Íñigo Redondo: por qué existe «Todo esto existe»
Todo mapa es una representación del mundo que refleja la visión de quien lo dibuja, y el Mapa de las Lenguas no tiene fronteras ni capitales: trece libros, un año y un territorio común para la literatura de veintiún países que comparten un idioma con tantas voces y lenguas como hablantes. Invitados por LENGUA, los autores de esta edición exponen su geografía literaria. Aquí, Íñigo Redondo sobre su novela «Todo esto existe».
Por Íñigo Redondo

Íñigo Redondo. Crédito: Rogelio Ruiz.
«No nos conocemos» no solo es la primera frase de la novela. Es, de algún modo, su desencadenante y, para mí, una cavilación recurrente, de una obstinación inquebrantable. Cada vez que los periódicos hablan de un crimen doméstico, de un suicidio, de un episodio de maltrato intrafamiliar, de un secuestro, etc., ocurrido en una vivienda como la mía, en un edificio como el mío, de una ciudad como la mía, me sacude como un latigazo ese «no nos conocemos».
Y después esos «Siempre saludaba en el ascensor», «Era amable y educado», «Recogió mi correspondencia mientras estuve hospitalizada» ante las cámaras de los periodistas que pretenden sonsacar a los sorprendidos vecinos. Y ante los comentarios sobre la correctísima conducta del monstruo, no puedo evitar pensar: «¿Cómo es posible llegar hasta ahí?», «¿Cuánto tiempo llevaba cuajándose esto?». Y regresa ese «no nos conocemos» indigerible, atravesado en la garganta, en el cerebro, como una luz negra bajo la que brilla esa definición de «archipiélago» de la que no recuerdo el autor: conjunto de islas unidas por aquello que las separa.
No se me entienda mal: no es la proximidad del horror lo que intenté explorar con esta novela, sino la intimidad. Esa intimidad concreta dentro del sinnúmero de intimidades que se ocultan tras cada una de las ventanas de cada fachada de cada calle. Porque pese a ser vecinos o coincidir a diario en la panadería o en el autobús, aunque vivamos en el mismo descansillo, puerta con puerta, una vez cerrada, cada intimidad está a miles de kilómetros de la inmediatamente contigua. Porque cada intimidad es un territorio singular e inexpugnable, porque cada individualidad es patológica, porque visto desde cerca, nadie es «normal».
Es cierto que la novela comienza con la crónica de un territorio, aunque no la de un estado, una nación o un país, cuyos límites fluctúan enormemente con el paso de los siglos. Y es cierto que de un modo u otro ese itinerario acaba por fijarse en la Ucrania de los años ochenta, en plena perestroika, lo que equivale a decir en plena caída del comunismo, con lo que ello significa en cuanto a la caída ideológica de generaciones de soviéticos que abrazaron esperanzados el régimen.
Pero con el tiempo he terminado por entender que ese territorio solo es el océano que liga, tanto como aísla, al archipiélago compuesto por Alexéi, un director de instituto entregado a la bebida, en caída libre personal tras el abandono de su mujer, e Irina, una alumna que está siendo objeto de alguna suerte de maltrato o abuso en su entorno familiar. Alexéi será, antes o después, consciente de esta situación y le ofrecerá ayuda a la niña. Y ella recurrirá a él cuando su situación llegue a ser verdaderamente límite.
Lugares impensables
En ese momento ella le pedirá refugio, y él tendrá que decidir. Las decisiones que tome abren el camino de esta novela, que pretende ser un agujero en la pared por el que asomarse al paisaje de ese apartamento, al espacio surgido entre ambos personajes, a esa anomalía que es su intimidad, a ese territorio en que se descongelarán sus soledades, atrapadas en sus mutuos campos gravitatorios como las estrellas binarias, condenadas a recorrer la oscuridad astral orbitando cada una en torno de la otra, con la esperanza de, quizá, llegar a unirse en algún lugar de la eternidad.
Este año, en un mundo que está cerrando sus fronteras, asomarnos a otros territorios a través de la palabra cobra más relevancia que nunca. Mapa de las Lenguas es una colección panhispánica global que presenta la mejor literatura de veintiún países que comparten el idioma. Pero es, sobre todo, un itinerario de viaje por trece de los libros que el año pasado tuvieron mayor trascendencia en su país de origen y que, a lo largo del 2021, recorrerán el resto del ámbito del español.
Adentrarse en la obra de estas trece voces es transitar un territorio físico, tangible, pero también un espacio moral, intelectual, anímico, político y sociocultural. La lectura de un autor contemporáneo de cualquier país de habla hispana es una ventana a una forma de expresarse y escribir en español, pero también un modo de tomarle la temperatura a las preocupaciones y los anhelos de cada uno de esos lugares.