El corredor que llevamos dentro

Jason R. Karp

Fragmento

Título

PRÓLOGO


“Me demostré a mí mismo y al mundo que todo ser humano puede ir más allá de cualquier limitación cuando realmente se concentra y ama el deporte.” Esta frase la dijo Eliud Kipchoge, el mejor maratonista de nuestros días procedente de Kenia, después de intentar romper la barrera de las dos horas en la distancia de 42.195 kilómetros en mayo de 2017, en el circuito de F1 de Monza en Italia. En este intento, el medallista olímpico cruzó la línea de meta en un tiempo de 02:00:25. No logró romper la barrera de las dos horas, pero acercó a todos los corredores del mundo a sólo 25 segundos de conseguirlo, dicho en sus propias palabras.

Correr no es sólo un deporte, es una disciplina que se ha practicado desde los inicios de la existencia del hombre. El ser humano en sus orígenes corría para huir de algún peligro y, a su vez, para perseguir animales con los que pudiera alimentar a su comunidad. Ha corrido para desplazarse de un lugar a otro con la finalidad de conocer nuevos lugares, crear rutas y llevar mensajes de un lugar a otro. El mismo Filípides corrió de Maratón a Atenas para anunciar la victoria de los griegos sobre los persas; este acontecimiento fue el que dio nombre a lo que hoy conocemos como maratón.

En El corredor que llevamos dentro, Jason R. Karp nos explica por qué correr es una práctica que todos debemos de realizar. Correr nos ayuda a tener una vida más plena por todos los beneficios psicológicos, emocionales, sociales y espirituales que su práctica conlleva. Desarrolla nuestra creatividad, imaginación, confianza y salud. Correr es un deporte que, sin duda, nos hace sentir mejor. El bienestar que produce la liberación de las famosas endorfinas, aquellas hormonas conocidas también como la “droga de la felicidad” para los deportistas, se filtra en todos los ámbitos de nuestra vida diaria; con la familia, el trabajo y la sociedad en general. Correr de forma habitual te convierte en una mejor persona, te ayuda a ser más respetuoso contigo y con el entorno.

Lo sabemos, levantarse a correr puede ser difícil —y excusas siempre habrá—. Sobre todo en invierno, cuando escapar de las cobijas para adentrarse en el frío a veces nos lleva a pensar que estamos locos y que no tenemos ninguna necesidad de salir a “sufrir”. Para quienes corren por la tarde, cualquier motivo derivado de no haber terminado con las responsabilidades del día es bueno para postergar el entrenamiento, o incluso para cancelarlo. Por ello es muy importante establecer objetivos. Así es más probable que logremos la disciplina necesaria para que correr se convierta en un hábito. Puede ser que te estés preparando para una carrera en la que buscas mejorar tu tiempo o en la que simplemente quieres cruzar la meta para sentir esa satisfacción de haberlo conseguido. Puede ser que tengas un tema personal o profesional importante en el día y correr te ayude a enfrentar mejor esos momentos. Quizá sólo lo haces por el simple hecho de sentirte una persona saludable. Sea cual sea tu objetivo, es muy importante que lo tengas claro y lo utilices como un impulso para ponerte los tenis.

En lo personal, mi motor para salir a correr es pensar en la siguiente competencia. Esa motivación por ser mejor cada día y lograr superarme en cada carrera le da mucho sentido a mi vida.

Cada persona que cruza una línea de meta, sin importar la distancia de la carrera, tiene una historia detrás. Cada quien decide hacer una carrera por una razón particular, ya sea de 5 kilómetros, 10 kilómetros, medio maratón, maratón o ultra. La meta u objetivo que te propongas para el día de la carrera es donde yo encuentro la clave para lograr la disciplina. Si tu intención no es inscribirte a una carrera, debes tener muy claro qué es lo que te motiva a ponerte un par de tenis. Como Karp bien destaca en este libro: “Si tienes un objetivo real y comprendes lo que es importante para ti, pronto descubrirás que no tienes problemas para incluir todo en tu agenda”. Si algo he aprendido a través de años y años de entrenamiento es que cuando tengo claras mis metas, tomar decisiones me cuesta menos trabajo. No importa qué tan pequeña sea la disyuntiva, entrenar para lograr mi objetivo se antepone a la comida, el desvelo, el exceso de trabajo o los compromisos sociales.

Correr es una alegría y es parte de mi vida. Corro porque lo disfruto, porque corriendo entro en un “estado de meditación en movimiento” a través de la conexión de cuatro elementos clave: la concentración, la atención a mi cuerpo, la respiración y la relajación. La paz interior tras el “estado de meditación en movimiento” es el motor para mis acciones diarias. Cada día salir a correr es diferente y cada día hay una nueva experiencia donde lo único que siempre se mantiene es esa satisfacción y sentimiento de felicidad.

Llevo tantos años corriendo que ya no puedo identificar cómo me ha cambiado la vida. Lo que sí puedo decir es que correr me permite conectar conmigo y me lleva a intentar ser una mejor persona día con día: alguien respetuoso y tolerante con la sociedad, el entorno y el planeta. Corriendo puedes valorar la importancia de estar sano y sentir la libertad de moverte de un lugar a otro.

El campo, la montaña y la playa son lugares maravillosos para correr y conectar con la tierra. Correr en la ciudad te ayuda a saber en dónde estás parado. Ver el amanecer o el atardecer corriendo te hace agradecer al sol por darnos un día más de luz y felicidad.

Este libro no es sólo para quienes buscan empezar a correr o ser mejores corredores. Este libro es para quienes buscan ser mejores personas. Con una serie de ejemplos cotidianos, que involucran a conocidos y amigos de Jason R. Karp, sin dejar de lado el sustento científico, El corredor que llevamos dentro es sin duda una gran lectura para quienes buscan desarrollar la mejor versión de sí mismos.

JAVIER CARVALLO CHINCHILLA
Director del Maratón de la Ciudad de México

Título

PREFACIO


corredor
[co-rre-dor]
sustantivo

Un animal que avanza con velocidad al mover
sus patas más rápido que al caminar, de tal
manera que, a cada paso y durante un instante,
ninguna de sus patas toca el suelo.

Correr es una de las actividades físicas más antiguas. Mucho antes del inicio de la civilización moderna, nuestros ancestros corrían a través de bosques y llanos, persiguiendo animales para

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