La imaginación (de Jorge Volpi) mueve el mundo
En «La invención de todas las cosas. Una historia de la ficción» (Alfaguara, 2024), el escritor mexicano Jorge Volpi -Premio Alfaguara de Novela 2018- propone un viaje a la imaginación como origen y motor del mundo. Con un relato de más de 700 páginas, Volpi reflexiona sobre cómo las ficciones -la ciencia, la filosofía, el arte, la literatura, la música, el teatro, la televisión...- nos permiten construir y reconstruir la realidad por medio del ingenio. Porque nos pasamos la vida entre ficciones, según explica Volpi, sin apenas darnos cuenta de que nosotros también lo somos. El periodista y también escritor Juan Cruz Ruiz conversa con él para LENGUA sobre primeras (y últimas) lecturas, sobre Jorge Luis Borges, Carl Sagan, Irene Vallejo o Gabriel García Márquez -entre muchos otros, sobre el oficio de darle forma a las palabras y sobre cómo la ficción nos hace ser quienes somos.
Por Juan Cruz Ruiz

Jorge Volpi. Crédito: Daniel Mordzinski. Imagen de apertura: El lector, de Federico Faruffini. Colección de la Galería de arte moderno de Milán. Crédito: Getty Images.
Quien toca este libro toca una inteligencia, una manera extraordinaria de vivir en todos los libros importantes que han hecho que la humanidad tenga, en todos los recovecos de la historia, su explicación, su medida. El autor, Jorge Volpi, mexicano que ahora es de todas partes, y también de España, donde reside, ha hecho una lectura excepcional de la vida de los libros, de la ficción, de los sueños que, en cada época, han ido explicando las aventuras de quienes han hecho de la búsqueda de la palabra un homenaje a la vida. Aquí, bajo estas líneas, él explica cómo lo ha ido haciendo en una entrevista que a este periodista que la hizo le llenó de asombro y de curiosidad. Todas las preguntas residen en ese estado de ánimo, y todas las respuestas se corresponden con el inmenso hallazgo que es la última obra de este escritor excepcional que las responde.
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Juan Cruz Ruiz: En este libro hay una enorme pasión por contar. Como si fueras un montón de gente que te precede en la historia literaria y en la personal, te imagino rebuscando en los libros y en aquellos a los que has conocido. Tus padres, tus amigos, los escritores, de hecho, todos aparecen mezclados con la historia: Juan Rulfo, Carlos Fuentes, James Joyce. ¿Cómo ese enorme bagaje pudo haberse reescrito con tanta alegría? ¿De dónde sacaste la energía para escribirlo?
Jorge Volpi: Tienes razón, ha sido un libro muy gozoso de escribir, tal vez porque de los últimos que había escrito eran todos libros sobre México y su la violencia y ahora quería hacer algo completamente distinto. No porque no haya algo de violencia en el libro, pero no lo hay de esa manera. Es como si fuera un instrumento para contar historias, para tratar de contar cómo se cuentan las historias y por qué las historias a las que llamo ficciones nos forman y nos modelan. Y me voy lo más atrás posible. Eso tiene que ver con mi padre porque, a la hora de la comida, siempre a las dos, nos contaba historias a mi hermano y a mí, o fragmentos de la historia del mundo, del imperio romano, de la traducción francesa, que le fascinaba, o de las grandes novelas que había, francesas e italianas… Nos resumía óperas y nos hablaba de música. Era un gran contador de historias. Siempre empezaba de la misma manera. Decía: «Hagamos un girón en el telón que cubre la noche de la historia para contarles lo siguiente, hijos míos». Creo que de ahí viene en buena medida mi pasión por las historias. Por supuesto, también nos leían cuentos en las noches, veíamos muchísima televisión, los dibujos animados, las series de Estados Unidos, sobre todo. Historias y más historias. A partir de los 16 años es cuando quiero dedicarme a contar historias y a contar sobre todo como ficción todo este cúmulo de voces que se van juntando. Si sumamos la parte que tiene que ver con mi pasión desde pequeño por la ciencia, y que deriva de haber visto con 12 años Cosmos, de Carl Sagan, se entiende esa fascinación por el universo y por los grandes relatos. Lo que he querido contar en este libro es como la continuación de un libro muy pequeñito que había publicado en el 2009, Leer la mente, mi primera aproximación a cómo funciona la ficción en nuestro cerebro. Ya en este quise contar todo, cómo la ficción nos modela y cómo la historia de la humanidad está trenzada siempre por ficciones.
