¿Fue Bob Dylan un fiasco como ganador del premio Nobel?
La concesión del Premio Nobel de Literatura a Bob Dylan en 2016 trastocó las normas no escritas del galardón, históricamente reservado para novelistas, poetas y dramaturgos. Y es que Dylan no escribe novelas ni poesías en el sentido clásico; su obra se encuentra inmortalizada en canciones que se despliegan en la tradición musical. Por eso, cuando la Academia Sueca otorgó el premio a un cantante-compositor, la reacción fue, por momentos, de desconcierto. La crítica no se limitó a la naturaleza de su trabajo, sino también a la evasiva respuesta del propio Dylan, quien, casi como un acto de rebeldía, se mantuvo distante, sin expresar abiertamente su agradecimiento. Por un lado, muchos vieron el reconocimiento como una ampliación del concepto de «literatura»; por otro, este reconocimiento representaba una dilución de un premio que ha pasado por alto nombres como los de Thomas Pynchon, Philip Roth, Javier Marías o Cormac McCarthy. Ahora, cuando el músico vuelve a estar bajo el foco por la película «A Complete Unknown» (con Timothée Chalamet en la piel de Dylan), en LENGUA publicamos un extracto de la biografía más fiel y completa del cantautor más influyente de la segunda mitad del siglo XX. Escrita por el periodista musical Howard Sounes y publicada originalmente en 2001, la reciente reedición de Reservoir Books (diciembre de 2024) incluye dos nuevos capítulos finales que completan la trayectoria vital de Dylan y narran con detalle el momento en que el músico supo que había ganado el Nobel de Literatura, relato que sigue bajo estas líneas.
Por Howard Sounes

Leicester, Inglaterra, 2 de mayo de 1965. Bob Dylan en el auditorio De Montfort Hall. Crédito: Getty Images.
«El premio Nobel de Literatura de 2016 se ha concedido a Bob Dylan», anunció Sara Danius, en nombre de la Academia Sueca, ante los gritos ahogados de regocijo y sorpresa de los presentes. La adjudicación tenía su importancia: para Dylan, para la organización del Nobel, para la literatura y para la música popular. Y fue muy polémica. «Hoy, el más feliz de los tumultos recorre el mundo», comentó el profesor sir Christopher Ricks, el principal defensor de la obra de Dylan en el sector académico.
El músico ya había recibido muchos de los galardones más reputados del mundo, entre ellos la medalla de la Legión de Honor de Francia, el Premio Polar de Música de Suecia, un Pulitzer, la Medalla Presidencial de la Libertad y, por parte de Hollywood, diez Grammys y un Oscar. Hacía tiempo que aquellos que consideraban a Dylan un gran escritor sostenían que podía ser un digno ganador del premio literario más prestigioso del mundo, y en 1996 había recibido una nominación al Nobel. Desde su primera adjudicación en 1901, el premio Nobel de Literatura se había concedido a escritores de poesía, relatos cortos, novelas, obras de teatro, guiones y obras históricas y filosóficas, pero nunca a un compositor de canciones. La Academia Sueca incorporaba ahora una estrella de rock a una impresionante lista de laureados que incluía a W.B Yeats, Eugene O'Neill, T.S. Eliot, Ernest Hemingway, Albert Camus, Samuel Beckett y Alexandr Solzhenitsyn. La ampliación del ámbito del premio para incluir las letras de canciones no obtuvo la aprobación de todos. El escritor francomarroquí Pierre Assouline condenó la decisión como «un ultraje para los escritores», es decir, los escritores de libros, y declaró que la academia pasó por alto a grandes autores en favor de Dylan. «Me gusta que el Comité Nobel se abra a otros tipos de literatura como las letras de canciones y demás. Me parece genial. Pero, sabiendo que Dylan forma parte de la misma generación que [Thomas] Pynchon, Philip Roth o Cormac McCarthy, me cuesta mucho aceptarlo. Creo que en realidad debería tenerlo uno de esos tres», comentó el escritor noruego Karl Ove Knausgård.
