Cómo casarse con un granuja (Falcon Club 3)

Katharine Ashe

Fragmento

Contents
Contenido
Dedicatoria
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Epílogo
Nota de la autora
granuja

Para Idaho y Atlas, mis fieles compañeros

de escritura que me calientan los pies

y se acuestan felices y contentos al solecito

que entra por la ventana de mi despacho, como si eso fuera lo único que necesitaran

en la vida. Para ellos, porque me hacen

jugar aunque tontamente piense que debería estar trabajando. Y porque todos los días

me recuerdan que el amor puede ser incondicional. Gracias por convertirme

en un ser humano mejor.

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Queridos compatriotas británicos:

¡Menudo escándalo!

Me paso las noches en vela con el corazón desbocado, sin aliento, y llorando por el saqueo al que es sometida Gran Bretaña. Mi alma llora y mi frágil constitución femenina se estremece al saber que la Élite de la Sociedad, admirada por todos, está robando a nuestro reino para financiar sus tejemanejes.

¡Un robo en toda regla!

Llevo tres años indagando sobre la identidad de los miembros del escurridizo Club Falcon, una institución lúdica para caballeros que recibe regularmente fondos del erario público sin pasar por el Parlamento tal como establece la ley. Hoy os anuncio el mayor logro de mi cruzada hasta la fecha: he descubierto la identidad de uno de sus miembros. He contratado a un asistente para que siga a este hombre y descubra sus actividades. Cuando tenga en mi poder informes fiables, los mostraré.

Hasta entonces, si está leyendo esta misiva, señor Peregrino, secretario del Club Falcon, sepa que estoy deseando que algún día nos encontremos cara a cara para poder decirle exactamente la opinión que usted me merece.

Lady Justice

A la atención de lady Justice

Brittle & Sons, editores

Londres

Mi querida señora:

Me deja usted casi sin aliento (como supongo que le ssucede a las tres cuartas partes de la población masculina londinense) al imaginarla acostada en su lecho, rebosante de emoción y con los labios trémulos. Su devoción me conmueve. Y, cual mástil que se alza orgulloso con las velas desplegadas, me siento henchido por la emoción de saber que ansía conocerme.

Aunque tal vez no haya descubierto a un simple miembro del club. Tal vez haya descubierto usted mi propia identidad. Tal vez no me vea obligado a esperar mucho tiempo para conocerla. Tal vez mis fantasías nocturnas se conviertan pronto en realidad. O eso espero.

Su cada vez más ferviente admirador,

Peregrino

Secretario del Club Falcon

Peregrino:

Envía a Cuervo en busca de Lady Priscilla.

El Director

Señor:

Voy a serle franco. Está cometiendo un error. No hay en Inglaterra un hombre más inteligente ni más perspicaz. Enviaré a Cuervo tras la bestia y obedecerá sin rechistar. Pero tenga por seguro que lo habrá perdido después de este insulto.

Con todos mis respetos,

Peregrino

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2

«Tengo... que... llegar... al... establo.»

En algún lugar, en una estancia de la planta alta, una muchacha gritó.

No una muchacha. Una mujer. Un grito ronco, ebrio, un grito de placer. El grito de la muchacha estaba solo en su cabeza. Como siempre.

«Llegar al establo. Rescatar a la dama.»

Wyn abrió los ojos. La sala comenzó a dar vueltas. Pero él seguía de pie. En un rincón, contra la pared. Fuera como fuese, seguía de pie. En una situación muchísimo mejor que la de su anfitrión, que estaba inconsciente en el vano de la puerta, con una botella en una mano y el tobillo desnudo de una mujer en la otra. El resto del cuerpo de la mujer se encontraba ya en el pasillo, y padecía la misma indisposición.

Wyn recorrió la estancia con la mirada, que estaba llena de copas y de humo. Una corbata arrugada adornaba una estantería, y unas medias de mujer, abandonadas, reposaban sobre los brazos de un sillón en una pose muy sugerente e intencionada. Un taco de billar roto sobresalía de la pantalla de una lámpara, y las colillas de numerosos cigarros habían agujereado la alfombra.

Volvió a cerrar los ojos con fuerza.

—¿Nos divertimos ya?

A continuación, sintió la quemazón en su estómago.

Ah. Ni un minuto consciente antes de que comenzara la tortura. Su némesis más fiel se había vuelto muy insistente de

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