Cómo una mujer se convierte en bruja y un hombre en bestia

Martha Alicia Chávez

Fragmento

Cómo una mujer se convierte en bruja y un hombre en bestia

Introducción

La relación de pareja es una experiencia de vida intensa, interesante y grandiosa. Puede ser una fuente de seguridad, compañía y gozo, o de sufrimiento y amargura. En ella se manifiestan, en su máxima expresión, los demonios y los ángeles que cada uno lleva dentro. La relación puede representar también una invaluable oportunidad de alcanzar el autoconocimiento y el crecimiento personal, o bien, de reforzar la ceguera que las defensas producen para no vernos a nosotros mismos, para no asumir las propias responsabilidades, sino culpar al otro, buscando reforzar los destructivos juegos del ego.

En primera instancia, ¿cómo elegimos pareja? Podríamos responder a este cuestionamiento con afirmaciones como: “Por los valores y cualidades que le veo, por la enorme atracción que siento, por lo agradable que es la convivencia, por su dinero, por su apellido, por su fama, por su belleza”, entre otras. Sin embargo, hay aspectos inconscientes que influyen poderosamente en el proceso de elegir pareja. El término “elegir” implica un proceso consciente y reflexivo, así que mejor diré “sentirse atraído” por determinada persona para formar con él o ella una pareja.

Pues bien, desde el punto de vista psicológico, se ha estudiado a fondo el hecho de que nos sentimos atraídos por alguien que emule a nuestra madre o padre. Esto significa que esa persona con quien deseamos relacionarnos como pareja de alguna forma nos ofrece los mismos patrones de relación o posee ciertos rasgos de personalidad que encontramos en alguno de nuestros padres.

Esa atracción inconsciente no necesariamente tiene que ver con el sexo de la persona. Es decir, no se trata de que la mujer busque a quien se parezca a su padre y el hombre a quien se parezca a su madre; más bien, tiene que ver con cuál de los progenitores hay conflictos no resueltos y heridas no sanadas. Por ello, puede ser que la pareja de una mujer se parezca a su madre y la de un hombre a su padre.

Veamos un ejemplo: una persona se involucra con una pareja controladora y fría o abandonadora, violenta, débil y dependiente, etc., tal como su madre o padre, justo porque le ofrece el mismo patrón de relación que le resulta tan conocido. Por más doloroso que haya sido y siga siendo, ese “paso” es el único que sabe bailar. No sabe cómo relacionarse con una persona amorosa, cercana, comprometida, respetuosa de su individualidad y con otras virtudes, porque eso nunca lo tuvo.

Virginia Satir, quien fue una autoridad en temas de terapia familiar y de pareja, lo expresó de esta forma:

¿Por qué elegiste al compañero(a) que tienes?

¿Habías encontrado las cualidades que él/ella tiene en tus propios padres?

Las personas quieren a menudo una clase de matrimonio diferente al de sus padres, pero lo conocido genera una fuerza poderosa. La mayoría de las personas escogerá siempre lo conocido, por más incómodo que resulte, y no lo desconocido, aunque sea mucho mejor.

Otra razón por la cual podemos sentirnos atraídos a formar pareja con alguien es que, en tanto no hayamos sanado las heridas de la infancia, en nuestro interior seguirá latiendo ese niño herido que se dice a sí mismo: “A ver si ahora que soy grande puedo cambiar a mi pareja, ya que no pude cambiar a mi padre/madre”. Lo cierto es que no podrá hacerlo. Aunque dedique su vida a intentarlo, aunque deje su paz y su salud en el camino, no lo logrará. Ésa es la tragedia de quienes se esfuerzan en cambiar a su pareja. Es mejor verse a sí mismo, comprender cuál parte de la historia personal se intenta reescribir con ese infructuoso esfuerzo y aceptar —en cuerpo y alma— que a la única persona a quien se puede cambiar es a uno mismo.

Desde un punto de vista físico, diversos expertos como Helen Fisher, Michael Leibowitz y Héctor Sabelli, entre otros, afirman que la biología ejerce una influencia poderosa en la elección de pareja, y a fin de cuentas sus propuestas confirman que nos sentimos atraídos por quien se parece a nuestros padres. Diversos estudios realizados en diferentes culturas y países mostraron que las parejas tienden a parecerse físicamente entre sí, con base en parámetros como la longitud del dedo medio, la distancia entre los ojos, el ángulo de la quijada, el ancho de la nariz y su relación con el resto de la cara, el tamaño del lóbulo de la oreja, el tipo de olor corporal, etc. Es decir, nos sentimos impulsados a unirnos a alguien semejante a nosotros y, por tanto, a nuestros padres.

Desde la perspectiva filosófica o esotérica, los estudiosos dirían que la atracción por una determinada persona con quien deseamos formar una pareja está influenciada por aspectos como el karma, el dharma, el destino, el encuentro con el alma gemela, entre otros.

Sin lugar a dudas todos y cada uno de estos factores contribuyen a formar la intensa experiencia humana que llamamos atracción, y que es el poderoso lazo que nos une con alguien. En términos de la naturaleza, se diría que el objetivo de esa unión es asegurar la preservación de la especie; en los ámbitos de la psicología y la espiritualidad, se diría que es el conocerse, trascender e iluminarse por medio de la pareja.

LAS ETAPAS DE LA RELACIÓN

En las últimas décadas el estudio de la relación de pareja ha alcanzado niveles fascinantes. Desde todos los puntos de vista ha sido objeto de análisis y resultados por demás interesantes. Cuanto más la conozcamos y entendamos, mejor podremos comprender lo que sucede en ella. Cada miembro de la pareja puede encontrarse en una etapa distinta y no todas las personas necesariamente se separan cuando la relación está, en esencia, acabada.

Leslie Cameron-Bandler, terapeuta, autora de varios libros y cocreadora de la Programación Neurolingüística junto con John Grinder y Richard Bandler, propone que la relación de pareja atraviesa por una serie de etapas, las que veremos a continuación. Asimismo, afirma que conocerlas contribuye a comprenderla y a emprender acciones preventivas y efectivas para mantenerla en un nivel satisfactorio y saludable, o para darse cuenta de cuándo empiezan a presentarse señales de deterioro.

CÓMO COMIENZA EL AMOR

Atracción

En esta etapa ambos encuentran lo que Cameron-Bandler llama “mutuas equivalencias complejas de atracción”, lo cual se refiere a ciertas conductas que si una parte de la pareja las presenta, la otra parte las interpreta como señales de interés, amor, enamoramiento u otros sentimientos. (“Esa forma de mirar equivale a que le gusto; ese tono de voz significa ternura; ese comentario indica que quiere invitarme a salir; esa llamada significa que soy alguien especial; el que se ría de mis bromas equivale a que me considera divertido e inteligente”…)

Por su parte, la antropóloga e investigadora Helen Fisher, autora de varios libros, entre ellos el bestseller Anatomía del amor, sostiene que en esta fase de atracción se presentan fuertes reacciones químicas ante pequeños detalles o comportamientos, o ante la sola p

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