¡Atrévete a cocinar!

Estefanía Borge

Fragmento

Prólogo

Conocí a Estefino por casualidad, sino por algo que yo suelo llamar “sincro-destino”. Así es: los encuentros inesperados que desde el primer momento solo auguran cosas buenas. Al principio nos unieron varios intereses: el ejercicio, el bienestar, la salud y la alimentación como ingrediente primordial para alcanzar la felicidad. Fue tal la empatía que surgió entre las dos que desde el inicio acordamos que entrenaríamos juntas, algo nuevo para mí. Los que hemos pasado por este proceso sabemos que compartir día tras día este espacio con otra persona genera un vínculo muy sólido y revela el carácter real de cada uno. En nuestro caso, descubrimos la esencia de dos mujeres colombianas, disciplinadas y apasionadas por lo que hacemos, con misiones de servicio tan claras que nos han permitido descifrar por qué y para qué estamos aquí.

Todos tenemos una parte racional que puede primar sobre la parte intuitiva. Cuando esta es la situación, el comportamiento, las elecciones y las acciones dan como resultado soluciones tradicionales. Este no es el caso de Estefi. Su parte intuitiva es la que determina en gran parte su esencia, la de una mujer real, entusiasta, convencida y una fiel practicante de lo que se conoce como “vida sana”.

Actualmente vivimos en un mundo competitivo y exigente en el que alimentarse sanamente no es una prioridad para muchas personas. Sin embargo, Estefidecidió asumir el riesgo y generar un cambio a través del cual ha demostrado que solo relacionándonos correctamente con los alimentos lograremos bienestar en nuestra vida. Como Health Coach, estoy convencida de que lo que comemos afecta nuestro estado anímico y es determinante en nuestra salud actual y futura. La longevidad no solamente hace referencia al calendario biológico sino también a la sensación de bienestar que alcancemos en nuestro día a día. Sin duda, es más relevante qué tan felices y sanos nos sentimos a lo largo del tiempo que la cantidad de años que lleguemos a vivir.

Este es precisamente el origen del contenido de las páginas que estás a punto de leer. Y el valor inmenso que tienen no solo se le atribuye al testimonio personal sino también a las recetas tan maravillosas que incluye, en las que se extraen todos los beneficios de cada ingrediente para dar como resultado los mejores sabores y la energía vital que nuestro cuerpo necesita para vernos y sentirnos mejor.

Tengo la certeza de que el enfoque de la alimentación sana, característica de la gente “fit”, dejará de interpretarse como un concepto aburrido y desabrido porque lo que comenzó como un experimento propio de un alquimista, hoy es una realidad. Te invito a disfrutar ¡Atrévete a cocinar!, un libro lleno de buena energía, sabor y color, que reúne opciones viables para todos.

Juanita Uribe

Instagram: @JuanitaUribe1

Health y Life Coach certificada

Especialista en ejercicio, nutrición, salud y bienestar general

Capítulo 1

Sabor, movimiento y buena energía

Através de estas palabras espero poder aportarle a tu vida un testimonio muy poderoso que ha transformado la mía. ¿Y qué cosas serán esas?, te preguntarás… ¿Será tan difícil como parece? Lo único que puedo adelantarte por ahora es que si sigues paso a paso lo que te propondré a continuación, serás testigo de una transformación personal a todo nivel. No te preocupes, nada de lo que encontrarás aquí te parecerá complicado. Lo que espero, cuando termines de leerlo, es que seas consciente de que cambiar sí es posible, que encuentres maneras fáciles y adecuadas para transformar tus hábitos alimentarios ¡y le añadas una buena dosis de diversión a tu vida!

Hace cuatro años di a luz a mi segundo hijo: Salomón. En ese momento, mi cuerpo experimentó cambios a todo nivel: subí de peso muy rápido, mi energía se mantenía en niveles muy bajos, mi ánimo era más bien apagado (sí, aunque no lo creas, jajaja) y, además, tuve que quedarme en cama los primeros tres meses porque el médico no quería que mi bebé corriera ningún riesgo. Recuerdo esa época como el momento que marcó el gran cambio que llegaría a mi vida. La panza apareció a partir del segundo mes, jajaja, ahora me río porque al cuarto mes ¡ya parecía de ocho! Cuando las personas me preguntaban cuántos días faltaban para la llegada de mi hijo respondía con evasivas, incluso al saber que en realidad hasta ahora estaba empezando mi embarazo. La verdad, fueron nueve meses en los que ni mi cuerpo ni mi mente querían esforzarse demasiado.

Entonces, decidí darme la libertad de escuchar y experimentar sin ningún apuro lo que estaba sucediendo con TODO mi ser. Y es que sí, estaba en embarazo, pasando por muchísimos cambios y por eso me permití absolutamente todo: dormir más de la cuenta, comer lo que me provocara y dejarme llevar por todos mis antojos, no hacer NADA de ejercicio, socializar más bien poco y, en resumen, disfrutar de un estado meditativo durante los nueve meses porque mi cuerpo hormonalmente estaba tan alborotado que preferí tomarlo suave, jajaja. Sin duda, esta época marcó mi vida de una manera muy positiva, y a pesar de todos los cambios que experimenté físicamente y de los altibajos que atravesé con mi estado de ánimo y mi personalidad cambiante, fue un embarazo tranquilo y sin contratiempos, gracias a Dios. Sin duda es a Él a quien agradezco haber llegado a mi vida por muchas razones: especialmente por evidenciar que a través de mi conciencia puedo lograr todo lo que me proponga.

Llegué a pesar treinta kilos de más que después de dar a luz se redujeron a dieciocho. Un día, me miré al espejo y me invadió la inseguridad. Me pregunté: ¿Y ahora? ¿Quién me dará trabajo? Y es que no nos digamos mentiras: soy actriz hace dieciséis años y para nadie es un secreto que esta actividad depende en una gran proporción del estado físico. El mundo del espectáculo exige una competencia y una seguridad en ti misma que solo te brinda la experiencia. Durante todo el proceso caí en la cuenta de algo bien curioso, que tal vez te haya pasado a ti también si has sido mamá dos veces: en mi caso, el primer embarazo fue absolutamente distinto al segundo. Tal vez por la edad y seguro también por el momento de mi vida. Tuve a mi primera hija, Sofía del Mar, muy joven, a los dieciocho años, y te juro que no me dolió ni una muela. La panza me creció al terminar el séptimo mes y me subí tan solo doce kilos; lo que los médicos catalogan como «normal». No me dio ni un solo antojo y estuve más activa de lo acostumbrado. Curioso, ¡pero

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