Índice
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Cita
Capítulo primero. Los nómadas tecnológicos
1. El Noevi o la tecnología de la repetición
2. El cadáver encendido
3. Théo Sarapo
Capítulo segundo. La Habana-Zaragoza-Madrid-Tarancón
1. Vacaciones
2. Los sastres
3. La maleta
4. Historia del final del franquismo
Capítulo tercero. Historia de la literatura española contemporánea
1. Ya nadie ama a Jesucristo: Historia de la narrativa española contemporánea. Volumen I. Editorial Cátedra Veloz
2. Rarezas del reino de Dios: Historia de la poesía española contemporánea. Volumen II. Editorial Cátedra Sin Fin
Capítulo cuarto. Documentos secretos para una historia panhispánica del siglo XX
1. Póker
2. Fidel. Último discurso. «Sobre la movilidad de la Historia»
3. Comandante Vilas
Capítulo quinto. Los motoristas hispánicos
1. Primer viaje a la fotosfera del Sol
2. Guillotina
3. El pintor zaragozano Víctor Mira se suicida en Alemania
4. El último motorista
Capítulo sexto. Tauromaquia
1. Deficiencias en piso 9º A, del portal 10
2. Universos paralelos
3. Vida soriana de Antonio Machado
4. http://manuelvilas.blogspot.com
Capítulo séptimo. El regreso del eurocomunismo
1. La expeluquera nonagenaria
2. Frankenstein reflexiona
3. Bob Dylan recibe el Premio Príncipe de Asturias
4. Tesis doctorales. Últimos títulos
5. La muerte de Patti Smith
6. He Turned The Water Into Wine
Capítulo octavo. Máster en gestión espiritual. Programación. Universidad de Zaragoza. Departamento de teología. Últimas plazas
1. El fuego
2. Quieren que resucite
3. La última tentación
4. El editor Sergio Gaspar interviene en el Máster de Gestión Espiritual. Aula Magna de la Facultad de Teología de la Universidad de Zaragoza
Capítulo noveno. Los nuevos marianistas españoles
1. María
2. El mejillón cebra
3. Los nuevos mártires
Capítulo décimo. Hacia una historia del vampirismo en la España de la transición, en la América Latina de los años cuarenta, y en la España de los viajes en trenes de alta velocidad
1. El esplendor en la hierba
2. Gombrowicz en Argentina
3. This Land Was Made For You And Me
Capítulo undécimo. La ciencia en la España del final del reinado de Juan Carlos I. Memoria publicada por el C.S.I.C (s.a.)
1. Breve historia del tiempo
2. Misión imposible
Notas
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JUAN CARLOS II
CAPÍTULO PRIMERO
LOS NÓMADAS TECNOLÓGICOS
1. El «NOEVI» O LA TECNOLOGÍA DE LA REPETICIÓN
Se trata de un procedimiento de «resurrección» de la verdad a partir de lo que pensaron los otros, nuestros semejantes. Su nombre técnico es Negativo Objetivable de Experiencia Vital, conocido como el Noevi. Pocas psicologías son capaces de soportar impertérritas el Noevi. Sin duda, se trata del método de tortura más importante de la historia de la humanidad. El Noevi consiste básicamente en el almacenamiento, archivo, procesamiento y selección de millones de horas de conversaciones.
Todo surgió cuando Elmer Canter comenzó a investigar en lo que él llamaba los negativos de la vida, es decir, aquellos sentimientos que acompañaron de forma invisible a la vida de una persona. Canter era, en el fondo, un filósofo melancólico. Pensaba que la vida de una persona no bastaba en sí misma, ni bastaba con la conciencia de sí que esa vida generaba. Quiso saber qué pensaban los demás de la vida del semejante. El propio Elmer Canter comenzó a grabar de forma delictiva (de forma «vampírica» lo llamaría él) conversaciones en donde sabía que su nombre y su persona serían objeto de comentarios. Puso micrófonos en lugares donde se reunía su propia familia, o amigos, o colegas de profesión (Elmer era profesor de teología). En la cocina de su cuñado puso un micrófono. Puso otro en casa de unos amigos. Otro en la sala de Juntas y en algún despacho de la universidad en que trabajaba. A Elmer no le interesaba el espionaje, no, Elmer era un teólogo de formación, no un periodista ni un aprovechado. No, él estaba investigando en la verdad, un raro campo de investigación.
