Los silencios de El Larguero... 25 años después

José Ramón De la Morena

Fragmento

Índice

Portadilla

Índice

Dedicatoria

Prólogo

Cómo empezó todo

En el banquillo con Clemente

Jesús Gil y los entrenadores

Deterioro de relaciones con Clemente

La milla de oro

Caso «Albania»

Luis Ocaña

Mundial de Fútbol de Estados Unidos 1994

Líderes de audiencia

La historia del fichaje de Figo

El Larguero con Fernando Alonso

José Tomás. Cogida en Aguascalientes

2010: El año que fuimos Campeones del Mundo

2014: 25 años después

Epílogo

Álbum de fotos de El Larguero

Sobre el autor

Créditos

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A la memoria de Jorge Ruano y Juan Luis
de Tarifa, dos personas que han estado muy
cerca de mí en estos veinticinco años y a los
que admiré y quise tanto, y aún les sigo
queriendo tanto... y añorándolos cada día.

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Prólogo

La compañía de las noches

Veinticinco años de programa y veinte consecutivos de liderazgo absoluto de la radio deportiva española constituye un récord universal de muy difícil homologación y merece la pena que su efemérides la festejemos con la alegría y el entusiasmo que semejante hazaña merece.

Congregar más allá de las doce de la noche a más de millón y medio de ciudadanos, casi el sesenta y cinco por ciento de los oyentes que a esa hora sintonizan un transistor, solo se puede hacer desde el talento, el trabajo y la constancia de un profesional excepcional como José Ramón de la Morena, cuyos méritos están fuera de toda duda y constituyen un ejemplo de trayectoria para quienes se quieran aventurar en el futuro en este oficio.

Como se refleja en estas páginas, la andadura de El Larguero no estuvo exenta de problemas, dificultades y errores, pero siempre contó con la firmeza de su creador, su indomable defensa de los principios que sustentaban el programa y su capacidad para el diálogo y el entendimiento. El sectarismo nunca tuvo cabida en este tiempo de radio, aunque estuviera preñado de pasión y visceralidad.

Como testigo privilegiado de esta hermosa andadura profesional y este éxito radiofónico, puedo asegurar que sus sólidos cimientos están basados en la entrega, el trabajo y la permanente innovación para conseguir todos los días un programa capaz de sorprender a la audiencia, entusiasmarla y entretenerla.

Esta tarea no se hace a tiempo parcial, se construye los trescientos sesenta y cinco días del año y en atención permanente las veinticuatro horas del día. Probablemente esta afirmación pueda parecerles a algunos exagerada por el cariño y la amistad. Sin embargo, entraña una descripción fría y fiel del comportamiento de José Ramón. Podías recibir una llamada a las tres de la tarde de un domingo del mes de agosto para que le ayudaras a contrastar una información, comentar a horas bien entradas de la noche la percepción de una entrevista que acababa de realizar o ponerte en alerta de alguna de las muchas operaciones que se estaban fraguando en el mundo del deporte.

Sobre eso se superpone una intuición que le permitía tener las luces largas y estar de vuelta cuando algunos comenzábamos el camino. De la Morena estableció complicidades tempranas con grandes ases del deporte, como Fernando Alonso, Iniesta, Nadal, Casillas, etcétera, y apostó por ellos, creyó en su trayectoria y siempre fue un periodista exigente y riguroso, pero respetuoso de sus intimidades.

En esa capacidad de otear el horizonte, detectar el talento y las trayectorias que llevarían al estrellato a muchas personas destaca por su singularidad el nombre de José Tomás, una figura pública que trasciende el ámbito del toreo.

En este mundo de convulsiones, de deslumbramientos por los dineros, la pompa y las vanidades de una industria global como el deporte —el fútbol en particular—, todas las noches, en el cambio del día, surge una voz cálida en la antena de la SER que anuncia compañía, emoción e información.

Y esa voz timbrada en la sencillez, un poco de pueblo, que trata de seducir al oyente como si la emisión se realizara desde el bar de Brunete, consigue transmitir la confianza de alguien que solo entra en tu intimidad para acompañarte y amortiguar esa soledad que te cuesta trabajo reconocer.

Ese ritmo que se imprime al programa constituye una melodía armoniosa, que conjuga la trepidante información de la radio, la profundidad de los testimonios de las entrevistas —en las que las gentes desvelan sus confidencias con una espontaneidad sobrevenida y cargada de naturalidad— y la transmisión generosa del clima que envuelve la euforia del triunfo y la tristeza de la derrota.

Así, día tras día se hace El Larguero. Ahora, para conmemorar estos veinticinco años se publica este libro como un homenaje a sus protagonistas y a sus oyentes. Su lectura refresca nuestra memoria colectiva y está preñada de recuerdos imborrables, que jalonan nuestras vidas.

A José Ramón le adornan muchas virtudes como periodista y hombre de éxito en la radio. Probablemente su más rica personalidad

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