Monster High - Monstruoamigas para siempre

Fragmento

MonstruoAmigas-1.xhtml

Índice

Cubierta

Portadilla

Índice

Dedicatoria

Capítulo uno

Capítulo dos

Capítulo tres

Capítulo cuatro

Capítulo cinco

Capítulo seis

Capítulo siete

Capítulo ocho

Capítulo nueve

Capítulo diez

Capítulo once

Capítulo doce

Capítulo trece

Capítulo catorce

Capítulo quince

Capítulo dieciséis

Capítulo diecisiete

Epílogo

Sobre la autora

Créditos

Grupo Santillana

MonstruoAmigas-2.xhtml
pag5_fmt.jpeg
pag6_fmt.jpeg
MonstruoAmigas-3.xhtml
pag7.jpg

Escondida en las profundidades de los exuberantes bosques de Oregón se hallaba una ciudad aparentemente normal. Al igual que las demás ciudades de Norteamérica, contaba con tiendas, restaurantes, pequeñas viviendas familiares y, cómo no, centros de enseñanza. Tan corriente era el aspecto de la ciudad que, de hecho, resultaba muy poco memorable. Año tras año, innumerables viajeros la atravesaban sin siquiera fijarse en ella, por completo inconscientes de que existiera cualquier aspecto extraordinario o único en semejante lugar. Pero desde luego, si alguien se hubiera detenido para un examen más minucioso, de inmediato habría saltado a la vista que la ciudad de Salem atendía a una clientela muy particular: ¡monstruos!

Y aunque pudiera pensarse que, como ciudad de monstruos, resultaba misteriosa hasta un punto terrible, no era así. Desde mucho tiempo atrás, la vida en Salem había transcurrido con calma, sin escándalos ni calamidades más allá de alguna que otra disputa sobre cuál de los cementerios acogería el baile de los Fenecidos Agradecidos, celebración en honor a los felizmente muertos. En efecto, tan corriente era la comunidad, que el acontecimiento más emocionante en el horizonte consistía en el comienzo de un nuevo curso en Monster High.

El lunes por la mañana, muy temprano, la desgastada verja de hierro forjado de Monster High se abrió con un crujido para dar paso a una ráfaga de cuerpos que se aproximaban a toda velocidad. Entre el gentío de alumnos monstruos se encontraba una pequeña gárgola gris que llevaba un precioso vestido rosa de lino y un fular de Horrormés ceñido al talle con elegancia, a modo de cinturón. Moviéndose con cautela entre la multitud, la joven cuidaba de su equipaje de Louis Vampirón y de su mascota, un grifo de gárgola hembra llamada Gargui; pero, sobre todo, de sus propias manos. Dado que las gárgolas están hechas de piedra, se ven condenadas a soportar una pesadez extrema, así como unas garras terriblemente afiladas. Y lo último que Rochelle deseaba era hacerse un desgarrón en el vestido su primer día en un instituto nuevo.

—Pardonnez-moi, madame —dijo Rochelle Goyle elevando la voz con un encantador acento francés a medida que coronaba los escalones de entrada al edificio—. No es mi intención abusar de su confianza, pero ¿no estará buscando esto, por casualidad?

Rochelle se agachó, recogió una cabeza con pelo negro azabache y labios carmesí y se la entregó a la imponente figura descabezada que se encontraba de pie junto a la puerta principal.

—¡Gracias, niña! ¡Siempre ando perdiendo la cabeza, en sentido figurado y literal! Verás, hace poco me golpeó un rayo, lo que me ha dejado con una cierta dosis de lo que el médico denomina «mente confusa». Pero no hay de qué preocuparse, no durará eternamente —explicó la directora Sangriéntez mientras volvía a fijar su cabeza al cuello—. Y ahora, dime, ¿te conozco? En mi condición actual me cuesta recordar las caras, los nombres o, la verdad sea dicha, casi cualquier cosa.

—No, madame, con toda seguridad no me conoce. Soy Rochelle Goyle, vengo de Scaris y me alojaré en la nueva residencia para estudiantes de Monster High.

—Estoy contentísima de que nuestra reputación como primera escuela para monstruos haya atraído a tantos alumnos extranjeros. Así que vienes de Scaris, ¿eh? ¿Cómo has llegado hasta aquí? Confío en que no haya sido a lomos de tu grifo de gárgola, con esa carita tan dulce —dijo la directora Sangriéntez mientras señalaba la pequeña y vivaz mascota de Rochelle.

