Educar a padres y madres en una alimentación saludable para rebajar las tasas de obesidad infantil
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Educar a padres y madres en una alimentación saludable para rebajar las tasas de obesidad infantil

Según los últimos datos del Estudio Nutricional de la Población Española (ENPE), publicado en junio de 2020 por la Sociedad Española de Cardiología (SEC), tres de cada diez niños y jóvenes españoles entre los 3 y los 24 años sufren sobrepeso u obesidad, un porcentaje que escala un punto más (cuatro de cada diez) en la franja de edad correspondiente a los niños y niñas de entre 3 y 8 años. 

¿Te apetece saber cómo prevenir la obesidad infantil? Sigue leyendo este post de Adrián Cordellat.

ADRIÁN CORDELLAT

Periodista especializado en infancia y literatura infantil y juvenil

@acordellat

El sobrepeso y la obesidad son ya un problema de primera magnitud en España, una epidemia silenciosa cuya existencia queda demostrada también por el hecho de que la Organización Mundial de la Salud sitúe a nuestro país en el tercer escalón del pódium de naciones europeas con peores tasas de obesidad infantil (14,2 % según datos de la OMS).

Una buena alimentación debería basarse en verduras, frutas, legumbres, frutos secos, huevo y en menor medida pescado o carne.

La falta de ejercicio físico, el abuso de pantallas y el sedentarismo son tres de las claves que explican el ascenso fulminante de España en este ranking negativo. La más importante de todas ellas, sin embargo, es para muchos dietistas-nutricionistas el alejamiento de la nutrición infantil de los ideales de la dieta mediterránea en favor de la comida rápida y los productos ultraprocesados, entre los que reinan los dulces, los snacks salados y los refrescos, cada vez más habituales en el día a día de los menores.

«Tenemos poco tiempo y nos pueden las prisas, así que siempre es más fácil coger unas galletas empaquetadas y no tener que preparar un snack sano, aunque en el fondo se tarde cinco minutos», afirma la nutricionista Blanca García-Orea Haro, autora del álbum ilustrado infantil Sanotes, sanitos, convertido en una interesante herramienta para trabajar los hábitos alimentarios saludables desde la infancia.

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La experta reconoce que, afortunadamente, los padres y madres cada vez tienen más información a su alcance, pero lamenta que, pese a ello, muchos progenitores ni siquiera han oído hablar de un concepto como «alimentación saludable». Algo que, en su opinión, también se reproduce a otro nivel en muchos centros educativos, cuyos menús «están llenos de fritos, rebozados, postres ultraprocesados, cereales refinados, muchos aditivos e, incluso, refrescos dentro del menú diario escolar».

Nos sabemos la teoría, pero, ¡ay!, la práctica…

Hay que interiorizar, no obstante, que una buena educación alimentaria de los hijos e hijas se cocina día a día en casa, a fuego lento, con su chup-chup, como las mejores sopas. Es en el hogar, no en vano, donde los niños y niñas realizan la mayoría de sus comidas, ya que hasta algunas que pueden hacer en el colegio, como el almuerzo o la merienda, llegan cada día al centro escolar desde casa, en las mochilas de los pequeños. 

Para Blanca García-Orea Haro, por tanto, «lo más importante es educar a los padres en una buena alimentación para que ellos a su vez puedan enseñar a sus hijos». Esa «buena alimentación», según la nutricionista, debería basarse en verduras, frutas, legumbres, frutos secos, huevo y en menor medida pescado o carne. Todo natural, sin etiquetas. 

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Esta base teórica, que es puro sentido común, la conocen los padres y madres. Lo que sucede, en palabras de la nutricionista, es que cuesta aplicarla en la práctica. «A muchos padres les faltan ideas para el día a día», asegura la autora de Sanotes, sanitos, que recuerda que en su álbum ilustrado padres y madres pueden encontrar varias recetas de dulces sanos para los más pequeños con las que salvar desayunos, almuerzos y meriendas. 

Además, en ese mismo sentido, la experta señala la importancia de variar las comidas y las preparaciones, ofreciendo por ejemplo las verduras de diferentes maneras e intentando que la preparación sea agradable a la vista. «Esto es fundamental, sobre todo, cuando son más pequeños», asegura.

La importancia del ejemplo

El creciente interés por la alimentación saludable lleva a muchas familias a un sinvivir, ya que les resulta imposible mantener sus hábitos domésticos en cuanto abandonan la burbuja de su hogar y sus hijos entran en contacto con otros menores en escuelas, parques y eventos sociales como cumpleaños. A esas familias, Blanca García-Orea Haro les recomienda paciencia y pensar en una idea ya tratada con anterioridad: que la educación alimentaria se ofrece día a día en casa. 

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«Es importante estar mentalizado de que nuestros hijos lleven una buena alimentación, pero siempre teniendo en cuenta una cierta flexibilidad, en el sentido de que si el niño va un día a una fiesta y come chucherías o una tarta no hay por qué alarmarse o dramatizar», explica la nutricionista, que no obstante dice entender a la perfección a esos padres que se escandalizan por la gran cantidad de productos ultraprocesados e insanos que habitan en parques y cumpleaños: «Es cierto que llega a ser desesperante el hecho de que una persona se esfuerce por llevar a cabo una buena alimentación en su casa para que luego, de repente, en el colegio, por ejemplo, les ofrezcan a sus hijos postres poco o nada saludables a diario». 

Para la nutricionista, el problema de esa descompensación entre casa y colegio/parque es que luego los niños y niñas tenderán «a demandar en casa ese tipo de alimentación tan sabrosa y pueden perder el gusto por el propio sabor del alimento». 

Pero que no cunda el pánico. Como recuerda la experta, hay una buena noticia y es que «el paladar se educa» y va a tender a pedir aquellos alimentos a los que más acostumbrados estén los niños y niñas, «por lo que tomar un día esporádico un bollo ultraprocesado no afectará y el niño seguirá demandando su comida normal el resto de la semana». 

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Y para que nuestros hijos pidan comida saludable y no ultraprocesados no hay mejor herramienta que el ejemplo de padres y madres. Y es que igual que de padres lectores es más probable que surjan hijos lectores, de padres que se alimentan bien también es más posible que crezcan hijos con una buena nutrición. «Somos un espejo para nuestros hijos. Lo que vean en casa será siempre su referencia», concluye García-Orea Haro. 

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