amable de la desesperación». Y sí, vemos el fulgor creativo y no deja de ser extraño ver nacer ante nuestros ojos canciones que nuestros oídos saben de memoria. He ahí lo maravilloso de esta película: ver a Paul buscar los acordes de Get Back o tocar por primera vez al piano Let It Be en un estudio lleno de gente que habla de otras cosas. ¿Acaso no se dan cuenta de lo que está ocurriendo? Una obra maestra se está gestando a su lado. Ringo, desde luego, parece totalmente maravillado. Es magnífico ver cómo mira a Paul. Los años pasan, pero nada ha cambiado: está claramente impresionado por el genio que está junto a él. ¿Se imaginan que alguien hubiera filmado a Mozart mientras componía su Requiem?
John en el diván
Ese himno, Let It Be, es un intento de volver a la calma. De dejar que las cosas fluyan. Pero lo que sucede es todo lo contrario. Todo parece difícil. ¿Qué hacen todos allí? ¿Qué deberían hacer? Los vemos vacilar una y otra vez. Está claro que cada uno de ellos piensa qué habría sido de sí mismo sin los Beatles. Y si la película muestra la magia, no muestra menos el desencanto, a veces incluso teñido de violencia. Los Rolling Stones no se equivocaban cuando cantaban Let It Bleed. Sí, uno siente cierta violencia al contemplar este grupo desmembrado. Ni siquiera saben por qué están allí. Se supone que iban a dar un concierto con sus canciones inéditas. Se barajan todo tipo de lugares que luego son descartados. Finalmente, el concierto tiene lugar en la azotea. Será la última aparición pública de los Beatles. No se percatan de ello, pero el simbolismo es poderosísimo: empezaron en el subsuelo del club The Cavern y ahora están en la cima de un edificio. En esta atmósfera que se derrumba, es la imagen de una ascensión.
El simbolismo es poderosísimo: empezaron en el subsuelo del club The Cavern y ahora están en la cima de un edificio. En esta atmósfera que se derrumba, es la imagen de una ascensión.
Estos cuatro músicos han salpicado nuestras vidas, pero era inconcebible verlos así, en su día a día y su simplicidad, fumando, bebiendo, perdiendo el tiempo. Paul se muestra encantador con la hija de Linda, a la que pronto adoptará. Y cómo olvidar a Yoko. Siempre presente, a menudo silenciosa. Ella y John son ahora una sola persona. ¿Cómo crear con esa incesante presencia que lee, hace punto y sueña despierta? Se ha dicho muchas veces que ella fue la raíz de la separación de los Beatles. Su presencia es problemática, no cabe duda, pero Lennon la elige. Es él quien la necesita a ella para vivir. Esos cuatro de ahí ya no parecen entenderse más que cuando tocan. Esas sesiones son una vuelta a la simplicidad tras un largo periodo grabando canciones muy producidas. Han vuelto a sus orígenes como músicos sencillos, a lo que se suma el magnífico pianista Billy Preston, cuya sempiterna sonrisa resulta contagiosa. Ante lo evidente, este último se pregunta si el sueño que está viviendo es real. Está tocando con los Beatles, como un quinto miembro de la banda. Nosotros tenemos la misma sensación que él al ver estas imágenes: somos un ratoncillo que ha entrado por la fuerza en las bambalinas de la inmensidad.
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