El cerebro bilingüe

Albert Costa

Fragmento

cap-1

Prólogo

«¡Talking Heads, Talking Heads, Talking Heads!», exclama el público justo antes de que la banda haga su aparición en el Central Park de Nueva York en 1980. Como probablemente recuerde el lector, Talking Heads («Cabezas parlantes») es un grupo musical neoyorquino pospunk (según los expertos) surgido a mediados de los setenta del siglo pasado. Con independencia de que sea o no uno de sus favoritos (no figura entre los míos), créame, a usted se le podría considerar una talking head. De hecho, podríamos definir a los humanos como aquellos animales con talking head o cabeza parlante. Tal vez por ello, y aunque no se lo parezca, todo el mundo está, consciente o inconscientemente, interesado en el lenguaje. Desde los padres que ven con asombro cómo sus hijos pronuncian las primeras palabras, hasta las personas que sufren problemas de comunicación como consecuencia de un daño cerebral, todos nos hemos preguntado alguna vez cómo el cerebro humano adquiere y procesa las lenguas. Este libro está dedicado a una de esas preguntas recurrentes: ¿cómo conviven dos lenguas en un mismo cerebro y qué implicaciones tiene esa convivencia? O si se quiere, ¿qué hay de especial en las bi-talking heads?

¿Por qué dedicar la escritura (y sobre todo la lectura) de todo un libro al fenómeno del bilingüismo? Pues bien, porque en gran medida el bilingüismo es la regla más que la excepción, en el sentido de que una gran parte de la población mundial es capaz de comunicarse en más de una lengua. Así, si queremos entender el funcionamiento del lenguaje en el cerebro humano, dejar de lado este fenómeno sería un error. Además, su estudio permite explorar otras cuestiones acerca de cómo el lenguaje interactúa con otros dominios cognitivos, como la atención, el aprendizaje, la emoción, la toma de decisiones, etcétera. En esta dirección, el bilingüismo es una ventana para el estudio de la cognición humana.

A medida que el lector vaya pasando páginas, encontrará más preguntas que respuestas sobre algunos de los temas planteados. Eso es, en parte, el objetivo del libro: despertar su curiosidad sobre cómo conviven dos lenguas en un mismo cerebro y sobre cómo se estudian estas cuestiones. A veces podré dar algunas soluciones y otras apelaré a su paciencia, ya que algunas respuestas aún no parecen ser definitivas. En este viaje se expondrán resultados de investigaciones científicas que arrojan luz sobre temas muy diversos: ¿cómo consiguen los bebés expuestos a dos lenguas diferenciarlas?, ¿son distintas las trayectorias de aprendizaje de lenguas para bebés bilingües y monolingües?, ¿cuáles son las bases cerebrales que sustentan las dos lenguas de un hablante bilingüe?, ¿cómo afecta el bilingüismo al desarrollo de otras capacidades cognitivas?, ¿cómo se deterioran las dos lenguas debido al daño cerebral?, ¿cómo afecta el uso de una segunda lengua a la toma de decisiones? Aunque estas cuestiones parezcan un poco abstractas, permítame que le demuestre lo contrario con un par de ejemplos que tal vez le resulten familiares.

Alex es un niño nacido en una familia bilingüe de Boston (Nueva Inglaterra), en la que la madre habla inglés y el padre, castellano. Los padres deciden hablar al niño cada uno en su lengua, a la vez que se preguntan si ello tendrá un efecto negativo en el desarrollo del lenguaje del bebé. Intuyen que los procesos cognitivos que llevará a cabo Alex para el desarrollo correcto de los dos sistemas lingüísticos son diferentes de los que haría si solo le hablaran en una lengua, esto es, si el niño se criara en un ambiente monolingüe. Los padres saben que su situación no es excepcional, dado que muchos bebés son expuestos a dos lenguas ya sea por motivos familiares o de emigración. Alex tendrá que aprender a distinguir las lenguas para poder identificar los sonidos y palabras que corresponden a cada una de ellas, es decir, para desarrollar dos sistemas fonológicos y léxicos diferenciados. ¿Cómo se consigue esa diferenciación? ¿Esa exposición dará como resultado un sistema lingüístico confuso y deficiente? Pues bien, resulta que, más allá de lo que el sentido común o la sabiduría popular afirman, ahora empezamos a contar con información científica rigurosa de los procesos de aprendizaje por los que Alex pasará para adquirir las dos lenguas simultáneamente y, por lo que sabemos, sin aparentes dificultades. En este libro repasaremos algunos estudios que exploran estas cuestiones en edades tan tempranas como el primer mes de vida. Sí, ha leído bien, bebés que no tienen ni un mes de vida. El ingenio de los investigadores dedicados al estudio del desarrollo es fenomenal. Por cierto, Alex ahora tiene catorce años y se defiende a la perfección en tres lenguas, inglés, catalán y castellano, y lo sé porque no para de hablar ni un momento: Alex es mi hijo.

Consideremos ahora el caso de Laura. Le diagnosticaron alzhéimer hace tres años y todavía se encuentra en un estadio inicial de la enfermedad. Vive sola en Barcelona y se las apaña de maravilla. Laura siempre le ha hablado a su hija, María, en castellano, pues es su lengua materna, a pesar de que conoce y ha usado el catalán habitualmente durante los últimos ochenta años. María empieza a notar que su madre tiene ciertas dificultades al comunicarse y, aunque de momento no les da mayor importancia, le asaltan las siguientes preguntas: cuando la enfermedad avance y afecte de manera más severa las capacidades cognitivas de su madre, ¿cuál será la lengua en la que acabará hablando?, ¿afectará la enfermedad por igual a las dos lenguas?, ¿mantendrá su madre la capacidad para diferenciarlas y poder comunicarse en la que desee sin sufrir interferencias? Investigar sobre estas cuestiones no solo nos permite, o mejor dicho permitirá, dar respuestas a María, sino que además nos informará sobre cómo están representadas las dos lenguas en el cerebro, y nos ayudará a tomar decisiones acerca de cuál utilizar en terapias de rehabilitación.

Estas descripciones son solo dos ejemplos de los muchos que el lector se va a encontrar en este libro. Aunque es posible que me tome alguna licencia en el momento de exponerlos, todos son casos reales que nos ayudarán a entender las cuestiones que surgen cuando nos enfrentamos al aprendizaje y uso de dos lenguas.

Es probable que llegados a este punto el lector se esté preguntando a qué me refiero con el término «bilingüismo». A pesar de que detesto las definiciones en libros de este tipo, creo que es justo atender esta cuestión. Prometo que lo haré aquí y no la retomaré en lo que queda de lectura.

Definir el bilingüismo es como intentar disparar a un objetivo en movimiento. Con esto quiero decir que cualquier definición o bien es tan laxa que no es útil, o bien es tan estricta que deja fuera multitud de casos de personas que utilizan dos lenguas. Y esto es así debido a que la experiencia de estar en contacto con una segunda lengua es muy variada. Por ejemplo, si consideramos bilingües solo a aquellas personas que tienen un dominio muy parecido de las dos lenguas, ignoramos a una gran cantidad de gente que, a pesar de que se desenvuelve mucho mejor en una de ellas, utiliza ambas con frecuencia y sin demasiada dificultad. Por otro lado, si tomamos la edad de aprendizaje de las dos lenguas como factor determinante para hablar de bilingüismo, y consideramos bilingües solo a aquellas personas que han estado expuestas a dos lenguas desde la cuna, dej

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