Embarazada

Kaz Cooke

Fragmento

Test para la mujer embarazada

Test para la mujer embarazada

Haz el test al comienzo del embarazo y repítelo al final, para comprobar cuál ha sido tu evolución.

1 El calostro es:

a) Unas ruinas muy interesantes que están cerca del Coliseo

b) Sustancia que sale por las tetas antes de dar de mamar

c) Esa extraña sustancia azul que cubre la piel del bebé al nacer

d) Un grupo trash-trance de un lugar cercano a Dubbo

2 ¿Es posible retener líquidos y estar deshidratada al mismo tiempo?

a) No digas tonterías

b) Sí, sin duda

c) Depende del signo zodiacal de la embarazada

3 Antes de que nazca el bebé, ¿es más aconsejable disfrutar del tiempo libre que trabajar hasta el último día de embarazo?

a)

b) Ajá

c) Oh, sí

d) ¡Desde luego!

4 ¿Cuál es el equipo de apoyo al parto más relajante?

a) La comadrona, además de la pareja de la embarazada, una hermana o un amigo

b) Un equipo cinematográfico, un equipo de apoyo técnico a través de Internet, un fotógrafo de película, los hijos, padres y primos segundos de la embarazada, todas las compañeras de trabajo y alguien llamado Arthur que se equivocó de camino cuando se dirigía al restaurante

c) Nadie en absoluto

5 Inducción es:

a) Un gran anillo de diamantes y unas vacaciones en las Bahamas

b) Un procedimiento médico artificial para provocar el parto

c) Sujetar una galleta de chocolate al final de la vagina para extraer al bebé

d) Un término técnico que designa la posición de la placenta

6 Braxton Hicks es:

a) El tipo con mandíbula de linterna que duerme con su tía en La bella y el calvo

b) Un término acuñado por los astronautas de la NASA para designar una falsa alarma: el nombre se basa en un ingeniero muy nervioso de la misión espacial Apolo 12

c) Contracciones irregulares del útero que pueden darse desde el tercer trimestre y ser más frecuentes e intensas a medida que se acerca el parto. Con ellas el útero se prepara para el parto.

d) Una combinación de los dos nombres de bebé más célebres de Kentucky en 1897

7 Palpar es:

a) Lo que le ocurre al cérvix cuando la mujer tiene un orgasmo

b) Una palabra eufemística que designa la acción de tocar

c) Un término médico que designa la aceleración del ritmo cardíaco que se produce hacia el final del embarazo

d) Lo contrario de «tentar» o «antojarse»: provocar náuseas

8 La placenta es:

a) El nombre de chica más popular después de Sara, Rebeca y Madison

b) El punto geográfico en el que la mujer tiene el bebé

c) Un gran objeto blando que se asemeja a un hígado y mantiene vivo al bebé, suministrándole oxígeno y nutrientes

d) Una excelente oportunidad de negocio si la metes en la licuadora, la conviertes en crema hidratante y la bautizas con un nombre francés

9 El modo más fácil de dar a luz consiste en:

a) Tomarse tantas medicinas como sea posible y gritar sin orden ni concierto

b) Imaginarse en un campo de trigo muy apacible, y haciendo el amor con Brad Pitt

c) Someterse a anestesia general y pagar a alguien para que se encargue del niño durante los primeros diez años

d) Utilizar todos los medios que sean necesarios en ese momento

e) Hacerlo exactamente igual que en las películas

10 Las mujeres que dicen que el parto realmente no duele son:

a) Afortunadas

b) Ilusas

c) Dementes

d) Hombres

11 Una primigrávida es:

a) Una de esas bailarinas que comen muy poco

b) Una mujer que va a dar a luz por primera vez

c) La primera ocasión en que la embarazada siente el movimiento del feto

12 Vivir con un recién nacido es:

a) Como unas vacaciones adorables

b) Agotador

c) ¿Puedes repetir la pregunta?

13 Si no tienes marido, puedes:

a) Pedir ayuda a los familiares y amigos

b) Ir directa al infierno, como una Jezabel petulante

c) Solicitar ayudas estatales y participar en los programas especiales de estudio y reinserción laboral que facilita el gobierno federal

14 «Posparto» significa después del parto. «Prenatal» significa:

a) Antes del nacimiento

b) Estás en contra de todo el concepto de embarazo, o eres en algún sentido escasamente natal

c) Otra forma de designar el parto

15 El sexo es:

a) Una experiencia sensual muy satisfactoria durante todo el embarazo

b) Buscarse problemas

c) Algo que hacen las personas solteras y sin hijos en su tiempo libre

Introducción

¿Por qué he escrito este libro? ¿No tenemos ya bastantes gurús del embarazo? Para empezar, lo último que una mujer necesita cuando está embarazada es un sargento que le insista en que «debe» sentir esto o hacer aquello. ¿Quién quiere tener un gurú, o serlo? Desde luego, yo no. Lo primero que hice, pues, fue quedarme preñada. Después me di cuenta de que no tenía ni idea de cuál era mi objetivo.

Compré muchos libros acerca del embarazo y descubrí que algunos se contradecían en ciertos temas clave; otros sólo eran válidos para Idaho o Shropshire, o estaban escritos por mujeres ricas que piensan que todas tenemos un lavabo instalado en la habitación del bebé (¿lo tienes tú?), o por individuos que defienden su teoría referente al parto en una piscina llena de agua de lavanda.

Otra cosa que suele leerse en estos libros es la descripción del tamaño del feto en desarrollo mediante comparaciones con frutas y hortalizas. A la semana es una castaña, después una ciruela, más adelante una berenjena. En un determinado momento pensé que iba a dar a luz a un cereal gigante.

Por otro lado, la mayor parte de estas obras termina exactamente en la semana 40, que es cuando la mujer sale de cuentas y el bebé está desarrollado. Durante un embarazo real, la mujer no puede pensar más allá de la fecha del parto. Pero después de tener el bebé, ya no recuerda nada del embarazo, pues es preciso centrarse INMEDIATAMENTE en una persona diminuta que sólo depende de nuestra responsabilidad (y también hacer con los pechos algunas cosas que ni siquiera se exigen a las bailarinas exóticas).

Siempre había creído que estar embarazada no suponía más cambios que transformarse en un bombo. Nunca se me ocurrió que pudiese sentir su realidad en cada parte del cuerpo y en todos los recovecos de lo que consideraba mi mente. Aunque había oído hablar de las náuseas, la retención de líquidos, la distracción y muchas otras cosas, por algún extraño motivo pensaba que formaban parte del embarazo a la antigua usanza, relegado a la historia junto con el concepto de «alumbramiento» y los cuentos de Calleja.

«Soy una mujer de carrera —pensaba yo—. «Tengo más de treinta años. Siempre he controlado mi vida, un control que no debe detenerse sólo por un embarazo. Por lo tanto, llevaré la vida de siempre (sin beber ni fumar durante el fin de semana); el trabajo seguirá siendo normal, y la vida en casa será la misma, salvo por el hecho de que necesitaré aumentar la talla de ropa a partir de un determinado momento. Mi vida sólo cambiará cuando tenga el bebé.»

BIEN. Aparentemente es así.

No había contado con el hecho de que el cuerpo adquiere control sobre sí mismo. Toda esa historia del poder de la mente me parecía una patraña. Para mí, la prioridad del cuerpo era desarrollar un bebé sano. Varias veces he sentido que mis piernas buscaban la posición horizontal cuando yo consideraba que la postura debía ser otra. A menudo me despertaba durante la noche con una necesidad imperiosa de comer bocadillos de plátano y beber varios vasos de leche de soja. Me había convertido en un organismo huésped.

Me levantaba y me acostaba pensando en el embarazo, y durante gran parte del día ésa era la idea que me ocupaba. (Todo esto sucedía junto con el resto de cosas que normalmente se deben atender.) Me preguntaba si sería una buena madre, qué ocurriría si las cosas salían mal, si era demasiado tarde para arrepentirme, si debía sentirme culpable por ello y a qué debería atenerme si más adelante me invadía esa misma sensación de arrepentimiento. También me preguntaba dónde tenía las llaves, por qué estaba el Vegemite[1] en el congelador y si lo había metido yo allí, qué me había pasado en el PELO y si las estrías dejarían para siempre esa atractiva sombra de color púrpura. Asimismo, me planteaba si volvería a apetecerme la actividad sexual, a qué se refería la gente cuando hablaba de «hormonas del embarazo», si era cierto que la aromaterapia podía provocar un aborto, y si no resultaba extraño que se rodasen tantas películas de miedo acerca de la maternidad y las criaturas en gestación. ¿Acaso no era milagrosa la maternidad? ¿Acaso no era incómoda? ¿Acaso no era terrible, maravillosa, fascinante y aburrida al mismo tiempo? No sabía si se suponía que debía estar serena o un poco mareada, ni si mis glúteos perderían firmeza en caso de que no hiciese los ejercicios de pelvis. Me inquietaba si era normal que el bebé no se moviera, y en otros momentos ansiaba que dejase de moverse para poder descansar. Otro motivo de preocupación eran los cigarrillos que fumé antes de saber que estaba embarazada. Ignoraba si podría volver a estar sola alguna vez, cómo le diría a la gente que no quería volver a mi actividad profesional, o de qué modo recuperaría esa actividad. Tampoco sabía en qué momento un feto se convierte en bebé, ni si el nacimiento del niño garantizaba su supervivencia, ni qué datos se aprecian en una ecografía, ni qué haría si el parto fuese eterno y no naciese ningún bebé.

Pero hubo que esperar a que naciese el bebé para que aparecieran las preguntas reales.