Ver mas
Dylan se encontraba de gira por Estados Unidos cuando se anunció la concesión del Nobel y se llevó una sorpresa. La Academia Sueca no había podido ponerse en contacto con el músico de antemano, y una vez que la noticia fue de dominio público realizó denodados esfuerzos por comunicarse con él. A medida que pasaban los días sin obtener respuesta, un miembro del Comité Nobel se quejó de que Dylan estaba siendo maleducado. Quizá había sido un error galardonar a una estrella de rock multimillonaria que no necesitaba el premio de ocho millones de coronas (870.000 dólares). Con todo, los suecos seguían confiando en que Dylan fuese a Estocolmo a recibir el premio en diciembre, ceremonia retransmitida en directo por televisión en presencia del rey de Suecia. «Creo que comparecerá», declaró Sara Danius.
Dos semanas más tarde Dylan comunicó a los suecos que no asistiría a la ceremonia debido a compromisos previos no especificados. «Él no aceptó la invitación —afirma riéndose por lo bajo sir Christopher Ricks—, pero yo estuve allí en diciembre y me relamí [de satisfacción]». Bob escribió una carta de agradecimiento que el embajador de Estados Unidos leyó en el banquete. «Estaba de gira cuando recibí la sorprendente noticia, y tardé bastantes minutos en procesarla como es debido», escribió. A medida que la carta avanzaba, saltaba a la vista que Dylan albergaba sentimientos ambivalentes con respecto al premio. Él no era un escritor que trabajase en un despacho para publicar libros. En una atrevida comparación, insinuaba que se parecía más a Shakespeare. «Empecé a pensar en William Shakespeare […] Creo que él se consideraba un dramaturgo. La idea de que estaba escribiendo literatura no le habría pasado por la cabeza […] al igual que Shakespeare, yo también suelo estar ocupado realizando mis actividades creativas y lidiando con los asuntos mundanos de la vida. "¿Quiénes son los mejores músicos para estas canciones?" "¿Voy a grabar en el estudio adecuado?" […] hay cosas que no cambian ni en cuatrocientos años». Como concesión a los suecos, Dylan le pidió a Patti Smith que fuese en su nombre a Estocolmo a cantar A Hard Rain's A-Gonna Fall. La actuación rayó en el despropósito cuando la cantante se confundió con la letra y tuvo que volver a empezar. «Perdón, pido disculpas… Estoy muy nerviosa».

La letra manuscrita de Bob Dylan para la canción Mr. Tambourine Man expuesta en la muestra Icons & Idols: Rock n' Roll (Nueva York, 2013). Crédito: Getty Images.
Bob seguía obligado a pronunciar un discurso de aceptación del premio Nobel, y hasta junio del año siguiente no cumplió su compromiso. Grabó el discurso en Los Ángeles, acompañado al piano por Alan Pasqua (que había tocado en su grupo en 1978), y el resultado se subió a internet como una suerte de podcast. «Cuando recibí el premio Nobel de Literatura, me puse a pensar qué relación tenían mis canciones con la literatura», comenzaba Dylan, antes de remontarse a su época escolar para recordar tres clásicos literarios que había leído de niño: Moby Dick, Sin novedad en el frente y la Odisea. A continuación procedía a resumir cada obra (los fans se dieron cuenta de que su síntesis de Moby Dick se parecía a una sinopsis para estudiantes sacada de internet), para acabar concluyendo que «las canciones no son como la literatura. Están pensadas para ser cantadas, no leídas». De nuevo, Dylan se comparaba con Shakespeare al tiempo que señalaba que originalmente la Odisea debía de haberse cantado. «Espero que algunos de ustedes tengan ocasión de escuchar [mis] letras como estaban destinadas a ser oídas: en concierto o en disco». Al decir eso, parecía entender a quienes se quejaban de que él no cumplía los requisitos pare recibir el premio Nobel de Literatura. Tal vez Homero y Shakespeare tampoco los habrían cumplido si hubiesen estado vivos.
¿Fue Dylan un fiasco como ganador del premio Nobel? Yo soy uno de los que piensan que no lo fue, comentó Christopher Ricks, que no dudaba en poner a la misma a altura la obra de Dylan y la de T.S Elliot, aclamando a Bob como «un genio del lenguaje y con el lenguaje». Se podría decir que el músico había manejado con torpeza el asunto del Nobel, pero su relación tardía y meditada demostró que era reacio a que se apropiasen de su figura a cualquier precio, aunque lo hiciera el mismísimo rey de Suecia con un saco lleno de oro, al tiempo que conservaba una sana autoestima.
Manolo Díaz, sesenta años de música pop en español
La biografía