Juan Cruz Ruiz: Estás rodeado de libros desde niño, pero también están tus propias lecturas de contemporáneos.
Jorge Volpi: Sí, también están esos libros. Lo empecé a escribir en Ciudad de México, pero sobre todo en Madrid. Hacía mucho que no tenía tanto tiempo para escribir, fueron unas seis horas diarias en estos tres años. En alguna medida me vine a Madrid por eso. Mi trabajo en México y la propia ciudad lo hacían imposible. Fue muy gozoso en ese sentido, porque no solamente fue un programa de escritura sino un programa de lectura y de relectura, de memoria. Lo escribí en tres años, pero en realidad lo escribí a lo largo de treinta porque ahí está también toda mi historia como lector, mi historia intelectual… Había libros que recordaba, libros que releí y muchos libros importantes que no había leído y que descubrí en este proceso. Sí, son libros hechos de libros para hablar sobre libros, no necesariamente de literatura sino de todas las posibilidades del libro...
Juan Cruz Ruiz: De todos los libros que leíste para este libro, ¿cuál fue el que de algún modo te convirtió este proyecto en un éxito?
Jorge Volpi: El libro que tenía en mente no es exactamente de literatura. Es realmente un libro de ciencia, Gödel, Escher, Bach, de Douglas Hofstadter, una revolución sobre cómo se puede contar la ciencia y cómo hacer una historia lo más ligera y amena posible sin dejar de ser profunda y utilizando recursos literarios. Siempre he dicho que podía haberse llamado Gödel, Escher, Bach, Borges porque habla sobre esos bucles que hay en la música de Bach, en las pinturas de Escher y en el teorema de Gódel y cómo todo eso lleva a la inteligencia humana. Y con Borges hay lo mismo, el mismo juego de recurrencias. Me pareció un libro fascinante, tiene más o menos el tamaño de éste, en el que va poco a poco para tratar de llegar y entender cómo funciona la mente humana. Aquí yo intentaba hacer algo semejante tratando de ver cómo funciona la ficción. Además, tuve la oportunidad de conocer a Hofstadter en París hace varios años y fue un gran encuentro. Su libro tiene ocho ensayos bastante cronológicos en los que intercala diálogos a la manera antigua para intentar darle una vuelta a lo que trata de manera más ligera, más dialogada y en algún sentido humorística. Eso es lo que yo quise hacer en el mío en las partes de los diálogos donde están hablando Felice Bauer, la novia de Kafka, y Gregor Samsa, el bicho de La metamorfosis.
Juan Cruz Ruiz: ¿No te parece extraordinario haber vivido tú mismo en el tiempo en que eran ya personajes literarios Kafka, Borges y Gabriel García Márquez?
Jorge Volpi: Justo Borges, Kafka y García Márquez son las ficciones que aparecen hacia el final del libro. Me parecen las más relevantes del siglo XX y de nuestra lectura ya en el XXI. Es la parte más literaria del libro y me pareció fascinante poder releerlos. Borges aparece en el libro por todas partes, como si hubiera prefigurado todo lo que pasa en nuestra época, desde la inteligencia artificial hasta internet. Cada cosa que va ocurriendo es como si tuviera un tinte borgiano, kafkiano, prefigurado antes de que ocurrieran el nazismo o el fascismo y también, en buena medida, el neoliberalismo de nuestra época. Rulfo aparece enseguida, casi como una sombra feliz del remoto pasado. Sin embargo, yo mismo lo conocí. Aparece cuando estoy hablando de El libro egipcio de los muertos, una de las primeras ficciones sobre cómo es el mundo ultraterreno. De pronto me pareció que había una serie de correspondencias que yo no había visto ni leído en ninguna otra parte entre ése libro y Pedro Páramo, casi un libro mexicano de los muertos, un relato sobre el más allá, todos los personajes están muertos, aunque no lo sepan, aunque vayan descubriéndolo poco a poco. Incluso entre Anubis y Abundio hay ciertas correspondencias hasta fonéticas… Sería interesante explorar en qué medida es cierto que Rulfo pudo haberse inspirado en la idea egipcia de lo que significaba estar muerto. Este paso que imaginaban los egipcios, además del alma tenían que pasar una serie de pruebas, lo mismo que le pasa a Juan Preciado.
Juan Cruz Ruiz: ¿Qué ha sobrevivido del pasado más remoto?
Jorge Volpi: Antes de la escritura del libro no había leído Gilgamesh, en el fondo la primera ficción que tenemos completa… Hay otras fragmentarias anteriores, pero la primera ficción como tal, completa, y la primera epopeya es Gilgamesh. Es impresionante leerla y darnos cuenta de la modernidad que parece tener. O, dicho de otra manera, de cómo ahí ya estaban una buena cantidad de los recursos que los seres humanos siempre van a utilizar siempre para contar la historia de alguien. Ahí está una incipiente primera persona. A veces Gilgamesh, el narrador, le habla al lector de forma directa. Es una historia de amistad y sobre el horror a la muerte, de búsqueda de trascendencia y, además, de fracaso porque al final Gilgamesh ni siquiera consigue lo que quiere. Todo eso está ya en la primera ficción que tenemos registro, simplemente porque es la primera que hemos encontrado escrita, haber podido traducirla del sumerio antiguo, y es fascinante comprobar cómo todas las historias perviven, como las del héroe o la del superhéroe.
«Borges aparece en el libro por todas partes, como si hubiera prefigurado todo lo que pasa en nuestra época, desde la inteligencia artificial hasta internet».
Juan Cruz Ruiz: ¿A quién se lo ocurrió intentar escribir primero?
Jorge Volpi: Es casi paralelo, pocos años antes de Gilgamesh y la aparición de la escritura por primera vez en el mundo. La escritura aparece dos veces, algo que siempre cuento porque es asombroso, la gente a veces lo olvida. La escritura se inventa en Sumeria y muy rápidamente se adopta en Egipto, es casi simultáneo y en todo el mundo antiguo eurasiático, africano, todas las escrituras derivan de ahí, de lo que originalmente era simplemente un sistema contable, informes para hacer transacciones comerciales. Esos contadores de números de pronto encuentran la manera de contar historias. Eso también es bonito. Muchos años después, pero de manera absolutamente independiente, se vuelve a inventar la escritura en Mesoamérica. Los primeros que cuentan pasan de contar transacciones comerciales a poder contar la genealogía de los reyes y luego a poder contar las historias de esos reyes que finalmente justifican y sustentan el poder. Las ficciones nacen originalmente con ese fin, y en Mesoamérica es igual. Aparece la escritura que deriva de la incipiente escritura anterior que todavía no era completa. Servía para las cuestiones astronómicas y de ahí deriva, otra vez, en las genealogías de los distintos gobernantes, el mismo procedimiento. Nace sobre todo para contar historias que sustentan el poder a través de crear mitos para una sola comunidad, para asumir que los gobernantes son herederos directos de los dioses y por lo tanto que ese poder que tienen es legítimo.
Juan Cruz Ruiz: ¿Cuándo descubriste la escritura tú mismo?
Jorge Volpi: Yo aprendí a escribir relativamente pronto. Entre los cuatro y cinco años mi madre ya me había enseñado a escribir, me encantaba la idea de leer y escribir. En la escuela primaria recuerdo haber empezado a escribir historias, pequeños cuentos sin ninguna conciencia de que eso iba a llevarme a la literatura. Finalmente, en la adolescencia, con 16 años, estando en esta escuela donde habían estudiado Carlos Fuentes, Salvador Elizondo, José Emilio Pacheco, tantos escritores anteriores, había un concurso de cuentos famoso, Carlos Fuentes lo había ganado. Mi amigo Eloy Urroz me dijo que escribiéramos por primera vez un cuento, lo mandamos al concurso, yo quedé en tercer lugar, él quedó el quinto y conocimos al ganador, Ignacio Padilla, también con su primer cuento. Los tres descubrimos el poder de la escritura y decidimos convertirnos en escritores a partir de ese momento.
Juan Cruz Ruiz: Para escribir este libro hace falta mucho conocimiento de la cultura, de la literatura y del mundo que rodea a la escritura. ¿Es duro escribir un libro tan bueno?
Jorge Volpi: Gracias por lo de tan bueno. Siempre he tenido curiosidad por todas las materias, algo que no ocurre tan frecuentemente, no solamente por la literatura, también por la historia, la filosofía, la ciencia… No creo ser experto en nada, lo que he aprendido como escritor de ficción (el único valor que tal vez tenga este libro) es la capacidad de crear relaciones entre todas esas disciplinas, todos esos libros, todas esas historias, todas esas maneras de estar en el mundo de los seres humanos, de crear esas conexiones y que funcionen también como relato.
Juan Cruz Ruiz: Hoy tu padre te habría enseñado de otra manera lo que él sabía; tú mismo cuentas de otra manera lo que tu padre ya te contó. ¿Cómo ha ido cambiando el modo de contar?
