La tierra nos enseña más sobre nosotros que todos los libros. Porque nos opone resistencia. El hombre se descubre cuando se mide con el obstáculo. Pero, para dominarlo, necesita una herramienta. Necesita un arado, una arrobadera. El labrador, en su faena, arranca poco a poco algunos secretos a la naturaleza, y la verdad que él despeja es universal. Lo mismo el avión, la herramienta de las rutas aéreas, hace que el hombre participe en todos los viejos problemas.
Sigo teniendo ante los ojos la imagen de mi primera noche de vuelo en Argentina, una lóbrega noche en la que centelleaban solas, como estrellas, las pocas luces esparcidas por la llanura.
En ese océano de tinieblas, cada una indicaba el milagro de una conciencia. En aquel