Entonces escribí este libro, para averiguar las respuestas. Los investigadores y yo hicimos el trabajo. Después los especialistas revisaron los fragmentos escritos que concernían a sus áreas respectivas y sugirieron ideas. El editor nos planteó muchas cuestiones. En circunstancias normales, me habría molestado mucho, pero por aquel entonces me encontraba muy cansada a causa precisamente del bebé, de modo que volvimos a revisarlo todo, introdujimos cosas nuevas, suprimimos otras y lo ajustamos todo hasta obtener el texto actual.

Una primera lectura puede producir la impresión de que el embarazo es un nutrido campo minado para la salud. No te asustes: muchos problemas del embarazo son raros y aparecen incluidos aquí «sólo por si acaso». Si tienes una preocupación especial, aquí obtendrás sólo los datos básicos. Si necesitas ampliar tus conocimientos, en el apartado de «Ayuda» encontrarás referencias bibliográficas y nombres de organizaciones que te orientarán en la dirección adecuada.

P.S.: Por cierto, «El diario de Hermoine, el embarazo de la chica moderna», refleja muchos aspectos de mi propia experiencia, además de historias procedentes de otras personas y algún que otro adorno. No es mi historia sin más. Las chicas debemos reservarnos algunas intimidades (especialmente cuando nos ha entrado vómito de bebé por la nariz). (Mejor no preguntes.)

Palabras de cariño

El bebé en desarrollo –desde que es concebido– se denomina EMBRIÓN incluso ya en los primeros días, cuando no comprende más que unas pocas células. A las diez semanas, el embrión se convierte en un FETO, aunque observarás que este término suele emplearse para designar el bebé nonato en todas las fases de gestación, desde la concepción hasta el nacimiento. En este momento, todos sus sistemas orgánicos se forman, y a partir de entonces está preparado para dedicar la mayor parte de su energía al desarrollo y crecimiento.

A las 28 semanas, el feto se convierte en un BEBÉ, aunque en muchos estudios de medicina se le denomina «feto» hasta la fecha del parto. Nosotros lo consideraremos «bebé» a partir de la semana 28, porque la mayor parte de los prematuros nacidos en esta fase logra sobrevivir gracias a las modernas técnicas de incubación. (Muchos bebés sobreviven incluso después de un nacimiento previo, aunque los niños excesivamente prematuros suelen presentar continuos problemas de salud.)

EL ARGOT DEL EMBARAZO

Los trimestres

«Trimestre» significa «tres meses», así que:

• el primer trimestre dura hasta el final de la semana 13;

• el segundo trimestre comienza en la semana 14 y termina al final de la semana 26;

• el tercer trimestre se extiende desde la semana 27 hasta el nacimiento.

Las fechas

En este libro, como es práctica habitual en medicina, se cuenta el embarazo desde el primer día de la última regla. Así que si concebiste hace dos semanas, decimos que llevas «cuatro semanas de gestación».

Semana 1

¿Qué ocurre? No mucho, en realidad. Hacia el final de la semana, acaba de terminar la última regla que tendrás hasta pasada una buena temporada. Entras en la fase «folicular» del ciclo menstrual, es decir, el momento en que se producen y liberan los óvulos («folículo» es el término que designa una glándula, con forma de pequeño saco, en la que maduran los óvulos). A uno de los dos ovarios le toca en suerte el óvulo que se desarrolla en ese ciclo menstrual y que será el primero en salir. (Óvulo deriva de la palabra ovum, «huevo», por si quieres conocer todos los términos latinos.) Los ovarios liberan entre 400 y 500 óvulos maduros durante los años «fértiles». Y uno solo es suficiente para quedarse embarazada.

El cuerpo continúa su habitual curso hormonal. Los ovarios producen gran cantidad de estrógenos. Como consecuencia, el útero genera más revestimiento, llamado «endometrio», con la finalidad de sustituir el que acababa de expulsarse con el último período. Este endometrio nuevo es la superficie donde se asienta el óvulo si resulta fecundado. El óvulo es minúsculo: su diámetro es aproximadamente de 0,1 mm.

Recientemente he hecho un inventario de mi vida y lo he reflejado por escrito, con un lápiz de maquillaje, en la parte de atrás de una bolsa de papel que antes contenía pan. Y he aquí lo que salió:

• Hermoine Harridan.

• Edad: 32.

• Diseñadora de ropa sin mucho glamour para una pequeña empresa dedicada al comercio de trapos: Real Gorgeous Pty Ltd (nuestra marca Real Women Wear tiene tallas de la 36 a la 46).

• Sagitario (indiscreta y jovial).

• Aficiones: comer, dormir, comprar zapatos.

• Equipamiento: un novio muy decente que se llama Des y trabaja en una tienda de jardinería. Parte de una casa, hipotecada. Un sofá muy cómodo. Algunos electrodomésticos viejos. En el banco, 3.500 dólares.

• Figura: no muy distinta de la fruta conocida como «pera». Con piernas. Rodillas más gruesas de lo normal. No importa. El resto del cuerpo tiene cierto sobrepeso, algo que podría solucionarse con mucho ejercicio y un menor consumo de chocolate y queso.