Jorge Volpi: Esta es otra historia interesante. La historia de cómo se cuentan las historias, no solamente de cómo se hacen, sino de cómo se van contando y es interesante porque, por un lado, hay una continuidad enorme, no es muy distinta la manera como contamos historias hoy, de cómo seguramente se contaban antes, por lo menos desde que hay escritura. Por otro lado, ha cambiado radicalmente, desde la materialidad, de cómo esas historias terminan en formatos diferentes, de contarlas oralmente, a contarlas por escrito, a contarlas en una cosa entre teatral, artística, musical, a contarla audiovisualmente, y ahora con nuevas tecnologías, o a que incluso la inteligencia artificial cuente o nos ayude a contar historias. Por supuesto, el lugar de esa manera de contar historias también se ha ido transformando con las distintas tecnologías, pero también con las distintas sensibilidades de lo que significa contar una historia y para qué, desde que se contaba una historia porque era sagrada. Por tanto, el respeto hacia esa historia era absoluto a la manera en que se cuentan historias en donde el lector puede intervenir e ir haciendo su propia historia, variándola, modificándola. Ya no es sagrada, sino que se convierte en esa parte más colectiva y más secular, hasta esta época de puras historias fragmentarias donde todo el mundo está contando todo el tiempo. Además ahora todo el mundo quiere que alguien lo escuche, que es lo que intentan las redes sociales.

Carl Sagan (en una imagen de 1974) y Jorge Luis Borges (1982). Crédito: Getty Images.
Juan Cruz Ruiz: La inteligencia artificial está por ahí rondando. ¿Te imaginas un encuentro entre Rulfo, Kafka y la inteligencia artificial?
Jorge Volpi: Ese no se me ha ocurrido, pero le puedes pedir a Chat GPT que te haga un relato en el estilo simultáneo de Kafka y de Rulfo. Claro, lo que sale es un Frankenstein, una especie de monstruo que todavía no tiene ningún valor artístico, pero no deja de ser asombroso que ya pueda hacerse. En música todavía es más claro, a todas las aplicaciones de música e inteligencia artificial les puedes pedir que hagan una composición que mezcle a Queen con Vivaldi y el resultado no deja de ser asombroso porque un ser humano no lo puede hacer de manera tan sencilla. Es muy impresionante.
Juan Cruz Ruiz: La invención de todas las cosas es un homenaje evidente a la escritura como pasión. ¿Cómo ves el estado de ánimo, de salud, de la escritura que lees?
Jorge Volpi: Estoy convencido de que por más que haya agoreros que piensen que la novela o la poesía va a morir, eso nunca va a pasar. Lo que sí ha ocurrido es que hasta hace poco creíamos que los libros y la cultura letrada estaban en el centro de la imaginación de nuestras sociedades. Ese centro se ha ido desplazando hacia los márgenes por la absoluta preminencia de lo audiovisual. Eso sí está pasando, no quiere decir que vaya a desaparecer la escritura, pero sí está llevándose hacia la orilla porque en el centro de todo lo que está discutiéndose de ficción en esta época es sobre todo audiovisual. Lo que es lamentable es que la literatura hace otras cosas con la ficción. Es la única que nos permite creer que estamos dentro de otra persona, vivir otra vida entera, tal cual, entera, y tener unas experiencias que no son las nuestras. El audiovisual siempre va a ser externo, nunca te permite esa sensación de adentrarte en la conciencia de otro. Por más que sea la época en que más se lee en la historia de la humanidad, la mayor parte de lo que se lee es entretenimiento, no es esa lectura profunda de intentar vivir otra vida por completo que teníamos en otros momentos.
«Estoy convencido de que por más que haya agoreros que piensen que la novela o la poesía va a morir, eso nunca va a pasar».
Juan Cruz Ruiz: En este libro, aparte de la erudición ajena y propia hay un ritmo y una alegría que no son habituales en un libro que parecería también de la academia. ¿Te lo propusiste?
Jorge Volpi: ¡Qué bueno que lo señales, pocas veces me lo han preguntado! Sí, la escritura de este libro tenía que ser gozosa para mí y para el lector, que fuera un descubrimiento, una aventura, que siendo profundo permitiese al lector no perderse, que fuera disfrutable este libro que cuenta tantas historias de ficción y muestra cómo estas nos forman hasta con momentos de humor, de burla, de lo solemne que hay en la historia.
Juan Cruz Ruiz: Algunos episodios me han recordado cuando los Beatles se burlan del viejito que les trata de llevar por el buen camino y ellos terminan tirándolo por un váter.
