Mi niño come de todo

Begoña Prats

Fragmento

cap

Bienvenidos, ¡me alegra mucho veros por aquí! Si estáis leyendo estas páginas, con toda probabilidad, es porque habéis decidido practicar este método de alimentación complementaria, el Baby-Led Weaning (BLW), o, por lo menos, lo estáis valorando seriamente.

Seguro que conocéis la teoría a la perfección, habéis leído sobre el tema o acudido a alguna charla, y ahora, al poneros manos a la obra, os asaltan muchas dudas: ¿Será normal esto? ¿Cómo tengo que hacer aquello? ¿Cómo me organizo?

Exactamente. Porque no todo dependerá de vuestro peque, y vuestra colaboración será determinante en el éxito de esta aventura. Este libro os orientará en esas cosillas que no acabáis de ver claras, ofreciéndoos, además, consejos prácticos para el día a día, como un maravilloso menú semanal estacional, con recetas aptas para vuestro hijo y para vosotros, ¡por supuesto!

Las recetas os servirán de inspiración para vuestras creaciones y con una novedad: cada una tiene su versión adaptada para prepararla con la Thermomix®.

Además, tendréis una lista completa de alimentos para vuestra cocina, tanto de productos frescos como no perecederos, con los que podréis abastecer vuestra despensa y que os sacarán de más de un apuro.

¡Pero la cosa no acaba aquí!

Es importante hacer una previsión del menú semanal, pero ¿sabéis lo que de verdad mola, pero de verdad? Tener todas las comidas semanales listas de antemano y así poder disponer de más tiempo para disfrutar en familia.

Para ello haremos un Batch Cooking semanal, donde indicaremos cómo preparar vuestras comidas y hacer un «fondo de nevera y congelador» listo para afrontar imprevistos y para aquellos días en los que de-verdad-que-no-puedo-con-mi-vida-de-lo-cansad@-que-estoy.

Porque no todo es teoría y, en la práctica, cuantos más recursos tengamos, más tranquilos estaremos. Os invito a arremangaros las mangas y acompañarme...

¿Empezamos?

imagen

1. ACIERTO

Entorno emocionalmente adaptado.

Es de gran importancia ofrecer experiencias positivas, que vuestro bebé pueda asociar a esta nueva etapa de descubrimientos. Por ejemplo, en la comida familiar, con todos sus componentes dispuestos alrededor de la mesa, un ambiente distendido, una charla animada, sonrisas y comida saludable. ¿Qué más se puede pedir?

De este modo, seréis su modelo a seguir y tendréis la capacidad de facilitar o dificultar la asimilación de patrones adecuados de conducta relacionados con su nueva alimentación.

Uf, ¡qué responsabilidad!

Así es. Se fijará en lo que coméis, cómo lo hacéis y tendrá en cuenta vuestras reacciones, hasta el punto de que todo ello podrá ser determinante para que acepte o no un alimento, puesto que muchas de sus reacciones serán el resultado de la imitación.

El bebé será más propenso a probar cosas y a aceptar sabores nuevos si os ve comer con entusiasmo que si mostráis cierto rechazo por la comida o no tiene modelo en el que fijarse (sea porque no come junto al resto de la familia, sea porque no se come lo mismo que él).

¿Y si no podemos estar todos en la mesa?

Sería lo ideal, pero si no es posible, pues que estén los que puedan. En cualquier caso, que esté integrado en las rutinas familiares. Recordad que lo que se intenta es que relacione la hora de la comida con estímulos positivos, así que, dejad aparte el móvil, la tablet o la tele, y ¡a disfrutar todos del momento!

¿Tele también? Me gusta escuchar las noticias...

¡Será por medios donde verlas o escucharlas! Tomad este momento como un regalo, un momento de relax familiar, de unión y, para vuestro peque, de aprendizaje.

2. ERROR

Altas expectativas.

Cuántas veces habré oído eso de que «mi hijo no come mucho», y luego ha resultado que los supuestos bebés «mal comedores» tomaban las cantidades adecuadas para su edad, y cuando se sentían saciados, simplemente paraban.

Sabemos que su estómago es de menor tamaño (sí, lo sabemos). Sin embargo, nos empeñamos en que tomen las mismas cantidades que un adulto, o incluso mayores.

Además, cuando un día el bebé come algo menos de lo que suele habitualmente o, peor, deja comida que sabemos que le gusta, nos llevamos las manos a la cabeza...

Dando por hecho que vuestro bebé está activo, ríe y juega (si no fuera así, consultad con vuestro pediatra), os invito a reflexionar sobre los siguientes aspectos:

¿Acaso vosotros tenéis el mismo apetito siempre? ¿Y si un día os apetece una comida y os ofrecen otra? Y por mucho que os guste la paella, ¿no estaríais un poquito hartos si la comieseis cinco veces o más a la semana?

Pues eso. Dadle margen; os aseguro que con hambre no se va a quedar si tiene comida a su alcance.

3. ERROR

Insistir en que coma.

Lo hacéis de buena fe, pero lo que conseguiréis es el efecto contrario y vuestro hijo acabará rechazando este alimento aún con más energía.

Además, en el caso de que finalmente acceda a comer o se vea obligado a hacerlo, no solo su ingesta calórica será mayor que la que es probable que necesite, sino que además acabará perdiendo el control de su ciclo de hambre y saciedad, con efectos negativos a largo plazo, pues puede llegar a «desaprender» cómo autorregularse.

4. ERROR

Diferenciar vuestro menú y el del bebé.

Sí, ya sé que con 6 meses está tomando los alimentos de manera individualizada: una judía verde por ahí, un tomate por allá, y cómo vais a comer vosotros solo eso, ¿no?

Peeero, podría veros tomar una ensalada con tomate o una guarnición de judías, ¿verdad? ¡Ah!, ¿veis como no es tan difícil?

Recordad que hay mayor aceptación de los alimentos si damos ejemplo.

Respecto a los alimentos que le restringís, pero que vosotros coméis a escondidas (sí, lo sé), solo una reflexión: si no es bueno para vuestro hijo, ¿creéis que es bueno para vosotros?

Me voy haciendo el moonwalker...

Ajá. ¡Te pillé!

5. ACIERTO

Interpretar señales de hambre-saciedad.

Cuando nuestro bebé ronda los 6 meses, se dan una serie de signos que son indicativos de que está preparado para iniciarse en la Alimentación Complementaria (AC). Uno de ellos es el de saber mostrar que tiene hambre o está lleno con sus gestos. Sin embargo, para que haya una buena comunicación, debemos poder interpretarlos y darles una respuesta adecuada.

Los padres podéis ayudar a vuestro hijo en el proceso de autorregulación ofreciéndole raciones adecuadas (basaos, para ello, en la experiencia de otras ocasiones, en lo que logró comer y lo que dejó) y respetando sus señales de saciedad, en lugar de animarlo a que coma un poco más.

Las señales más habituales de hambre son:

Llorar o mostrarse molesto; intentar alcanzar la comida y llevársela a la boca; señalar o emocionarse al ver alimentos; realizar sonidos o emitir palabras para referirse a algún producto concreto.

Las señales más habituales de saciedad son:

Distraerse; empujar la comida hacia fuera del plato; girar la cara; comer más despacio; cerrar la boca; escupir los alimentos; sacudir la cabeza.

Recordad que,

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos