Spotify

Sven Carlsson
Jonas Leijonhufvud

Fragmento

Spotify

Prólogo

En el transcurso de dos años (a finales de 2010), Spotify ya había acumulado 7 millones de usuarios en Europa. Sin embargo, el lanzamiento decisivo de la compañía en Estados Unidos enfrentó enormes retrasos. El fundador y CEO, Daniel Ek, tenía problemas para entender la razón.

—Llamó y sólo se escuchaba su respiración en la línea telefónica —le dijo a uno de los miembros de su personal, quien después recordaría esa conversación.

—¿Quién? —preguntó su colega.

—Steve Jobs —respondió Daniel.

Su compañero se preguntaba si el jefe hablaba en serio.

—¿A qué te refieres? ¿No dijo nada? ¿Cómo sabes que es él?

—Sé que fue él —dijo Daniel.

Después de años de negociaciones frustrantes con los principales sellos discográficos, el fundador de Spotify estaba comenzando a comprender quién era el que realmente tomaba las decisiones en la industria de la música.

La resistencia de Apple a la transmisión de música gratuita, como lo proponía Daniel, se estaba volviendo evidente y comenzaba a agobiarlo. La dinámica de poder de la industria lo abrumaba mientras caminaba hacia la sede de Spotify en Estocolmo y en sus numerosos vuelos a Nueva York, Londres y Los Ángeles.

La sombra de Steve Jobs acechaba a Spotify desde que la startup fue fundada en 2006. En ese momento, Apple ya era la plataforma más grande del mundo para la distribución de música digital, con iTunes y el reproductor de música iPod trabajando de la mano. Siete años después del lanzamiento de la tienda iTunes, el control de Apple era aún más sólido.

Mientras Daniel Ek se preocupaba en Estocolmo por iTunes, Steve Jobs estaba en Cupertino, California, obsesionado con su propio archirrival. El iPhone se había convertido en un gran éxito después de su lanzamiento en 2007. Pero tres años después, su icónico producto estaba siendo asediado por una creciente flota de teléfonos inteligentes Android con tecnología de Google. Para Steve Jobs la música era un arma crucial en una guerra santa contra el gigante de las búsquedas y su sistema operativo.

El modelo de iTunes, basado en descargas a 99 centavos de dólar por canción, funcionaba en cualquier dispositivo Apple y en PC. Pero los teléfonos Android no formaban parte del ecosistema de iTunes, y a Steve Jobs le gustaba que así fuera. Había pasado años construyendo murallas alrededor del lucrativo jardín de Apple y estaría condenado si una de sus ventajas competitivas clave, acceder a la música fácilmente, se veía comprometida por algún advenedizo de Europa que transmitía música por centavos de dólar.

En este contexto, Spotify representaba una amenaza. El servicio sueco de streaming se estaba poniendo de moda en varios países europeos y había creado revuelo en Estados Unidos. Spotify tenía el potencial para convertirse en el principal adversario dentro del territorio de Apple. Pero ¿y si la startup fuera adquirida por Microsoft o, peor aún, por Google? Para Daniel, la entrada a Estados Unidos era una cuestión de supervivencia. Después de más de cuatro años de crecimiento y constantes negociaciones con sellos discográficos, estaba tan cerca de ser el mercado musical más grande del mundo que casi podía saborearlo. A estas alturas, el sueco de 27 años tenía poderosos aliados en la industria de la música. Se había ganado el apoyo de Sean Parker, el cofundador de Napster, y era allegado a Mark Zuckerberg, de Facebook, quien le había prometido ayudar a Spotify con su lanzamiento. Daniel incluso había llegado a un acuerdo con Universal Music, el sello más cercano a Steve Jobs. Pero repentinamente, los ejecutivos de Universal se negaron a firmar. La maquinaria se detuvo y los inversores de Spotify se estaban poniendo nerviosos. Por primera vez, Spotify comenzaría a registrar un crecimiento negativo de usuarios. Todo podría fracasar.

Quizás la única opción de Daniel era hablar directamente con Steve Jobs. Sin embargo, según varias fuentes, el CEO de Spotify nunca llegó a conocer a su homólogo de Cupertino.

A pesar de su deteriorada salud, Steve Jobs seguía luchando por su visión. Su objetivo era mover iTunes a la nube, y no tenía miedo de hablar mal de Spotify y de la transmisión de música financiada por anuncios a cualquier ejecutivo discográfico que quisiera escucharlo. Como se verá en este libro, muchos de ellos lo hicieron.

A finales de 2010, en la sede de Spotify se respiraba un clima de tensión. Su lanzamiento en Estados Unidos siguió sufriendo retrasos que nadie podía explicar. Los altos mandos de la empresa rumoraban acerca de los jefes de Apple, Universal, Warner y Sony. Pero sólo algunos tenían detalles concretos.

El colega de Daniel nunca sabría si realmente fue Steve Jobs quien hizo esa fatídica llamada telefónica. Después de todo, se sabía que el CEO de Spotify a veces contaba historias que eran difíciles de verificar.

Lo que sucedió en los años siguientes ahora pertenece a la historia. Desde su lanzamiento en Suecia en 2008, Spotify puede afirmar legítimamente que salvó a los sellos discográficos de la piratería, devolvió el crecimiento a la industria de la música y obligó a Apple, un gigante de la industria tecnológica, a cambiar su modelo de negocio.

Mientras Steve Jobs dividía un álbum en pistas y listas de reproducción, Daniel Ek popularizó el modelo de suscripción freemium y sentó las bases para una nueva era de listas de reproducción por algoritmo.

Con una capitalización de mercado de decenas de miles de millones en Wall Street, Spotify es la compañía de transmisión de música más grande del mundo, con más de 50 millones de canciones, más de un millón de podcasts, negocios en más de noventa países y una base de usuarios que se espera supere los 350 millones en 2021. Casi la mitad de sus usuarios ahora paga por la versión sin publicidad, lo que convierte a la plataforma en la fuente de ingresos más importante de la industria, con miles de millones de dólares distribuidos cada año. Pero ¿qué sucedió realmente durante el espectacular trayecto a la cima?

Spotify es una biografía corporativa no oficial que detalla cómo una startup secreta del suburbio de Rågsved en Estocolmo revolucionó la distribución de música.

Como periodistas de negocios suecos, nos hemos reunido con Daniel Ek y su cofundador, Martin Lorentzon, y los hemos entrevistado varias veces a lo largo de los años. Sin embargo, se han negado a participar en entrevistas exclusivas para este libro.

Pero en agosto de 2018, mientras escribíamos la edición sueca de Spotify, nos invitaron, junto a otros periodistas, a la nueva y vanguardista sede de Spotify en Estocolmo. Durante una breve sesión de preguntas y respuestas, le pedimos a Daniel Ek que mencionara la razón más importante del éxito de su empresa.

“Te daré dos razones”, respondió. “En primer lugar, estábamos comprometidos con el modelo empresarial freemium

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