Hay muchos libros sobre desarrollo personal, pero no siempre están basados en la evidencia científica. Luis Rojas Marcos es un reconocido psiquiatra y divulgador científico. Nos habla desde su experiencia personal y profesional, pero también citando los estudios en los que fundamenta sus afirmaciones, lo que nos indica que existe una base científica, y no estamos ante alegres ideas lanzadas al aire. De hecho, realiza una revisión de investigaciones publicadas en los últimos 15 años sobre la importancia de la perspectiva optimista y el pensamiento positivo. Incluye algunas anécdotas de su vida, sobre su infancia con alguna que otra dificultad de aprendizaje y otros ejemplos que amenizan la lectura y facilita la comprensión de conceptos, sin renunciar a la idea de que quienes practican bien la ciencia no inventan verdades, sino que las descubren.
Descubrimos así que, para vivir una vida saludable y completa, no basta con curar nuestras enfermedades. En un principio la psiquiatría se centró en solucionar problemas de salud mental, intentando eliminarlos. Luego, evolucionó para intentar lograr que la persona se sienta bien (y no solo que deje de sentirse mal). Para ello, una de las claves es conocer y desarrollar nuestras fortalezas. Muchas veces nos centramos en mejorar aquello en lo que no destacamos, y olvidamos que son nuestros puntos fuertes los que nos ayudan a conseguir nuestros objetivos. Pongamos nuestras energías en apoyarnos en nuestras fortalezas, en desarrollar nuestro optimismo, y así llegaremos más lejos. Es una de las bases de la psicología positiva, en cuya línea se desarrolla este libro.
Me gusta la definición de salud como una habilidad para superar los retos emocionales, físicos y sociales que se nos presentan en la vida. El optimismo es una habilidad fundamental para tener éxito ante esos obstáculos y vivir una vida serena (porque, ¿qué es si no la felicidad?). Siempre nos vamos a encontrar con dificultades, pero podemos elegir cómo respondemos ante ellas, el impacto que tiene en nuestra vida y la importancia que les damos. Podemos reflexionar sobre qué queremos en nuestra vida y tener esperanza, confianza en que lo conseguiremos si trabajamos para conseguirlo.
El pensamiento optimista realista posee un inmenso poder reparador, y se encuentra en las personas mucho más de lo que imaginamos. Tenemos que tener confianza en lograr un día conseguir tomar las riendas de nuestra vida, sentir que tenemos el control sobre lo que nos ocurre. Sobre todo, en tiempos de incertidumbre como los que estamos viviendo hoy día. Ante una situación de emergencia como un tornado, podemos someternos y dejarnos llevar por las circunstancias o podemos estar atentos a los indicadores meteorológicos, apuntalar las ventanas, comprar provisiones y ponernos a resguardo en un lugar seguro. En los tiempos que corren, podemos usar mascarilla, evitar reuniones y comidas familiares y seguir las recomendaciones de las autoridades sanitarias. Como diría Madeleine LEngle, el verdadero optimismo solo brilla en las tragedias.
Es importante no confundir el optimismo con el positivismo tóxico. Por eso me gusta que nos hablen de optimismo realista, no de vivir en una fantasía, negando la realidad. Podemos cultivar nuestros estados de ánimo positivos y reflexionar sobre nuestro estilo de pensamiento para entrenarlo para afrontar las situaciones desagradables de una manera más favorable para nuestra salud mental.
La alegría y la tristeza no dependen tanto de lo que nos sucede a lo largo de la vida como del significado que les damos. Las personas podemos tener confianza en nuestra capacidad para superar los retos, pandemia mundial incluida. Y también podemos compartir nuestros sentimientos y esperanzas con los demás. Eso contribuye a ver que todos compartimos los mismos miedos y nos ayuda a poner nuestras ideas en perspectiva.
La esperanza se revela como un elemento clave. Siempre me gustó aquella cita de un optimista es alguien que espera lo mejor mientras se prepara para lo peor. Hubo una serie de filósofos e intelectuales que tacharon a los optimistas de ingenuos y transmitieron su visión fatalista del mundo al resto del mundo occidental. Sin embargo, como diría el antropólogo canadiense Lionel Tiger; apostar por la esperanza ante la incertidumbre es tan natural en nuestra especie como andar con dos patas.
Nuestra forma de ver la vida depende de múltiples elementos innatos, adquiridos y aprendidos. Fuerzas biológicas, psicológicas, sociales y culturales modelan nuestro modo de ser, percibir y juzgar las cosas. No sólo los genes y nuestra forma de ser determinan nuestra forma de superar las dificultades, es muy importante el significado que demos a las mismas y nuestras expectativas. Nacemos y nos hacemos. Sentimos, y esos sentimientos tiene un papel fundamental en la forma en que percibimos e interpretamos el mundo. De hecho, nuestra personalidad y nuestro estado de ánimo influyen en lo que grabamos y evocamos. Nuestros recuerdos dicen mucho de nosotras.
La buena noticia es que podemos fomentar nuestra disposición optimista si nos lo proponemos y trabajamos en ella. En este libro averiguaremos cómo, mientras repasamos la principales ideas sobre el tema, de una manera muy estructurada. Podría hacerse un bonito esquema con sus ideas principales, como si quisieras estudiarlo. Está escrito de una forma amena y comprensible, por un profesional de reconocido prestigio en el campo del bienestar emocional.
Es el primer libro que leo de este autor, aunque le había escuchado en entrevistas muchas veces y siempre me han interesado sus reflexiones. Está escrito de la misma forma sencilla en la que explica las cosas al hablar. Lo recomiendo para todas aquellas personas que quieren cuidar su salud mental, darse cuenta de la importancia de tomar las riendas de su vida y no dejarse llevar por las primeras ideas que asalten nuestra mente. Después del tiempo de confinamiento e incertidumbre que nos ha tocado vivir como sociedad, es un buen momento para reflexionar sobre la relación entre optimismo y salud. Los mensajes más reconfortantes proceden de nuestra propia voz interna. Entrenemos para que esa voz nos ayude a afrontar las situaciones de manera optimista realista y dejemos atrás el fatalismo. Aparte de ser falso, no nos aporta nada bueno. Si nos dejamos llevar por las enseñanzas de la ciencia, lo conseguiremos. Al menos, tengo confianza en que así sea.
Apuesta por ti y por tu versión más optimista.
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