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MARÍACASADOMARÍACASADO
HISTORIAS
de la TELE
Los secretos jamás contados de la pequeña pantalla
Edición en formato digital: octubre de 2017© 2017, María Casado, por los textos© 2017, Corporación RTVE© 2017, Penguin Random House Grupo Editorial, S. A. U.Travessera de Gràcia, 47-49. 08021 BarcelonaISBN ebook: 978-84-03-51825-4Fotografías de interior: archivo de RTVECubierta: imagen de Ruperta cedida por cortesía de Alejandro Ibáñez; fotografía del televisor © inkstockDiseño de interior y cubierta: Meritxell Mateu/Penguin Random HouseMaquetación: Roser ColomerConversión ebook: Newcomlab S.L.L.Penguin Random House Grupo Editorial apoya la protección del copyright.El copyrightestimula la creatividad, defiende la diversidad en el ámbito de las ideas y el conocimiento,promueve la libre expresión y favorece una cultura viva. Gracias por comprar una edición autorizadade este libro y por respetar las leyes del copyrightal no reproducir, escanear ni distribuir ningunaparte de esta obra por ningún medio sin permiso. Al hacerlo está respaldando a los autoresy permitiendo que PRHGE continúe publicando libros para todos los lectores.Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, http://www.cedro.org)si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.www.megustaleer.com
A los que sienten y aman la televisión. A los que se enamoraron alguna de vez de ella, a los que aprendieron a quererla con el tiempo. A los que no la soportan, a los que la miran de reojo, a los que ni la encienden, a los que sueñan con otra tele. A los que han hecho de ella su oficio, a los que estuvieron y a los que estarán.A todas las personas que sobrellevan mis ausencias con gran generosidad. A toda mi familia por enseñarme a amar y a ser cada día mejor persona. En especial, a mi madre... Te quiero


Prólogo, por Mayra Gómez Kemp 16Un paseo por nuestra memoria 18 La llegada de la tele a España 22Los pioneros. Unos héroes 29Los primeros telediarios 31De Paseo de La Habana a Prado del Rey 34Torrespaña. El Pirulí 37Contar lo que interesa a todos: los programas informativos 38 De mayor quiero ser corresponsal 40Informe semanal, el programa más veterano 44La2 Noticias, otra manera de explicar lo que pasa 4923-F. La prueba más difícil de la democracia española 51La clave, con José Luis Balbín. Cuando en las tertulias no se gritaba 55La Transición, con Victoria Prego. Una clase de historia por televisión 57Ana Blanco, más de veinticinco años al frente de un Telediario 59Letizia Ortiz, del Telediario a reina de España 60El Tiempo 62• Mariano Medina y sus tizas 62• Eugenio Martín y su bigote 64• Otros soles: José Antonio Maldonado y Paco Montesdeoca 65• La tecnología aplicada a los mapas del tiempo 67Los que han marcado estilo (y dejado huella) 68 Reina por un día, con José Luis 70 Barcelona. El cuento de la cenicientaEstudio abierto y Directísimo, con José María Íñigo. El arte de conversar 72Por la mañana, con Jesús Hermida. Empieza la programación matinal 78• Chicas Hermida y algún chico 79• María Teresa Campos, la reina de las mañanas 80La tarde, con Pepe Navarro. El telebombón 81Buenas noches y De jueves a jueves, con Mercedes Milá. Otra manera de entrevistar 83ÍNDICEÍNDICE123


Mucha, mucha música 86Escala en Hi-Fi. Los primeros playback 88Galas del sábado. Laura y Joaquín una pareja con química 89Pasaporte a Dublín. El OT setentero 90Esta noche... fiesta. El Studio 54 cañí 92Gente joven. ¡Mamá, quiero ser artista! 94Aplauso. La discoteca en el salón de casa 97La edad de oro. La movida llega a la tele 99Tocata. Y los discos rayados 100Sábado noche. Cuando las estrellas internacionales venían a España 102Rockopop. Los 90 han llegado 104OT, un fenómeno televisivo 107Eurovisión: Uribarri, la voz de una generación 108Participantes españoles en Eurovisión. A veces se gana, casi siempre se pierde 113Otros festivales 114Valerio Lazarov, mister zoom 115Cuando la ficción llega a la pantalla pequeña: series y cine 118Bonanza. Una de vaqueros algo empalagosos 120El fugitivo. Buscando al manco y no al de Lepanto 121Superagente 86. Cuando el zapato era el teléfono 122Colombo. Un detective de andar por casa 123La casa de la pradera. La familia más buena del mundo mundial 124Kung fu. Hola pequeño saltamontes 125Vacaciones en el mar. El barco del amor 127Dallas. El culebrón made in USA 128Dinastía. Hay que ver cómo viven los ricos 129V. Esos lagartos que comían ratones 131Fama. No sin mis calentadores 132Falcon Crest. La Chaning, veneno puro 133El coche fantástico. KITT, te necesito 134El equipo A. Me encanta que los planes salgan bien 135MacGyver. Dame un chicle y un clip y te hago una bomba 136Las chicas de Oro. Las abuelas de los niños de los ochenta 137La hora de Bill Cosby. La primera familia negra que protagoniza una serie 139Luz de luna. ¡Qué tensión sexual no resuelta! 14054