Jorge Volpi: Exacto, yo también intento eso. Parte de asumir que somos ficciones, que lo que creemos son ficciones, es la conciencia de que no deberíamos tomarnos tan en serio porque finalmente no es una esencia nuestra, sino que estas ficciones nos forman, creemos que eso somos y por eso el humor es esa herramienta indispensable que te permite darte cuenta de que quizá no debas de tomarte tan en serio.
Juan Cruz Ruiz: Es un viaje desde el Big Bang a la actualidad. ¿Cuando empezaste a escribirlo tuviste el mismo espíritu que cuando terminaste? ¿Cómo fue tu relación con la escritura? ¿Hubo algún momento en el que pensaste parar?
Jorge Volpi: Hubo muchos capítulos más difíciles de escribir. Es una historia completa de la ficción y por lo tanto de la humanidad desde la ficción. Había temas que yo conocía más y otros que me resultaban bastante más lejanos, con los que me sentía menos cómodo, pero tenía que tratarlos igual, no podía dejar ese hueco. Desde siempre supe que quería escribir el libro empezando con el Big Bang, un tema que me ha interesado desde En busca de Klingsor, y a partir de ahí empecé a ver temas difíciles. Nunca he querido abandonar el libro porque fue un proceso de escritura muy feliz durante estos tres años en Madrid, pero sí hubo momentos en los capítulos no salían porque no me sentía del todo cómodo. Entonces tenía que leer más cosas, adentrarme más en ciertos temas para tratar de no ser superficial y frívolo a la hora de abordarlos.
Juan Cruz Ruiz: ¿Te inspiró Madrid o este país en algún sentido?
Jorge Volpi: Sobre todo Madrid, que me encanta. España es como México, como otros países, un lugar donde el pasado, el presente y el futuro conviven todo el tiempo. Paseas por Madrid o por España en general y el pasado está ahí de mil maneras, el prerromano, el romano, el medieval, lo moderno y lo contemporáneo, todo convive y eso es lo mismo que yo quería. Éste es un libro donde el tiempo se condensa y están el presente el pasado y el futuro entremezclados.

Juan Rulfo (en 1985) e Irene Vallejo. Crédito Getty Images y Jorge Fuembuena.
Juan Cruz Ruiz: Leer este libro es entrar de pronto en todos los libros, me parece.
Jorge Volpi: ¡Qué bonito! No es que sea un resumen de todos los libros, una tarea absurda e imposible, pero sí es un libro de libros que nace a partir de esto. Hablo también de otras cosas, del audiovisual, de películas... pero realmente es un libro a partir de los libros y de cómo la imaginación humana nos ha modelado a partir de la escritura.
Juan Cruz Ruiz: ¿Te han alimentaron tus libros propios, lo que has ido escribiendo a lo largo del tiempo?
Jorge Volpi: He condensado todo lo que me ha interesado como escritor, escribí la trilogía En busca de Kilingsor, El fin de la locura y No será la tierra, tres novelas sobre distintos momentos del siglo XX que ocurren primero en Alemania, luego en Francia y finalmente en la Unión Soviética, y parte de esa historia está incluida, la historia de la física cuántica o la historia de la genética ya aparecen en esos libros, aquí vuelven y reaparecen. Quería hablar sobre una buena serie de libros en torno a México, a la violencia y sobre todo a la relación entre mentira y verdad en lo político, eso también reaparece. En el fondo, el tema que está en todos mis libros es la atención entre realidad y ficción, entre verdad y mentira y eso es justamente el centro de lo que trata este libro.
Juan Cruz Ruiz: Dices: «La serpiente es la gran embaucadora que alienta a los humanos a mentir, la diosa de la ficción», y ahí yo recordé La verdad de las mentiras, de Mario Vargas Llosa.
Jorge Volpi: Sí, sí, también fue una referencia, un libro que cuando apareció devoré y que también creo que está un poco en el origen de éste. Esa es la idea, que las ficciones, las mentiras, en el sentido de Vargas Llosa, crean verdades.
Juan Cruz Ruiz: ¿Cuáles fueron los momentos de mayor excitación creativa que te fue regalando el pasado?
Jorge Volpi: Tuve lecturas separadas, pero siempre había querido adentrarme durante una época en la Grecia clásica, al hacerlo en el libro encontré miles de cosas que me sorprendieron, coincidencias que no había visto, había leído la Ilíada en algún momento, algunas tragedias griegas en otro, había leído algo de filosofía, pero ahora ver en su conjunto una sociedad que producía todas esas ficciones al mismo tiempo, que en la Atenas del Siglo de Oro de Pericles surgieran al mismo tiempo la democracia, la tragedia, la filosofía y los sofistas como productos de la misma época y que son los productos que siguen siendo para nuestros días inspiradores de tantas y tantas historias, ficciones… ya era un momento de descubrimiento repentino, aunque a lo mejor fuera obvio.
