PRÓLOGO
El río está dentro de nosotros…
T.S. ELIOT
Viscosidad es una propiedad de los fluidos en movimiento. Si el fluido está quieto, no tiene sentido hablar de viscosidad, pero cuando el fluido se mueve, sus moléculas no se desplazan uniformemente, sino en bloques, o placas, y, al fluir, unas placas chocan con otras y, para avanzar, el fluido tiene que cortarlas con esfuerzo. Newton estableció una medida de la viscosidad. Esto me expuso mi padre, sabía también de esto, había sido profesor de hidráulica en la universidad.
En esta anotación manuscrita en una libreta está, de algún modo, toda El agua grande.
No recuerdo desde cuándo me había dado por cavilar en el transcurrir fluyendo. El río, claro, fácil de visualizar, de hecho es una de las imágenes básicas de nuestro repertorio de representaciones obligadas. La vida misma avanza fluyendo de la infancia hacia adelante, y sin embargo, es difícil de visualizar: ¿puede hallarse una imagen visual de este fluir de la existencia? Prueba. Hay algo ahí que se resiste. Más sencillo, suponía, sería examinar cómo fluye una narración, qué grado de viscosidad tiene, por ejemplo, dado que, después de todo, la narración es espejo que habitualmente trata de reflejar el correr de la existencia. Éste es grosso modo el tema de El agua grande, el transcurrir. En estas indagaciones me identifico a veces con el anónimo discípulo del sabio y tenaz Magistrodontos.
El agua grande fue escrita en el año 2000, cuando trabajaba en Nueva York. La fui redactando a partir de notas manuscritas que llevaba de México. Por diferentes razones, al principio de mi estancia e