
Queridos chicos:
Ustedes reciben distintos apodos según la región del planeta y el tiempo en que les toque vivir. Así por ejemplo, en España son los peques, en el Uruguay, los botijas, en el Noroeste argentino, los changos. Hace tiempo, en el lenguaje popular de Buenos Aires solían llamarlos cebollitas, y ese me pareció un lindo sobrenombre.
Pues bien, queridos cebollitas, cuando ustedes dicen:
El burrito del teniente
lleva carga y no la siente,
o
Vigilante,
barriga picante,
están “haciendo folclore”. Porque repiten unos versos que vaya a saber quién inventó, y que han heredado de sus mayores. Versos, dichos y refranes que

chicos y grandes recuerdan, no por obligación, sino por costumbre y por juego.
Muchos de los versos de este libro no fueron creados especialmente para ustedes, pero yo espigué los que supuse que podían gustarles. Como algunos tratan temas históricos, religiosos o un poquito difíciles, creo que este libro está destinado a los escolares y no a los más chiquitos.
Esta poesía es de ustedes, no solo para ustedes. Es propiedad de todos los chicos de Hispano-américa, como las flores del campo que no tienen guardián. Ustedes son sus herederos y custodios.