«Hablo también del audiovisual, de películas... pero realmente es un libro a partir de libros y de cómo la imaginación humana nos ha modelado a partir de la escritura».
Juan Cruz Ruiz: ¿Cuál es la comparación que harías hoy entre esta época y las épocas que has ido estudiando? ¿Somos mejores? ¿Estamos mejor?
Jorge Volpi: Eso siempre es relativo, probablemente sea la época en donde el mayor número de personas tienen mejores posibilidades de vida, pero aun así la desigualdad de nuestra época sigue siendo pasmosa. Entonces, no es que sea mejor. En el sentido ficcional creo que es una época preocupante, porque sobre todo en lo político, estamos regresando a una época teológica, como si más bien estuviéramos volviendo al pasado. La gente de nuestra época que sigue a ciertos políticos, sobre todo populistas de izquierdas, de derechas, como lo queramos llamar, está empezando a creer en sus ficciones como si fueran verdades absolutas otra vez. Por eso no lo dudan, por eso no les importan las mentiras, por eso no sienten que nada pueda desengañarlos, incluso si les das datos reales de por qué estos líderes mienten. Creen, con la convicción con la que se creía antes en los dogmas religiosos, que ese modelo es el único que va a salvarlos por alguna razón. Y así es como se vota por Trump, por Milei y por tantos líderes en esta época, se asume que los otros están equivocados por completo y ni siquiera hay posibilidad de diálogo, de escuchar a los otros porque lo que ellos creen es la verdad.
Juan Cruz Ruiz: ¿Qué es lo más dañino de todo lo que observas en esta época?
Jorge Volpi: Una es ésta: la sensación de que tienen la verdad, y si la tienen, necesariamente el otro está equivocado y por lo tanto a veces ni siquiera merecen los mismos derechos que tienen ellos, los convierten en una especie de subhumanos. Y otra es cómo funcionan las ficciones. Cuando me dicen que este libro es una defensa de la ficción digo que más bien es cómo funciona la ficción porque las ficciones también pueden ser terribles, han justificado guerras, masacres y genocidios. Y en nuestra época las ficciones siguen siendo instrumentos de discriminación en muchísimas partes de muchas maneras. Pensemos en esa terrible inversión que ocurre tanto en Europa como en Estados Unidos, fundamentalmente, de convertir a los más débiles, los migrantes, en los grandes enemigos. Esa terrible ficción, que alguien que lo único que quiere es mejorar sus condiciones de vida porque en su propio país no las tiene, se convierta en el enemigo absoluto al que se identifica con un criminal, con un violador, con un animal, como dice Trump. Una ficción espantosa que domina nuestra época.
Juan Cruz Ruiz: Hay mucho sentido del humor, es un libro contento a pesar de su magnitud.
Jorge Volpi: ¡Sí! Es un libro con el que yo también quería ser feliz. Feliz y que el humor permitiera avanzar en la reflexión, que el humor no se destierre del conocimiento.
Juan Cruz Ruiz: ¿Y qué descubrimientos has encontrado al respecto en la escritura del mundo hasta ahora mismo? ¿Qué autores son los dueños del buen humor en la historia de la ficción?
Jorge Volpi: En los momentos en que los autores tienen humor y son capaces no sólo del humor, sino de la sátira, de poder burlarse de sí mismos y de todo, siempre hay momentos de respiro en la historia. Los momentos más solemnes son normalmente los más autoritarios. La época en la que hay comedias en la Grecia clásica habla justamente de ello, cuando vuelve a haber sátiras en la época romana es mejor que cuando aparece el cristianismo y las sátiras desaparecen. Como en la Edad Media hay ese elemento subversivo estudiado por tantos del humor frente a las verdades absolutas; para llegar al humor de Voltaire justamente como instrumento de la razón para poder satirizar y burlarse de lo que es poco razonable. El humor que es casi un termómetro de que las sociedades son abiertas y de que se puede discutir y no que sea como La broma, de Milan Kundera, y esta época empieza otra vez a serlo porque a veces un chiste, por malo que sea, te puede llevar, si no al ostracismo, como en La broma, por lo menos a la cancelación.

Los premios Nobel de Literatura Octavio Paz (en 1959) y Gabriel García Márquez (1981). Crédito: Getty Images.
Juan Cruz Ruiz: Bertolt Brecht decía: «También se reirá en los tiempos oscuros».
Jorge Volpi: Exacto, si no te ríes en los tiempos oscuros, son más oscuros.
Juan Cruz Ruiz: ¿Quiénes son los autores, que mejor contaron la vida?
Jorge Volpi: Son muchísimos. Mi padre contaba cosas sin parar y nunca escribió porque era médico y se dedicaba a otras cosas, pero era un gran contador y me puso a contar a mí sin darse cuenta, y tantos y tantos contadores de historias en todas las familias, en todos los países, en todas las tradiciones.
Juan Cruz Ruiz: Este libro ha tenido muchas ayudas propias, una es la paciencia y otra el conocimiento. De ambos aspectos de tu relación con el aprendizaje, ¿Cuál ha sido la que más te ha ayudado?
Jorge Volpi: La paciencia es esencial. Un escritor de ficción, un escritor de ensayo, me imagino que también de otras cosas se construye poco a poco, y no puedes tener esa prisa, porque si no destruyes el proceso, no funciona. Siempre he intentado reivindicar la sensatez (que está en tantos escritores, y que aparece en Borges, sobre todo en ese poema tan bonito que es Los conjurados), intentar escuchar las posiciones encontradas para tratar de tener tu propio punto de vista.
Juan Cruz Ruiz: Irene Vallejo, que en cierto modo ha hecho una prospección parecida, dice que el tuyo «es un libro que atrapa, nos invita a explorar el mapa genético de nuestras ideas y nos devuelve al mundo más sabios». Es una manera de subrayarlo, pero también es una manera de explicarnos qué es el libro. ¿Estás de acuerdo con ella?
Jorge Volpi: Ha sido muy generosa. Leí El infinito en un junco y me pareció un libro extraordinario, como ella misma dice. Fui el primero fuera de España en escribir sobre el libro y empezamos una relación a distancia que luego se ha convertido en una buena amistad. En México la he presentado, ella me presentó a mí en distintos eventos y hemos encontrado una afinidad amistosa e intelectual realmente extraordinaria. Su libro me deslumbró por la ambición y capacidad narrativa. Le agradezco lo que dice del mío.
Juan Cruz Ruiz: ¿Qué te enseñó su libro?
Jorge Volpi: Muchas cosas. Aparte de la historia del libro, había muchos episodios y momentos que yo no conocía o conocía de manera muy vaga que el libro me revela. En esta época en la que los libros están cada vez menos en el centro de la cultura, que uno que versa sobre libros sea capaz de tener millones de lectores en todo el mundo da esperanza. Es un fenómeno asombroso lo que ha ocurrido con El infinito en un junco.
Juan Cruz Ruiz: «Por desgracia, el relato bíblico defiende a sí mismo el autoritarismo, exige la sumisión a las normas divinas, por absurdas que sean, entroniza al machismo y la misoginia, asume que el mal viene siempre de fuera y justifica la injusticia de nacer siendo culpable». Eso escribes. ¿Y la libertad cuando aparece?
Jorge Volpi: Ese es otro tema fantástico de nuestra época. Si creemos que en realidad el yo es una especie de ficción de nuestro cerebro para creer que ese yo tiene el control de las decisiones que tomamos. Para empezar, sabemos que ese yo tiene el control más o menos del 5% de las decisiones que tomamos, el resto lo toma nuestro cerebro sin que nosotros nos demos cuenta. Ya ha habido otros experimentos que llegan a insinuar que incluso ese 5% donde el yo consciente está tomando una decisión, a veces no está claro que no haya un impulso anterior al momento en el que uno quiere decidir. Y, sin embargo, como el yo, la libertad es una ficción necesaria e imprescindible para los seres humanos. Aún quien está encarcelado mantiene la ficción de la libertad. Nosotros, que estamos prisioneros, también la tenemos y es esencial para poder asumirnos como nosotros mismos y para poder tener acción y capacidad de darle sentido al mundo.
«Ahora tengo otra mirada, la de verlo todo ficcionalmente, tal vez exagerada, pero creo que ayuda a tratar de entender el mundo de una manera menos radical, menos ansiosa y menos agresiva lo que estamos viviendo».
Juan Cruz Ruiz: ¿Ahora mismo nosotros estamos en un periodo de libertad?
