La pasión a los cuarenta

Esther Feldman

Fragmento

I
Manual de instrucciones

Dos de la tarde de un día cualquiera. Dejo a medio escribir un guión que tengo que entregar ese mismo día y corro a encontrarme con una amiga para almorzar. La cita venía postergándose indefinidamente por culpa de las actividades de ambas y si me detenía un segundo a pensar en la dificultad de la escena veinticinco, que todavía estaba sin escribir, volvería a postergarse. El caso es que no me detuve y decidí tomarme las dos horas reglamentarias de placer cotidiano.

No voy a aburrirlos con detalles de la charla que fue lo suficientemente ecléctica, informe y desarticulada como corresponde. Pero, durante ese almuerzo, borrachas de agua mineral, descubrimos que la mayoría de los libros de “no ficción” escritos por y para mujeres pueden dividirse en dos grandes grupos. Por un lado están los que son un catálogo de tragedias cotidianas narradas en tono humorístico. Ellos nos cuentan un sinfín de desgracias que aumentan en proporción directa a la edad de las lectoras. En el caso de las de cuarenta, los “leitmotiv” son los maridos que nos dejan por una de veinte, la inaguantable rutina, la cola que se cae, la celulitis, las estrías y las arrugas. Siempre acompañados por la inutilidad de las dietas y la pelea contra las casas de ropa porque el extra large es extra small, el reloj bio lógico para las que no tienen hijos y la depresión rociada con “unkilodeheladodechocolatecomidodirectamentedelpote” para las solteras, divorciadas o viudas.

A la otra opción, también presente en el mercado, la denominamos sin ánimo de burla con el nombre de “optimismo paratinesco”. En esos libros, no importa la edad que tengas, siempre estás en lo mejor de la vida. Te ofrecen una serie implacable de recetas que abarcan desde cómo hacer para no deprimirse porque a tu hija le queda mejor tu ropa que a vos misma, hasta los beneficios del botox y demás adelantos médicos y tecnológicos para prolongar la lozanía. En ellos abundan, como ejemplos de la efectividad de las recetas, mujeres que suelen salir en la tapa de las revistas bajo el atractivo titular de ESPLÉNDIDAS A LOS CUARENTA. No hace falta que cite ningún nombre porque son las mismas que salieron en las mismas tapas con los titulares ESPLÉNDIDAS DESPUÉS DE TENER UN HIJO, ESPLÉNDIDAS A LOS TREINTA, ESPLÉNDIDAS A LOS TREINTA Y CINCO. Y son las mismas que ya tienen garantizada la tapa que dirá: ESPLÉNDIDAS A LOS CINCUENTA.

Esta fórmula, en el caso de las de cuarenta, propone que tenerlos o estar a pocos años de cumplirlos es la mejor edad de la mujer porque tenemos la inteligencia y la experiencia pero todavía conservamos el físico y la sensualidad.

La charla seguía y el apuro por el guión a medio escribir se iba diluyendo con las botellas de agua mineral. Sobre el final de la comida ya teníamos claro que, si la opción es llegar o no llegar a los cuarenta, ambas preferíamos llegar, pasar y seguir de largo. Pero fue durante el segundo café que tuvimos la revelación: ¿por qué seguimos dándole vueltas como psicólogas aficionadas al tema de los cuarenta? ¿Huyen los hombres al enterarse de que están a punto de acostarse con una mujer de cuarenta? ¿Se excitan más los de veinte ante la posibilidad de hacer doblete en la cama con una sola mujer? ¿Nos volvemos invisibles para alguien? En definitiva, ¿es el deseo del otro lo que cambia o es nuestro propio deseo?

Con todas estas preguntas en la cabeza me senté a escribir este libro que no propone recetas, que no enseña cómo hacer para sentirse mejor con una misma (si lo supiera estaría tan borracha festejándolo que no podría escribir ni dos letras seguidas), que no dice cómo hacer para verse espléndida ante el espejo, que se olvida de la celulitis, las estrías y las leyes de gravedad —que, aunque molestas, nunca son las verdaderas causas del abandono de los hombres— y que habla de cómo nos relacionamos las mujeres de cuarenta con los varones de todas las edades legalmente aceptadas.

Antes que me demande la “Sociedad de Mujeres Unidas” quiero aclarar que, de alguna manera, éste es un libro infiel e infidente. Infiel porque, como su nombre lo indica, no habla del amor, habla de la pasión. Y la pasión no es legal ni políticamente correcta aunque no estemos casadas, y aunque la profesemos por el que es o será nuestro legítimo marido. También es un libro infidente porque cuenta los modos y las estrategias que usamos las mujeres a diario para seducir, enamorar, enloquecer, desplazar o simplemente conservar al hombre que elegimos. Y sobre todo porque está armado sobre horas de confesiones de amigas que aun sabiendo que soy escritora confiaron en mí y hoy se dan cuenta de que se equivocaron. Pero para que ellas no salgan a saquear librerías y a quemar toda la edición, mezclé sus historias con encuestas a cientos de mujeres, con las sabias observaciones de algunos amigos varones, con gráficos ejemplos de la literatura, la filmografía y la p

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