Fundación e Imperio (Ciclo de la Fundación 4)

Isaac Asimov

Fragmento

Fundación e imperio: «nudo» del drama galáctico por Carlo Frabetti

FUNDACIÓN E IMPERIO:

«NUDO» DEL DRAMA GALÁCTICO

Fundación e Imperio es el segundo tomo de la trilogía de las Fundaciones. Al igual que los otros dos de la serie, este libro constituye un todo autónomo y puede ser leído independientemente, aunque para el lector interesado en una visión completa del «ciclo de Trántor», como también se ha llamado a la trilogía, es aconsejable leer los tres libros en su orden cronológico.

Si en Fundación asistíamos a los conflictos vecinales e internos de un planeta de científicos establecido para preservar la cultura durante la inevitable decadencia del Imperio Galáctico, en Fundación e Imperio vemos una Fundación ya consolidada enfrentarse de igual a igual con los restos de un Imperio agonizante, pero todavía poderoso.

La serie de las Fundaciones empezó a publicarse en 1942, en forma de relatos sueltos, en la revista especializada Astounding, pero hasta 1945 no escribiría Asimov la narración que luego se convertiría en la primera parte de Fundación e Imperio: Dead Hand.

Y si el decadente Imperio Galáctico de Asimov está directamente inspirado —como reconocería el propio autor— en la Ascensión y caída del Imperio Romano de Edward Gibbon, Dead Hand (posteriormente convertida en The General), proyecta en el futuro un episodio concreto e identificable de la historia de Roma: el infortunio de Belisario, el brillante e incomprendido general de Justiniano (obsérvese que «Bel Riose», nombre del protagonista de El general, es casi anagrama de «Belisario»).

En cuanto a la segunda parte del presente volumen, El Mulo, también constituye de por sí un episodio autónomo, si bien —«nudo» dramático que apunta a un «desenlace»— deja abiertos una serie de interrogantes que sólo Segunda Fundación (terminada en 1949) resolverá plenamente.

El «ciclo de Trántor», publicado íntegro en forma de relatos sueltos en Astounding a lo largo de siete años (1942-1949), fue recopilado posteriormente en forma de trilogía, y en 1966, en la 24.a Convención Mundial de Ciencia Ficción, celebrada en Cleveland, obtuvo el premio «Hugo»[1] a la mejor «serie de novelas» publicada hasta entonces.

Esta estructuración definitiva del ciclo en tres volúmenes, que ha quedado como uno de los grandes clásicos del género, es la misma que hoy ofrecemos a nuestros lectores.

CARLO FRABETTI

A Mary y Henry por su paciencia y tolerancia.

Prólogo

PRÓLOGO

El Imperio Galáctico se derrumbaba.

Era un Imperio colosal que se extendía a través de millones de mundos, de un extremo a otro de la inmensa espiral doble que era la Vía Láctea. Su caída también sería colosal, y además prolongada, porque debía abarcar un enorme período de tiempo.

Había estado derrumbándose durante siglos antes de que un hombre se diese realmente cuenta de ello. Aquel hombre era Hari Seldon, el ser que representaba la única chispa de esfuerzo creador que subsistía en la decadencia general. Él fue quien desarrolló y llevó a su punto culminante la ciencia de la psicohistoria.

La psicohistoria no trataba del hombre, sino de las masas de hombres. Era la ciencia de las muchedumbres, de miles de millones de personas. Podía prever las reacciones a diferentes estímulos con la misma exactitud que una ciencia menor predecía el rebote de una bola de billar. La reacción de un hombre se podía vaticinar por medio de las matemáticas conocidas, pero la de mil millones era algo distinto.

Hari Seldon presagiaba las tendencias sociales y económicas de la época, y estudiando las curvas previó la continua y acelerada caída de la civilización y el lapso de treinta mil años que debía transcurrir antes de que un nuevo Imperio pudiese emerger de las ruinas.

Era demasiado tarde para detener aquella caída, pero aún había tiempo de cerrar el paso a la llegada de la barbarie. Seldon estableció dos Fundaciones en «extremos opuestos de la Galaxia», localizadas de modo que en un milenio los acontecimientos se fundieran y consolidaran para formar la base de un Segundo Imperio más fuerte, más permanente y de más rápida aparición.

Fundación relata la historia de una de estas Fundaciones durante los dos primeros siglos de su vida.

Se inició como una colonia de científicos en Términus, un planeta situado en el extremo de una de las espirales de la Galaxia. Separados del desorden del Imperio, aquellos científicos trabajaron en la recopilación de un compendio universal de la sabiduría, la Enciclopedia Galáctica, ignorantes de la misión más profunda que había planeado para ellos el ya fallecido Seldon.

A medida que el Imperio se desintegraba, las regiones exteriores cayeron en manos de «reyes» independientes, y la Fundación se vio amenazada por ellos. Sin embargo, enfrentando entre sí a los cabecillas, bajo el mando de su primer alcalde, Salvor Hardin, consiguieron mantener una precaria independencia. Como únicos poseedores de la energía atómica en unos mundos que estaban olvidándose de las ciencias y retrocediendo al carbón y al petróleo, llegaron incluso a tener cierta preponderancia. La Fundación se convirtió en el centro «religioso» de los reinos circundantes.

Lentamente, la Fundación desarrolló una economía comercial mientras la Enciclopedia pasaba a segundo plano. Sus comerciantes, vendiendo artículos atómicos cuya calidad no hubiese superado el Imperio ni en su época más gloriosa, penetraron hasta cientos de años luz a través de la Periferia.

Bajo Hober Mallow, primero de los Príncipes Comerciantes de la Fundación, desarrollaron las técnicas de la guerra económica hasta el punto de derrotar a la República de Korell, a pesar de que este mundo recibía el apoyo de una de las provincias exteriores de lo que quedaba del Im

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