Perrock Holmes 5 - Aquí hay Gatson encerrado

Isaac Palmiola

Fragmento

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Es un genio de la informática y la tecnología. Usa tabletas, ordenadores y móviles con la misma facilidad con la que se hurga la nariz. Para él, la bruja de su medio hermana es peor que un grano en el culo.

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No se arruga ante nada. Dice lo que piensa sin cortarse un pelo y es tan convincente que podría venderle una nevera a un esquimal. Adora los libros de misterio y le apasionan los casos peligrosos.

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Los osos perezosos parecen hiperactivos al lado de este gato gordinflón. Gatson nació cansado y no suele moverse mucho a menos que le ofrezcan comida de la buena (pienso no, gracias). Sus grandes pasiones son comer y dormir, pero aunque parezca mentira, a veces se le da bien investigar. Es capaz de hablar con Perrock y sus amos, y tiene una imaginación muy retorcida para gastar bromas.

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Es capaz de comunicarse con sus amos y detectar sentimientos en los humanos, algo que lo convierte en uno de los investigadores más eminentes del mundo. Travieso —casi gamberro—, es un ligón pese a ser tan pequeñito. Su mayor debilidad son las perras altas, a las que trata de seducir sin excepción.

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Diego tenía una sonrisa traviesa en el rostro y un rotulador negro en la mano. Colgado en la pared de su habitación estaba el póster favorito de su hermana Julia: UNA FOTO ENORME DE LAURA SPARKS. La famosa cantante, que arrasaba en todo el mundo con su voz y sus bailes descarados, aparecía sujetando un micrófono en medio de un concierto multitudinario, luciendo su habitual diadema rosa, con un reluciente diamante encastrado en el centro. A Diego siempre le había parecido más hortera que un Pokémon vestido de fallera, pero JULIA LA ADORABA.

—¿Qué os parece si le pinto un bigote? —preguntó él.

Perrock parecía preocupado, mientras que Doctor Gatson se desperezó estirando las cuatro patas.

—Muy divertido —opinó el gato—. Prometo reírme mucho y con muchas muchas ganas cuando lo hagas.

—Si pintas ese póster, Cruella de Vil comiéndose a todos los dálmatas con salsa barbacoa parecerá una monjita de la caridad al lado de tu hermana. Yo que tú no lo haría... —le advirtió Perrock.

Diego sabía que tenía razón. Las palabras «ENFADO», «RABIA», «ODIO DESMEDIDO» y «furia demente y gritona de intensidad 9,2 en la escala de Richter» sonaban demasiado suaves para describir la reacción que tendría Julia al ver lo que haría con su póster, pero no pudo evitar la tentación y pintó un enorme bigote en la cara de Laura Sparks.

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—Ja, ja, ja... ja... ja —Gatson se rio con tan pocas ganas que casi pareció quedarse dormido entre la cuarta y quinta carcajada—. Siempre cumplo mis promesas.

Un portazo sonó en la casa y Diego imaginó que debía ser ella. Salió de la habitación con Perrock y Gatson, y fue a su encuentro.

—¿Qué tal el concierto de Laura Sparks? —le preguntó.

A Julia le brillaban los ojos por la emoción.

—¡FANTÁSTICO! ¡FABULOSO! ¡INCREÍBLE! —exclamó ella—. Laura ha estado... ¡perfecta! ¡Su voz sonaba genial y bailaba que no veas! Además, llevaba una ropa fabulosa, de lo más moderna, y que hacía juego con el escenario y las luces de cada actuación.

—O sea que ha sido SUPERGUAY Y MEGACHACHIPIRULI DE LA MUERTE, ¿no? Tía, jo, ¡qué fuerte! —se burló Diego de ella.

—No te rías de tu hermana —le riñó su padre, que había acompañado a su hija al concierto, pero no parecía tan entusiasmado como Julia. Estaba pálido y despeinado. Claramente, pasar un par de horas rodeado de adolescentes gritonas debía haberle destrozado los tímpanos y los nervios. Había supervivientes de un ataque zombi con mucho mejor aspecto que él.

—Me da igual que se ría —replicó Julia—. Ha sido un concierto insuperable y tú estás celoso por haberte quedado solo en casa.

Diego seguía burlándose, imitando los movimientos de una pija hasta que un grito de Ana, su madre, lo interrumpió.

—¡LAURA SPARKS EN LA TELE! —gritó.

Toda la familia, menos Diego, se abalanzó hacia el comedor peleándose para encontrar un hueco en el sofá y poder ver qué decía la famosa cantante. Perrock se giró para darle un ladrido a Diego.

—¡CALLAOS TODOS! ¡SILENCIO! —exigió Julia, que se colocó en el centro del sofá.

En la pantalla de televisión aparecía Laura Sparks. La preciosa cantante estaba sentada en una silla con un traje dorado de lentejuelas, pero lo que más llamaba la atención era su DIADEMA ROSA con un brillante diamante en el centro.

—¡QUÉ DIADEMA TAN HORTERA! —exclamó Diego desde la puerta del salón—. ¿Es que no se da cuenta de que hace el ridículo?

—¡CÁLLATE! ¿Tú no te habías ido a tu cuarto? —le gritó Julia—. ¡Y mira quién habló! ¡Si tú eres más ridículo que un teléfono móvil sin WhatsApp, y consigues salir de casa sin que nadie te tire piedras ni nada!

Diego no contestó y sonrió para sí mismo. Tenía ganas de ver la cara que pondría su hermana cuando viera lo que había hecho con su póster.

En la televisión Laura Sparks agitó sus largas pestañas postizas de colores y habló con voz dulce.

«Hola a todos. Os he convocado aquí, aprovechando mi visita a España, para anunciaros que voy a organizar una subasta benéfica en la que EL MEJOR POSTOR SE LLEVARÁ MI DIADEMA.»

El ruido de la sala de prensa pasó de un leve murmullo al silencio más absoluto, pero tras el primer momento de desconcierto, todos los periodistas empezaron a disparar preguntas a la vez.

«Un poco de silencio, por favor —pidió la cantante—. Dejad que me explique. Como sabéis, siempre HE SIDO PORTADA DE REVISTAS DE MODA y he estado en boca de la prensa del corazón por mi forma de vestir. De hecho, una de las prendas por las que más se me conoce es por un ostentoso abrigo de piel de zorro blanco que llevaba en los primeros años de mi carrera. Pero recientemente HE DECIDIDO CAMBIAR MI ESTILO y no volver a llevar prendas hechas con animales. Ahora que varias asociaciones y amigos me han hecho abrir los ojos ante la crueldad de asesinar animales inocentes por capricho, me he dado cuenta de que debo hacer algo para enmendar mi error. —Una lágrima indiscreta rodó por su mejilla—. Por esto quiero hacer esta subasta, para donar todo el dinero que recaude con la venta de mi diadema a una ASOCIACIÓN PROTECTORA DEL ZORRO POLAR ÁRTICO.»

Laura Sparks se quitó la diadema de la cabeza y la mostró a

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