Jorge Volpi: Estamos en un periodo extrañísimo. Por un lado, sí hay márgenes de libertad mayores que en muchos otros momentos de la historia, pero no en todas partes, hay sociedades que siguen siendo profundamente autoritarias. Pero aún en las que son en teoría más abiertas a la libertad individual, estamos condicionados por la manipulación, por la propaganda, por la propia arquitectura de las redes sociales que provocan la desinformación, que creamos cosas que no son ciertas, y donde los márgenes de libertad se van reduciendo.
Juan Cruz Ruiz: ¿Has caído en la tentación de explicar de dónde viene esta pasión por mentir que tiene la sociedad?
Jorge Volpi: Es cierto, la tenemos. Y la tienen ya desde nuestros parientes primates, los chimpancés y los bonobos también mienten, no mienten lingüísticamente porque no pueden hacerlo, pero mienten ocultando un plátano y diciendo que está allá para que el otro vaya al otro lado. Esa manera de engañar ya está en los animales, lo que pasa es que nosotros, que lo somos, convertimos esa pulsión en ficciones y por lo tanto en mentiras lingüísticas, en grandes engaños que siempre han existido. En nuestra época esto se potencia a unos niveles que no habíamos visto nunca. Y si a eso añadimos el deepfake de la inteligencia artificial y todas estas otras cosas, más todavía.
Juan Cruz Ruiz: Dices que la vida es una adictiva novela.
Jorge Volpi: Sí, vamos formando la novela de nuestra vida, es adictivo irla contando y además, creer que en el momento presente uno hace coherente todo lo de atrás que es una gran ficción, como si fuéramos solo uno.
Juan Cruz Ruiz: ¿Qué autores principales te ayudaron a hacer el libro?
Jorge Volpi: Desde Carl Sagan, como te decía, con Cosmos, luego por supuesto mi lectura juvenil de Borges o de García Márquez, la manera de escribir ensayos de Octavio Paz, la forma de contar también ensayísticamente de Carlos Fuentes, de quien fui tan cercano, por decir sólo unos cuantos.
Juan Cruz Ruiz: El pasado está aquí tan bien contado que parece hoy.
Jorge Volpi: Ojalá, se trata de revivir el pasado, de imaginar el fututo y de contarlo como si fuera un relato del presente.
Juan Cruz Ruiz: ¿Por qué ya no hay, o a lo mejor sí lo hay, un Borges, un Joyce?
Jorge Volpi: A lo mejor sí los hay y no lo vamos a saber hasta dentro de muchos años. A saber si había alguien que estaba pensando, imaginando, adelantándose a su época y nosotros en esta época no nos dimos cuenta. Nadie se dio cuenta de lo que Kafka estaba haciendo, más que su amigo Max Brod. Pasó muchísimo tiempo antes de saber que era el que estaba pensando tantas cosas que iban a ocurrir después. Y con muchos autores ha ocurrido así. Entonces, a lo mejor ahí está ese que no vemos.
Juan Cruz Ruiz: A lo mejor también nos pasó con Rulfo, ¿o Rulfo fue un resplandor?
Jorge Volpi: Fíjate, con Rulfo en México, fue muy inmediato el resplandor porque se publica Pedro Páramo y muy rápido se convierte en un clásico. Es bastante inmediato. Pero en cambio vemos cómo Rulfo lo sigue siendo en el mundo latinoamericano, pero fuera de este mundo, Rulfo es un escritor al que pocos conocen en esta época. Merecería ser redescubierto, no por nosotros sino redescubierto por otras lenguas y otros países como un escritor central.
Juan Cruz Ruiz: En cierto modo el tuyo es un libro de despedidas.
Jorge Volpi: Eso lo digo un poco al final. Este también es el libro de dejar México por una buena temporada, no sé cuánto, ahora vivo en España, voy a seguir viviendo en España los próximos años; mis hijos ya son mayores, pero finalmente se quedaron en México; la mayor parte de mis amigos de esas épocas están allá; en el proceso de escritura del libro murió mi madre, antes había muerto mi padre, antes uno de mis mejores amigos, Nacho Padilla. Sí, son despedidas que están ahí, porque también es esta creencia de que la única inmortalidad posible es recordar y por lo tanto contar y volver ficciones a los que ya se han ido.
Juan Cruz Ruiz: ¿Qué has aprendido finalmente?
Jorge Volpi: Ahora tengo otra mirada, la de verlo todo ficcionalmente, tal vez exagerada, pero creo que ayuda a tratar de entender el mundo de una manera menos radical, menos ansiosa y menos agresiva lo que estamos viviendo la mayor parte de las personas en esta época.
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