• Historial médico: larga lucha contra la endometriosis, una afección menstrual que suele causar infertilidad, pero que he controlado tomando la píldora sin interrupciones. Durante cuatro años no he tenido la regla.

• Consejo del médico: si quieres quedarte embarazada, deja de tomar la píldora y empieza a follar como un conejo.

Des y yo tuvimos una conversación sobre el tema. Seis meses antes, yo decía que quería tener hijos y él pensaba que era demasiado pronto (sólo tiene 31 años). Pero esta vez lo pensó mejor y decidió que estaba más preparado que nunca, sobre todo desde que le dije que –dado mi historial médico– podía no ocurrir nada o tardar dos años en volver a la normalidad. Le dije que era preciso aclarar algunas cosas, como qué haríamos en caso de que las pruebas durante el embarazo mostrasen que el bebé sufría síndrome de Down, o cómo se sentiría si nuestro hijo fuese homosexual.

—Mientras abuchee a los Footscray, no veo ningún problema —dijo Des, después de reflexionar durante unos instantes.

Entre los dos elaboramos una lista de cosas que debíamos hacer antes de que me quedase embarazada. La mía decía:

• Dejar de tomar la píldora y visitar a Beck (que es la dueña del herbolario, consejera médica y aficionada —como yo— al champán) para consultarle sobre el tratamiento a seguir.

• Perder peso.

• Ponerme en forma.

• Jugar a la lotería.

• Dejar de fumar.

• Dejar de beber.

• Sacarme el carné de conducir.

• No tumbarme en céspedes que estén tratados con pesticidas, dejar de consumir comida basura, cocinar platos poco grasos e ingeniosos a partir de materias primas sencillas, dejar de decir «joder» con tanta frecuencia, hacerme la cera en las piernas, encargar el lijado del suelo de la nueva casa sin inhalar la capa de poliuretano que lo cubre. (Los obreros que realizan este trabajo durante todo el día parecen tener el coeficiente intelectual de un individuo llamado Igor que viste una bata de laboratorio.)

Dejé la lista colgada en la puerta del frigorífico, pero poco después la sustituí por una nota escrita en un trocito de la bolsa de papel que decía: «Cambiar de vida por completo inmediatamente.» Y tiré la caja de píldoras a la basura con ademán melodramático.

Lo único que decía la lista de Des era lo siguiente:

• Comprar pan y leche.

• Follar.

Preparación para el embarazo

Éste es el momento –justo antes de concebir– de solucionar todos los problemas de relación con tu pareja o poner en orden los sentimientos contradictorios que tengas acerca de la vida y el embarazo. ¿Por qué quieres tener un bebé? ¿Quieres tener un renacuajo revoltoso y un adolescente (en esto se convierten los bebés)? ¿Lo has hablado con tu pareja, si tienes? ¿El padre se hará cargo del bebé en caso de que lo tengáis? ¿Cómo puedes protegerte de las enfermedades de transmisión sexual mientras intentas quedarte embarazada? ¿El embarazo puede destruir tu figura?

Algunas personas creen que un hijo contribuirá a unir a la pareja, pero deberían pensárselo mejor, pues tener un bebé es probablemente la cosa más estresante que pueda sucederle a un ser humano. A este respecto, suele citarse a Nora Ephron: «Un bebé es una granada de mano arrojada al matrimonio.» Es preciso pensar en diversos asuntos prácticos antes de tomar la decisión:

• ¿Estás preparada para la transición que implica dejar de ser una «persona dispuesta a hacer cualquier cosa en cualquier instante» para convertirte en una «madre, esclava del bebé, que no ha tenido tiempo ni para ducharse en dos días y debe planificar su tiempo con una precisión militar y a la vez flexible por si el bebé se despierta, no se despierta, llora, vomita, necesita comer o se hace caca en el teléfono móvil»? Si pospones la decisión, ¿significa que intentarás quedarte embarazada más adelante, cuando se reduzca tu fertilidad?

• Si tienes pareja, es un momento estupendo para que compartáis vuestras ideas sobre la maternidad, con el fin de evitar dolores de cabeza más adelante. ¿Vais a vivir juntos? ¿Estáis dispuestos los dos a dejar de fumar durante el embarazo? ¿Qué opinión tenéis sobre las pruebas prenatales? ¿Qué haríais si averiguaseis que vuestro hijo tiene una anomalía importante o una afección que lo incapacitará para la vida normal? ¿Asumiríais la idea de poner fin al embarazo o de vivir con un bebé que siempre tendrá necesidades especiales? ¿Pensáis adscribir al bebé a algún grupo religioso? Si es niño, ¿le haréis la circuncisión? (En este libro abordamos muchos de estos asuntos; en el índice analítico podrás encontrar temas como las pruebas prenatales y la circuncisión.)

