Advertencia del editor
Este libro ha sido concebido por la autora como un conjunto de reflexiones diarias destinadas a las mujeres que se hallan atrapadas en una relación de pareja que las hace sufrir. En su libro Las mujeres que aman demasiado, Robin Norwood definió estas relaciones como una verdadera adicción. La mujer que «ama demasiado» está unida a un hombre desconsiderado, indiferente, desvalorizador, grosero e incluso agresivo, en una relación que le produce un sufrimiento intenso y continuo. La mujer se esfuerza por conseguir que él cambie, y a menudo se culpa a sí misma por la situación, intentando justificar las actitudes del hombre con el que convive, apoyándolo y perdonándolo. Es posible que desee romper la relación, pero se lo impiden la esperanza de que la situación mejore, así como el temor a quedar sola o a la reacción del hombre. Sin embargo, y desgraciadamente, en ciertos casos la hostilidad y agresividad del hombre desbordan todos los límites. La mujer que es víctima de la violencia verbal —amenazas más o menos veladas, e insultos— y la violencia física necesita mucho más que leer un libro y seguir sus instrucciones y sugerencias para salir de esa verdadera y cruel prisión. Por bueno que sea el libro. Por este motivo, recomendamos a las mujeres que estén sufriendo este tipo de maltratos que antes que nada reconozcan la gravedad de su situación y denuncien al maltratador ante las autoridades policiales. Paralelamente, podrán recurrir a especialistas e instituciones en busca de apoyo material y psicológico. Existen profesionales cuyo trabajo consiste en atenderlas en centros especializados, asociaciones de ayuda a mujeres maltratadas, e incluso las iglesias, los hospitales y la policía de muchas ciudades de España y América Latina cuentan con servicios destinados a tal fin. También pueden recurrir a un médico o psicólogo de su localidad, que posiblemente podrá ofrecerles orientación.
Querida lectora: si ése es tu caso, no lo dudes. Ningún libro será suficiente para ayudarte si no tomas ahora mismo medidas para salir de la terrible trampa en la que te encuentras. Es tu vida la que está en juego.
A Barb A.,
que plantó la semilla
Introducción
La idea de este libro surgió durante la conversación mantenida con una mujer a la que le había resultado muy valiosa la lectura de Las mujeres que aman demasiado. Ella me comentó que en la etapa en que luchó por recuperarse de una vieja pauta de relaciones adictivas, le habría resultado muy útil un libro de meditaciones diarias.
Ahora tienes en tus manos el resultado de esa sugerencia: un manual de primeros auxilios que te ayudará a conservar la cordura, la serenidad y el sentido del humor mientras desarrollas un enfoque más saludable de la vida y el amor.
En su mayor parte, los pensamientos de cada página son breves y concretos, dosis necesariamente pequeñas de una nueva forma de pensar que coincide con los pasos necesariamente pequeños que damos para cambiar el rumbo de nuestra vida.
Robin Norwood
Santa Barbara, marzo de 1997
Agradecimientos
En primer lugar, me gustaría dar las gracias a Robin Norwood por darme la oportunidad de ilustrar sus maravillosas ideas, y también a Joel Fotinos, nuestro editor, por su paciencia y su capacidad única para resolver problemas.
Richard Torregrossa
Nota del ilustrador
Pedir a un hombre que ilustre un libro escrito por una mujer y dirigido a mujeres podría, en un principio, parecer una elección peculiar. Sin embargo, lo que me pareció extraordinario de esta obra es que los temas que trata, aunque expresados desde una perspectiva femenina, trascienden el género. La búsqueda del amor, la necesidad de espiritualidad y el eterno enigma de las relaciones son cuestiones que preocupan tanto a hombres como a mujeres. Este libro, por tanto, es para todos aquellos que desean comprenderse mejor a sí mismos y a las personas a las que intentan amar.
Richard Torregrossa
San Diego, marzo de 1997
1 de enero
Cuando amar significa sufrir, estamos amando demasiado.
2 de enero
Amar se convierte en amar demasiado cuando tu pareja es inadecuada, indiferente o inaccesible, y aun así no puedes dejarla... es más, la quieres y la necesitas cada vez más.
3 de enero
A todos nos puede suceder que elijamos mal alguna que otra vez a lo largo de nuestra vida amorosa. Pero no es menos cierto que también existe la adicción a una relación afectiva.
4 de enero
Cada vez que nos proponemos solucionar el problema del otro a toda costa, estamos amando demasiado.
5 de enero
Cuando las mujeres amamos demasiado, nos conducimos como si el amor, la atención y la aprobación carecieran de importancia, a menos que logremos obtenerlos de hombres que, a causa de sus problemas y preocupaciones, son incapaces de brindárnoslos por su propia voluntad.
6 de enero
Al igual que esas personas que comen compulsivamente, quienes amamos demasiado debemos aprender a hacer de manera sana y equilibrada lo que en otro tiempo hicimos obsesivamente. Dado que tanto comer como relacionarse son aspectos necesarios de una vida normal, no existe una clara definición para calificar lo que es una conducta sobria.
Por lo tanto, la recuperación no es una cuestión que se plantee en blanco y negro, sino que debe evaluarse en relación con nuestra anterior conducta y estado.
7 de enero
Para comenzar, debemos lograr desear canalizar toda la energía y el esfuerzo que antes dedicamos a intentar cambiar al otro hacia el objetivo de cambiarnos nosotras mismas.