Corrupción en Miami. A la caza del narco vestidos de marca 141Llegan los culebrones: Los ricos también lloran y Cristal 142La casa de los Martínez. La familia de clase media del franquismo 145Crónicas de un pueblo. La vida cotidiana triunfa en la tele 146Historias para no dormir. Sin pegar ojo por culpa de Chicho 148Curro Jiménez. El romántico bandolero con patillas y trabuco 150Verano azul. ¡Chanquete ha muerto! 151Anillos de oro. Y llegó el divorcio 153Estudio 1. Se abre el telón 154La cabina. Aunque parezca mentira hubo una época en la que no existían los móviles 159Cine de barrio. Cuando Hollywood quedaba muy lejos 161Para los más pequeños 164Los Picapiedra. Yabadabadú 166Pippi Calzaslargas. La pelirroja más famosa de la tele 167Heidi. La primera serie de dibujos en color 168Marco. Ya lloro solo de pensarlo 169Mazinger Z. ¡Puños fuera! 170Abeja Maya. El bicho más querido de nuestra tele 171La Batalla de los Planetas. El comando G 172Fútbol en acción. Naranjito, la estrella del Mundial 82 173D’Artacán y los tres mosqueperros. ¡Uno para todos, y todos para uno! 173Ulises 31. El clásico griego en dibujos animados 174Willy Fog. Se puede dar la vuelta al mundo en ochenta días 175Inspector Gadget. El primer policía biónico de la historia 176David el Gnomo. Ese pequeño gran hombre 177Érase una vez. Aprender jugando 178Autos locos. Una carrera loca, loca 179Familia Telerín. Vamos a la cama que hay que descansar 181Casimiro. ¿Niños, pequeñuelos, personas diminutas y aún levantados? 181Los Lunnis. Buenas noches, hasta mañana 182Campaña Pippín. La perra que cogía la maleta 183Los Chiripitifláuticos. La generación Locomotoro 1846


Herta Frankel y sus marionetas 186Cesta y puntos. Cuando el conocimiento tenía premio 186Los payasos de la tele. ¿Cómo están ustedes? 188Un globo, dos globos, tres globos. Cantidubi dubi dubi, cantidubi dubidá 190Sabadabadá y Dabadabadá. Los niños ochenteros y el pequeño Torrebruno 191Barrio Sésamo. ¡Espinete sí existe! 193La bola de cristal. El programa infantil que nos trataba como adultos 196Los sabios. El debut de Isabel Gemio 198Los concursos: mejor que Trivial Pursuit 200El programa más familiar: Un, dos, tres... 202• Chicho Ibáñez Serrador, un genio catódico 202• El concurso, ¿cómo nace? Un, dos, tres… responda otra vez 203• Las mascotas. La calabaza que revolucionó la televisión en España 204• Por 25 pesetas, ¿nombres de presentadores del Un, dos, tres...? 206• Los malos. Campana y se acabó 209• Las azafatas, ¿a cuántas recuerdas? 209• Los humoristas. Cómo nos reímos 210• Los concursantes y los premios. Siempre soñé con tener un apartamento en Torrevieja 212Si lo sé no vengo, con Jordi Hurtado. El presentador inmortal 215 Saber y ganar 216El tiempo es oro, con Constantino Romero. Cuando en casa había enciclopedia 216El precio justo, con Joaquín Prat. ¡A jugaaaar! 2183×4, con Julia Otero y el pelopincho 219 Gran Prix, con Ramón García y la vaquilla 2217


Corazón, corazón: las crónicas sociales conquistan a los espectadores 222Bla, bla, bla. Nuestros famosos descubren el poder de la tele 224Corazón, corazón. El cotilleo traspasa las revistas 226Reportajes de acontecimientos sociales 227• El Cordobés 227• Boda de Lolita con Guillermo Furiase 228• Boda de Rocío Jurado con Pedro Carrasco 229• Boda de Rocío Jurado con José Ortega Cano 230• Boda de Paquirri con Carmina Ordóñez 231• Boda de Paquirri con Isabel Pantoja 231• Boda de Fran Rivera y Eugenia Martínez de Irujo 233• Tres bodas reales y un funeral 233Humor 236Gila. ¿Está el enemigo? 238Tip y Coll. La semana que viene hablaremos del Gobierno 238Eugenio. ¿Saben aquel que diu...? 239Martes y Trece. No es lo bisbo 240Cruz y Raya. Ahora vas y lo cascas 241Los Morancos. ¡Josuaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa! 241Lina Morgan. Agradecida y emocionada 242Soy Emilio Aragón, y usted… no lo es 243Rosa María Sardà, la presentadoramás excitante de la televisión mundial 244José Luis Moreno, el showman global 246Mari Carmen y sus muñecos. Doña Rogelia tiene vida propia 247Los deportes y sus caras en la pantalla pequeña 248Estudio Estadio. El fútbol es así 250Mundial de Fútbol 1982 en España. Locos con Naranjito 251Juegos Olímpicos Barcelona 92. Un verano para recordar 253España contra Malta. Se hizo el milagro 254Las caras del deporte 256Motociclismo: Ángel Nieto, el 12+1 263Atletismo: José Manuel Abascal, cuando correr no es de cobardes 264Esquí: Paco Fernández Ochoa, una saga familiar 2648910


Ciclismo: Pedro Delgado y Miguel Induráin, sobre ruedas 265Boxeo: Urtain, el golpe certero 266Rally: Carlos Sainz, ¡trata de arrancarlo! 266Tenis: Manolo Santana, ¡entró, entró! 267Y no nos olvidamos de... 268El hombre y la Tierra, con Rodríguez de la Fuente. Mi amigo Félix 270Más vale prevenir, con Ramón Sánchez Ocaña. Médico a domicilio 272Hablemos de sexo, con la doctora Ochoa. España, un país tímido 273Con las manos en la masa, con Elena Santonja. Famosos entre fogones 274Más allá, con Jiménez del Oso. Cuando la fe mueve montañas 276¿Quién sabe dónde?, con Paco Lobatón. El primer reality show moderno 278 Las campanadas. Brindando juntos por el nuevo año 281Especiales Fin de Año, la fiesta en casa 283¿Sabías que...? 290Carta de ajuste 292UHF 292 Los rombos 293Locutoras de continuidad 294Tele del blanco y negro al color 295Despedida y cierre 297La mosca de la tele 298El reloj 299Cue, micros y rótulos 299Llega el mando a distancia y el teletexto 301Vídeo VHS o BetaCam 302Audiencias, ¿cómo se miden? 303 Mejores programas de la historia de la televisión en España 304Publicidad 304Cronología de la tele en España 306Conclusión. Fin de emisión 313Agradecimientos 3151112

16 • HISTORIAS DE LA TELETelevisión Española (TVE) fue du-rante casi cuarenta años, hasta que empezaron a emitir las cadenas pri-vadas, la mejor televisión de Espa-ña. Por supuesto que era la única, ya que lo que hoy llamamos La2 —en sus inicios conocida como UHF por la banda en la que se emitía— solo se podía ver en medio país, pero hay que reconocer que los profesiona-les que trabajaban en ella dieron lo mejor de sí mismos para «inventarse» una televisión que en cada momen-to fue reflejo y motor de la sociedad en que vivíamos. En nuestro país la tele nació du-rante la dictadura franquista, y a pesar de censuras férreas, imposi-ciones arbitrarias y que se intenta-ran controlar sus contenidos, sobre-vivió. Con todas las limitaciones que esto conllevaba —como tener que so-portar desinformación, omisiones e incluso grandes mentiras, aprendió, PRóLOGOPRóLOGOPor Mayra Gómez Kempcreció e hizo muy buenos progra-mas. Y gracias a esta «Santa Casa» los españolitos de a pie fuimos vien-do y conociendo, poco a poco, cómo vivía el resto de España y del mun-do. A través de la tele nos converti-mos en testigos de excepción del azote del terrorismo. Intentó acer-carnos la Transición y que celebrá-ramos la llegada de la democracia. Empezó poniéndole un «chal» al es-cote de cantantes y actrices, y lue-go, casi sin pestañear, pasó al desta-pe y la Movida. En estos últimos años lucha por competir con la ava-lancha audiovisual, a pesar de que dispone de muy pocos medios eco-nómicos, al no tener publicidad, e intenta encontrar su sitio como ser-vicio público.La historia de la televisión espa-ñola pública, en sus primeros se-senta años, también está llena de acontecimientos que han protago-


rólogo • 17nizado los hombres y mujeres de todos los estamentos y todas las profesiones que hacen posible el funcionamiento de una televisión. Hay anécdotas divertidas y emocio-nantes. También tristes y hasta so-brecogedoras. Muchas de esas his-torias no las conocíamos, otras son leyendas urbanas, e incluso hay al-gunas que no conoceremos nunca.Sesenta años dan, no para un li-bro, sino más bien para una saga que podría superar a Yo fui a EGB. En mi caso, que tuve el honor de pertene-cer durante unos cuarenta años a la familia profesional de RTVE, la ma-yor parte del contenido de este libro ha sido un descubrimiento. Espero que también lo sea para usted, ami-go lector.


Los estudios Miramar de Barcelona asumieron partede la producción de los primeros a os de TVE.13 La llegada de la tele a España3 Los pioneros. Unos héroes3 Los primeros telediarios3 De Paseo de La Habana a Prado del Rey3 Torrespaña. El PirulíUn paseo por nuestra memoriaBlanca Álvarez y Jesús Álvarez, dos de los rostros más populares de Televisión Espa ola en sus inicios.


El 18 de julio de 1964 Franco,acompa ado por el ministro Manuel Fraga,inaugura Prado del Rey.Era una época en la que había muchos fallos técnicos ya que los medios de los que se disponían no daban para más.Laurita Valenzuela, una delas pioneras de la tele.Matías Prats, padre, el gran narrador taurino y futbolístico cuando solo había una tele, y en blanco y negro.


0 • HISTORIAS DE LA TELE
L
a televisión es para muchos una caja tonta, un simple elec-trodoméstico, y para otros, una caja mágica, una ventana al mundo, un tanto hipnótica… un lugar de encuentro, de nostal-gia, pero sobre todo es un lugar de referencia sentimental para varias generaciones, algo que forma parte de nuestra memoria colectiva, como si se tratase de un álbum familiar: el La, la, la, de Massiel, ganando Eu-rovisión; la llegada del hombre a la Luna con la narración de Jesús Her-mida; las primeras elecciones democráticas en 1977; el España-Malta y el gol de Señor cantado por la voz desgañitada de José Ángel de la Casa; Tejero y el intento de golpe de Estado del 23-F; la familia Telerín; Espi-nete; las noches de los viernes pegados a la tele para ver el Un, dos, tres… responda otra vez; los Juegos Olímpicos de Barcelona 92; las Semanas Santas viendo Ben-Hur; las Navidades con Raphael y su tamborilero… son tantos y tantos recuerdos. A veces nos aparecen en la memoria en blanco y negro, y otras, ya en color…Unos recuerdos que, curiosamen-te, aunque en algunos casos aún no habíamos nacido, forman parte de nuestra historia personal porque nos los han contado con pasión cien-tos de veces. De hecho, la tele ha sido una compañera durante la mayor parte de nuestra vida. Hemos visto lo que pasaba en el mundo desde el sofá de casa. Es curioso como, ade-más de recordar esas imágenes, a menudo recordamos incluso dónde estábamos viéndolas y con quién… Por tanto, aquí, en estas páginas, voy a contar la historia de todos no-sotros.Hubo un tiempo en el que a la tele la arreglábamos a golpes, un tiempo en el que los más pequeños de la casa fuimos los primeros man-dos a distancia de la historia, y un tiempo en el que para orientar las antenas de cuernos de nuestras te-les nos podíamos tirar horas. E in-cluso así no se veía del todo bien. Y hubo un tiempo en el que el mayor castigo posible era que nos dejaran sin verla.Hemos pasado juntos de la dicta-dura a la democracia, hemos com-partido los cambios políticos y so-ciales, y nos hemos hecho mayores, casi sin enterarnos, acompañados por una pantalla de televisor. Así que hablar de la historia de la televisión en España es hablar de una parte de la historia del país. Una tele que mar-ca diferencias generacionales entre los que disfrutaron en su infancia con Los Chiripitifláuticos o los que se 
n paseo por nestra eoria • 1sentaron embobados ante la pantalla para ver Barrio Sésamo. La televisión la hacen profesio-nales y tiene sentido gracias a ti, que nos ves… A informar y entretener nos enseñan en las facultades de perio-dismo. Pero la magia llega después… Leí una vez una frase que decía: «En la tele las cosas no son como son, sino como parece que son… en la vida, a menudo, también». Esa es la magia de la tele. Así que ponte cómodo y enciende esta tele en forma de libro porque vamos a hacer juntos un via-je que no olvidarás. La televisión nos acompaña muchas horas cada día. A veces, incluso demasiadas… En la historia de la tele hay éxitos y fraca-sos, y miles de anécdotas. Aquí vais a poder encontrar algunas de ellas después de leer muchos libros, bu-cear en las entrevistas de quienes ya no están, hablar con muchas perso-nas que vivieron en primera persona estas situaciones, y con otras a las que de boca en boca les han llegado historias de nuestra tele. Y en este libro también podrás zapear de una página a otra y darte cuenta de lo mucho que hemos cambiado. La te-levisión está hecha de cosas peque-ñitas que, juntas, forman una his-toria. El viaje empieza en 1956, en una España en plena dictadura, cuando la democracia estaba todavía lejos y aún no existía el euro: el cine costa-ba seis pesetas, no había nacido el «seiscientos», y nuestro país seguía pegado a la radio escuchando el par-te, las radionovelas, la Campanera de Joselito, o el Soy minero de Antonio Molina... He aquí un recorrido emo-cional por los recuerdos de la memo-ria colectiva a través de la televisión, nuestra televisión...La televisión está hecha de cosaspequeñitas que, juntas, formanuna historia.Así que ponte cómodo. Este libro puedes leerlo de un tirón o saltando de un capítulo a otro, hacia delante o hacia atrás, moviéndote y zapean-do sin orden aparente. Este libro es como la vida. Está lleno de recuerdos y vivencias que van y vienen sin or-den ni concierto. Es puro sentimien-to. Lo que te cuento es solo una ver-sión, seguro que hay otras, seguro que hay más y que algunas son dife-rentes. Solo deseo que este libro te divierta y te descubra una parte, que no solemos ver, de la televisión. Vas a conocer lo que nunca has visto. Y cuando acabes de leerlo, espero que sientas, como me sucede a mí, que de alguna manera formas parte de la historia de nuestra televisión. De nuestra historia. De nuestra vida. Una vida compartida, mientras está-bamos sentados en el sofá de casa viendo la tele.


• HISTORIAS DE LA TELELA LLEGADA DE LA TELE A ESPAÑALa tele ya es uno más de la familia, pero ¿cómo empezó todo? Después de dos años de pruebas y muchos intentos, el 28 de octubre de 1956 se realizó la primera retransmisión te-levisiva en España. La fecha no fue casualidad. Ese día era la festividad de Cristo Rey y al día siguiente se celebraba el aniversario de la funda-ción de la Falange. El 28 de octubre era un domingo por la tarde, el reloj marcaba las seis y cuarto, y seguro que pocos pensaron que a partir de ese día nuestras vidas iban a cambiar para siempre. Y Paseo de La HabanaAquella primera retransmisión de Televisión Española (TVE) se hizo desde un chalet que ya no existe como tal. Nada que ver con los gran-des estudios que hay ahora en cual-quier cadena de televisión. Fue en el emblemático y famoso número 75 del Paseo de La Habana de Madrid, en pleno distrito de Chamartín. En un único plató de unos cien metros cua-drados se aprovechaban tan bien los recursos que, en cuestión de minu-tos, te explicaban las noticias, escu-chabas una publicidad de lavadoras o neveras y veías un concurso. Solo les faltaba hacer el pino puente. De aquellos días cuenta la le-yenda, y algunos trabajadores de la época, que el minúsculo plató olía a tortilla de patatas. Quizá la culpa la tuviera un restaurante que había justo al lado: la salida de humos esta-ba tocando a uno de los laterales del edifi cio de la tele. ... esa primera transmisión solopudieron verla ... unos pocosprivilegiados.La primera emisión tuvo un alcan-ce de poco más de sesenta kilómetros y llegó a los seiscientos aparatos que se calcula que por aquel entonces había en Madrid. La mayoría esta-ban en poder de altos funcionarios del Estado. Muchas de aquellas teles se regalaron a altos cargos del régi-men franquista. ¿Seiscientas te pare-cen pocas? Hay que tener en cuenta que en esa fecha no había ninguna fábrica española que hiciera televi-sores. Y lo cierto es que comprarse una tele por aquel entonces no es-taba al alcance de muchos: costaba unas treinta mil pesetas, un precio prohibitivo para la gran mayoría de los pobres bolsillos de los españoles. Este es el famoso chalet de Paseo de la Habana donde empezó la tele en España.