Tuvo que trabajar mucho en lo referente a la selección de lo grabado. Sólo le interesaban los fragmentos en que se hablaba de él. Elmer Canter era muy aficionado a la literatura, algo que no puede resultar chocante sino natural en alguien en quien predominaba la vacilación sobre la certeza, la melancolía sobre la fuerza.
Con el resultado de las primeras grabaciones el carácter de Elmer Canter comenzó a desfigurarse, pero continuó con su teoría. Era un pionero. El canterismo se mantuvo en secreto después de la muerte de Canter. Sin embargo, al final, el canterismo ha salido a la luz pública. Tengo delante de mis ojos, ahora mismo, la biografía de Elmer Canter, escrita por su biznieto Rius Canter. Rius Canter acaba de cumplir ochenta años. Rius dice en su libro que Elmer se quedó de piedra cuando escuchó la opinión que tenía de él su propia hermana. Fue una revelación tan grande que lo destruyó por dentro. Canter llamó a eso «el ensanchamiento del Noevi», es decir, procesos incontrolables de crecimiento de la verdad del Ser. Elmer era un teólogo, un filósofo, no un sociólogo. Sin embargo, el Noevi tiene tal vez más interés desde la sociología que desde la teología. Pero Elmer nunca hubiera aceptado ese punto de vista.
El Noevi resultó revolucionario en aplicaciones de carácter terapéutico. Se practicó en las cárceles, con presos por delitos de sangre. Los criminales escuchaban conversaciones privadas de las familias de sus víctimas. Conversaciones que duraban años, era una experiencia revolucionaria. Fue famoso el caso de Verdul Poliurens, un asesino de dos niñas. Verdul, que era un miserable, a través de ilimitadas audiciones, fue comprobando día a día que su nombre y su imagen convivían, sin que él pudiera intervenir, con la familia de sus asesinadas. Verdul era motivo diario de largas conversaciones de la familia de sus víctimas. Verdul no pudo soportarlo. No por remordimiento, no, qué va, Verdul era una mala bestia. No; fue por lo que Elmer Canter llamó el síndrome de los espejos. No son problemas morales lo que causa el Noevi, son problemas de lógica vital. Elmer, ya digo, llamó a esto el síndrome de los espejos. Verdul sufrió ese síndrome: no entendía qué representaba su nombre y su persona para la familia de sus víctimas. Se sintió varios, muchos hombres en uno. Se sintió «corporalmente multiplicado». Cuando en su presencia se nombraba su propio nombre, «eh, Verdul, ¿cómo estás?», Verdul temblaba de pánico. El sonido de su nombre le enloquecía.
Benedicto Ulrieter, continuador del canterismo, exploró esa parte del síndrome de los espejos. Ulrieter se dio cuenta de que la visión de los demás tenía poderes destructivos. El canterismo, por decirlo así, entró en el laboratorio. Y a partir de allí se convirtió en tecnología. Hubo mucha literatura sobre esto y la sigue habiendo.
