La vacuna contra el miedo

Montse Domènech

Fragmento

cap-2

PRÓLOGO

¿Qué es el miedo?

Las fantasías surgen por una combinación inconsciente de cosas experimentadas y oídas, construidas con unas intenciones determinadas. Si añadimos percepciones y sentimientos a los recuerdos, tenemos una definición de la función defensiva de las fantasías que se ajustan al miedo de los niños al infanticidio. La fantasía nunca está divorciada de la realidad.

SIGMUND FREUD,

en una carta escrita en 1897

a su amigo Wilhelm Fliess

El miedo es una manifestación emocional muy frecuente, sobre todo en la infancia, ante situaciones y experiencias nuevas. Es una respuesta innata de nuestra mente, forma parte de nuestro ADN emocional. Lo sufren todos los animales, incluido naturalmente el ser humano, ante una sensación que se nos presenta como desagradable o ante la percepción de cualquier peligro.

Hablamos de miedo real cuando es directamente proporcional a la dimensión de la amenaza. Y hablamos de miedo neurótico cuando la proporción del miedo no tiene ninguna relación con el peligro.

El miedo es beneficioso, ya que es una reacción que forma parte de nuestro instinto de conservación. Si este no existiera, probablemente nos habríamos extinguido hace ya millones de años. Es más, sin el miedo podríamos asegurar que no habría vida animal en el planeta. Es la angustia que nos hace reaccionar ante el peligro, ante cualquier amenaza, y nos pone en alerta. De esa manera podemos eludir aquello que puede dañarnos.

A pesar del trastorno emocional que produce, podríamos decir que es un «trámite» natural, e incluso necesario, en el proceso madurativo del niño.

Puede crear varios tipos de trastorno:

Emocional: angustia, ansiedad, inseguridad, estrés, insomnio...

Conductual: rabietas, malos hábitos, rebeldía...

Fisiológico: episodios de mareo, vértigos, dolores de estómago...

En este manual vamos a profundizar en el miedo de los niños. Aprenderemos a conocer las causas de sus temores, lidiaremos con ellos y aprenderemos a dominarlos para que dejen de ser un problema en el día a día de los pequeños.

cap-3

¿POR QUÉ TIENEN MIEDO LOS NIÑOS?

Desde el momento del nacimiento, los niños sienten inseguridades ante todas las situaciones desconocidas porque aún no han aprendido a aplicar modelos que les den seguridad. Van adquiriendo este recurso a medida que experimentan y cogen confianza. Esta inseguridad se manifiesta en forma de miedo cuando no tienen control sobre situaciones nuevas, sobre el entorno o cuando los referentes familiares no les ofrecen un modelo que favorezca su confianza.

Todos los niños, en algún momento de su vida, tienen miedo. Esos terrores nocturnos acostumbran a aparecer en la franja anterior a los siete años. Es durante este período cuando la imaginación les juega más malas pasadas, porque el pensamiento no es muy realista. Su aprendizaje les viene por datos que reciben del exterior pero que no acaban de cohesionar. Ellos sienten y perciben cosas, pero no acaban de ligarlas. Su imaginación está disparada, su mente se llena de todo tipo de monstruos, ya sean reales y/o imaginarios.

A esta edad, pueden tener miedo de la oscuridad porque no desconectan su imaginación, y esos monstruos, robots, espectros, fantasmas y vampiros se acuestan en la misma cama que ellos. Los objetos cotidianos, que durante el día pueden incluso formar parte de sus juegos, se transforman en sombras tenebrosas. Para el niño es muy real; la idea de tener una amenaza debajo de su propia cama puede llegar a ser tremendamente angustiosa. Todavía es incapaz de diferenciar entre lo real y lo irreal, no sabe distinguir entre un miedo tangible y un miedo completamente irracional.

Esta situación se puede alargar hasta los nueve o diez años. Así pues, tendremos que convivir con los miedos de nuestros hijos hasta que desaparezcan.

Miedo e imaginación

A medida que los niños crecen, también lo hace su imaginación, así como su capacidad para visualizar posibles amenazas. Empiezan a imaginar «cosas» que creen que pueden atraparlos. Esta imaginación da lugar a una mayor conciencia de su vulnerabilidad. Y durante el sueño es cuando se rinde la vigilancia y, por lo tanto, cuando se sienten más vulnerables. La solución que encuentra el niño a este problema es la búsqueda de la protección, pues cuando están asustados todos buscan su comodidad ahí donde se encuentran sus padres.

DAVID D. O’GRADY,

doctor en Psicología Clínica y Neuropsicología

cap-4

LA IMAGINACIÓN DESBORDADA

Los miedos suelen aparecer de noche, pero a veces, por ejemplo en casa, con las luces encendidas, muchos niños no son capaces de ir solos de una habitación a otra: al lavabo, al dormitorio de sus padres a buscar algo, o a la cocina a por una cuchara... Porque no saben qué encontrarán. Como tienen la imaginación muy desarrollada y han recibido mucha información (de películas, dibujos, cómics..., de cosas que han visto), pueden pensar: «En la cocina igual me está esperando el lobo de Caperucita o algo peor». Esto ocurre porque lo mezclan todo, todavía no son capaces de distinguir los estímulos, no tienen un pensamiento concreto.

¿Qué favorece la aparición de los miedos?

El hecho de que los niños vean películas, o las noticias, puede favorecer pequeños traumas que quedan ahí y después desarrollar miedos. Esto no significa que no deban verlas, pero siempre han de hacerlo acompañados y con explicaciones: «Esto que has visto ocurre muy lejos de aquí», «Esto sucede algunas veces en el mundo, pero aquí no pasa»... Es bueno que lo sepan, pero al mismo tiempo hay que tranquilizarlos.

Existen diversos factores que favorecen la aparición de miedos:

Estímulos audiovisuales. Ver películas de terror o destinadas a adultos, o que los niños se sienten delante de la pantalla del televisor y los padres no controlen lo que están viendo. Y no solo películas, también las noticias o según qué tipo de documentales. Habría que controlar asimismo qué «programas infantiles» están visionando. Algunos dibujos pueden ser extraordinariamente violentos, otros pueden tener personajes bastante tenebrosos y espeluznantes. Mucho cuidado con la programación infantil que hay en televisión. ¡Incluso a mí me da miedo! Resulta aconsejable que seamos nosotros mismos los que escojamos los programas adecuados. Mucho mejor si les ponemos una película, una que ya hayamos visto y, conociendo los gustos de nuestro hijo, que pueda disfrutar sin que le cause pesadillas. Al mismo tiempo, estaremos iniciando al niño en el mundo del cine, lo cual es beneficioso, mucho más que algunos programas de televisión; si

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