Una vez escuché a alguien decir que había gente
que nacía con ESTRELLA y otra…
ESTRELLADA.
Básicamente, esto significa que hay gente que tiene suerte en la vida: consiguen sus sueños, son muy buenos en los deportes (o en cualquier afición), tienen éxito en el amor, sacan notazas…, mientras que hay otras personas a las que no todo les va bien siempre.
Yo soy de los del segundo grupo.
De momento.
Me llamo Rubén y no es que sea el chico más popular del instituto ni el más brillante que digamos, pero tampoco soy un desastre. Gasté muuucha parte de mi suerte cuando conocí al mejor amigo del mundo: Gerard.
Los estudios…, pues, bueno, ahí van. Apruebo y tal, pero no soy superdotado. Me centro más en otras cosas.
Y, en cuanto al tema de las chicas…, solo hay una que me gusta: ZOE, pero aún no se ha fijado en mí .
Ser un chico normal no tiene por qué ser malo, ya que, aunque no tengas estrella en todo, es posible que sí tengas suerte en algo concreto, ni que sea algo pequeñito.
Y a mí me apasiOna eL baLonCesTo
A eso sí que le dedicaría las horas que hicieran falta, aunque jamás consiguiera jugar ni un segundo en la cancha.
Que es, más o menos, lo que me pasa ahora mismo.
Juego en el equipo del instituto, sí. Tengo suerte de que me ficharan para estar en él, sí. Pero digamos que ahí empieza y acaba mi suerte. Porque…
¡esTa TemPorada no piso La canCha
más aLLá de Los enTrenamiEnTos!
Empiezo a creer que el entrenador me ha cogido manía o algo, porque parece que no confía en mí, pfFff… ¡Siempre me deja en el banquillO, y eso que yo me esfuerzo muchísimo! Si se fijase en mí de verdad, ¡seguro que me sacaría de vez en cuando!
¡Y no solo entreno con el equipo después de clase! Las tardes que me quedan libres, ¡también lo hago en el parque de al lado de mi casa!
Hay una canasta algo viEjilla. Bueno, digamos que solo le queda el aro, que está medio descolgado, pero me sirve para practicar mis tiros. De vez en cuando, incluso aparece algún vecino y se pone a jugar conmigo, y eso es todo lo cerca que he estado de jugar contra alguien esta temporada.
Por ejemplo, ahora mismo estoy en mitad de un partido de la liga escolar.
Sí, lo has adivinado, ¡estoy sentado en el banquillo! Aunque tampoco era muy difícil adivinarlo, ¿eh?
Las zapatillas de mis compañeros rechinan por toda la cancha mientras intentan salvar el partido.
Sergio, EL MEJOR JUGADOR
del equipo, se posiciona detrás de la línea de triple y hace un tiro después de un stEpback.
Adoro demasiado este deporte como para no saber que ese tiro va a entrar sin rozar el aro en la canasta y nos va a hacer anotar tres puntos.
¡BAM! Canasta, os lo había dicho.
Todavía vamos perdiendo, pero, si SErGIO es capaz de meter un par más como esta, podemos llegar a empatar y ganar unos minutos más en la prórroga.
El entrenador confía en todo el equipo, pero sobre todo en él, para estar más cerca del deseado TROFEO de la liga escolar.
Yo observo cada movimiento y cada pase mientras pienso en lo que haría si estuviera jugando. Por desgracia, sé que eso no me va a pasar, por lo menos ahora.
O ESO CREÍA.
Porque, cuando menos nos lo esperamos, Loren le lanza a Sergio el balón. Este cae desde lo alto, Sergio coloca mal la mano al recibirlo y puedo escuchar cómo le crujen los huesos desde aquí.
Sergio se queja con razón. Recibir así el balón puede llegar a hacerte un esguince y veo por la cara del entrenador que él también entra en pánico al pensar en esa posibilidad.
El árbitro para el tiempo y se acerca a ver qué le ha pasado a Sergio. El entrenador también va.
Yo no puedo escuchar lo que dicen desde aquí, pero solo con verle la cara a Sergio es suficiente.
El entrenador niega con la cabeza, se rasca la nuca y asiente a lo que le dice el árbitro.
Entonces levanta la mirada y me mira.
—Rubén, sal.
¿QUÉÉÉ?
Esas son dos palabras que no esperaba escuchar.
¡¿Es HOY mi gran día de suerte?!
Vale, me han elegido porque Sergio se ha lesionado, pero igualmente…
¡¡¡este es el momento
de mi vida!!!
EstOY En mi primE.
¡Por fin voy a poder demostrar lo bien que se me da el baloncesto!
En cuanto el tiempo empieza a correr, consigo hacerme con el balón y, casi sin darme cuenta, estoy llegando a la canasta.
Voy tan rápido que veo a los jugadores del equipo contrario. No pueden pararme, soy demasiado ágil.
Todas las tardes entrenando. Todos los días bajando al parque hasta que mi madre me llama para cenar…
¡¡¡TODO ESO SE VA A VER AHORA!!!
Paso la pelota a Pau, que consigue anotar. Cada vez estamos más cerca de conseguir nuestro objetivo.
Voy tras los jugadores contrarios para arrebatarles el balón y me hago con él a pesar de que nadie daba nada por mí.
Siento que las jugadas me salen solas, que las tengo grabadas en el cerebro y mis pies y manos saben lo que tienen que hacer sin pensarlo.
Lanzo a la canasta, a pesar de que el entrenador me grita que estoy muy lejos y que se la pase a uno de mis compañeros, y…
¡¡¡marco un TRIPLE!!!
Si estuviera mirando desde fuera, gritaría de felicidad, pero aquí solo pienso en que todavía nos queda:
Tengo la cara tan sudada que parece que me acabo de meter bajo la ducha. Corro tras el balón y Ricardo evita que nos marquen de nuevo.
Después de lo que he hecho, no duda en pasarme la pelota y yo me pongo en modo ataque.
Un defensa intenta bloquearme y quitarme la pelota, pero yo hago un crossover y me lanzo hacia la canasta.
Siento que mis pies vuelan y meto el balón mientras me agarro al aro y veo que justo debajo de mí está el defensa con la boca abierta.
La bocina anuncia que ha terminado el partido.
Y yo me doy cuenta entonces:
¡¡¡He hecho un mate!!!
¡¡¡ESPERA!!! No solo he hecho un mate…
¡¡¡He hecho un PÓSTER!!!
Cuando me dejo caer, veo cómo el entrenador está alucinando. Él y todo el mundo.
Y el resto de mi equipo me levanta en volandas y empiezan a mantearme.