Se pudo medir el grado del bien y del mal, esto fue terrible, pero es verdad que se pudo hacer, aunque esa línea de exploración del Noevi no tuvo mucho éxito; esas investigaciones morales le hubieran encantado a Elmer Canter, sin duda. Un individuo sometido al Noevi podía arrojar un grado de sufrimiento psíquico que permitía medir su sentido del bien y del mal. Eran, claro, los fenómenos de la «distorsión injusta». Un individuo sometido al Noevi, oyendo horas y horas de conversaciones en que se habla de él, acaba comprendiendo la extensión de su vida, y advierte entonces la distancia que hay entre quién cree que es y quién es para los demás: personas que se creían sensatas y buenas no soportaban verse tratadas por compañeros de trabajo, amigos y parientes como «ese hijodeputa», y «está lleno de traumas», y «es un cabrón egoísta», y «está pirado», y «es un auténtico gilipollas» etc, etc. Horas y horas en el gran mercado de la distorsión. Hubo todavía Noevis más terroríficos: los Noevis de los Nadies. Ulrieter llamaba los «Nadies» a aquellos individuos que jamás aparecían en un Noevi. Eran los inadvertidos, los nulos, los invisibles. Todos los Nadies de los Noevis fueron pasto de psiquiatras, psicólogos, sectas, drogas, antidepresivos Tower (fueron famosos en su tiempo: consistían en la creación de una personalidad Tower dentro de la mente del depresivo, es decir, una personalidad dura y grande como una torre), religiones, filosofías alternativas, y finalmente el suicidio. El problema de los Nadie era obtener el comprobante, como decía riéndose Ulrieter. Ulrieter decía que más o menos todos éramos nadie, pero que no teníamos una prueba definitiva de ello. El Noevi trajo esa prueba e inventó a los Nadies. Miles y miles de horas de grabaciones de amigos, compañeros de trabajo, vecinos, etc, etc, y jamás salían a relucir. Hubo Nadies que delinquieron con la esperanza de levantar la arena del desierto psíquico en que habían vivido. Sí, se hicieron Alguien, pero igualmente fueron desdichados. Su nombre apareció en los Noevis, es cierto, pero se trataba de impostores. Eran los Nadies Asesinos. Eran impostores.
El Noevi se basaba desde su formulación por Elmer Canter en la ausencia del sujeto. Eso también trajo su cola, su abundante literatura reflexiva. Ulrieter advirtió que algunos sujetos que se sometían al Noevi acababan deseando mediar en la visión que tenían de ellos los demás. Es entonces cuando comparecieron los psiquiatras y los psicólogos. El Noevi tenía que ser reversible. Es decir, el sujeto tenía que poder actuar sobre la visión que los demás tenían de él. En este momento, el Noevi se hizo famoso en todo el mundo. El Noevi se democratizó, y al democratizarse fue perdiendo parte de su dureza. Fue vendido como un producto último de la psicología conductista. Pero las aplicaciones populares del Noevi fueron siempre «dulces» por decirlo así. No se permitió que la población llegase a conocer mediciones metafísicas. Ulrieter llamó a estas aplicaciones el «Noevi blando». Tenían como objetivo la mejora de las relaciones interpersonales. El Noevi estaba abandonando su fuerza revolucionaria. Se habilitaron grandes salas en las afueras de las ciudades más importantes, y allí la gente se sometía a Noevis blandos. Psicólogos, terapeutas, catedráticos de universidad, físicos, informáticos, médicos y funcionarios de la administración avalaban las pruebas. Básicamente consistían en revelación de confidencias menores. Un señor X llegaba a un centro de estas características, daba su nombre y su autorización y a partir de allí eran grabadas sus conversaciones. El Noevi tenía acceso a su vida privada y a cambio el Noevi le suministraba fragmentos de conversaciones en donde ese señor X era el protagonista. El Noevi blando se basaba en la clientela: necesitaba para ser efectivo millones de usuarios, y así interconectarlos. Era como una pionera compañía de teléfonos. Naturalmente, había censura. Ya lo dijo Canter, o lo sugirió (página 795 del Manual Primero, se dice «habrá procesos de limitación, porque el pensamiento de los demás destruye»). De hecho, sin la censura, este Noevi blando nunca hubiera existido. No se la llamó censura, claro está, sino «protocolo estándar de garantías psíquicas». En el departamento de garantías trabajaban infinidad de psicólogos. La demanda de psicólogos fue gigantesca.
Tengo delante el álbum de fotografía de Siemens Vidal titulado Las salas abandonadas. Fotografías de los antiguos Centros del Noevi Blando. Salen fotos maravillosamente melancólicas de las afueras de las ciudades en donde se practicó el Noevi blando en masa. Todo acabó cuando el psiquiatra Jeromens Pastor lanzó su crítica contra los departamentos de garantías. En efecto, Jeromens Pastor descubrió que el Noevi blando era una práctica de adoctrinamientos masivos de las socialdemocracias occidentales. Estalló el escándalo, fueron llamados a declarar los directores de los departamentos de garantías. La censura se hizo pública. Los archivos pasaron a manos de los jueces. Hubo suicidios. Se decretó el cierre de todos los centros de Noevis blandos. Jeromens Pastor se suicidó, un suicidio con muchas lagunas. Dijeron que Jeromens era un adicto a los Noevis duros, y no soportó el Noevi de su hija, en el que ésta confesaba amores incestuosos llenos de alegría, de consentimiento jubiloso, de voluntad libidinosa y sadomasoquista aplastantemente diáfana. El Noevi duro se convirtió en algo legendario y el Noevi blando en una práctica fraudulenta, carente de contenidos ciertos y seguros.