• ¿Qué tipo de cuidados prevéis para él mientras sea pequeño? ¿Qué comodidades podréis adoptar o costear? ¿Qué hay de la educación? ¿Quién hace la mayor parte de las tareas domésticas y otros trabajos no remunerados que se realizan en torno a la casa, y en qué medida es preciso que cambie esta situación? ¿Compartís el mismo punto de vista acerca de la posibilidad de que vuestro hijo sea homosexual o corredor de bolsa? ¿Qué pensáis sobre la disciplina y sobre el asunto de pegar a los niños? ¿Contáis con el apoyo de la familia y los amigos? ¿Han tenido éstos alguna experiencia reciente con bebés? ¿Tenéis un plan B para alguna de estas cuestiones?

• ¿Será preciso que contrates una póliza de seguro médico privado? Si quieres recibir atención obstétrica y hospitalaria privada y elegir tu propio obstetra, necesitas un seguro. La cobertura de los seguros tiene un período de carencia, que varía de nueve a doce meses desde la fecha de suscripción, y durante el cual se incluyen normalmente la habitación individual y cama para el acompañante así como los gastos de estancia y manutención, quirófano o sala de partos, anestesia, curas, medicación e incubadora. Los únicos gastos que deberás pagar son los personales (teléfono, televisión, extras). Sin embargo, antes de suscribirte a una póliza de asistencia sanitaria, infórmate en diferentes entidades para evitar imprevistos de última hora.

• Visita al médico para anunciarle que tienes planes de quedarte embarazada. Probablemente comprobará si tu estado de salud es el adecuado y te recomendará que tomes algún complejo vitamínico, especial para antes del embarazo, que contenga cinc y ácido fólico, pero no vitamina A, que puede dañar al bebé. Las dosis deberán modificarse en el momento en que quedes embarazada, porque las necesidades del bebé serán diferentes. Las mujeres preñadas suelen tener carencias de cinc, mineral necesario para el desarrollo del bebé. El ácido fólico reduce el riesgo de que el bebé nazca con espina bífida o algún problema relacionado. Es conveniente que tomes un suplemento de ácido fólico durante al menos un mes antes de la concepción. Como ocurre con todos los suplementos alimentarios, debes consultar con el médico si el ácido fólico es compatible con otras medicinas. (Para más información sobre el cinc y el ácido fólico, consulta el apartado «Nutrición y suplementos alimentarios», en la «Semana 2».)

• Si aún no estás inmunizada, vacúnate contra la rubéola, que puede dañar seriamente al bebé antes de nacer. Procura no concebir hasta tres meses después de la vacuna. Es posible que necesites también nuevas vacunas o revacunaciones de otras enfermedades, como el tétanos o la hepatitis B. (Y si crees que puedes estar ya embarazada, consulta con el médico qué vacunas son recomendables, debido a que algunas pueden ser también perjudiciales para el bebé.)

• Si padeces alguna enfermedad crónica (por ejemplo, asma, afecciones coronarias, enfermedades hepáticas, problemas tiroideos, diabetes, epilepsia, esclerosis múltiple o problemas psíquicos), deberías consultar con el médico, antes de concebir, cuál será la medicación o el tratamiento de tu enfermedad durante el embarazo.

• Si tu pareja o tú tenéis antecedentes familiares de enfermedades hereditarias, plantea al médico la posibilidad de visitar a un asesor genético antes de concebir (consulta el apartado «Asesoramiento genético» en la «Semana 10»).

• Las clínicas de planificación familiar (lee el anexo «Ayuda»), al igual que tu médico, pueden aconsejarte sobre diversos asuntos, desde el aborto provocado hasta dónde recibir apoyo durante el embarazo, el parto y con posterioridad al mismo.

• Cuanto más sana y en forma te encuentres en el momento de la concepción y durante el embarazo, mejor. Gestar a un ser humano es un trabajo arduo que requiere una dedicación de 24 horas diarias durante nueve meses. Si tienes planes de iniciar un embarazo, es importante que sigas las siguientes recomendaciones: come sano y toma suplementos adecuados después de consultar con el médico (apartado «Nutrición y suplementos alimentarios», en la «Semana 2»); haz ejercicio; deja de fumar, beber y consumir drogas, siguiendo siempre los consejos del médico (apartado «Cómo cuidar el embrión y el feto», en la «Semana 4»); antes de comprar medicinas (con receta o sin ella) o productos fitoterapéuticos, dile al médico o al farmacéutico que cabe la posibilidad de estés embarazada; procura aumentar o reducir tu peso hasta alcanzar los niveles recomendados para tu estatura y constitución. (El peso recomendado no es el que dicen tu tía Verna y la revista Cosmopolitan. Nos referimos al cálculo del índice de masa corporal, que sólo es relevante para personas mayores de 18 años que hayan finalizado su desarrollo físico. Consulta a tu médico.) Algunos hospitales para mujeres tienen programas especiales para corregir el sobrepeso o el peso insuficiente de las mujeres que desean aumentar su fertilidad (consulta el anexo «Ayuda»).

• Si tienes pareja, conviene que él también adopte una dieta y un estilo de vida sanos, con el fin de que produzca espermatozoides de calidad antes de concebir al bebé (en otras palabras, procura no acostarte sin anticonceptivos con un drogadicto que, además, no coma verduras).

