Confianza. Vivir espontáneamente y abiertos a la vida

Osho
Osho

Fragmento

cap-1

Introducción de John Andrews

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¿HAS VISTO ESOS DOCUMENTALES que tratan del origen del planeta Tierra hace cuatro mil quinientos millones de años? Es la sorprendente historia de una bola de fuego primigenia que sufre una colisión planetaria, luego un bombardeo de meteoritos, la aparición del agua de los océanos, el origen de los organismos vivos primitivos, fenómenos climáticos que van desde una Tierra glacial a un caos volcánico, la oxigenación del planeta... Finalmente, al cabo de cuatro mil millones de años, aparecen en escena los primeros seres vivos en el agua... Y han tenido que pasar otros quinientos millones de años de prueba y error para que tuvieras la oportunidad de leer este libro sobre la confianza.

Efectivamente, ha tenido que transcurrir mucho tiempo para que este libro pudiera llegar a tus manos —y esto es solo un reflejo de lo extraordinariamente intrincado que es este proceso—, como un tapiz de millones y millones de formas de vida que evolucionan hacia un todo orgánico donde puedas sentirte como en casa.

Tenemos a nuestro alcance alimentos, agua, aire, energía y otras valiosas materias primas. Has sido invitado a lo que podría denominarse la obra de teatro más increíble de todo el universo, llamada vida, y estás rodeado de abundancia.

Entonces, ¿qué pasa?, ¿qué ocurre para que la «confianza» se convierta en un problema? O, como diría Osho: «¿Por qué no puedes confiar? Toda la existencia confía. Los árboles nunca están neuróticos, los animales nunca se vuelven locos...».

¿Qué está pasando? Somos las criaturas más afortunadas..., y sin embargo, reaccionamos al inmenso regalo de la existencia derrochando grandes cantidades de energía en enfrentarnos los unos a los otros como no lo haría otro ser vivo, y en atacar a este hermoso planeta.

Esta es la pieza que falta para terminar el puzle. Los organismos unicelulares tardaron cientos de millones de años en aparecer, y luego, al cabo de miles de millones de años de evolución biológica, aparecieron los organismos pluricelulares..., los animales y los árboles.

Hasta ese momento, la vida estaba preprogramada. Nosotros aparecimos hace tan solo unos cientos de miles de años. Como dice Osho, hasta la llegada de nuestra especie: «Ningún otro animal ha tenido el derecho de ser libre, todos tienen un programa fijo. A excepción del ser humano, el resto de los animales están programados. Un perro está destinado a ser un perro toda su vida; no hay otra posibilidad, no es libre. Está programado; lo tiene incorporado. Ya tiene un plan y solo seguirá ese plan: ser un perro. No puede elegir, no tiene alternativas. Es una entidad absolutamente definida».

Con el hombre, las cosas cambian: «La libertad es el inmenso regalo de la existencia. No tienes un programa, no tienes un plan. Deberás crearte a ti mismo, deberás ser autocreativo. Entonces, todo depende de ti; puedes ser un buda o un Bahauddin, o puedes ser un Adolf Hitler o un Benito Mussolini. Puedes ser un asesino o puedes ser un meditador. Puedes convertirte en un bello florecimiento de la conciencia o puedes convertirte en un robot.

«Pero recuerda que el responsable eres tú y nadie más.»

Este enfoque nos plantea una perspectiva completamente distinta de nuestro lugar en la historia de la vida. La evolución biológica nos ha traído hasta aquí, hasta el punto en el que está en nuestras manos el consumar nuestro potencial como seres humanos y crear un mundo a nuestra medida. A diferencia de los procesos evolutivos del pasado, ¡el siguiente paso está en nuestras manos! Parece que los seres humanos estamos en un momento crucial: o nos transformamos, o solo podremos esperar que se perpetúe la locura que hay en el mundo actual.

¿POR QUÉ HAY TANTA CONFUSIÓN EN EL MUNDO?

Osho describe claramente este dilema: «El ser humano siempre está en crisis. El ser humano es la crisis... constante. No es algo accidental, es esencial. La esencia misma del ser humano consiste en la crisis, por eso siente inquietud, tensión, angustia. El ser humano es el único animal que crece, se mueve y se transforma. El ser humano es el único animal que no está completo al nacer, no está cerrado, nace como un proceso y no como una cosa. El ser humano está abierto. Su esencia consiste en evolucionar, y esa es la crisis. Cuanto más evoluciona, más es».

