Arta Game 3 - ARTA contra el alien máximo

Arta Game

Fragmento

cap-1

Soy Arta. Y creo que no he estado tan reventado en toda mi vida. Aunque reventado se queda corto. Estoy derrotado, medio muerto y con unas tremendas agujetas que no me dejan casi ni caminar. Dije que salvar al mundo era fácil, pero, desde luego, ¡no sabía realmente lo duro que era!

Sobre todo cuando sobrevives a una INVASIÓN ALIEN de escala extrema como la que sufrimos hace un par de días. Si no me crees, espera y escúchame con atención, porque vas a flipar con todo lo que ocurrió.

Tras lograr acabar con las seis plagas históricas que incluían:

→ Dinosaurios.

→ Piratas.

→ Momias asesinas.

→ Y un mundo futurista (entre otras cosas).

Aparecieron unas naves espaciales inmensas cruzando una grieta gigante que hay en el cielo morado. SÍ. Así es. Seguimos en este mundo paralelo tan extraño donde el cielo es morado, el mar parece hecho de gelatina y las naranjas son azules.

PARA NADA nos esperábamos que nos fueran a atacar de esa manera.

Fueron SUPERAGRESIVOS.

Desde las naves empezaron a soltar rayos ultrasónicos y nosotros, que estábamos armados con palos, trozos de madera, hierros y todo lo que íbamos pillando por el camino, no podíamos hacer nada para impedirlo. Era frustrante, tío.

Cuando uno de esos rayos alcanzaba a alguien... ¡PUF! Se quedaba preso dentro de una enorme burbuja ahí mismo. Literalmente, lo tenían abducido. Así que no nos quedaba otra: ¡TENÍAMOS QUE ESCONDERNOS!

Pero no fue tan sencillo...

Resulta que esos aliens tenían la intención de invadir la Tierra para instalarse en ella para siempre y abducir las mentes de los humanos y quedarse con todos los recursos que tenemos:

→ Oro.

→ Plata.

→ Hierro.

→ Agua.

→ Bronce...

Y tendrías que haber visto cómo nos atacaban.

Iban de aquí para allá, persiguiéndonos con sus tentáculos verdes. Los alargaban de una forma brutal y agarraban a todas las personas que se encontraban para abducirles el cerebro. ¡Jamás había visto algo así! Y eran tantos que no podíamos con ellos. Te lo juro. Ni en las películas de guerras intergalácticas había visto a tantísimos aliens juntos.

Pablo todavía tiene pesadillas. Y Charlie, que sigue con su tobillo un poco fastidiado, solo espera no tener que encontrarse con ningún alien hasta que pueda correr, porque bastante nos costó huir y encontrar un escondite, la verdad.

De eso hace ya DOS DÍAS. Desde entonces, estamos con otros humanos en uno de los refugios que se han construido en algunas vías y estaciones del metro abandonadas.

Claro, parece que los aliens no necesitan vagones para moverse, ya que tienen sus propias naves espaciales, que son como coches para nosotros.

—grita Pablo—. Estoy harto de estar aquí abajo. ¡Echo de menos la luz de sol!

Yo pongo los ojos en blanco. Solo llevamos dos días aquí y aunque sea un poco aburrido a veces, lo cierto es que me alegro de haber podido descansar un poco. Después de todas las movidas que hemos tenido que vivir, nos venía bien un respiro..., aunque estemos bajo tierra, prácticamente sin aire, escondidos de toda una invasión alien.

—Cállate ya, chaval —dice uno de los señores con los que estamos encerrados. Somos unas veinte personas aquí.

Y pensarás...

Ya, pero prueba a dormir con tantos ronquidos a la vez. Es insufrible.

—¡Me callaré si me da la gana! Al menos tú sales a la superficie —le suelta Pablo.

—Sí, salgo a por provisiones. Pongo mi vida en peligro por vosotros, niñatos —espeta el señor—. Si tantas ganas tienes de salir de aquí, venga, listo. Encárgate tú de traer suministros.

—¿C-cómo? —tartamudea mi amigo. Yo me doy una palmada en la frente. El tonto de Pablo nos va a poner a todos en peligro.

—Eso. Que si tantas ganas tienes de salir, vete a por provisiones. Tú y tu amiguito el de la mano en la frente —dice el señor y yo abro los ojos por completo. ¿Se está refiriendo a mí?—. Sí, tú. ¿Te llamas Arta? Pues venga, os toca salir a por lo básico, que en estos dos días no habéis movido ni un dedo.

—Estábamos cuidando de nuestro amigo Charlie, que tiene el tobillo torcido —explico.

—De vuestro amigo está cuidando el doctor Llopis. Y si os dais cuenta, ya está tan perfecto que puede bailar claqué. No busquéis más excusas.

Fulmino con la mirada a Pablo y él me sonríe pidiéndome perdón. Ahora, por su culpa, vamos a tener que poner nuestras vidas en peligro para salir.

Y lo peor no es eso, qué va.

Porque si fuéramos a patearles el culo a las momias de dos mil años, a los aliens de un solo ojo o a los piratas asesinos, pues todavía sería divertido.

Pero lo que nos toca es salir a por las cosas necesarias. Y es aún más aburrido cuando nos dan la lista de todo lo que tenemos que traer de vuelta:

→ Macarrones.

→ Tomate frito.

→ Papel higiénico.

→ Agua embotellada.

→ Champú y gel...

Bostezo solo de leer la lista, miro a Pablo y niego con la cabeza antes de decirle:

—Espero no acabar abducido por tu culpa.

cap-21

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos