Contents
Índice
Portadilla
Índice
Dedicatoria
Vidas robadas
Capítulo 1. Paisaje de un crimen con Iglesia al fondo
Capítulo 2. «¡Matadla conmigo!»
Capítulo 3. «Venían y nos miraban el pelo, los dientes, las piernas... como si compraran caballos»
Capítulo 4. Sor Juana Alonso: «Preferíamos dar al niño siempre recién nacido. Ninguno se nos hacía mayor»
Capítulo 5. Los pisos patera para embarazadas
Capítulo 6. La extraña epidemia de O’Donnell
Capítulo 7. «Dijo: “Tengo un regalo para ti”. Era una niña»
Capítulo 8. La fábrica de bebés
Capítulo 9. La llamada de la sangre
Capítulo 10. Trueque de niños en San Ramón
Capítulo 11. «No salgas del coche. Aquí tienes a tu hija»
Capítulo 12. ¿Mi hijo murió o me lo robaron? Llamada a la puerta de la justicia
Capítulo 13. «Se la llevaron a pesarla. No la vi más»
Capítulo 14. La policía investiga en el túnel del tiempo, por Luis Gómez
Capítulo 15. Cruzando La Línea de la sospecha, por Luis Gómez
Capítulo 16. «Solo quiero que mi hija me conceda cinco minutos». Historia de una madre batalladora
Capítulo 17. María Labarga. Treinta y ocho años de mentiras
Capítulo 18. Gemelos separados, personas partidas
Capítulo 19. Se compraban, se vendían... y se exportaban
Capítulo 20. ¿Es recuperable un hijo robado?
Capítulo 21: «Le llamo de parte de alguien que le busca desde hace mucho tiempo»
Capítulo 22. El reencuentro. Rosa y Alfonso, veintisiete años después
Estructuras utilizadas por las redes de adopciones
Anexos
Nota de los autores
Fotografías
Biografía de Jesús Duva
Biografía de Natalia Junquera Añón
Créditos
Grupo Santillana
Dedicatoria
A las madres que buscan justicia
A los hijos que buscan a sus madres
Prologo
Vidas robadas
Sus maridos no las creyeron. Pensaron que el dolor de haber perdido un hijo al que apenas habían visto les hacía sospechar lo imposible: que aquellos imponentes doctores en bata blanca, que aquellas monjas sonrientes, les habían quitado a su bebé. Con el tiempo, muchas de estas madres enterraron aquellas sospechas y se convencieron de que la desaparición de su hijo obedecía simplemente a una fatalidad. Hasta que una de ellas habló, muchos años después, para recordar en voz alta aquellas dudas, y otra, desde otra ciudad, con otra edad, las compart
Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales
¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X
¡Apuntada tu nueva preferencia! Muchas Gracias