Un paseo por nuestra memoria • 23ron allí recuerdan que fue un calva-rio, un sufrimiento continuo. Eran tan pocos que los propios trabajado-res fueron los que instalaron la torre de la antena. Cuando se enteró Avia-ción Civil les mandó rebajar su altu-ra porque consideraban que era un peligro para los aviones que iban al aeropuerto de Barajas. Es fácil ima-ginar que ese primer día nada salió bien, debido a los nervios, la novedad y la falta de experiencia. Esa primera televisión se hizo a golpe de errores y equivocaciones. Las cosas te unen cuando son difíciles. Y eso sucedía en el plató de Paseo de La Habana. En aquellos primeros años el ambiente era muy familiar. Todos hacían de todo, y todos se ayudaban. Puede so-nar exagerado, pero nadie antes en España había hecho televisión. Na-die. Todo era nuevo.Y Laura ValenzuelaLaura Valenzuela fue una de las pio-neras que se asomaron por la panta-lla. Cuando le propusieron trabajar en televisión, preguntó: «¿Televisión? Piensa que un trabajador medio no llegaba a ganar mil pesetas al mes, unos seis euros de ahora. Así que esa primera transmisión solo pudie-ron verla en la capital unos pocos privilegiados, entre ellos Francisco Franco desde el Palacio de El Pardo. Ahora estamos acostumbrados a tener más de una tele en casa, pero en aquellos años solo podían permi-tírselo, con mucho esfuerzo, unos pocos. La llegada de una tele a un hogar era un acontecimiento social, un revuelo vecinal. Era habitual que, quienes podían comprar una tele, invitaran a sus familiares y amigos. Algo así como cuando nos juntamos ahora en un bar o en casa de alguien para ver un partido de fútbol, el Fes-tival de Eurovisión o los Goya. La tele estaba puesta en alto y la gente lle-gaba con sus sillas bajo el brazo, para «instalarse» en el salón de la casa del afortunado vecino dueño de «la tele» y ver lo que daban ese día. Los que no conocían a nadie que poseyera el lujoso aparato, tenían que confor-marse con ir a los «teleclubs». La ma-yoría estaban en las parroquias, y se accedía previo pago de la correspon-diente entrada. La experiencia, más que religiosa, era catódica. Nadie se lo quería perder.¿Cuántas personas trabajaron ese día de la primera emisión de TVE? La plantilla la formaban medio cen-tenar de personas y los que estuvie-Laurita Valenzuela, una de las pioneras de la tele.

• HISTORIAS DE LA TELEY eso ¿qué es?». La respuesta fue: «Una caja con señores y señoras hablando dentro». Y sin ninguna experiencia y nada que perder, con el empuje que te dan los veintitantos años, se plantó en Paseo de La Habana, donde esta-ban buscando locutoras. El casting que pasó fue en directo, en un mini escenario que habían preparado. Solo había dos cámaras. Tenía que dar paso a la actuación de un bailaor y lo hizo así: «Muy buenas tardes. No se pueden perder la siguiente actuación que tenemos preparada para ustedes. Se trata de un bailaor maravilloso que tiene un arte que no se puede aguan-tar. Vean, y luego ya me dirán».Estaban buscando a gente que ...pudiera salir airosa de cualquiersituación.Al bailaor le habían puesto unas tablas como tarima para que realizara su número. Con gran efusividad e in-tensidad, después de dar un par de za-patazos, la tarima se rompió y al pobre se le metió el pie dentro. No lo podía sacar, por más que lo intentó. Imagina qué situación tan incómoda y ridícula. Así que, viendo lo que estaba pasando, el cámara decidió rápidamente enfo-car de nuevo a Laura. Y a ella no se le ocurrió otra cosa que decir: «¿Ven? Ya les decía yo. Es tan bueno, tan bueno, que baila hasta con un solo pie».A eso se le llama salir de un atolla-dero monumental con mucho salero. De manera que después de aquel mal trago, el responsable de la prueba le dijo: «Vuelve mañana, Laura». Esta-ban buscando a gente que, pasara lo que pasara, pudiera salir airosa de cualquier situación. Y después de aquel momento memorable con el bailaor, nada más estrenarse en tele-visión, Laura había demostrado con creces que tenía capacidad para ha-cer cualquier cosa delante de la cá-mara. Otro día, actuaron en directo unos acróbatas japoneses. Estaban acostumbrados al circo, donde hay mucho espacio, pero en Paseo de La Habana, en cuanto se subió uno encima del otro, se salieron del pla-no y no se veía nada por la tele. Pese al desconocimiento y los errores, se improvisaba, se inventaba sobre la marcha y el ingenio se agudizaba sin límite. Paseo de La Habana fue una escuela para muchos profesionales. Cómo sería la fama en aquella épo-ca que un día, a Laura Valenzuela, mientras paseaba por la calle Precia-dos de Madrid, la paró una señora: «¡Hola! ¿Me permite que la toque? ¿Es usted de verdad?». En aquellos prime-ros años, la gente no se podía creer que un ser humano estuviera dentro de una caja. Esa nueva televisión casera y ar-tesanal no conocía horarios ni días festivos. Aunque, eso sí, los lunes se descansaba y no había tele. Y algún domingo que otro, cuando se emitía una película, los más jóvenes que tra-

n paseo por nestra eoria • bajaban en Paseo de La Habana apro-vechaban la hora y media que dura-ba la cinta para ir a bailotear cerca del Estadio Santiago Bernabéu, y luego volvían cuando estaba a punto de terminar la peli y santas pascuas. Nunca pasó nada, o eso dicen. Una vez sí que se equivocaron al poner una serie. Estaba en dos cin-tas y el encargado puso la segunda parte antes que la primera. Nadie se dio cuenta hasta pasados veinte mi-nutos, cuando ya habían muerto la mitad de los malos. ¿Qué hicieron? Pues esperar a que acabara la cinta y poner la primera parte, y la gente vio que los muertos estaban vivos otra vez. ¡Milagro! Así era la prehistoria de nuestra tele. El chalet daba para poco pero el compromiso era emitir una progra-mación de tres horas diarias a partir de las nueve de la noche, y hacerlo en directo. Nada de programas gra-bados, como ahora. ¿Te preguntas por qué? Muy sencillo: todavía no existían máquinas para grabar las emisiones. Los medios eran escasos: Televi-sión Española, en 1956, solo tenía tres cámaras fijas, sin zoom y sin ruedas, y una de ellas estaba monta-da sobre una grúa. Para evitar que se recalentaran, los técnicos acoplaban ventiladores a las cámaras. Muy ru-dimentario pero efectivo. Aunque, eso sí, los cámaras no podían ir con corbata porque se les enganchaba con el ventilador y alguno estuvo a punto de ahogarse en directo. Es ve-rídico. Todo el equipo de redacción cabía en un pequeño despacho: dos máqui-nas de escribir, dos teléfonos y una máquina con teletipos que funciona-ba cuando le daba la gana. Aunque no faltaban unos cuantos televisores, muchas ganas y un destornillador, una herramienta imprescindible en los inicios. El destornillador servía para todo. Era milagroso. Servía tan-to para arreglar una cámara que se había roto, como para colgar un cua-dro, arreglar una puerta o montar un decorado. Alta tecnología. Una herramienta universal. Y Y llegó el día…Cuentan que el primer día los micró-fonos llegaron tarde y que el discurso inaugural que tenía que dar el minis-tro de Información y Turismo, Ga-briel Arias-Salgado, tuvo que repetir-El plató de Paseo de la Habana tenía poco más de cien metros cuadrados y allí se hacían programas, informativos, concursos y lo que les echaran.


6 • HISTORIAS DE LA TELEhora antes de comenzar las transmi-siones en la tele lo único que se po-día ver era la famosa carta de ajuste. Nada más. Si en 1956 las emisiones solo llegaban a una parte de Madrid, hasta febrero de 1959 no se inaugura-ron los míticos estudios de Miramar, en Barcelona. Un hotel había sido re-convertido en plató de televisión. En ese momento solo había unos ochen-ta televisores en la capital catalana. La inauguración de Miramar se hizo coincidir con un partido de fútbol entre el Real Madrid y el Barça para aumentar la expectación. Y dio resul-tado. Tanto que se agotaron los tele-visores en Barcelona. En los diarios de la época se decía que llegaban a revenderse por unas dos mil pesetas más de lo que costaban en la tienda. Todo el mundo quería tener su tele. Pero pocos se la podían permitir. En Miramar asumieron parte del gran volumen de trabajo que se ge-neraba a medida que aumentaban las horas de emisión y el parque de se hasta cuatro veces, porque cuando no fallaba el micro, fallaba la cámara, se estropeaba la luz o se equivocaba él… Pero poco importaban ese día los errores, la tele había llegado a Espa-ña. La aventura comenzaba. «TVE emitiendo en período de pruebas. Re-gule los mandos de su receptor con la ayuda de la carta de ajuste…» Así nacía la televisión en nuestro país. Como decía, la programación de ese día empezó con la Carta de Ajuste y la sintonía del Homenaje a Arbós de Ma-nuel de Falla, el discurso del ministro de turno, la bendición de un cura a las instalaciones, una actuación de un grupo de coros y danzas del barrio de La Latina de Madrid y, para ter-minar, el himno nacional, con el que cada noche se ponía el punto y fi nal a la programación. ¡Chimpún! Nada más… Las imágenes del NO-DO que se conservan de ese día no refl ejan el caos que se vivió. Y La tele llega al resto de EspañaY si en sus inicios la programación de la tele era de solo unas horas al día, ¿qué pasaba el resto del tiempo? Una Algunos instantes del día de la inauguración de la tele en España.Una de las primeras cartas de ajuste en blanco y negro.

