Psicoterapia Zen

Jorge Rovner

Fragmento

CAPÍTULO 1

Construye tu paciencia

Si anhelamos crecer espiritualmente debemos empezar por desarrollar nuestra paciencia con esmero y tesón.

PACIENCIA PARA EL DESARROLLO INTERIOR

La paciencia es una postura vital, que se expresa por actitudes y comportamientos que nos llevan a poder soportar y sortear los contratiempos o dificultades que nos presenta nuestra existencia, con el noble propósito de alcanzar algún bien mayor.

En filosofía suele denominársela como “la constancia valerosa del ser humano que se opone al mal, y que no se deja someter a él”. Aristóteles (384 a. C. – 322 a. C.) alude en sus seis Éticas a que la paciencia es una virtud de equilibrio entre emociones extremas, llamándolo punto medio: metriopatía. Con ella, dice, es posible conseguir sobreponerse a las emociones fuertes generadas por las desgracias o aflicciones. El desarrollo de la paciencia, para Aristóteles, radica en un permanente entrenamiento, en pensamiento y acción para sobrellevar —principalmente— el asedio de los dolores y las tristezas de la vida.

La paciencia es una virtud sobre la que asientan, entre otros, la compasión, la fortaleza, el valor y el saber temperante; es una característica de personalidades maduras, presente en aquellos que saben sobrellevar el sufrimiento y tolerar las contrariedades y adversidades con determinación, sin lamentarse o reprocharse (incluyendo, particularmente, el autorreproche). Las personas pacientes saben morar y esperar con calma mientras las cosas fuera de su alcance suceden, y actuando decididamente en aquellos factores que se encuentran bajo su control.

La paciencia involucra al mismo tiempo no enojarse ni expresar ira u otras emociones negativas cuando el intercambio con otro se hace imposible o al menos muy dificultoso. Paciencia es calma, autocontrol y habilidad para soportar situaciones traumáticas o postergaciones de las propias aspiraciones. La más bella forma de paciencia es la que se halla sazonada con equidad, perspectiva de las situaciones y serenidad.

Paciencia es afecto por uno mismo y los demás, que se extiende tanto a aspectos espirituales como a mundanos y que incluye tolerar sin generar en uno resentimiento.

“Puesto que yo soy imperfecto y necesito la tolerancia y la bondad de los demás, también he de tolerar los defectos del mundo hasta que pueda encontrar el secreto que me permita ponerles remedio”.

Mahatma Gandhi

PARA DESARROLLAR PACIENCIA HAY QUE TENER PACIENCIA

Aprender a tener paciencia, lo que se considera una de las diez perfecciones en muchas culturas asiáticas, requiere armarse de paciencia. No hay forma de adquirir paciencia más que en la práctica cotidiana y sin desmayo. La ilusión de adquirir una auténtica paciencia de la noche a la mañana es un propósito ficticio y destinado a fracasar y hacernos sufrir. En nuestra sociedad se nos intenta instruir en la impaciencia con una de las características nocivas más frecuentes: “lógralo ya; lógralo ya; lógralo ahora, rápidamente”.

El entrenamiento en tornarnos pacientes debe empezar por aquellas áreas en las que nuestra impaciencia se muestra de menor importancia u ocurre por menor plazo. La idea es ir de menor a mayor. Si te resulta frecuente perder tu paciencia, o esa pérdida sucede fácilmente ante un trámite, que se demora más de lo que parece necesario, es cuando debes iniciar tu trabajo; dejando, por consecuencia, para el final de tu labor las actividades, personas o lugares en los que te resulte más difícil experimentar y expresar simpatía.

“En esta vida la paciencia ha de ser el pan de cada día; pero la necesitamos en particular para nosotros, porque nadie se nos hace tan pesado como nosotros mismos”.

San Francisco de Sales

CUANTIFICANDO TU PROGRESO

Un estadístico dijo alguna vez: “si no medimos los resultados de lo que hacemos, estamos solo practicando”. Esto quiere decir que debemos, en nuestro proceso, tener algún modo a través del cual podamos conocer y evaluar los resultados que vamos obteniendo.