—El párrafo 11.5 del código ético de las gárgolas desaconseja tomar asiento sobre el mobiliario, ¡y mucho menos sobre las mascotas! Hemos viajado con Lobato Líneas Etéreas, una compañía de lo más fiable; los aviones vienen equipados con asientos de acero reforzado para quienes estamos hechos de piedra —repuso Rochelle mientras bajaba la vista y contemplaba su esbelta, si bien compacta, figura—. Madame, perdone la molestia pero ¿le importaría indicarme dónde se encuentra la residencia?

No obstante, antes de que la directora Sangriéntez tuviera oportunidad de responder, Rochelle fue arrojada al suelo por lo que parecía un muro de agua. Férrea, húmeda y extremadamente fría, una entidad desconocida envolvió al instante a Rochelle y a Gargui en una niebla densa y brumosa. Al levantar la vista desde abajo, Rochelle vio a una mujer corpulenta, de baja estatura y cabello gris, que arrasaba entre la multitud como un tsunami, derribando todo cuanto se encontrara en un radio de metro y medio.

—¡Señorita Su Nami! —llamó la directora Sangriéntez mientras la mujer de agua incrustaba a un incauto vampiro contra la pared.

Al escuchar la penetrante voz de la directora Sangriéntez, la señorita Su Nami se dio la vuelta y regresó en estampida, dejando a su paso un reguero de charcos. Al observarla de cerca, Rochelle no pudo evitar fijarse en su cutis permanentemente agrietado, en sus nítidos ojos azules y su postura poco favorecedora. Con las piernas separadas unos treinta centímetros y las manos posadas en las caderas deformes, a Rochelle la mujer le recordaba a un entusiasta de la lucha libre, ahora bien, masculino.

—¿Sí, señora? —atronó la señorita Su Nami con voz estridente.

—Esta joven es una de nuestras nuevas internas, así que, ¿le importaría acompañarla a la residencia? —preguntó la directora Sangriéntez a la señorita Su Nami antes de girarse en dirección a Rochelle—. Estás en buenas manos. La señorita Su Nami es la nueva delegada de desastres de Monster High.

Temiendo que los alumnos pudieran aprovecharse de su transitorio estado de despiste, sobre todo en lo que concernía a los castigos en las mazmorras, la directora Sangriéntez había contratado recientemente a la señorita Su Nami para que se encargara de todas las cuestiones disciplinarias.

—Entidad no adulta, agarra tu equipaje y tu juguete y sígueme —ordenó a Rochelle la señorita Su Nami con un chirrido.

—Gargui no es un juguete, sino mi grifo mascota. No quisiera inducirle a error, ni a ninguna otra persona, por descontado. Las gárgolas nos tomamos la verdad muy en serio.

—Lección número uno: cuando tu boca se mueve, estás hablando. Lección número dos: cuando tus piernas se mueven, estás caminando. Si no consigues ejecutar ambas acciones a la vez, te ruego que te concentres en la última —replicó con brusquedad la señorita Su Nami antes de darle la espalda y franquear a paso de marcha la gigantesca puerta principal del instituto.

Al entrar en el sacrosanto vestíbulo de Monster High, Rochelle se vio desbordada por un grave ataque de nostalgia. Todo cuanto la rodeaba parecía y resultaba desconocido hasta un punto aterrador. Estaba acostumbrada a paredes cubiertas de lujosos tejidos, ornamentadas molduras de pan de oro y enormes candelabros de cristal. Aunque, claro, su último centro escolar, École de Gargouille, se alojaba en un castillo que una vez fuera la residencia del conde de Scaris. Así que, como era de esperar, Rochelle sufrió una cierta conmoción ante los modernos suelos a cuadros púrpura, las paredes verdes y las taquillas rosas con forma de ataúd de Monster High. Por no mencionar la lápida mortuoria tallada minuciosamente e instalada frente a la puerta principal, la cual recordaba a los alumnos que las normas del instituto prohibían aullar, mudar pelo, engullir extremidades y despertar a los murciélagos dormidos en los pasillos.

pag15.jpg

—Pardonnez-moi, señorita Su Nami, pero ¿son murciélagos de verdad? Como usted debe saber, los murciélagos pueden transportar una amplia variedad de enfermedades —indicó Rochelle. Sus cortas piernas grises se esforzaban al máximo para mantener el ritmo de la mujer empapada que corría en estampida.

