La gran nevada

Fragmento

CUENTO-2

Mi tío Rodo y mi tía Asun vivían en una cabaña de madera que ellos mismos construyeron a las afueras de Cercedilla, en la sierra de Madrid, en el valle de la Fuenfría. Rodo era el hermano pequeño de mi madre y el único que tenía. Cuando Asun y él se casaron, decidieron marcharse de Madrid para vivir juntos una vida más tranquila, subsistiendo de la ganadería y la agricultura, pero sobre todo del hecho de estar juntos para siempre en un lugar donde quizá lograrían sentirse los únicos habitantes del mundo, sin preocupaciones mundanas. Querían notar juntos cada matiz de la existencia en su forma más natural y pura.

Desde que eran pequeños, mucho antes de conocerse, ambos compartían algo curioso: una afinidad especial por los sauces llorones. Ella había crecido a la sombra del que tenían en el jardín de casa de sus padres. Cuando se sentía triste y enfadada por algo, subía por su tronco y allí se refugiaba, dentro de sus largas ramas, donde se sentía protegida. No bajaba del árbol hasta que sus padres iban a buscarla y la obligan a salir de su refugio. Él, en cambio, nunca había tenido uno, pero cada vez que iba de visita a la casa del pueblo de sus abuelos, se tumbaba bajo el viejo llorón del jardín y leía los libros que le quitaba de le estantería a mi madre. Podía pasarse horas pegado a ellos y, de cuando en cuando, alargaba un brazo para acariciar las ramas repletas de hojas que le caían encima.

Cuando Asun cumplió dieciocho años se marchó a estudiar a Madrid y empezó a vivir en un

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