Una manera simple es por medio de escalas. La primera recibe el nombre técnico de Escalas Visuales Análogas (EVA) y nos permitirá evaluar el nivel de impaciencia. Deberás dibujar en un cuaderno, una recta horizontal con once puntos que irán del cero al diez. El cero corresponde a no impaciencia y el diez a extrema, incontrolable, extenuante impaciencia. Los puntos intermedios, naturalmente, corresponden a impaciencia entre los extremos. El evaluador diario serás tú, por lo que se hace central que seas completamente honesto. Al final del día, marcarás con un círculo en la EVA el nivel de impaciencia máximo que experimentaste en el día, cualquiera sea la causa. Te recomiendo hacer una escala para cada día y realizar una evaluación para decidir o no seguir usándola al término de tres meses, en los que podrás ver alguna evolución.

La siguiente escala medirá el número de ocasiones en las que te impacientas por día. Esa escala irá del 0 al 20 y será vertical. En ella constará el número de ocasiones en las que perdiste la paciencia; sin importar el grado de severidad de esa impaciencia. También para esta medición te recomiendo usar una escala por día, durante tres meses, y autoevaluarte.

“No hay más que un modo de dar una vez en el clavo, y es dar ciento de veces en la herradura”.

Miguel de Unamuno

LA PACIENCIA BÁSICA: LA QUE DESARROLLAMOS CON NOSOTROS MISMOS

En la Psicoterapia Zen hacemos hincapié no solo en la paciencia con nuestros semejantes sino también en la que debemos desplegar en nosotros mismos. No es infrecuente encontrar en la terapia que la gente suele ser extraordinariamente más impaciente e intolerante con sus propios errores, fallas y miedos que con los de los demás.

Ser paciente con uno mismo se expresa en la palabra sánscrita kshanti, que significa: simultáneamente, la paciencia como la entendemos coloquialmente y al mismo tiempo la tolerancia y la capacidad de perdón que debemos experimentar con nosotros mismos.

Según la psicología del Budismo, tener paciencia es la fuerza interior de no dejarse llevar por la negatividad. Tener paciencia es escoger la claridad emocional cuando el otro ya la perdió. En este sentido, tener paciencia es decidir mantener tu mente limpia, libre de la contaminación de la rabia y del apego. Además, son importantes los siguientes aspectos:

  1. No molestarte con los perjuicios infligidos por otras personas. Esto es, no inquietarnos cuando somos intencionalmente provocados o heridos.
  2. Aceptar voluntariamente el sufrimiento para sí; si alguien demuestra tener rabia hacia ti no debes responder con rabia; o, si alguien te lastima o insulta, no debes devolver la actitud, pero sí comprender que la otra persona no tuvo control sobre sus emociones.
  3. Ser capaz de soportar los sufrimientos propios del desenvolvimiento espiritual.

La paciencia es tolerante con uno mismo, no es autoindulgencia excesiva, se trata solo de aceptar nuestra realidad presente con el interés de modificarla de un modo útil y relajado. Que seas paciente contigo es el primer peldaño en el camino de la felicidad que desarrollamos en nuestra Psicoterapia Zen.

Lama Gangchen notó que para nosotros, los occidentales, la palabra paciencia está contaminada por un sentimiento de soportar una dificultad, al revés de estar asociada a la intención de liberarnos de ella. Entonces, él sugiere que cambiemos la palabra paciencia por espacio; la próxima vez que pienses: “Preciso de paciencia con fulano”, di para ti mismo: “Preciso crear un espacio entre fulano y yo”. No se trata de distanciarse de alguien, como en una fuga, pero sí de recuperar tu autonomía emocional.

¿Te has preguntado cómo sería un día en el que mires tus actos y pensamientos a la luz de una infinita paciencia? Hagamos el intento:

  • Te levantas, te das un baño rápido y con energía sales a desarrollar tus labores.
  • En el trayecto al trabajo o estudio te planteas, permanentemente, que cualquier error o falla que cometas en cualquiera de los ámbitos de tu vida será juzgado como lo haría un juez amable, amistoso y que solo desea tu bien.

¿Cuál sería tu ánimo al final de esta, tu primera jornada “paciente”? Seguramente muy diferente al de días con similares actividades y esfuerzos. Tu paciencia ha funcionado para tu bien: la conversación con quien compartiste un medio de tr

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