• Ve al dentista. Toda operación dental que incluya rayos X, anestesia o medicación debes realizarla antes de la concepción, en lugar de esperar hasta después del nacimiento.

• En el trabajo, tienes derecho a ausentarte para los exámenes médicos y para las clases de preparación al parto avisando con antelación a tu jefe y justificando que debes ir en horario laboral. Después del parto, tu pareja debe acudir a la Seguridad Social para que el médico te extienda la baja laboral que has de presentar en tu empresa. La mayor parte de las mujeres trabajadoras consigue una baja por maternidad de 16 semanas, siempre con retribución y reserva del puesto de trabajo. En caso de parto múltiple se amplía dos semanas más por hijo a partir del segundo. Puedes elegir la fecha de comienzo de este período teniendo en cuenta que seis semanas sean inmediatamente posteriores al parto. El padre también podrá disfrutar de una parte determinada e ininterrumpida del período posterior al parto de forma simultánea o sucesiva con el de la madre, salvo que la incorporación de la madre al trabajo suponga un riesgo para su salud. En caso de adopción de niños menores de 6 años, se dispondrá también de 16 semanas, ampliables si la adopción es múltiple. Si el niño es mayor, procede del extranjero o tiene una minusvalía de algún tipo, los servicios sociales estudiarán el caso para determinar el tiempo necesario. En los primeros nueve meses de vida del bebé, podréis ausentaros una hora al día del trabajo por lactancia, que podréis dividir en dos fracciones de media hora. Por el contrario, si decidís entrar a trabajar más tarde o salir antes, sólo tendréis derecho a media hora sin que suponga pérdida de salario. Otra opción sería la de reducir la jornada laboral de la mitad a un tercio con la consiguiente disminución de salario en igual proporción. Si tienes un contrato temporal, infórmate sobre el tipo de baja al que tienes derecho. En términos generales, la baja por maternidad en América Latina goza de una situación similar a la de España, aunque existen disposiciones concretas que afectan a la legislación de determinados países y que varían en cuanto al período de tiempo de la baja, el salario al que se tiene derecho y otro tipo de prestaciones.

• Si uno de los dos dispone de una baja no remunerada a fin de cuidar del bebé, ¿de qué modo podéis organizar la economía familiar? ¿Qué os parecería abrir una cuenta conjunta, o bien recurrir a las transferencias automáticas desde la cuenta del miembro de la pareja que recibe un sueldo a la del que se queda en casa? ¿Crees que necesitáis abrir una cuenta de ahorros especial antes del embarazo? ¿Sería conveniente atracar un banco?

CONSEJOS ESPECIALES DE UNA MADRE

Antes de decidir si vas a tener hijos:

• pasa algún tiempo con unos amigos que tengan ya un bebé o hijos mayores, y observa atentamente cómo viven;

• pasa al menos un día completo, desde el amanecer hasta la noche, con una madre y un bebé pequeño; es imposible imaginar la magnitud del esfuerzo que supone cuidar a un bebé hasta que uno se implica.

• Si tienes planes de renovar la casa, procura que todas las obras que puedan ser perjudiciales para el embarazo —como extraer una pintura vieja que contenga plomo o sellar con poliuretano el suelo previamente lijado— se realicen antes de que concibas, o bien intenta mantenerte lejos de las obras.

• Comprueba si el entorno de la casa es adecuado para el embarazo desde el punto de vista ambiental, y evita los humos u otros factores perjudiciales para el feto: revisa las estufas de gas, los microondas y otras instalaciones, para asegurarte de que no se emitan radiaciones, monóxido de carbono o cualquier otra sustancia nociva.

• Si te compras un coche, comprueba si tiene un punto de anclaje para aumentar la seguridad del bebé o si es posible instalarlo de un modo sencillo, seguro y barato.

• Compra un billete de lotería. Si ganas, compra un gran lavavajillas, una secadora, un frigorífico con congelador y un teléfono inalámbrico, con función de manos libres, que puedas llevar de una habitación a otra. Si tu casa no cuenta con un buen sistema de calefacción y aire acondicionado y crees que lo necesitas —debido a las condiciones climáticas—, instálate uno. Contrata a una comadrona para que te ayude durante las primeras semanas después del nacimiento. Si aun así te sobra dinero, tómate unas vacaciones y regálate una diadema de esmeraldas.

Hacia el embarazo: intentando concebir

Si deseas quedarte embarazada, intenta conocer primero cuáles son los momentos del mes más fértiles en tu caso: si tienes un ciclo de 28 días, tu momento más fértil será aproximadamente el día 14, contando siempre el primer día de la última regla como día 1. El médico puede ayudarte a reconocer el proceso de la ovulación, el moco cervical fértil y otros indicios fiables.

