Nicolás tiene el alma grande. Por ello decide cambiar su nombre a Nikolái Nikoláievich Pseldónimov y comenzar a vivir con todo el fervor de un personaje de Gogol, Dostoyevski, Tolstói, Chéjov o Bábel, replicando sus proezas y sus infamias.
En esa literatura rusa en la que cada gran escritor fue censurado, perseguido, apresado, desterrado, exco...
Leer más
Nicolás tiene el alma grande. Por ello decide cambiar su nombre a Nikolái Nikoláievich Pseldónimov y comenzar a vivir con todo el fervor de un personaje de Gogol, Dostoyevski, Tolstói, Chéjov o Bábel, replicando sus proezas y sus infamias.
En esa literatura rusa en la que cada gran escritor fue censurado, perseguido, apresado, desterrado, excomulgado, gulagueado o ejecutado, Nikolái y sus aliados descubren la libertad esencial del ser humano: la de imaginar. Tal como don Quijote, ellos habrán de crear su propio mundo y buscarán que sus vidas se vuelvan arte al emular las novelas que emulan la vida.
Corre el año de 1971 y el mundo está atento a la carrera espacial. Los soviéticos han puesto a tres cosmonautas en la estación Sályut al tiempo que impiden a Solzhenitsyn viajar a Estocolmo para recibir su Premio Nobel. Nikolái le propone a su mujer y al borracho Guerásim viajar al espacio, aventura que habrán de consumar tras degustar lo sublime y podrido de la condición humana.
En El peso de vivir en la tierra, David Toscana hace un espléndido recorrido por la literatura rusa y celebra a esos valientes escritores que fueron libres en un mundo que no lo era. También nos propone que, a falta de libreto, la vida se deje poseer por el espíritu del arte.
En palabras de la crítica…
≪Estamos ante una de las obras narrativas más cautivantes, divertidas e imaginativas de la historia reciente de nuestras letras.≫ -Luis Jorge Boone, El Universal
≪Tocado por la mano de los dioses.≫ -Ricardo Baixeras, El Periódico
≪La lectura prontamente te sume en algo parecido a la ensonacion, algo dificil de experimentar, al alcance de muy pocos orfebres de la palabra, maestros como Toscana.≫- Francisco H. Gonzalez, Devaneos
Leer menos