8 de enero
Por tu propio bien es necesario que te recuperes de amar demasiado; pero cuando dejas de sufrir, tu recuperación puede ser tan atractiva para los demás, que los estimule a emprender el camino de su propia recuperación.
La recuperación puede ser tan contagiosa como la adicción.
9 de enero
Si queremos dejar de amar demasiado, primero debemos cambiar nuestra forma de actuar, luego la de pensar, y finalmente la de sentir.
Si esperamos hasta sentirnos diferentes antes de conducirnos de forma diferente, jamás cambiaremos, jamás nos recuperaremos.
10 de enero
Ninguna de nosotras ha inventado una nueva clase de terrible secreto o de terrible pérdida. Los secretos que guardamos, y que creemos únicos, nos impiden la recuperación.
11 de enero
Recurrir a anécdotas de nuestra infancia como excusa para explicar cualquiera de nuestras actuales conductas, actitudes o características poco sanas es un irresponsable acto de autoindulgencia.
Las circunstancias difíciles y los desgraciados efectos de esos años de infancia nos ofrecen pistas acerca de lo que estamos destinados a vivir, superar, comprender y perdonar.
12 de enero
El dolor es el más sabio de los maestros que llaman a nuestra puerta.
13 de enero
No es posible utilizar la autoayuda para resolver un problema si nuestro yo aún está sufriendo.
Lo que hace falta es más ayuda espiritual que autoayuda, una invocación a la voluntad de Dios más que insistir en la propia omnipotencia.
14 de enero
Nadie puede evitar que realicemos la tarea que nuestra alma nos impone.
Los problemas comienzan cuando tratamos de eludir o postergar esa tarea.
15 de enero
Es posible que en nuestra infancia se nos haya enseñado que rezar nuestras oraciones demuestra nuestra devoción a Dios, y que si él está convencido de nuestra sinceridad, nuestros ruegos serán escuchados.
A pesar de que ya somos adultos, cuando pensamos acerca de la oración solemos hacerlo con la misma actitud.
Pero la oración no es el camino para apaciguar a Dios ni para acceder a su benevolencia para conseguir lo que deseamos. Él no necesita nuestras oraciones, ni se muestra enfadado o desilusionado si no rezamos. No estamos obligados a rezar. La decisión es completamente nuestra. Cuando rezamos, nos sumimos en lo más profundo de un amor, una sabiduría, una guía y una comprensión mucho más grandes que los que pueden producir nuestras personalidades.
Cuando rezamos, recibimos ayuda de un poder que puede hacer por nosotros aquello que no podríamos hacer por nuestros propios medios.
Cuando rezamos, si al hacerlo sincronizamos nuestra voluntad con la que ese poder superior tiene para nosotros, nuestras vidas se tornan más manejables y accedemos a una mayor libertad, una mayor serenidad y una mayor paz.
16 de enero
No hay terreno más resbaladizo para mujeres alcohólicas en recuperación que el de las relaciones afectivas.
Son muchas las alcohólicas sobrias que han sufrido una recaída por causa de un hombre.
17 de enero
También es posible amar demasiado a los niños.
Cuando un padre o una madre sobreprotege a su hijo, ese niño se ve abrumado al hacerse cargo de la responsabilidad del bienestar de su progenitor.
18 de enero
A veces lamentamos que alguien se marche, o que cambien las circunstancias o se modifiquen las cosas de una manera a la que jamás habríamos accedido voluntariamente, porque todavía no alcanzamos a ver el inmenso bien que ello implica.
19 de enero
Una de las tareas más difíciles que debes afrontar en tu recuperación es aprender a no decir ni hacer nada.
Cuando la vida se vuelve inmanejable, cuando todo en ti clama por hacerte cargo de él, por aconsejarlo y alentarlo, cuando te sientes tentada a manipular la situación de cualquier manera, debes aprender a permanecer tranquila, a respetar a la otra persona lo suficiente como para permitir que esa sea su lucha, no la tuya.
La verdadera tarea reside en el hecho de afrontar tus propios miedos, teniendo en cuenta lo que podría llegar a ocurrirle a él y a vuestra relación si dejas de manejar todo, y luego te abocas al esfuerzo de eliminar tus miedos antes que a manipularlo a él.
20 de enero
Algunas relaciones afectivas muy adictivas pertenecen a parejas del mismo sexo.
21 de enero
Como mujeres que amamos demasiado, bien puede ser que disfrutemos de nuestros roles de coprotagonistas en los dramas y melodramas recurrentes que componen nuestras vidas.
La convicción de que hemos padecido la infancia más triste, la pareja más peligrosa o la experiencia más conmovedora puede convertirse en nuestra manera de sentirnos importantes o de atraer la atención de los demás. En comparación, la recuperación puede vivirse como algo desabrido.
22 de enero
Cuando dejamos de amar demasiado, nuestros problemas de relación no se solucionan automáticamente; pero conseguimos quitarnos de delante un enorme impedimento para así poder hacer frente a los problemas normales de forma más sana y eficaz.
23 de enero
Nuestro impulso inicial debería ser el de proteger nuestra propia serenidad y bienestar antes que el de encontrar al hombre indicado. Entonces, y sólo entonces, seremos capaces de comenzar a elegir una pareja