Índice
Agradecimientos
Prólogo
Capítulo uno. Yo decido mi vida
Aquello que piensas, experimentas
Un vendedor de línea blanca
En perspectiva
¿Su secreto? La ranita
¿Qué es en realidad la ranita?
Los tres centros de inteligencia
¿Cómo reconocerlos?
Los tres semáforos
¿Cuál es el tuyo?
¿Qué tienen de especial?
El secreto de la vida
El pensamiento siempre es causa
Puntos a recordar
Capítulo dos. Yo decido decidir
¿Quién decide, tú o las circunstancias?
Vivir es elegir
Elegir es renunciar
Esto y lo otro
¿Y tú, qué esperas?
El síndrome de la sala de espera
¿A partir de qué momento decido yo?
Tus decisiones de ayer = lo que eres hoy
¿Responsable yo?
A mayor conciencia, mayor bienestar
No esperes a que la crisis llegue
¿Cuánto me va a costar esta decisión?
La bondad crea generosidad
¿Qué puedes donar?
Una mala decisión
La oportunidad se va…
Los tres instintos
¿Qué son los instintos?
Las siete decisiones básicas
Es cierto, no todo lo decidimos nosotros…
Puntos a recordar
Capítulo tres. Yo decido mi actitud
Todo es cuestión de perspectiva
No hay acontecimientos, sólo percepciones…
Si tengo todo, ¿por qué me siento así?
No creas todo lo que piensas
Ojo: las experiencias negativas son pegajosas
¿Por qué sucede?
Los tres valores: amor, trabajo y dolor
Cada vez que dices “no” a la vida, envejeces
¿Naces o te haces?
A lo único que hay que tenerle miedo es al miedo mismo
Sólo experimentas aquello que crees
Amor vs. miedo
Puntos a recordar
Capítulo cuatro. Yo decido cuidarme
¿Cuánto tiempo te dedicas a ti?
La vida, entre el caos y el equilibrio
El deterioro: ¿qué tanto lo puedes controlar?
Entropía
¿Envejecer, yo?
Pero, ¿por qué envejecemos?
El estrés oxidativo
Sintropía
Relación cuerpo-mente
Todo comienza a las 6: a.m.
La palabra de moda
¿Epige… qué?
¿Qué modifica nuestros genes?
¿Qué son los telómeros?
25/75
¿Qué ayuda?
El valor de lo deseado
El ejercicio: no negociable
Las citoquinas maravillosas
Hablemos de la inflamación
¿Qué la causa?
Mide tu nivel de inflamación
Conoce la pirámide antiinflamatoria
Los alimentos que aceleran el envejecimiento
Glicación avanzada
A mayor nivel de azúcar, más rápido envejeces
Los grandes enemigos
¿Cómo, el trigo no es bueno?
Esa nueva palabrita…
¿Qué es el gluten?
Los beneficios de eliminar el gluten
Simplemente crudo
¿Y la proteína?
El resveratrol
No tengo ganas de levantarme
Cultiva tu chi
¿Cómo desarrollar el chi?
Puntos a recordar
Capítulo cinco. Yo decido amarme
¡Quién tuviera su autoestima!
¿Qué significa amarme a mí mismo?
El ser incondicional
El ego aparece
¿Qué es la personalidad?
Nueve diferentes personalidades
¿Quién decide tú o el ego?
¿Qué nutre y fortalece al ego?
¿Cuál es tu tipo de personalidad?
Portarse mal con uno mismo
¿Qué aniquila al ego?
“No es cómo juzgues que…”
El paquete completo
¿Qué es el cielo?
“Las seis cuerdas afinadas: de mí a mí”
¿Qué tan feliz eres?
Puntos a recordar
Capítulo seis. Yo decido enfrentar a mis enemigos
Estudia a tu enemigo a fondo
¿Qué son los mecanismos de defensa?
¿Cuáles son?
¿Cuándo los utilizamos?
Tres formas de expresarse
Los mentales
Los emocionales
Los corporales
Los saboteadores
La víctima
La prostituta
El conformista
Puntos a recordar
Capítulo siete. Yo decido mi armonía
El regalo de estar presente
Lo que tu mente cree, el cuerpo lo manifiesta
El efecto placebo
El efecto nocebo
Un acto de malabarismo
A veces el estrés es opcional
¿A quién o a qué le cedo mi poder?
¿Vale la pena ceder mi poder?
Salirse de control, cualquiera lo hace
¡A la basura!
Date un cuarto de segundo es todo
¿Por qué sucede esto?
Procura vivir en el “no tiempo”
¿Entonces cómo resuelvo los problemas?
El ingrediente básico: tiempo
Tu energía… un acordeón
Haz la prueba
Esas visitas incómodas
Ojo con los distractores
Cuando no está en tus manos
Puntos a recordar
Capítulo ocho. Yo decido con quién y cómo me relaciono
¿Hablar? ¿Callar? ¿Mentir?
Dos visiones diferentes, ¿tú qué harías?
El amor también es una decisión
La gran decisión
El amor platónico ¿existe?
Cuando el problema soy yo
El asunto no está en el otro, está en mí
¿Controladora yo? ¡Para nada!
El control es miedo
Percepción es realidad y ahora, fuente de conflicto
Pitágoras tiene la respuesta
“Ya no la aguantaba…”
El abrazo que asfixia
“Ya no te quiero, esto se acabó”
El rencor enferma
Puntos a recordar
Capítulo nueve. Yo decido perdonar
Perdonar te libera
Yo decido perdonar-me
Perdonar… al otro
Perdonar libera
La confianza transforma todo
Con la confianza todo es posible
El poder inverso del elogio
La prueba
Puntos a recordar
Capítulo diez. Yo decido agradecer
Y… ¿las gracias?
¿Olvido? ¿Omisión intencional?
Hazte un favor… agradece
La energía del corazón
Agradecer beneficia tu salud
Asegura la salud de tu corazón
Un ejercicio que cambiará tu vida: Cien cosas que agradecer
Los cinco arrepentimientos
Puntos a recordar
Yo decido gozar
Bibliografía
Dedicatoria
A Joaquín, mi padre:
porque en tus decisiones
siempre hubo visión,
fortaleza y valentía;
así trascendieron y
permanecen en mi vida.
————
A Pablo, mi compañero:
la decisión de pasar mi
existencia junto a ti, ha
sido la mejor de mi vida.
El amor y la determinación
con que vives me inspiran
y motivan.
————
“Nuestra filosofía
no se expresa en
palabras; se expresa
en las decisiones
que tomamos…
y las decisiones que
tomamos, en última
instancia, son nuestra
responsabilidad.”
Eleanor Roosevelt
————
Agradecimientos
Jorge Luis Borges decía: “Soy la suma de lo que he leído”, y me atrevo a agregarle, “y de lo que mis maestros me han enseñado”. Es por esto que agradezco de todo corazón a los grandes maestros que he tenido en mi vida y cuyas enseñanzas se reflejan en este libro: Joaquín Vargas, Gabriela Guajardo de Vargas, Pablo González Carbonell, mis hijos: Paola, Carla y Pablo; Diego y Toño, mis yernos, y mis ocho nietos de los cuales aprendo siempre.
Gracias a Miss Alice Riveroll, Ana Mary Saldívar, Germán Dehesa, Robert Holden, Hellen Palmer, David Daniels, Louise Hay, Richard Rizzo, Don Hudson, Andrea Vargas, Marcela Hernández, Ivette Soyoa, Marianne Williamson, Caroline Myss, Alicia Ramos y Cristina Quezada: de todos llevo en mí un pedacito.
Gracias a ti y a todos los lectores que me han apoyado desde que inicié mi carrera: por ustedes y para ustedes es este libro.
Gracias al Grupo Editorial Santillana, mi casa editorial, por su gran esfuerzo para concretar este libro. En especial a Carlos Ramírez por su confianza, a Paty Mazón por sembrar la semilla que originó este trabajo, a César Ramos y Sara Schulz, por su paciente y atinado trabajo editorial. A Claudia López y David García Escamilla, por el entusiasmo en la promoción del libro, a Paola González Vargas, por las fotografías para portada y promoción, y a Enrique Hernández y Ramón Navarro por la creación y diseño de sus interiores.
Gracias a José Luis Caballero, por proteger y asesorar mi autoría.
Gracias a Benicia Anaya, mi asistente, por su gran disposición y efectividad.
Gracias a las personas que generosamente compartieron momentos trascendentes en su vida, como mis queridas amigas: Consuelo Duval, Martha Sofía Elizondo y Luz María Rodríguez; a Emma Vianey, Elvira Nuñez, Gil, Martha Monzalvo, Beatriz López, María Luisa Flores, Karen Castañeda de la comunidad twittera…
A todos, de corazón, gracias.
Prólogo
Era época de sequía. Aquella mañana salí muy temprano a caminar en el campo. Los tonos paja, castaño y café predominaban en el panorama que mi vista podía alcanzar. Sin ser el paisaje ideal, tenía su propia belleza.
Mientras avanzaba, vi de pronto una flor silvestre, morada, que crecía en medio de la hierba seca. “¿Qué haces aquí? ¿Cómo pudiste crecer?” No me lo explicaba. Verla me llenó el espíritu. Seguí mi camino al tiempo que reflexionaba sobre esa flor como un ejemplo de fortaleza y una metáfora que podía aplicarse a muchas áreas de la vida.
¿Cuánta gente con la que nos encontramos es como la hierba seca? Su energía es negativa, está muerta en vida, sin luz en la mirada; no le gusta su trabajo, no le gusta su vida, no le gusta su pareja. Pareciera que vive en una constante lucha de antemano perdida. Ignora que con esa actitud está destinada a la frustración.
¿Será difícil ser como esa flor? ¿Ser una persona que honra la vida sin importar en qué circunstancias se encuentre, que florea independientemente de lo que le rodea, como si estuviera consciente de que la responsabilidad de ser feliz es de ella y de nadie más? Ésa es la pregunta que me motivó a escribir este libro.
Hoy estoy convencida de que la posibilidad de afirmar “yo decido” surge de una visión de la vida, de la confianza, de una actitud: mi actitud y de nadie más. Mas debo reconocer que no siempre seguí este precepto, en muchas ocasiones me equivoqué, tom&