Nadie nace sabiendo

© Farmacéutico Fernández (Álvaro Fernández)

Fragmento

1. ¿Qué tenemos, dónde y para qué?

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¿QUÉ TENEMOS, DÓNDE Y PARA QUÉ?

Cuando me entrevistan, es muy habitual que me pregunten cuál de entre todas las cuestiones que me han planteado a través de las redes sociales es la que más me ha llamado la atención. Y nunca he titubeado en mi respuesta. Tengo claro cuál me dejó realmente descolocado, no solo por la pregunta en sí, pues cualquier duda es legítima y siempre es mejor preguntar que quedarse con la incertidumbre. Pero bueno, como iba diciendo, esa pregunta la recuerdo en especial porque me la plantearon varias veces cuando mi aventura en las redes sociales era incipiente. Surgió a raíz de un vídeo en el que hablaba sobre los tampones y cómo en los casos en que a la mujer se le complicaba introducirlos, emplear algo de lubricante podía ser de mucha ayuda; un consejo simple pero muy útil, por cierto. El caso es que a raíz de aquello me empezaron a llegar mensajes directos en Instagram con diversas cuestiones sobre anatomía genital femenina y, entre ellas, esta, que nunca voy a olvidar:

¿Cómo pueden hacer pis las mujeres con un tampón puesto?

Alguno pensará que quien la hizo me estaba tomando el pelo; yo también lo pensé y la ignoré, pero me llegó otra vez al poco tiempo desde otra cuenta y, claro, aunque tampoco hice caso, me empecé a plantear que podría ser una duda real. Al llegar por tercera y cuarta vez, pensé que sería porque algunos chicos no habrían adquirido todavía los conocimientos básicos y necesarios sobre la anatomía genital del sexo opuesto, y empecé a considerar seriamente dar una respuesta global, es decir: hacer un vídeo respondiendo a la cuestión en lugar de contestarles uno a uno. Porque si ellos eran los valientes que habían preguntado…, ¿cuántos más no sabrían la respuesta? Pero aún hubo algo que me dio el empujón definitivo para grabar un vídeo-respuesta: ¡algunas chicas también me la enviaron! Y aquí sí he de decir que mi sorpresa fue mayúscula. Que los chicos no lo sepan denota una falta de conocimiento ajeno importante, pero en el caso de ellas implica una falta de conocimiento propio que, a mi juicio, es aún peor y más complicado de entender.

He recibido muchas cuestiones similares, pero la primera nunca se olvida y esta, en mi caso, fue inolvidable. Después, me he ido dando cuenta de que estas dudas son habituales entre adolescentes…, y no tan adolescentes; y no creáis que en cuestión de autoconocimiento ellos salen siempre mejor parados, porque otra pregunta que me suelen hacer los jóvenes (y además de forma mucho más recurrente que la anterior) es por qué no se les ha roto el frenillo si ya han iniciado su vida sexual y en qué momento se les debería romper. Como si fuera algo normal que pasa, al igual que con el himen femenino en las primeras relaciones con penetración.

Este tipo de interrogantes son los que van a conformar este capítulo. Hablaremos de la anatomía y la fisiología básica de los aparatos reproductores masculino y femenino para que este tipo de dudas pasen a la historia.

Por cierto, para quien no sepa la respuesta a las preguntas anteriores… Las mujeres pueden orinar con un tampón puesto porque, ¡oh, sorpresa!, se trata de dos orificios diferentes: la orina sale de uno, la uretra, y la sangre menstrual de otro, la vagina. Es más, todavía podemos profundizar un poco más en el tema, pues existe un tercer orificio, el ano, que es por donde se expulsan los excrementos. Así que, en principio, un tampón no será impedimento alguno a la hora de hacer una visita al baño. Es cierto que existe la posibilidad de que el cordoncito se moje y que a algunas mujeres les resulte muy desagradable, pero más allá de eso tampoco supone un problema para la salud.

Con respecto al frenillo, lo primero que hay que aclarar es que se trata de la capa de piel situada en la cara inferior del pene que une el glande con la superficie interior del prepucio, y que sirve para ayudar a retraer este último sobre el glande. En otras palabras, ayuda a descubrir la cabeza del pene. Pues bien, el frenillo no tiene por qué romperse nunca y, aunque ocurriese, desde luego no es para enorgullecerse porque por fin haya comenzado nuestra vida sexual. Si se rompe o simplemente duele tras mantener relaciones, es que hay algún problema. Volveremos sobre esta cuestión al final de este capítulo.

Es importante, por tanto, tener ciertas nociones sobre la anatomía genital masculina y femenina: hay que saber qué tiene cada uno, cómo y dónde está colocado.

Antes de pasar a la explicación, aclaramos que cualquier parte del cuerpo puede ser sexual. El cerebro podría considerarse el órgano más sexual de todos, pues es el responsable de cómo reaccionamos a la excitación y al sexo y, en general, cuando se habla de órganos sexuales, no se le tiene en cuenta. Y qué decir de la piel. Sin duda, con su gran número de terminaciones nerviosas, se la puede considerar un extenso órgano sexual que determina, en parte, las zonas erógenas de cada persona, aquellas que al tocarlas generan excitación en el individuo. Aunque no son las mismas para todo el mundo, sí que hay algunas más comunes, como los senos, los pezones, el ano, el cuello, los labios, la boca, la lengua, la espalda, los dedos, las manos, los pies, los lóbulos de las orejas y la parte interna de los muslos. Sin embargo, en este capítulo, nos vamos a centrar en las partes más importantes del aparato genital como tal, tanto el femenino como el masculino.

Aparato reproductor femenino

El aparato reproductor de la mujer está formado por los ovarios, las trompas de Falopio, el útero, la vagina y la vulva. ¿Dónde se encuentran y cuál es la función de cada uno de ellos?

Los ovarios (que son dos) son los responsables de la producción de óvulos, por supuesto, pero también de la secreción de hormonas sexuales. Se encuentran unidos al útero a través de las trompas de Falopio, en la parte baja del abdomen, y son del tamaño y forma de una almendra. Un dato curioso sobre ellos es que no tienen sensibilidad y, por tanto, no pueden doler. Es muy habitual escuchar referencias al dolor de ovarios, pero rigurosamente hablando en términos médicos esto es imposible, aunque lo cierto es que todo el mundo entiende a qué se refiere una mujer cuando dice que le duelen, y esto es lo que de verdad importa. El famoso dolor de ovarios no es tal, pero sí hay otras complicaciones relacionadas con el aparato reproductor que pueden provocar dolor abdominal más o menos intenso como, por ejemplo, el producido por las contracciones uterinas durante la menstruación.

Las trompas de Falopio son estructuras tubulares a través de las cuales se trasladan los óvulos desde los ovarios hasta el útero. También es por donde pasan los espermatozoides para llegar al óvulo, ya que aportan los

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