80 años de «El Principito»: los bocetos, las dudas y el café que dieron forma al mito
«No se ve bien si no es con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos». El 6 de abril de 1943, la editorial neoyorquina Reynal & Hitchcock publicó por primera vez «El Principito», la atemporal fábula del escritor y piloto Antoine de Saint-Exupéry, quien falleció en un accidente de aviación un año y poco después, en julio del 44, sin ser ni remotamente consciente de la fama que le iba a proporcionar su hoy celebérrima novela breve: «El Principito» es el libro en lengua francesa más leído, vendido y traducido en el mundo y ha sido adaptado al teatro, al cine, a la televisión e incluso al ballet y la ópera; asimismo, la obra inspira unos 10.000 productos de mercadotecnia oficiales, un parque temático que recibe a más de un millón de visitantes al año y una fundación de carácter benéfico. Ahora, cuando se celebran los fastos por el 80 aniversario de aquella primera edición (la cual se publicó tanto en inglés como en francés), en LENGUA recuperamos la carta que Charles E. Pierce Jr. redactó a modo de introducción a la edición del cincuenta aniversario. En el texto, el que fuera director de The Pierpont Morgan Library, biblioteca que contiene páginas del manuscrito de Saint-Exupéry e ilustraciones del autor, regresa al origen de la obra para explicar la importancia que tienen, en perspectiva, todos esos bocetos, borradores y dibujos previos que devinieron en uno de los fenómenos editoriales más exitosos de la historia.

Páginas interiores de la primera edición de El Principito, publicada en Nueva York por Reynal & Hitchcock en abril de 1943. Crédito: Getty Images.
Muchos escritores notables están representados dentro de las colecciones de la Morgan Library no sólo por importantes ediciones de sus libros, sino también por los materiales de trabajo de su oficio, notas, bocetos y borradores que preceden a la publicación. Estos documentos únicos nos permiten vislumbrar a los más grandes narradores en el acto mismo de la creación de su obra. El borrador manuscrito de El Principito tiene una particular fascinación. Escrito y dibujado totalmente por la mano de Saint-Exupéry, el manuscrito ilumina de modo muy personal y directo la evolución de uno de los libros favoritos del mundo.
Saint-Exupéry escribió El Principito en una casa alquilada cerca de Northport, Long Island, durante el verano y el otoño de 1942. En el manuscrito, la alternancia entre el lápiz y la pluma y el uso de dos tipos de papel (uno muy delgado «Fidelity Onion Skin» y otro más pesado «Macadam Bond») confirman que la obra fue elaborada a lo largo del tiempo.
La escritura garabateada y menuda de Saint-Exupéry es la de un autor que compone velozmente, con trazos rápidos y livianos de su lápiz o pluma. La prosa de El Principito fluye aparentemente sin esfuerzo. El borrador, sin embargo, revela que ese efecto fue logrado sólo después de numerosos intentos fallidos y extensas revisiones. Los pasajes comenzaban, eran tachados, y volvían a empezar. Las diferencias entre el manuscrito y el libro publicado van desde mínimas (el nombre del asteroide, B 612, de donde venía el principito, es en un pasaje A 612; en otro, ACB 316) hasta importantes (en el manuscrito aparecen párrafos y diálogos que más tarde Saint-Exupéry descartó). También las ilustraciones fueron considerablemente retocadas. En los bosquejos preparatorios los tres baobabs fueron concebidos originalmente como un árbol único, más amenazante. Varios de los personajes que habitan los planetas visitados por el principito son bastante diferentes en sus primeras descripciones; por ejemplo, el bebedor del manuscrito es, decididamente, más jovial. El dibujo más evocativo no fue usado en el libro. En él, el principito flota serenamente sobre un paisaje desolado. Las múltiples arrugas de esta página indican que fue estrujada como una pelota y luego estirada. Destinada a la papelera, evidentemente el autor cambió de idea y la recuperó.
«Haz de tu vida un sueño»
El manuscrito confirma lo que sabemos acerca de los métodos de trabajo predilectos de Saint-Exupéry. Los amigos recuerdan que prefería escribir desde bien entrada la noche hasta las primeras horas de la mañana, manteniéndose despierto con tazas de café fuerte, una tras otra. Indicios de manchas marrones sobre muchas páginas ofrecen una prueba vívida de ello. Una indicación sobre otro de los hábitos del autor se advierte en el boceto preliminar de la ilustración en la que, tal como se publicó, el principito está sentado sobre un muro y conversa con la serpiente, que está abajo. En el manuscrito, donde el reptil no ha sido aún dibujado, él mira en cambio hacia abajo, a un agujero quemado en el papel, producido indudablemente por la brasa de un cigarrillo.

Logo conmemorativo por el 80 aniversario de la publicación de El Principito. Crédito: D. R.
Por fortuna gran parte de este testimonio de la creación de El Principito ha sobrevivido intacta. Saint-Exupéry se complacía en regalar bosquejos del personaje principal a los admiradores de su arte. Sin embargo, el grueso del manuscrito lo regaló en 1943 a una amiga en particular, Silvia Hamilton Reinhardt, que había conocido en Nueva York el año anterior. En 1968 éste fue adquirido por la Morgan Library. Aquí está a disposición de los investigadores y, cuando se lo exhibe, para gozo de los visitantes. Es un placer para nosotros compartir una parte de uno de nuestros más preciosos manuscritos a través de las hermosas reproducciones de esta edición especial conmemorativa del cincuenta aniversario de la publicación de El Principito.