Capítulo 1
¿Por qué es tan importante la motivación?
DAN
El famosísimo analista y entrenador de futbol americano universitario Lou Holtz dijo una vez: “Cuando todo está dicho y hecho, hay más dicho que hecho”. Estas sencillas, pero extremadamente profundas palabras, explican uno de los mayores dilemas a los que se enfrenta hoy en día el ser humano. Muchos de nosotros decimos que queremos tener éxito, ser felices e influyentes. Aun así, muy pocos acompañamos lo que decimos con acciones específicas que nos lleven directamente hacia esos objetivos.
La idea de tener éxito es un sueño atractivo que nos llena de emociones positivas, mientras que las acciones necesarias para tener éxito en el trabajo, en nuestras relaciones o en los deportes a menudo son difíciles y prolongadas. El deseo de ser verdaderamente feliz es una meta universal a la que aspira casi cualquier ser humano, pero las acciones necesarias para lograr la alegría profunda y prolongada —algunos la llaman simplemente felicidad— suelen exigirnos retrasar la gratificación temporal y evitar las soluciones pasajeras a los problemas.
Decir que queremos lograr un nivel de influencia, bien como líder de los demás en el lugar de trabajo, como un miembro influyente de la comunidad o como un padre o cónyuge admirado, es mucho más fácil que las devastadoras decisiones, la gran cantidad de tiempo personal y honestidad brutal que se necesitan para lograrlo. Esa brecha que existe entre lo que decimos que queremos y lo que debemos hacer para lograrlo puede parecer a menudo tan grande, lejana y misteriosa como un agujero negro. Es la diferencia entre aquellos que pueden convertir sus sueños en su destino y los que no.
¿Qué tenemos que hacer para cerrar esta brecha entre lo que decimos que queremos y lo que debemos hacer para lograrlo? Necesitamos motivación orientada hacia los objetivos. Este tipo específico de motivación es el combustible que nos lleva por el largo y muchas veces incierto puente hacia nuestro destino deseado en la vida. ¿Qué significaría para ti aprender a desarrollar este tipo de motivación a tu voluntad, mantenerla durante los periodos difíciles de la vida e infiltrarla tan profundamente en tu vida diaria de forma que la misma idea de motivación se vuelva innecesaria?
Todo eso y mucho más está disponible en este libro, vanguardista y lleno de novedades, Conecta con la motivación. Estrategias y técnicas para que tus sueños se conviertan en tu destino, del experto en desarrollo personal y maestro de la motivación Brian Tracy.
Aquí descubrirás que la típica idea de la motivación como algo que va y viene, a menudo fuera de tu control, como un globo que se está llenando de aire del exterior, está totalmente equivocada. La motivación se ha estudiado, al igual que los métodos y estrategias necesarios para replicarla. En verdad existe una ciencia de la motivación y, del mismo modo que ocurre con cualquier otro tema que se haya estudiado y probado científicamente, si pones en práctica sus causas en tu vida, acabarás produciendo los efectos y avanzarás hacia los resultados que deseas.
Una vez aclarados los numerosos mitos que existen sobre la motivación, Brian te presentará esta novedosa ciencia y hablará de ella. Si la aplicas de forma sistemática a tu vida, tus sueños se convertirán en tu destino.
En esta primera parte hablaremos de las razones por las que la motivación es tan importante. Existe la idea de que lo que se necesita para tener éxito en este mundo es talento, cerebro y educación. Se habla mucho sobre tener el tipo adecuado de educación (por ejemplo, la basada en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas). Si es así, tendrás mucho éxito subiendo escalones en tu carrera. O si alguien consigue la puntuación adecuada en las pruebas de admisión a la universidad y tiene cerebro. O simplemente posee un gran talento, bien porque lo haya desarrollado como un prodigio o porque haya trabajado en él. Existe la idea de que todas estas cosas son suficientes para el éxito.
¿Qué piensas de eso y dónde entra la motivación?
BRIAN
Mis comienzos fueron bastante humildes. No me gradué de la preparatoria y trabajaba de obrero. Mi primer trabajo fue de lavalozas en un hotelito. Durante mi crecimiento, desafortunadamente, no recibí ningún tipo de motivación, aparte de las amenazas y los castigos de mis padres y mi familia. Me decían que si no se consigue una buena educación, no se tiene éxito. Si no se obtiene una buena educación, no se llega a la universidad. No se consigue un buen trabajo, ni un buen matrimonio, y te la pasas mal. Esto se usa como amenaza para animar a las personas a ser mejores estudiantes.
Sin embargo, lo que a mí se me quedó es que si no lograba obtener una buena educación, entonces habría perdido el barco y lo único que podría hacer eran trabajos manuales. Y eso fue lo que hice; me ocupé como obrero, y mi único pensamiento era: “No me gradué de la preparatoria, así que sólo puedo buscar más trabajos manuales”. Trabajé en aserraderos. Podaba la maleza con una motosierra. Trabajé en granjas, en ranchos. Me ocupé en fábricas. Trabajé en aserraderos apilando madera. Cavé zanjas. Todos éstos eran trabajos monótonos, con el salario mínimo, sueldo que era mucho menor que el actual.
Y seguía creyendo lo mismo. Cuando ya no pude encontrar más trabajos manuales debido a la economía, conseguí uno en ventas, donde mi salario provenía cien por ciento de las comisiones, trabajando de puerta en puerta. Trabajé en eso durante muchos meses. Después, hubo un punto de inflexión en mi vida. Nunca lo olvidaré.
Me di cuenta de que uno de los tipos de nuestra oficina que vendía el mismo producto que todos los demás ganaba 10 veces más que cualquiera de nosotros, y ni siquiera estaba desgastándose mucho. Yo me levantaba a las 6:00 de la mañana y empezaba a prepararme. Ya estaba en la calle tocando las puertas cuando los demás entraban a trabajar a las 8:00 o a las 8:30. Me pasaba todo el día tocando puertas de oficinas e industrias. Por las noches salía y tocaba en las puertas de departamentos y barrios residenciales. Puede que lograra una venta en todo el día.
Este tipo lograba cuatro o cinco ventas al día, y comenzaba a las 9:30 de la mañana. Dejaba de trabajar a las cuatro y media de la tarde, salía a comer e iba a clubes nocturnos. Siempre tenía mucho dinero, y sólo era tres o cuatro años mayor que yo. Era bastante normal. No parecía ningún genio. Sólo era un tipo agradable.
Un día le pregunté: “¿Por qué tienes mucho más éxito que yo?” Él me respondió: “Enséñame tu proceso de ventas y te haré algunos comentarios”. Yo le dije: “No tengo ningún proceso de ventas”. Y él me dijo: “Un proceso de ventas es como una receta o una fórmula para el éxito. Si no tienes, no vas a lograr preparar ningún plato ni obtener resultados”. Me mostró su proceso de ventas