Según el profesor David de Kretzer, del equipo de fecundación in vitro del Centro Médico de Monash, una mujer no debería intentar durante un período muy largo quedarse embarazada. Si no logras concebir después de un año de haber suprimido cualquier método anticonceptivo, consigue un volante de tu médico de cabecera para visitar a un especialista en fertilidad. Si tienes casi 40 años, no esperes siquiera doce meses. En general, la fertilidad se reduce de forma progresiva a partir de los 35 años y bruscamente a partir de los 40.

Es recomendable consultar a un médico antes de intentar concebir. Un obstetra o un especialista en fertilidad te propondrá algunos procedimientos para aumentar las probabilidades de concepción, según cuáles sean tus circunstancias individuales. (Los índices de concepción de cada grupo de edad pueden ser irrelevantes para ti si, por ejemplo, padeces una enfermedad que impida el embarazo.)

Si tienes alguna duda, consulta el anexo «Ayuda», además de hablar con tu propio médico.

LIBROS SOBRE LA ETAPA PREVIA AL EMBARAZO

Cómo afrontar la infertilidad, Diana Guerra Díaz, Planeta, Barcelona, 1998.

En este manual, no sólo encontrarás toda la información necesaria para afrontar un problema de esterilidad a través de la medicina reproductiva, sino estrategias psicológicas que pueden ayudarte incluso en caso de que no consigas tu objetivo.

El deseo de tener un hijo, Jill Smolowe, Vergara, 1998.

Historia conmovedora de una pareja que no puede tener hijos y decide adoptar una niña que se convertirá en la alegría del hogar.

Embarazo a partir de los treinta, Sheila Kitzinger, Ediciones Médici, Barcelona, 1996.

Si decides tener un hijo a los 30 años, este libro resolverá de una manera práctica todas tus dudas.

Fertilidad natural, Helen Caton, Oasis, Barcelona, 2000.

Tanto para mujeres como para hombres, este manual presenta métodos naturales que favorecen la fertilidad y la concepción, así como consejos para llevar el estilo de vida más adecuado para la salud del bebé.

Fertilidad y concepción, Kare Tewinnard, Planeta, Barcelona, 2001.

Otro libro práctico para cuidar de la salud reproductiva y facilitar las posibilidades de concebir. Explica también cómo mejorar el estilo de vida y la dieta antes de la maternidad.

Guía para antes, durante y después del embarazo, ACOG, Ediciones Médici, Barcelona, 1995.

La Asociación Norteamericana de Obstetras y Ginecólogos te ofrece en esta guía todo lo que puede preocuparte desde que decides quedarte embarazada hasta llegar a casa con tu bebé.

Reproducción asistida: promesas, normas y realidad, Ascensión Cambrón, Trotta, Madrid, 2002.

Este libro trata las posibilidades teóricas de la reproducción asistida respecto a la realidad práctica, tanto desde el punto de vista técnico como normativo.

Tu embarazo natural, Anne Charlish, Paidotribo, Barcelona, 1995.

Distintas terapias alternativas, junto con la medicina ortodoxa, se reúnen en este libro para que decidas el modo de traer tu bebé al mundo.

Para más información consulta el anexo «Ayuda».

Semana 2

¿Qué ocurre? Alrededor del día 14 (el día 1 es el primero de tu última regla), habrás alcanzado la fase de liberación de óvulos y por tanto tu cuerpo estará preparado para ovular. Esto significa que el óvulo «dominante» del mes es liberado desde un ovario y «desplazado» hasta la entrada de la trompa de Falopio por medio de los extremos de ésta, que tienen forma de tentáculos. Las trompas de Falopio comunican el ovario con el útero. En el momento de la ovulación, el moco cervical (ten en cuenta que durante los próximos nueve meses vas a oír términos mucho peores que «moco cervical», así que haz el favor de calmarte) tendrá una consistencia similar a la de la clara de huevo; es lo que se conoce como «moco fértil». En algún momento deberás ser fecundada con un espermatozoide, algo que la mayor parte de las mujeres logra acostándose con un tío: éste es el método más sencillo.

Después de esta semana, entrarás en la fase «proliferativa» del ciclo menstrual; es decir, el endometrio (revestimiento del útero) «prolifera», se desarrolla a gran velocidad.

Decido dilapidar los ahorros y me llevo a Des a una isla del Pacífico durante una semana para violarlo sin cesar. Antes me paso por el herbolario para que Beck, que tiene años de experiencia como comadrona en un hospital, me dé un tónico y vitaminas que contienen una cosa que se llama «ácido fólico» y quién sabe qué otras sustancias buenas para los bebés. Todo con el fin de prepararme para la Operación «Ponte las pilas». Des y yo necesitamos unas vacaciones, pues nos hemos pasado una buena temporada trabajando como negros para poder pagar la casa nueva.

Creo que hay muchos procedimientos para detectar el momento de la ovulación: termómetros, cuerdas con poleas y otros instrumentos. Debería utilizar una calculadora, un transportador, una regla deslizante, un sextante, una sextina y medio reloj solar para calcular el momento exacto de la ovulación. (No sé qué es una sextina, pero suena como muy sexi.) Mi endometrio no es lo bastante grueso como para que me venga la regla, pero eso es normal cuando se deja de tomar la píldora después de cuatro años sin interrupción. Una tabla menstrual es tan útil para mí como un oso hormiguero disecado.

