La Nueve en los Campos Elíseos: 80 años de la liberación de París
La Nueve fue una compañía de la 2ª División Blindada de la Francia Libre, formada en gran parte por soldados republicanos españoles que habían huido de la dictadura franquista en España. Durante la II Guerra Mundial jugaron un papel crucial en la liberación de París: bajo el mando del capitán Raymond Dronne, La Nueve fue la primera unidad aliada en entrar en la capital gala el 24 de agosto de 1944. Su avanzada fue fundamental para asegurar puntos estratégicos, contribuyendo significativamente a la derrota de las fuerzas de ocupación alemanas. A pesar de su valiente contribución, la historia de La Nueve no fue ampliamente reconocida durante mucho tiempo, especialmente en Francia; sin embargo, hoy sí hay un mayor reconocimiento de su importancia en la lucha contra el nazismo. Cuando se cumplen 80 años de la liberación de París, en LENGUA compartimos la introducción de «La nueve» (Ediciones B), un ensayo en el que la periodista Evelyn Mesquida recupera el testimonio y la memoria de los héroes que lucharon contra los ejércitos de cuatro dictadores: Franco, Hitler, Mussolini y Salazar.
Por Evelyn Mesquida
París, 26 de agosto de 1944. Ciudadanos franceses reciben a las tropas aliadas que desfilan por los Campos Elíseos junto al Arco del Triunfo, tan solo un día después de la liberación de la ciudad de la ocupación nazi. Crédito: Getty Images.
La mayoría de los hombres que componían La Nueve tenían menos de veinte años cuando cogieron las armas por primera vez en 1936, para defender la República española. Ninguno sabía entonces que los supervivientes ya no las abandonarían hasta ocho años después.
Casi todos aquellos soldados llegaron a África desde campos de concentración franceses, donde habían sido internados al final de la Guerra Civil. En esos campos les habían propuesto enrolarse en la Legión Extranjera o la vuelta a España. Ninguno lo dudó.
Diseminados por África en las tropas regulares de Pétain, muchos desertaron para irse con Leclerc en cuanto éste organizó el ejército de la Francia Libre. Con él lucharon y vencieron en todas las batallas, incluida la derrota de los invencibles del Afrika Korps y los tanques del mariscal Rommel.
Cuando el general Leclerc formó la famosa Segunda División Acorazada, los españoles componían ya una fuerza importante en su ejército. Casi todos fueron reagrupados en un batallón compuesto por cuatro compañías, cada una con más de un tercio de españoles, salvo La Nueve, española por excelencia y en la que incluso la lengua oficial y el mando eran españoles.
En este batallón de infantería, temido y respetado, La Nueve tenía como misión la avanzadilla de tropas y el afrontar en primera línea al enemigo. Reconocidos como individualistas, idealistas y algo insensatos, sus superiores le reconocían igualmente una extraordinaria valentía y el coraje de no retroceder nunca ni ceder un palmo del terreno conquistado.
Según Dronne, aquellos soldados que muchos consideraban rebeldes, no eran realmente indisciplinados pero discutían por comprender lo que se esperaba de ellos. Sólo después de haber comprendido y dado su confianza, ejecutaban las órdenes. Dronne añadía: «No tenían el espíritu militar, eran incluso antimilitaristas pero todos eran magníficos soldados, guerreros valientes y experimentados.» Luego, concluía: «Si abrazaron voluntariamente nuestra causa fue porque era la causa de la libertad. Realmente eran unos combatientes de la libertad».
Con las tropas del general Leclerc, La Nueve se preparó en África e Inglaterra, desembarcó en Normandía, liberó París, sufrió los más duros combates para liberar Alsacia y su capital Estrasburgo y consiguió llegar hasta el mismo búnker de Hitler, en Berschtesgaden.
Durante toda la contienda, en cada tumba de los compañeros desaparecidos, los españoles colocaron siempre una pequeña bandera republicana.
De los 144 españoles registrados en La Nueve antes del desembarco de Normandía, al final de la guerra sólo quedaban válidos dieciséis.
Philippe de Hauteclocque se alegró del golpe militar del 18 de julio de 1936 en España. El que años más tarde sería conocido como «general Leclerc», fue uno de los muchos militares franceses que desearon la victoria de los «africanistas» de Franco contra los «rojos» del Frente Popular.
Como la mayoría de los oficiales franceses de carrera, como muchos de sus camaradas, el entonces capitán De Hauteclocque —heredero de una tradición militar de varios siglos, de educación conservadora y católica tradicionalista—, consideraba un peligro el anticlericalismo y los «desmanes» de la joven República española, ampliamente denunciados por la derecha internacional.
El joven capitán estaba lejos de imaginar entonces que en su lucha futura, en la epopeya liberadora que con el nombre de «Leclerc» lo convertiría en un héroe mundial, curiosamente serían los soldados del otro bando, los republicanos españoles, junto a un puñado de hombres llegados de orígenes muy diversos, los que jugarían a su lado un papel esencial en la lucha por la libertad.
Aquel militar y aristócrata no hubiera podido imaginar al llegar a la Francia Libre del general De Gaulle en Londres, tras la ocupación alemana y el armisticio francés, que los españoles que habían luchado durante tres años por defender la República española contra las tropas de Franco, que habían sido vencidos y luego humillados y maltratados en los campos de concentración franceses tras «la Retirada», en su mayoría anarquistas y poco simpatizantes de aristócratas o militares, ingresarían más tarde como voluntarios de la Francia Libre en la Segunda División Acorazada y lucharían heroicamente a su lado.
Mucho menos habría podido imaginar que una compañía de soldados españoles bajo sus órdenes, La Nueve, sería la primera que entraría en París y contribuiría a liberar la capital francesa.
Después, poco a poco, afrontando junto a esos hombres las más duras batallas, luchando contra un enemigo común, el general Leclerc abandonaría muchos de sus prejuicios y llegaría a la convicción de que aquellos españoles republicanos eran ante todo unos extraordinarios soldados y unos verdaderos «combatientes de la libertad», como él mismo los calificó más tarde en un intercambio de impresiones con el asturiano Manuel Fernández, uno de los republicanos españoles que luchó en la 2.ª DB. Los españoles, a su vez, encontraron en Leclerc un hombre que llegó a «comprenderlos, admirarlos y respetarlos», asegura igualmente Manuel Fernández.
Como reconocimiento a esa lucha, tras la liberación de París, en 1944, el mismo general Leclerc dio la orden para que los republicanos españoles de La Nueve desfilaran por los Campos Elíseos junto a los oficiales de la Francia Libre y recibieran el homenaje del general De Gaulle y, junto a él, los aplausos y el homenaje de los franceses en el desfile de la Victoria.
Más tarde, algunos de los supervivientes españoles llegarían con el general Leclerc hasta Berchtesgaden y celebrarían juntos la victoria contra el nazismo, en el mismo Nido de Águilas de Hitler.