«Entre Este y Oeste» se publicó por primera vez en 1994. El libro describe un viaje que Anne Applebaum hizo desde Kaliningrado hasta Odesa —del Báltico al mar Negro a través de las tierras fronterizas de Europa— en el otoño de 1991, con algunas escenas añadidas de otros viajes realizados en 1992. Muy poco tiempo después, los lugares que la periodista e historiadora había visitado se sumieron en una época de cambios convulsos que afectarían profundamente a todas las personas que había conocido. Hoy, cuando la guerra en Ucrania entra en un delicadísimo tramo, un sendero lleno de fango del cual podría no haber retorno (Alemania acaba de autorizar el envío de sus propios carros de combate a Kiev, una decisión que puede empujar a otros países de la UE a hacer lo mismo), echamos la vista atrás para entender cómo eran, pensaban y vivían algunos de esos testigos del momento bisagra que fue el colapso de la Unión Soviética. Ciudadanos anónimos que, quizá, aún hoy se enfrentan a viejos fantasmas que querrían tener olvidados. En las líneas que siguen, extraídas de la nueva reedición de la obra a cargo de Debate (un texto que no ha sido alterado, ya que ha de verse «como registro documental de una experiencia que no puede repetirse»), la propia Applebaum, ganadora del Premio Pulitzer, narra un encuentro con un lingüista ucraniano, un tipo que -entre coñac y coñac- reconoció ver su propio país (y sus interminables aristas) con los ojos de un extraño.