Osho nos ayuda a esclarecer lo que subyace a esta crisis: «El inconsciente te empuja de nuevo hacia el mundo animal; te empuja hacia abajo, hacia atrás. Y el consciente intenta empujarte hacia arriba para que seas más consciente, porque la conciencia te ha dado muchas cosas. Es cierto, te ha dado la inquietud, la tensión y la angustia, pero también te ha dado la música, la pintura y la poesía. Y te ha dado una dignidad de la que carecen el resto de los animales: la dignidad de ser consciente».

Por supuesto, cuando empiezas a ver las cosas bajo este prisma, todo cobra otro sentido. Si la libertad es el potencial máximo de la existencia, entonces no te puede ser «dada» como los brazos y las piernas. Todo lo que te es dado, te puede ser quitado, y por eso nunca puede ser la base de una verdadera libertad. O vivimos como robots, destruyéndonos inconscientemente, y destruyendo a nuestros vecinos y al mundo que nos rodea, o agarramos el toro por los cuernos y aceptamos el hecho de que, a menos que cambiemos, todo seguirá estando igual. Solo depende de nosotros.

¿Cómo podemos salir de esta crisis? En este punto Osho vuelve a ser muy explícito: «Hay que aportar un elemento nuevo al mundo de la biología, y es lo que yo llamo meditación, un rayo de meditación, un rayo de atención. No pertenece a la biología en absoluto, porque los animales y los árboles no están alerta. Viven en la inconsciencia más completa».

Naturalmente surge esta pregunta: ¿cuál es la conexión entre la meditación y la confianza? Osho lo explica con precisión: «Sin la meditación no podrás encontrar la confianza en tu interior. El día que la encuentres, será el día más importante de tu vida. Cambiará toda tu perspectiva, tu percepción de las cosas, tus juicios sobre la existencia y las personas. La confianza seguirá aumentando y expandiéndose a todo lo que te rodea. Solo así podrás tener una confianza absoluta en la existencia».

El camino que tenemos por delante es ineludible. Este viaje, según Osho, es el más placentero que puedas hacer: «Relájate en tu ser, la totalidad te valora. Y por eso respira dentro de ti y late en tu interior. Cuando empieces a sentir el enorme respeto, amor y confianza de la totalidad en ti, tu ser empezará a echar raíces. Confiarás en ti. Y solo así podrás confiar en mí; solo así podrás confiar en tus amigos, en tus hijos, en tu marido o en tu mujer. Solo así podrás confiar en los árboles, en los animales, en la luna y las estrellas. Y empezarás a vivir con confianza. No se trata de confiar en esto o en aquello, sino de confiar».

¡Es hora de empezar a leer este libro!

JOHN ANDREWS

M. D.

cap-3

Biografía de John Andrews

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JOHN ANDREWS SE FORMÓ EN MEDICINA INTERNA en el Reino Unido y Estados Unidos antes de dedicarse a estudiar la meditación como fundamento en la exploración de nuevos enfoques holísticos del bienestar. Fue médico personal de Osho y se ocupó de su salud durante muchos años hasta sus últimos días.

Como meditador y científico, ha sido testigo gozoso y, a través de sus escritos también divulgador, de la progresiva aceptación de la meditación y sus beneficios por la comunidad científica y el público en general.

En la actualidad imparte cursos de meditación en el OSHO International Meditation Resort de Puna, en la India, uno de los mayores centros de meditación y crecimiento personal del mundo.

cap-4

Prólogo

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ESTO ES TODO...

ENTRE DIRECCIÓN Y DESTINO EXISTE UNA DIFERENCIA SUTIL, y es la misma que hay entre la mente y el corazón, entre la lógica y el amor, o, lo que incluso resulta más apropiado, entre la prosa y la poesía.

El destino es algo extremadamente concreto; en cambio, una dirección es algo muy intuitivo. El destino es algo que está fuera de ti, como si se tratara de una cosa. Una dirección es una sensación interna, no es un objeto, sino tu propia percepción subjetiva. Puedes sentir una dirección pero no conocerla. Puedes conocer un destino pero no sentirlo. El destino está en el futuro. Cuando decides cuál es, empiezas a actuar para encaminarte hacia él, diriges tu vida hacia él.

¿Cómo puedes decidir el futuro? ¿Quién eres tú para decidir sobre lo desconocido? ¿Cómo se puede fijar el futuro? El futuro es algo que todavía no conoces; es una posibilidad abierta. Cuando fijas un destino en el futuro, este deja de serlo, porque ya está condicionado por tu elección. Has escogido una alternativa entre otras muchas, porque el futuro es disponer de todas las alternativas. Al elegir una, desaparecen todas las demás. Ya no es futuro, ahora es pasado.

Cuando eliges un destino es el pasado quien decide; tus experiencias anteriores, tus conocimientos ya adquiridos son los que deciden. Estás matando el futuro. Entonces empiezas a repetir tu propio pasado; tal vez lo modifiques un poco, cambiando las cosas a tu conveniencia y para tu comodidad; vuelves a dibujarlo, lo renuevas, pero sigue tratándose del pasado. Y así es como perdemos la pista del futuro; al fijar un destino perdemos la pista del futuro. Entonces te conviertes en un muerto, y empiezas a funcionar como una máquina.

La dirección es algo vivo, pertenece a este mismo momento. No sabe nada del futuro ni del pasado, sino que palpita, late, aquí y ahora. Y de este momento palpitante se crea el momento siguiente. No porque tú hayas tomado esa decisión, sino simplemente porque lo vives y lo amas de forma absoluta. Entonces, de esta plenitud surge el momento siguiente y nace una dirección. Tú no has definido ni te has impuesto esa dirección; es espontánea. Es lo que los baul de la India denominan sahaj manush, la persona espontánea.

La persona espontánea representa el camino hacia la persona auténtica, hacia la persona esencial, hacia el Dios interior. No puedes decidir la dirección que debes tomar, tan solo vivir el momento que se te ofrece. Entonces, cuando lo vives, surge la dirección. Si estás bailando, instantes después tu danza será más intensa. Y no porque lo hayas decidido tú, sino simplemente porque estás bailando en el momento presente. Estás creando una dirección, pero no de forma intencionada. Y el momento siguiente tendrá más danza, y el siguiente, más aún.

La mente fija el destino; la dirección se obtiene viviendo. El destino es lógico: uno quiere ser médico; otro, ingeniero; otro, científico; otro, político; otro quiere ser rico; otro, famoso..., todo son destinos. ¿Y la dirección? Solo hay que vivir el momento presente confiando plenamente en que la vida sabrá decidir. Si vives el presente con totalidad, surge una naturalidad. Y gracias a esa totalidad, el pasado se disuelve y el futuro empieza a tomar forma. Pero no eres tú quien le da forma, sino que te la has ganado.

Rinzai, un maestro zen, se estaba muriendo. Cuando estaba en su lecho de muerte alguien le preguntó: «Maestro, cuando te hayas ido, la gente querrá saber cuál es la esencia de tu enseñanza. Has dicho muchas cosas y has hablado de tantas otras que nos va a ser muy difícil poder resumirlo todo. Antes de irte, por favor, hazlo tú mismo y resúmelo en una sola frase que podamos atesorar. Así siempre podremos ofrecerles la esencia de tus enseñanzas a aquellos que no te hayan conocido y quieran saberla».

Rinzai se estaba muriendo, pero de pronto abrió los ojos y soltó un enorme alarido zen, el rugido de un león. ¡Todos se quedaron petrificados! No podían creer que un moribundo tuviera tanta energía; no se esperaban algo así. Rinzai era un hombre impredecible; siempre lo había sido, pero, aun así, no esperaban que rugiera como un león poco antes de morir. Estaban desconcertados, perplejos, impresionados, las mentes paralizadas, y entonces Rinzai les dijo: «¡Esto es todo!». Y cerró los ojos y se murió.

Esto es todo...

Este momento, este silencio, este instante que no corrompen los pensamientos, este silencio que lo inunda todo, esta sorpresa, este último rugido de león por encima de la muerte; es esto.

Sí, la dirección surge cuando vives el momento presente. No es algo que puedas manipular o planificar. Simplemente sucede, es muy sutil; y nunca tendrás la certeza, pero lo sentirás. Por eso digo que se parece más a la poesía que a la prosa, al amor que a la lógica, al arte que a la ciencia. No puede definirse... y ahí reside su belleza; es vacilante, como una gota de rocío que resbala por una brizna de hierba sin saber hacia dónde va ni por qué;

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