n paseo por nestra eoria • 7televisores: en 1959 ya había cuaren-ta horas semanales de emisión. Y fue en los años sesenta cuando la pri-mera y única cadena que emitía por entonces empezó a llegar a todos los rincones de España.En esa época eran muchos los que pensaban que la televisión no iba a consolidarse en nuestro país.En aquella época tener una tele encasa era signo de cierta riqueza.Menuda previsión hicieron. Del todo errónea. En realidad era una for-ma de ocio doméstico y gratuito, en una España con los bolsillos algo justos de dinero. Y la venta de televisores se disparó. O, mejor dicho, en esas Na-vidades sesenteras los Reyes Magos vinieron cargados de teles y de letras para pagar a eternos plazos el costoso aparato. En aquella época tener una tele en casa era signo de cierta riqueza. En mi casa, por ejemplo, no llegó una televisión hasta febrero del año 1964. ¿Recuerdas en qué año llegó a la tuya?Los estudios Miramar de Barcelona asumieron parte de la producción de los primeros años de TVE.Una fecha importante para Televi-sión Española, desde el punto de vis-ta técnico, fue abril de 1959, cuando realizó la primera retransmisión con un gran despliegue de medios. Era el día de la inauguración del Valle de los Caídos y se trasladaban los res-tos de José Antonio Primo de Rivera desde El Escorial hasta la Basílica. Usaron cuatro cámaras, una de ellas con zoom. En diciembre de ese mis-mo año, Dwight D. Eisenhower visi-tó España y el Gobierno de entonces quería que toda Europa viera el salu-do del presidente de Estados Unidos a Franco. Puede considerarse uno de los primeros despliegues informati-vos que protagonizó la televisión en nuestro país. Pero seguramente po-cos recuerdan esa imagen. La que se-guramente no han olvidado los más mayores de la casa es la de la boda de una española, Fabiola de Mora y Ara-gón, con Balduino, el rey de Bélgica. Era el 15 de diciembre de 1960.Y Boda de Balduino y FabiolaFue todo un acontecimiento social. La boda real se celebraba en Bruselas y allí estaba la tele como invitada prin-cipal. Esa mañana poca gente estaba haciendo la compra para llenar la des-pensa. La limpieza de la casa se dejó para otro momento y la comida se preparó un poco antes de lo habitual. Nadie quería perdérselo. Si no tenían tele, buscaron una donde fuera: en el bar más cercano o en una tienda de

8 • HISTORIAS DE LA TELEelectrodomésticos con televisores ex-puestos en el escaparate. La emisión duró cuatro horas, que fueron motivo de conversación durante días y días. Que si el vestido, que si el coche, que si la iglesia, que si los invitados… Por aquel entonces la televisión ayudaba a mucha gente a olvidar, aunque fue-ra momentáneamente, que no podía llegar a fin de mes.Y La radio, compañera de siempreHasta la llegada de la televisión, la radio era la reina en las casas: estaba puesta mañana, tarde y noche. Co-nocíamos, más o menos, cómo anda-ba el mundo si sonaban las noticias en «el parte», que era el diario habla-do de Radio Nacional; escuchábamos las radionovelas, los concursos, la música del momento… como aquella canción de Lolita Garrido que a fina-les de los años cuarenta decía: «La televisión pronto llegará, yo te canta-ré y tú me verás». La vida que se es-cuchaba en la radio empezó a verse La boda entre la española Fabiola y Balduino de Bélgica fue todo un acontecimiento social en 1960.en la televisión. Al principio, todo el mundo hablaba de la tele pero muy poca gente sabía lo que era. Como mucho, habían visto que aparecía en alguna película americana que pro-yectaban en el cine. Lo mismo pasa-ba con el último modelo de nevera, por ejemplo. Aquí no eran tan mo-dernas pero sabíamos que existían porque Hollywood nos las mostraba. Todos soñábamos con el American Way of Life, el «estilo de vida ameri-cano». Fue una cuestión de tiempo que nos acercáramos a la fantasía que el séptimo arte desplegaba ante nues-tros ojos.Con el paso de los años la radio y la tele han convivido bien, se han adap-tado a los tiempos, y, como veremos después, son muchos los profesiona-les que cambiaron el medio radiofó-nico por el televisivo, adaptándose a los nuevos registros que la imagen exige. Nada que ver con aquella can-ción setentera, Video killed the radio star, de los Buggles, que pronostica-ba que la imagen mataría a la radio. Durante años solo existió TVE, con la llamada «Primera Cadena» y el UHF, dos canales generalistas… pero la fa-milia creció. Llegaron las autonómi-cas en los años ochenta, las privadas en los noventa y ya estamos en la era de la TDT y otras cadenas de pago. Sin duda, ha cambiado la forma de hacer y ver la televisión. Y si no que les pregunten a los más jóvenes y a sus teléfonos móviles. Pero sigamos

n paseo por nestra eoria • 9mirando hacia atrás. El viaje acaba de empezar. El último, que cierre la puerta y apague la luz. Para este via-je se te permite soñar despierto. Solo hace falta que tengas ganas. No ne-cesitarás mucho más. LOS PIONEROS, UNOS HÉROESLos pioneros de la tele en España fueron unos valientes y unos entu-siastas, aunque ellos seguramente no se veían a sí mismos de esa manera. Les parecía algo normal. De ahí su grandeza. Como en tantos aspectos de la vida, en otros países nos daban veinte mil vueltas con la tele. Las pri-meras emisiones de la BBC fueron en 1927, y las de la CBS y la NBC de Estados Unidos, en 1930. Uno de los grandes actores del cine y el teatro británico, sir Laurence Olivier, fue entrevistado en directo, en los inicios de TVE, por Tico Medina. Y cuentan que felicitó a los trabajadores así: «Es-tán haciendo ustedes televisión en una caja de zapatos, enhorabuena». El hombre debió quedar perplejo con la tele de nuestro país y valoró el tra-bajo de nuestros pioneros.Con este panorama es fácil imagi-nar que los primeros que se pusieron frente a las cámaras de televisión en España no tenían ni idea de lo que estaban haciendo, ni de la repercu-sión ni la trascendencia que tendría su trabajo a medida que pasaran los años. Ninguno de ellos había visto antes la tele, iban a tientas y a ciegas, y hacían las cosas por pura intuición. De ahí su naturalidad, desinhibición y desparpajo ante las cámaras, lejos de los habituales nervios de cuando uno empieza sabiendo a lo que te enfrentas. Sus caras y sus voces se hicieron muy populares y familia-res en muy poco tiempo. Cualquiera que, por alguna razón, ha apareci-do en televisión, aunque haya sido durante unos segundos, sabe que enseguida deberá enfrentarse en la calle a la frase: «Perdone, su cara me suena». Imagina lo que suponía salir en la única cadena de televisión que había y que veía todo el mundo. Lo de ahora no es nada comparado con esa fama de antaño. Y David CubedoA la semana de inaugurarse Televi-sión Española, sus responsables no habían pensado en incluir noticias en las emisiones. Supongo que bas-tante tenían con salvar airosos la Los estudios de Paseo de la Habana eran muy pequeños y los medios escasos.El trípode de la cámara era de madera.