—Monster High emplea murciélagos vacunados como exterminadores internos, para que engullan las arañas y los insectos que anden sueltos. Puesto que ciertos miembros del alumnado traen de almuerzo insectos vivos, consideramos a los murciélagos una parte muy valiosa del personal de limpieza. Si tienes algún problema con ellos, sugiero que hables del asunto con la directora. Pero recomiendo encarecidamente que, antes, te asegures de que tiene la cabeza bien sujeta —gruñó la señorita Su Nami mientras se abalanzaba por una puerta abierta y, acto seguido, embestía contra un lánguido zombi.

El zombi, anonadado, se tambaleó muy despacio hacia delante y atrás antes de desplomarse sobre el suelo, lo que suscitó gemidos de compasión por parte de Rochelle y de Gargui. La señorita Su Nami, sin embargo, continuó a toda velocidad dando fuertes pisotones, por completo inconsciente de las consecuencias de su temeraria marcha.

—No es mi intención indicarle cómo debe conducir sus asuntos, señorita, pero debo preguntarle: ¿se da usted cuenta de que ha derribado al suelo a un número considerable de monstruos en el escaso tiempo que llevamos caminando? —preguntó Rochelle con todo el tacto del que fue capaz.

—En el apartado de disciplina del instituto se conoce como daño colateral. Y ahora, deja de retrasarte y acelera el paso, ¡tengo que cumplir un horario! —ladró la señorita Su Nami—. Y si eres capaz de andar y escuchar al mismo tiempo, disfrutarás por el camino de una breve visita guiada. En caso contrario, ¡me limitaré a recordarme a mí misma dónde está cada cosa! Justo a tu derecha tenemos el laboratorio del científico absolutamente desquiciado, que no debe confundirse con el laboratorio del científico loco y desquiciado, el cual se encuentra en proceso de construcción en las catacumbas.

—¿No va a resultar innecesariamente confuso? —se preguntó en voz alta Rochelle mientras echaba un vistazo a la estancia, atestada de mecheros Bunsen, pequeños frascos con líquidos de colores, gafas protectoras de plástico, batas blancas de laboratorio e incontables aparatos de aspecto peculiar.

—He decidido hacer caso omiso de tu pregunta, ya que no la considero relevante. Ahora, continuaré mi recorrido. En la actualidad, el laboratorio se utiliza para la clase de Ciencia Loca, en la que los alumnos producen una amplia gama de productos tales como lociones para la piel escamosa, líquidos fungicidas para los cabezas de calabaza, suero calmante para el pelaje de los velludos, aceite orgánico para los inclinados a la robótica, enjuague bucal extrafuerte para los monstruos marinos y mucho más —explicó la señorita Su Nami antes de detenerse para sacudir el cuerpo como un perro después del baño, rociando de agua a cuantos se encontraban en un radio de metro y medio. Por fortuna, debido a que las gárgolas están concebidas para repeler el agua, Rochelle y su vestido quedaron a salvo.

—Me encanta el agua, pero incluso a mí me ha parecido superfuerte —murmuró una criatura marina de piel escamosa, que llevaba hawaianas y shorts anchos bien confeccionados, mientras se secaba la cara con un fular de rejilla.

—Bueno, por lo menos no se te ha puesto el pelaje a lo afro —gimió una chica loba vestida con estilo mientras se acariciaba su exuberante melena de cabello castaño rojizo, ahora empapada.

—Lagoona Blue, Clawdeen Wolf, no malgastéis vuestra vida protestando en mitad del pasillo. Más vale que vayáis a quejaros en privado, como las monstruitas inteligentes y ambiciosas que sois.

—Bonjour —musitó en voz baja Rochelle, al tiempo que dedicaba una sonrisa patéticamente incómoda a Lagoona y Clawdeen.

—¿Un fular de Horrormés de cinturón? ¡Parece recién sacado de la revista Morgue! ¡Fabuespantoso total! —la piropeó Clawdeen, a todas luces impresionada por el estilo chic de Rochelle.

—Merci beaucoup —respondió la gárgola elevando la voz a medida que perseguía a toda velocidad a la apresurada señorita Su Nami.

—A continuación tenemos el campanario, detrás del cual encontrarás el patio y la cafeterroría, respectivamente. Justo a tu izquierda tienes el gimnasio, la cancha de monstruo-baloncesto, la cueva de estudio y, fin

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos