A los mocos se les ha tachado de malos cuando realmente son los buenos de la película
Los padres tememos a los mocos de nuestros hijos. Los aborrecemos, incluso. Para nosotros los mocos representan un síntoma de riesgo de enfermedad, una amenaza de noches de sueño a trompicones por los continuos despertares de los pequeños, la posibilidad real de que nuestros hijos tengan que faltar al cole y el caos en forma de no conciliación se apodere de nuestras vidas.
Si a ti también te asustan los mocos de tus hijos, sigue leyendo este post de Adrián Cordellat para dejar de tenerles miedo.
ADRIÁN CORDELLAT
Periodista especializado en infancia y literatura infantil y juvenil
@acordellat
No queremos a los mocos y, sin embargo, como afirma la pediatra Mar López, a los que realmente deberíamos aborrecer son los virus, que son quienes infectan a nuestros hijos y obligan a sus organismos a defenderse fabricando moco, tosiendo, etc. «A los mocos se les ha tachado de malos cuando realmente son los buenos de la película. Y lo mismo pasa con la tos, que no hace más que ayudarnos a respirar despejando nuestras vías respiratorias de ese moco que ya ha hecho su trabajo o que es tan abundante que nos impide respirar bien», explica.
El catarro es la infección más frecuente en niños y el motivo más habitual de consulta al pediatra.
La pediatra Mar López, que acumula más de 80.000 seguidores en su cuenta de Instagram, acaba de publicar Noa y los mocos, un álbum ilustrado divulgativo en el que, a través del resfriado de la pequeña Noa, no solo destaca la condición de superhéroes de los mocos, sino que destierra muchos de los mitos habituales en consulta en torno a los resfriados: «Muchos conocimientos que damos por hecho no son más que mitos que se han transmitido de generación en generación. Hay algunas personas a las que les explico que el moco verde no es sinónimo de necesitar antibiótico o que el frío no nos enferma y, aun así, les cuesta mucho aceptar lo que les digo porque son creencias muy firmes, que normalmente han recibido de alguien a quien quieren mucho».
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Resfriados: signos de alarma
Los niños, sobre todo durante sus primeros años de escolarización, encadenan un resfriado tras otro. La tos, los mocos y, en menor medida, la fiebre son compañeros regulares durante el curso escolar. Al principio, especialmente cuando somos padres primerizos, cada uno de esos síntomas es motivo de consulta al pediatra. Con el tiempo aprendemos a relativizarlos, a convivir con ellos. «Suele haber muchas consultas por catarro. De hecho, el catarro es la infección más frecuente en niños y el motivo más habitual de consulta al pediatra. Me parece normal que ante los primeros catarros los padres primerizos consulten, realmente nunca han pasado por algo así y pueden no saber lo que es o no normal», afirma Mar López, que considera que es fundamental que los padres se vayan con información relevante de la consulta. Es decir, que el o la pediatra no solo les diga que su hijo está bien, sino que también les explique qué le pasa al pequeño, por qué, cómo es el proceso de sanación y qué signos de alarma deben vigilar. «De esta manera, la familia se forma, se empodera y se siente más segura cuando vuelve a ocurrir», añade.
¿Cuáles son esos signos de alarma que nos deben llevar a consultar al pediatra sí o sí?, preguntamos a la autora de Noa y los mocos, que enumera hasta diez situaciones distintas:
- 1. Si alguno de los síntomas del catarro (la tos o los mocos, por ejemplo) dura más de diez días podría ser a consecuencia de alguna complicación, aunque a veces simplemente se alargan en el tiempo porque enlazan un catarro con otro.
- 2. Cuando el pequeño ya llevaba 24 horas o más sin fiebre y, de repente, la fiebre reaparece.
- 3. Si tiene fiebre durante tres días o más.
- 4. Si la fiebre empieza después de 48 horas de haber comenzado el catarro.
- 5. Si además de fiebre, mocos y tos le duele el oído o le supura.
- 6. Si vemos que al pequeño le cuesta respirar.
- 7. Si no come, sobre todo si tampoco bebe y no hace pipí.
- 8. Si le vemos decaído, somnoliento, muy irritable.
- 9. Si tiene menos de 3 meses, sobre todo si además de mocos y tos también tiene fiebre.
- 10. Si tiene alguna enfermedad crónica (enfermedades del corazón, pulmonares, etc.).
Acompañar a los niños y las niñas en su resfriado
La gran mayoría de los resfriados a los que se enfrentan los pequeños son debidos a algunos de los múltiples virus en circulación, por lo que en su tratamiento queda descartado cualquier tipo de antibiótico. En ese sentido, Mar López anima a padres y madres a «aliviar los síntomas» de los peques administrándoles analgésicos (paracetamol, ibuprofeno) si les duele la cabeza o la garganta o están irritables, y haciéndoles lavados nasales si tienen mocos para ayudarles a expulsarlos. La pediatra también recomienda animar a los niños a toser para que expectoren, de forma que logren subir el moco de las vías respiratorias bajas y lo puedan tragar o escupir.
Otra recomendación para mayores de 2 años es elevar el cabezal de la cama cuando duermen («Antes no lo recomiendo para evitar una inclinación que podría hacer que flexionaran demasiado el cuello y respiraran peor») y, en el caso de mayores de 12 meses con mucha tos, darles una cucharadita de miel cada ocho horas, un remedio que ha demostrado mejorar la tos (antes de los 12 meses no por el riesgo de botulismo). En todo caso, eso sí, la pediatra aconseja evitar el humo del tabaco («Aunque los padres fumen fuera, sus hijos tienen más infecciones respiratorias») y ser flexibles con las comidas: «Hay que entender que es totalmente normal que no quieran tener nada en la boca si no pueden respirar por la nariz. Lo recomendable es ofrecerles alimentos que les gusten en pequeñas cantidades varias veces al día, sin forzarles. Muchos niños que se sienten obligados a comer cuando están enfermos después rechazan la comida durante meses tras el catarro», argumenta.
Lo que no ha demostrado su eficacia, según Mar López, son algunos de los «remedios estrella de la abuela», como la cebolla o los ungüentos para el pecho: «Algunas familias cortan una cebolla y la dejan en la mesita de noche, pero no, la cebolla no ha demostrado efectividad. Y lo mismo pasa con los ungüentos para el pecho, que además podrían producir crisis asmáticas por su intenso olor, que puede llegar a ser irritante para algunos niños».
En el mismo sentido se pronuncia la pediatra, por último, sobre los antitusivos y mucolíticos, fármacos que hace unas décadas eran unos clásicos para el abordaje de los síntomas de los resfriados. Según la autora de Noa y los mocos, la efectividad de antitusivos y mucolíticos no solo no está probada, sino que además pueden producir efectos secundarios graves («¡Potencialmente mortales!») si se toman en altas dosis, algo que puede ocurrir con relativa facilitad si se confunden dosis, horas de administración o se ingieren de forma accidental.