30 • HISTORIAS DE LA TELEprogramación que se puso en mar-cha. Pero algunos redactores insis-tieron hasta que lograron que los jefes de la época comprendieran que era necesario dar las noticias por te-levisión. Uno de aquellos redactores, David Cubedo, habló con el director, lo convenció y a las dos horas se puso a trabajar en los informativos. Fue uno de los pioneros, un histórico de la radiotelevisión pública. Tenía una dicción perfecta, como la mayoría de los locutores de la época. Duran-te más de quince años fue la voz del «parte» de Radio Nacional y uno de los narradores habituales del NO-DO durante el franquismo. Con la llega-da de la tele a España dejó la radio y durante años presentó las noticias junto a Jesús Álvarez. Para toda una generación, David Cubedo es el hombre serio que, justo antes de los discursos de Franco, decía aquello de «¡Atención!, españoles, les habla su excelencia el jefe del Estado». Había tan poca gente trabajando en la tele de esa época que en verano, cuando se fueron todos de vacacio-nes, se dejó de emitir. Cerraron hasta que llegó el mes de septiembre. ¿Os imagináis cómo sería estar ahora un mes sin ver la tele? El Telediario, como tal, nació el 15 de septiembre de 1957, cuando los trabajadores volvieron del mes de descanso. Ese día empezó la ben-dita costumbre de comer con la tele encendida de fondo, mientras en la mesa se comentaba aquello de «¿qué tal os ha ido el día?». Desde entonces el Telediario ha tenido una decena de cabeceras, muchos decorados y más de un centenar de presentadores. Los primeros fueron Jesús Álvarez, padre de Jesús Álvarez, el presenta-dor actual de deportes del Telediario; y David Cubedo, la Voz de España. Y Jesús Álvarez, padreJesús Álvarez empezó a trabajar en la tele un poco antes de que se ini-ciaran las emisiones regulares. Era un todoterreno y, además de infor-mar, presentaba programas musi-cales y hacía anuncios. Se le podía ver en varios programas diferentes a lo largo de la semana. Memorable también fue su aparición en la pelí-cula La gran familia, de 1962, hacien-do de sí mismo mientras lanzaba un llamamiento público a los españoles para encontrar al pequeño Chen-cho, que se había perdido en la plaza Mayor de Madrid. Fue de los pri-meros en firmar autógrafos y fotos dedicadas. Su popularidad crecía sin medida. David Cubedo convenció a sus jefes para incluir las noticias en la programación de Televisión Española.

n paseo por nestra eoria • 31Trabajaba a todas horas y sus hijos le veían poco por casa durante el día. Solía llegar cuando ellos ya dormían. Cuentan que tenían la costumbre de esperar a que empezara el Telediario y cuando su padre pronunciaba el saludo de «buenas tardes», ellos con-testaban: «Buenas tardes, papá»; y después se iban al cole más conten-tos que unas pascuas. Jesús trabajó en TVE hasta su muerte, en 1970. Perdió la vida muy joven, a los cuarenta y cuatro años, por culpa de una leucemia. Su muer-te causó una gran conmoción entre los españoles de la época. Era como si hubiera fallecido alguien de la fa-milia. Jesús fue la primera estrella de la tele, su sonrisa se coló en todos los hogares españoles y eso no fue fácil de digerir para muchos. Su entierro fue multitudinario; una muestra de la gran popularidad que tenía. En aquella época se habló mucho de los problemas de salud, concre-tamente de los casos de cáncer, que tuvieron algunos trabajadores de la tele, entre ellos Jesús Álvarez. Se decía que las lentes de las cámaras debían cambiarse cada cinco años para que fueran seguras, como exigía el fabricante. Pero no se hizo… y eso pudo provocar una gran irradiación de rayos gamma, que podían afec-tar a la salud. Siempre nos quedará la duda. Este caso nunca se llegó a comprobar científicamente, pero sí se comentó durante años y años en la prensa de la época. LOS PRIMEROS TELEDIARIOSEl pequeño chalet del Paseo de La Habana daba para pocos decorados, realizados entonces con algo de car-tón, papel, madera fina y telas. Esos decorados se llamaban «cebolla». Se montaban por la mañana uno detrás de otro, y en función del programa emitido, se iban retirando los que ya se habían usado. En esos primeros telediarios se veía una mesa con una silla, los papeles, un logo y una cor-tina de fondo. El plató no daba para más. Lo habitual era que el locutor que estaba en pantalla leyera literal-mente recortes del periódico del día o aprovechara los textos de los «partes» de Radio Nacional. Y solo podían ha-cerlo después de pasar el filtro de la férrea censura de la época. Les acom-A la derecha Jesús Álvarez, uno de los pioneros de la tele que presentó los telediarios y otros programas en los inicios.