Las fotos de Siemens Vidal son desoladoras. Grandiosas y desproporcionadas salas, restaurantes, hoteles, piscinas, casinos, centros de congresos, auditorios, todo cerrado, y envuelto en una triste duda ontológica. Recuerdo que la gente que se sometía a los Noevis blandos acabó autocensurándose. El Noevi blando era un arma política ideal para la socialdemocracia: la gente se hacía buena al saber que era escuchada. Por otra parte, cuando al señor X le llegaban los resultados de su Noevi, el señor X siempre se sentía decepcionado: pequeñas confidencias sobre su aspecto físico, flatulencias en el trabajo, una halitosis, egoísmos domésticos verbalizados, etc, cosas más bien de naturaleza tristona. Hubo quien, pongamos el señor Z, al ver los primeros resultados de su Noevi, y al observar «una proporción blanda» entre las confidencias que él hacía sobre otros y las confidencias que otros hacían sobre él, subió el tono de sus confidencias, y obtuvo también una subida de tono en las confidencias sobre su persona que el Noevi le entregaba cada mes. Los señores Z no eran casos aislados. Se habló con ellos. ¿Quién habló con ellos? Quién sino altos técnicos del departamento de garantías. Se procuró convencer a los señores Z de que tenían que mantener un rigor conversacional en sus confidencias. Se expedientó a los funcionarios que, motu proprio, habían incrementado los tonos con los señores Z al observar que los señores Z daban salida en sus conversaciones a opiniones duras sobre sus congéneres. Localizar a los señores Z también fue un triunfo político de la socialdemocracia. Charles Ramírez, político socialdemócrata de aquella época y célebre escritor, observó en un artículo de prensa que esos señores Z eran, en realidad, estados embrionarios de conciencias fascistas. Sí, el Noevi permitía localizar principios de fascismo. Es una pena que Charles Ramírez, como tantos otros, no leyera a Elmer Canter, pues ya Canter lo había dicho (Manual Segundo, página 23: «podremos localizar pensamientos fascistas en estado embrionario, porcentajes exactos sobre el crecimiento de la conciencia totalitaria, podemos ser las aduanas definitivas para que el Mal no entre de nuevo»), claro que Canter era un teólogo. Se represalió a los señores Z, pero no de manera pública. El Noevi estaba entrando en la armería política. Aunque siempre fue en realidad un arma política, pese a Elmer, que lo diseñó para que los hombres obtuvieran el utópico negativo objetivable.
Charles Ramírez era un demagogo, pero ¿quién no lo fue en aquella época? Benedicto Ulrieter sabe muchas cosas que no dice. Rius Canter también. Por ejemplo, sé que conocen con todo lujo de detalles el caso de la bailarina Gona de la Cruz. Un Noevi accidental, no deseado, dio con el asesino de Gona de la Cruz. Allí, en el asunto de Gona, se coció el proyecto del «Noevi Tecnológico Avanzado», que luego se conoció como Noevi Te A. El Noevi Te A surgió de la impunidad de un crimen. El juez Lovers Guillén dijo que no mandaría a nadie a la cárcel con pruebas obtenidas de un Noevi indeseado. El comisario de la policía Villalobos Art se enfureció.
Mi memoria sufre colapsos. Recuerdo a toda esa gente, es cierto, pero es un recuerdo artificial en cierto modo. Nuestra época es dura como pocas, pero ¿qué época no lo fue? No sabemos demasiado. Me gusta leer los tres tomos de Elmer Canter, leer y releer. Benedicto Ulrieter publicó un artículo en la prensa (un artículo que luego no recogió en libro ni en ningún otro sitio) sobre Gona de la Cruz y su martirio. Fue torturada, humillada, golpeada, violada, hasta lo inconcebible. Otra vez el tema del Mal, que tanto le gustaba a Elmer. Pero ¿acaso el tema del Mal no es el único tema? Eso vino a decir Ulrieter, a propósito del crimen de Gona, en un artículo largo, en donde menciona a Lovers Guillén y a Villalobos Art. Según parece, Lovers y Villalobos acabaron muy enemistados, odiándose de forma trágica. Se desearon desgracias inacabables. Fueron tiempos convulsos, pero ¿qué tiempo no es convulso? ¿el tiempo de la socialdemocracia? La socialdemocracia fue, en realidad, un invento del Noevi blando. Ay, la socialdemocracia: esa grisura histórica que fue vivida como el mejor momento de la historia. Las fotos de Siemens Vidal me son muy queridas: esos mausoleos abandonados, mausoleos que nadie ha querido reconvertir y eso que se podrían haber hecho grandes negocios con ellos, pero estaban y están malditos. El final del mito de la socialdemocracia parece estar retratado en las fotos de Siemens Vidal. Por mucho que investigo, nadie sabe decirme si Siemens sigue vivo. Por edad, tiene que estar muerto, pero no hay indicios de su muerte: ningún documento legal prueba su defunción. Al final del libro de Siemens, hay una entrevista a Verdul Poliurens, hecha por Rius Canter. Poliurens dice en ella que fue sometido a audiciones de miles de horas de las conversaciones de la familia Tersonis (el nombre de la familia de sus víctimas) y que enloqueció. Lo que Poliurens no entendía es que desde el desayuno hasta el insomnio del matrimonio Tersonis, él, Verdul, fuese el motivo de todas las conversaciones. Hablaron de él durante décadas, y él lo tenía que escuchar todo. El problema no era el contenido, sino el tiempo. No la verdad, sino el tiempo que ésta duraba. Miles de horas oyendo eso. La verdad dicha una sola vez no genera su aceptación, esta idea es puro canterismo. La verdad ha de perdurar en el tiempo a través de su repetición. Canter descubrió la tecnología moral de la repetición (Manual Tercero, página 166, «el ser humano olvida la verdad, hay que repetirla e investigar en la tecnología de la repetición; una agresiva tecnología de la repetición puede mantener viva cierta estela de la verdad; por triste que sea, la conciencia humana se entrega enseguida a la mentira. Hay que crear Noevis de la repetición. Látigos constantemente en movimiento, 24 horas al día, para que la verdad no se pierda o se olvide. Dios es repetición e intensidad de la repetición, hasta que la repetición es omnipresencia»).
Si ustedes supieran la emoción que me embarga al tener acceso a los Noevis primitivos practicados directamente por Elmer. Son Noevis toscos, llenos de ruidos, con saltos temporales, pero son tan primitivos que me encantan. Elmer era compañero de universidad del crítico literario Vúleron Clamor, muy célebre en su tiempo, aunque hoy es un perfecto desconocido. Según me dijo Rius, Elmer y Vúleron tuvieron una disputa académica que se agrió, la cual finalmente se convirtió en una enemistad inexplicable. A raíz de este desencuentro feroz, Elmer practicó un Noevi a Vúleron Clamor. En ese Noevi, Vúleron se manifiesta como un ser malvado y obsesionado. Su obsesión se llamaba Lacer Vol. Vúleron Clamor, que tenía mucho poder político e intelectual, destruyó la carrera literaria de Lacer Vol. Un resto textual: No sé cómo no se te cae la cara de vergüenza. Cómo pudiste echar por la borda una amistad como la nuestra por vanidad. ¿Tienes amigos, Lacer? ¿Te quedan? Un consejo: si te queda algún amigo, mira que no sea escritor. Eres un pobre hombre. Son palabras de Vúleron dichas a Lacer. Son del principio de su enemistad. Son mejores las del apogeo de su enemistad, están llenas de insultos, son palabras que proceden de actos: llamadas de teléfono a amigos de Lacer, llamadas que cuando terminan termina también la amistad con Lacer de aquel que ha sido telefoneado; brutales ejercicios de poder que acabaron con la dimensión soc