Precisamente esto es lo más llamativo de El club de los valientes. Como adulta, he conectado de inmediato con esa Beatriz adolescente mientras leía sus páginas. Todas esas dudas que tenía, la importancia de sentirme aceptada en mi entorno, cuánto peso tenía la opinión de los demás, todas las reflexiones que volqué en mis diarios con esa intensidad propia de la época…
La adolescencia se sigue viviendo igual ahora que hace 25 años, pero la realidad es que nuestros jóvenes han de enfrentarse a algunos retos diferentes, como el buen uso de las redes sociales, y tienen preocupaciones que van más allá de qué ropa ponerse por la mañana.
Son un grupo social con muchas ganas de actuar contra las injusticias, conscientes de su entorno, empáticos, diversos, abiertos y proactivos. E historias como las de El club de los valientes les hacen sentir que son vistos y representados, que sus vidas y emociones también son importantes y que son parte activa del cambio hacia una sociedad mejor con tolerancia cero al acoso.