Así que simplemente intuyo cuándo puede ser.

Diez días después de dejar la píldora, estoy preparada para la Operación «Violación». Des se tumba en la toalla de la playa, lee una novela de ciencia-ficción y de cuando en cuando levanta la vista y dice: «¿Hola, es otra vez la hora?»; ha visto la expresión de mis ojos y me lleva de nuevo a la cabaña. Entre polvos y champán, empiezo a arrepentirme de la decisión de quedarme embarazada.

Éste podría ser un buen año para mí desde el punto de vista laboral. Podría tener la oportunidad de diseñar mi propia colección de ropa. Todo apunta a que me van a ascender a diseñador jefe de Real Women Wear (ropa que se vende a las personas corrientes como tú y como yo, en establecimientos llamados «tiendas», por oposición a lo que se conoce, un tanto despectivamente, en la industria de la moda como «Sluts on Stilts Wear»:[2] es decir, el extremo más llamativo de las colecciones de alta costura, los diseños extravagantes y descabellados que sólo se exhiben en las pasarelas).

Vuelvo una y otra vez sobre la decisión, obsesionada con todas las cosas que perdería si tuviese un hijo: independencia, sobrante de dinero, zapatos de terciopelo, la posibilidad de salir de casa en cualquier momento y coger un avión para visitar tiendas, hombros sin manchas de vómito y pechos que puedo considerar «míos». Y conozco muchas mujeres a quienes su pareja les dice que les ayudará, en lugar de hacer la mitad del trabajo, y maridos muy caseros (muchas gracias a los hombres que son los principales cuidadores del bebé) que juegan con los niños, pero no hacen la comida ni la limpieza.

Vuelvo a comprobar si Des realmente quiere quedarse en casa durante el primer año mientras yo voy a trabajar, y me cercioro también sobre si piensa encargarse de la limpieza. De pronto siento pánico –como supongo que les ocurre a muchas parejas– por tener que ganar el pan de la familia y conservar el empleo durante los próximos 20 años. Tenemos largas conversaciones sobre la posibilidad de echarse atrás, sobre la repercusión del embarazo en mi carrera profesional y sobre cómo una vida sin hijos sería mucho más sencilla.

El martes por la mañana –después de un polvo muy bien ejecutado, por cierto–, me quedo contemplando el lánguido ventilador cenital con la sensación de que ése es exactamente el comportamiento propio de una embarazada, si fuera posible alcanzar ese estado; un pensamiento que provoca de inmediato la decisión de volver a tomar la píldora lo antes posible, en cuanto llegue a casa, y posponer el embarazo.

—De acuerdo, Hermoine —dice Des el Violado—. Tienes tiempo. Como tú quieras.

Después dice algo muy sensato: que nunca existe un momento ideal para tener un hijo, salvo si eres el tipo de persona que no hace nada en todo el día y dispone de todo el dinero del mundo. Ninguno de los dos pertenece a esa categoría, pero podría ser peor. Los dos tenemos trabajo, un lugar donde vivir y un coche; por si fuera poco, carecemos de antecedentes penales por atraco con agravantes. Si las cosas no saliesen como queremos, siempre podríamos arreglárnoslas. Pero sería razonable esperar a ver si consigo el ascenso, antes de dedicar más energía a oscilar en el péndulo de los cálculos sobre los días de ovulación. Metafóricamente hablando.

Nutrición y suplementos alimentarios

Durante el embarazo, necesitarás más energía, proteínas, vitaminas y minerales que en condiciones normales, aunque es posible que ya estés nutriéndote convenientemente (por cierto, el whisky y los pasteles de frutas no forman parte de una dieta adecuada).

Debes prestar atención a la ingesta global de todos los nutrientes de los que depende el desarrollo y el crecimiento adecuado del bebé. Durante el embarazo no debes sentirte débil o demacrada.

El número de calorías que precisa tu organismo depende de tu edad, estatura, constitución, peso en el momento de la concepción y dieta actual, así como de si llevas una vida sedentaria o activa. Recuerda que para casi todo el mundo es importante aumentar de peso durante el embarazo. No es el momento adecuado para empezar una dieta de adelgazamiento; podría ser muy peligroso para el bebé y para ti.

Aunque algunas mujeres no precisan incrementar su ingesta energética, la media diaria recomendada es de 2.900 calorías. Pero es preciso aumentar esta cantidad en los siguientes casos: si partes de una situación de déficit de peso, si eres adolescente o si estás embarazada de más de un bebé. Pide consejos a tu médico sobre la dieta que debes seguir.

Para que el aumento de peso se produzca sin perjuicio para el bebé ni pasar hambre, es necesario consumir calorías de calidad. Los alimentos frescos y de temporada aportan más nutrientes que la comida basura p

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